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Un reconocimiento al doctor Joaquín Cravioto

El doctor Joaquín Cravioto Muñoz, nacido en Pachuca el 12 de septiembre de 1922 y muerto el jueves 9 de abril de 1998, dedicó su saber (obtenido en la escuela Médico Militar, en la escuela de higiene y en universidades de Estados Unidos y Suecia) a estudiar y remediar los efectos de la desnutrición infantil.

HA MUERTO JOAQUIN CRAVIOTO

En Pachuca su ciudad natal leí, el Viernes Santo, la esquela que comunica la muerte del doctor Joaquín Cravioto Muñoz, una de las mayores inteligencias consagradas a pensar - y dirigir su actuación - sobre la niñez mexicana, especialmente la desnutrida. El nació en esa ciudad el 12 de septiembre de 1922, y allí mismo, en la escuela preparatoria del Instituto Científico y Literario, cursó la secundaria y el bachillerato, antes de ingresar en la Escuela Médico Militar, donde se graduó en 1945.

Muy pronto manifestó su "interés en las raíces sociales y epidemiológicas de la desnutrición humana", según ha escrito su biógrafo el también eminente médico Lázaro Benavides, que hizo el retrato de Cravioto al recibir éste en 1975 el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Con aquel móvil estudió maestría en ciencias sanitarias en la entonces escuela de higiene (luego de salud pública) con una tesis escrita en 1947 sobre los valores sociales y nutricionales del maíz. Después se posgraduó en pediatría, en radioquímica y en bioquímica (en las universidades de Illinois y Nueva York, en Estados Unidos, así como en la de Goteburgo, Suecia) con la mirada clara en lo que fue el objeto central de su vida: el estudio y el combate, de la desnutrición infantil.

Cravioto buscaba, dice Benavides, "las condiciones sociales, sicológicas, culturales y económicas determinantes de la frecuente desnutrición presente en los niños, que él interpreta como consecuencia de un mal funcionamiento de la sociedad, y se apoya en el alimento como eje del estudio, por ser fuente de nutrimentos y elemento que impulsa al individuo a iniciar su vida de relación y socialización con la madre, la familia y la comunidad".

Investigador de tiempo completo, el primero, en el Hospital Infantil de México, Cravioto fue comprobando verdades que hoy son un lugar común, pero que fueron hallazgos debido a su constancia y pasión por la vida. "Variadas alteraciones fisiológicas y bioquímicas en los niños desnutridos muestran detención de la maduración bioquímica que les produce retroceso a etapas anteriores en su desarrollo biológico: el organismo desnutrido no madura congruente con su edad cronológica ni con su edad biológica; el sobreviviente de desnutrición no alcanza el peso, la talla ni la maduración ósea que presentan los niños de clases socioeconómicas elevadas". Todavía más, Cravioto halló relación causal entre la desnutrición y el desarrollo de la inteligencia y el de las interrelaciones de los diversos sistemas sensoriales. El artículo donde resumió estos últimos resultados, aparecido en la revista Pediatrics en 1966 "causó tanto impacto en el mundo pediátrico que en 1977 el Institute for Scientific Information lo reconoce con categoría de Documento Clásico `por su relevante y significativa contribución al progreso del conocimiento científico y citas a nivel universal en más de 165 artículos".

Cravioto puso su saber al servicio de muchos. Además de ser profesor y conferenciante frecuente, ocupó cargos ejecutivos para aplicar sus conocimientos. En la FAO, la organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación, fue subjefe de la división de nutrición aplicada. En México creó el departamento de investigación del Hospital del Niño, y luego fue director científico del Instituto Nacional de Ciencias y Tecnologías del DIF. Allí depuró su interés por el estudio de niños y sus familias "desde el punto de vista nutricional, pediátrico, socioeconómico y del desarrollo físico, mental y social, con especial énfasis en el papel del microambiente..., en su búsqueda de identificar las distintas consecuencias de la mala nutrición..."

Nota: Artículo publicado por el periódico Reforma el domingo 12 de abril. Autor, Miguel Angel Granados Chapa.


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