Fundador y ex director del Centro Médico La Raza, galardonado con el Premio ``Doctor Gerardo Varela 1997'' Hace unos días, el doctor Manuel Barquín Calderón, coordinador acadéico de programas interdepartamentales de la Facultad de Medicina, recibió el premio ``Doctor Gerardo Varela al mérito de salud pública 1997'' de manos del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León; este reconocimiento es otorgado por la Secretaría de Salud a través del Consejo de Salubridad General.
El doctor Manuel Barquín Calderón concedió una entrevista para la Gaceta. Oriundo del Estado de México, el doctor Manuel Barquín, al terminar la preparatoria se traslada a la ciudad de México a estudiar la carrera de médico cirujano en la Escuela Nacional de Medicina (Palacio de Medicina). Recordó que en esa época estudiar aquí era una aventura para los provincianos, quizá un poco menos para los de la ciudad de Toluca, porque quedaba cerca del Distrito Federal. ``El medio era difícil. Los que venimos de provincia tuvimos una situación desventajosa ante la gente que nació en la ciudad de México. Por ejemplo, los hijos de renombrados médicos contaban con mayores oportunidades en la escuela, porque los profesores los conocían, así como para encontrar empleo, y lo mismo pasaba con los que vivían aquí. Yo sólo iba y venía los fines de semana a mi casa después de salir de la escuela, en ese entonces se estudiaba de lunes a sábado y casi seis años. El sábado tomaba el autobús a Toluca y regresaba el domingo por la noche para estar el lunes en clase, a pesar de este desgaste físico, logré sacar las más altas calificaciones durante tres años de la carrera. ``Vivir en la ciudad de México era muy agradable, porque vivíamos en un barrio universitario: el Carmen ─en el Centro─. Un barrio muy seguro, donde podíamos caminar hasta muy entrada la noche sin ningún problema. Además, contábamos con profesores muy distinguidos en el medio que habían sido estudiantes del Instituto Científico y Literario de Toluca. El jefe de la cátedra de Anatomía y varios anatomistas eran de Toluca, como los maestros Quiroz, Ocaranza, los hermanos González Guzmán, Baz, Ibarra, Cosío Villegas, Castañeda, el famoso don Santiago Castañeda, del cual todavía sigue circulando su libro, y su coetáneo, Maximiliano Ruiz Castañeda, quien descubrió la vacuna contra el Tifo. En esa época, parte del protomedicato lo formaban egresados de este instituto''. ¿Qué recuerda de sus compañeros? ``Éramos tantos como ahora, unos mil 200 alumnos iniciamos la carrera. En aquel tiempo había dos anatomías: la descriptiva y la topográfica, lo que significaba un cedazo; quien no pasaba la primera, ya no pasaba; era muy pesado. Teníamos que estudiar cuatro tomos, como de 8 centímetros de grueso a los que teníamos que dedicar de 6 a 8 horas diarias. En el segundo año, contábamos con el maestro Fernando Ocaranza, que había sido director y rector de la Universidad y una persona extraordinaria. En tercero, teníamos al maestro Salvador Zubirán, de quien fui alumno postrero, ya no volvió a dar clase a nivel de Facultad. Contábamos con personas como Cosío Villegas, Bustamante y Garza Ríos, personas con mucha fama''. El doctor Manuel Barquín comenzó a ejercer como galeno con el maestro Dávila, quien era subdirector médico del Seguro Social y neurólogo prominente. Durante esta época se presentó la oportunidad de obtener una beca para estudiar en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, por lo que era importante prepararse, ya que se estaba construyendo el Centro Médico ``La Raza'', que se pensaba debería de tener una administración científica, porque de otra manera podía fracasar el proyecto. Dijo que este periodo fue muy fructífero para él, pues tuvo la oportunidad de convivir con maestros de la talla de Jonas Salk, quien descubrió la vacuna contra la poliomielitis, que después popularizó el doctor Sabin; con el doctor Parran, secretario de Salud de Estados Unidos durante la época de Roosevelt, hombre que entre sus atributos tuvo el mérito de haber erradicado las enfermedades venéreas en aquel país, experiencia que dejara presente en el libro Sombras sobre la Tierra, donde relata los destrozos que provocaba la sífilis y el necesario tratamiento con la ayuda de los antibióticos de esa época. También, convivió con el maestro Hatch, especialista en ambiente, que eliminó la contaminación de la ciudad de Pittsburgh causada por las grandes fundidoras. Asimismo, durante su estancia en Pittsburgh el doctor Barquín tomó cátedra con el doctor Leslie Falk, que en aquel entonces se desempeñaba como jefe de servicios médicos para los mineros de los Estados Unidos, y con el doctor McGivony, quien le dio la idea para que él escribiera un libro sobre hospitales para las personas de habla hispana. Posteriormente, el doctor Barquín realizó sus prácticas en el hospital de la Marina de Nuevo Orleáns, donde conoció a más funcionarios del sistema hospitalario de Estados Unidos.
Directivo A su regreso, en 1952, le ofrecieron la dirección del Hospital de Oncología del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que se encontraba frente al Hospital Francés, puesto en el que se desempeñó algunos meses, ya que el Centro Médico ``La Raza'' estaba casi concluido y le ofrecieron trabajar como asesor de dicho centro ─1952 y 53─. En 1954 fue nombrado su titular. Desde aquel momento comenzaron a crecer el número de camas y el hospital contaba con prestigio a nivel mundial, apoyo gubernamental, infinidad de visitas y hasta donaciones de personajes distinguidos, políticos, reyes, etcétera, que visitaban nuestro país, como el emperador de Etiopía, la actual reina de Holanda y el dirigente de la India, H. Neru junto con Indira Gandhi. ``Las personas se peleaban por ser atendidas ─comentó el doctor Barquín─, gente que no tenía derecho al servicio o que venía de fuera. Nos pedían a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores que los admitiéramos. Entonces reflexioné y me di cuenta que los pobres de México tenían algo que los ricos envidiaban: el cuidado afectuoso y eficiente del hospital de ``La Raza''. En ese tiempo, el doctor Manuel Barquín colaboró en el diseño ─desde el punto de vista médico─ del Centro Médico de Costa Rica, el cual se llama México ─en honor a esta aportación─ y es considerado el nosocomio más importante de Centro América, dicho centro tiene una placa en honor al doctor Barquín. Otro proyecto en el que participó fue en el del Centro Médico de Argentina, que lleva como nombre Hospital de Clínicas ``José de San Martín'', en el que colaboró por parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID); para este proyecto el maestro Barquín estuvo seis meses en Buenos Aires. ``Todo tiene su fin, terminé mi periodo y de ahí pasé a dirigir la Unidad Morelos, donde las actividades eran médico-sociales y deportivas; durante mi gestión ahí practicaba el `Tibio' Muñoz y de hecho de ahí salió a ganarse la medalla de oro en natación en las Olimpiadas de 1968, entrenado por el profesor Nelson Vargas. "Posteriormente, cuando fui miembro de Asuntos Internacionales pude ofrecer cursos en casi toda América Latina''.
Docente y escritor Nuestro entrevistado ingresó como docente a la Facultad de Medicina el primero de marzo de 1947, como prosector de Anatomía Descriptiva, después lo hizo en las materias de Anatomía Topográfica y Técnica Quirúrgica en Cadáver; interrumpe la docencia a causa de su beca en Estados Unidos. A su regreso, después de algunos años, imparte las asignaturas de Medicina Social e Historia de la Medicina; actualmente, imparte dos cursos de Salud Pública. ¿Le gusta la docencia? ``No sólo eso, sino que soy fanático de la docencia y se lo comenté hace poco al rector, durante la ceremonia de homenaje al maestro Zubirán, quien siendo subsecretario de Salud no dejaba sus clases. Mire usted la prueba, vea el afecto que se le tiene por la enseñanza; y le dije: creo que el que no enseña o no tiene que enseñar, no tiene nada que hacer en la Universidad, aunque diga que está descubriendo cosas maravillosas. Aquí, lo principal es formar a la gente que necesita este país y con esta idea he escrito varios libros. Aquí tengo un libro que estoy revisando para enviarlo a la editorial Salvat, es el número 10; cinco los escribí yo totalmente y los otros cinco en colaboración. Creo que mi libro más importante es el de Dirección de Hospitales ─que es tomado como texto, no solamente en las facultades o escuelas de Salud Pública de México, sino también en las escuelas de Buenos Aires, Santiago de Chile y en San Pablo, Brasil, en España y Portugal─; otros son Historia de la Medicina e Historia Ilustrada de las Ciencias de la Salud, que es un libro con láminas a colores que ya se agotó. Además, tengo un libro sobre medicina social y Administración de Enfermería, pues también impartí clase de Administración de Hospitales en la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO), en la Facultad de Arquitectura y en la Escuela de Trabajo Social; en el interior de la República he dado clases en Guadalajara, Monterrey y Jalapa. El libro Salud en el Trabajo lo escribí con varios extranjeros y mexicanos de primera categoría. Además, no sólo he participado en pregrado, sino también en la educación posescolar de los médicos. En la Escuela de Salud Pública de México fundé la maestría en Administración de Hospitales, y lo mismo hice en Monterrey y Guadalajara; impartí cursos de actualización monográficos a los directivos del ISSSTE. He recibido varias peticiones para escribir artículos y capítulos para otras publicaciones. Ahora estoy escribiendo para el doctor González Casanova un artículo sobre `La salud y la Medicina de los Ancianos'''. El doctor Manuel Barquín comentó que la docencia en la FM le ha dado grandes satisfacciones y honores. Dentro de sus distinciones resalta la otorgada por la Organización Panamericana de Salud (OPS) en Administración en Servicios de Salud. Cuenta también con la Presea del Estado de México ─que a su parecer se la dieron porque era el más famoso dentro de los candidatos propuestos─ y, este año, recibió el Premio ``Doctor Gerardo Varela'' en Salud Pública.
Investigación en Ancianos ``Los ancianos son un sector muy descuidado de la población. Muchos piensan que deben estar en asilos. En verdad, si México no ha resuelto el problema de los enfermos agudos, no podrá construir asilos. En latinoamerica, México es el país que cuenta con menos camas en hospitales, entonces cómo va resolver el problema de hacer asilos para los ancianos. Primero investigué qué pasa con el anciano, cuánto gana, qué tanto le sirve la pensión, etcétera. Después me di cuenta que el sistema de pensiones no estaba funcionando, que había que reestructurarlo. Un año después de mis estudios, se reestructuró el sistema de pensiones y presentaron las Afores. La mayor parte de los ancianos investigados recibía como pensión el equivalente a un salario mínimo; el que un anciano tenga un ingreso hace que la familia mexicana extensa vuelva a reunirse, pues la migración ha provocado que tanto la mujer como el hombre trabajen, y los hijos sean cuidados por los abuelos. Estos fenómenos estudiados me llevaron a la conclusión de que la solución no es construir asilos sino educar a las personas para que sepan manejar al anciano, ya que éste contribuye con su pensión a los ingresos de la familia. Debemos estar conscientes de que la ancianidad es una etapa que no se puede evitar en la vida. Desde el punto de vista médico sólo podemos prevenir que la gente envejezca con el menor número de incapacidades. Por otra parte, los ancianos se encuentran muy desatendidos y como solución no nos queda más que integrarlos a la familia''.
El AAPAUNAM y la Casa Club del Académico Como profesor, el doctor Barquín fundó la Asociación Autónoma del Personal Académico de la UNAM (AAPAUNAM), la cual dirigió durante cuatro años. En esa gestión construyó parte de sus oficinas y ``La Casa Club del Académico'', en una extensión de 28 mil metros cuadrados. Durante la ceremonia de entrega, el doctor Manuel Barquín propuso al rector Carpizo la creación de un restaurante-cafetería, piscina, baños de vapor, canchas de tenis, beisbol, todo un club como los que existen en otras universidades del mundo, cuyos gastos cubriría la AAPAUNAM. El doctor Barquín dijo: ``la idea prendió y buena parte de las cuotas de los académicos se invirtieron en la Casa Club del Académico, en lugar de llevármelas a mi casa''. Nuestro entrevistado también fundó la Asociación Mexicana de Hospitales, en la que desempeñó varios cargos, como la jefatura del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública en la FM; posteriormente, el doctor Juan Ramón de la Fuente lo nombró coordinador académico de Programas Interdepartamentales de la FM, cargo que desempeña actualmente. En este último cargo, el doctor Barquín consideró que lo más relevante de su actividad ha sido el proyecto que propusiera a la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) y que despertó gran entusiasmo entre los departamentos de la FM. El proyecto consistía en involucrar a los profesores de nivel bachillerato en cursos sobre los conocimientos que les hacen falta al momento de ingresar a la licenciatura, pues ello es motivo de deserción de una quinta parte de los que ingresan al primer año. ``Formulé un programa que la DGAPA financiara e involucrara a los profesores de los departamentos de Anatomía, Fisiología y Salud Pública, con la idea de que el bachillerato fuera más especializado, porque sucede que todas las copias que se hacen del extranjero no resultan. Aquí se redujo de seis a cuatro años la carrera, porque en los Estados Unidos así funciona, pero la verdad es que en ese país la carrera comienza en la preparatoria, y se estudia casi lo doble de años que aquí; para empezar la primaria es de ocho años, y la secundaria y preparatoria son de cuatro años. Hicimos estos cursos de coordinación y estábamos por hacer unos cursos más serios, pero cambiaron al director de la DGAPA y después no les interesó el proyecto. A mí me sigue pareciendo importante, porque si no se hace algo por mejorar la calidad desde la preparatoria, nunca tendremos buenos estudiantes. La UNAM no tiene porque pensar en mejorar la primaria o la secundaria, pues ésta tiene el privilegio de escoger a los mejores alumnos que salen de secundaria; sólo tiene que seleccionar bien y luego impartir adecuadamente la enseñanza desde el bachillerato. Respecto a su tiempo libre, nuestro entrevistado comentó que está de tiempo completo en la Facultad, por lo que tiene muy poco tiempo libre, el que dedica a la lectura de los clásicos y a la revisión de sus libros. ``Actualmente leo a Alfonso Reyes, viajo por los espacios cibernéticos o escribo. Además me da miedo salir a la calle, porque temo que me asalten, ya que una vez me costó un reloj. Tengo muchas cosas que hacer dentro de la vida académica, de manera que me la paso muy divertido y creo que vivo una de las etapas más importante de mi vida, porque eventualmente me favorecen con premios y distinciones. Tengo dos nietos muy agradables, uno que vive en Chicago y otro aquí''. Finalmente, comentó que el tiempo se le está agotando, pero piensa seguir produciendo, enseñando y revisando sus múltiples ediciones, pues algunos libros como el de Historia para estudiantes ya alcanzó su octava edición, así como el de Dirección de Hospitales. También piensa seguir realizando investigación sobre atención médica y de los sistemas de salud, aspectos que en mucho ha plasmado en sus libros. Además, quiere seguir cultivando las relaciones académicas. |