Resumen
La obesidad, problema de salud que afecta a la población,
caracterizada por ser una enfermedad crónica, multifactorial,
donde intervienen factores genéticos, metabólicos,
psicológicos y ambientales que contribuye al desarrollo
del padecimiento. Su importancia epidemiológica se debe
principalmente a que participa activamente en la fisiopatología
de múltiples enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus,
hipertensión arterial, dislipidemias, neoplasia entre otras
entidades.
Summary
Obesity, health problem that affects the general population, is
a chronic disease, multifactor ethiology, where genetic metabolic,
psychological and environmental factors contribute to its development.
Its epidemiological importance is primarily due to its active
participation in the physiopathology of multiple cardiovascular
diseases, diabetes mellitus, arterial hypertension, dislipidemias
and neoplasms among other entities.
Introducción
En este trabajo se presentan los aspectos epidemiológicos,
terapéuticos y de salud pública de la obesidad;
una de las patologías que en los últimos años,
ha aumentado de manera importante su incidencia y prevalencia.
Si observamos a nuestro alrededor, veremos que cuatro de cada
diez personas presenta cierto grado de sobrepeso y dos tienen
obesidad: El problema real es que ninguno de estos seis pacientes
buscarán o implementarán medidas preventivas o terapéuticas
para corregir su padecimiento; la mayoría de ellos consideran
que solo es un problema de incremento de peso o estético
y desconocen las alteraciones fisiopatológicas que produce
la obesidad y el sobrepeso en el organismo. Por otro lado, el
médico al atender a pacientes con una enfermedad más
sobrepeso u obesidad, generalmente prescribe el tratamiento de
esa enfermedad, sin considerar la atención integral del
paciente, que permita resolver el sobrepeso u obesidad y si se
da alguna indicación, generalmente queda como un consejo
o recomendación el corregir el exceso de peso.
Los cambios sociales, el crecimiento poblacional y el avance
tecnológico contribuyeron a modificar las costumbres, la
cultura y estilo de vida de los seres humanos al promover el sedentarismo,
la producción desmedida de alimentos, generalmente deficientes
en proteínas y fibra, pero ricos en grasas saturadas y
carbohidratos y el facilitar la actividad cotidianas de las personas
responsables del gasto de energía (caminar, subir escaleras,
ponerse de pie, etc.); aunado a la falta de programas de educación
nutricional, principalmente el dirigido a los padres, favorecen
el desarrollo de la obesidad.
Ante el incremento de esta enfermedad en los países desarrollado
y en vías de desarrollo, la Organización Mundial
de la Salud ha declarado a la obesidad como una epidemia mundial.
En la actualidad la obesidad es un problema de salud, que contribuye
a incrementar la morbilidad y mortalidad de varias enfermedades.
En el 2004, 13 de cada 100 muertes en México se deben a
la diabetes mellitus, esta cifra aumenta si solo se consideran
los padecimientos con mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad
o sus complicaciones; en los pacientes entre 40 y 59 años,
el 25% de de ellos fallecieron a consecuencia de las complicaciones.
La enfermedad isquémica del corazón, reportó
en el mismo año, 50 000 muertes, cifra que la coloca como
la segunda causa de mortalidad después de diabetes mellitus,
con más del 10%. Como se observa, las dos causas de mortalidad
en México están en relación directa con la
obesidad, esto ocasiona que los sistemas de salud, enterados o
no, gastan cantidades importante de recursos (humanos, materiales,
económicos) para atender a los pacientes con sobrepeso
u obesidad. En 1997 se estableció, en Canadá que
los costos por obesidad se estimaban en dos billones de dólares
anualmente o 2.4 % del gasto total en salud.32 En 1999,
en Estados Unidos de Norteamérica, se estimó un
costo anual de 70 billones de dólares o casi el 10 % del
gasto total en salud. (31)
Por lo anterior, la obesidad y el sobrepeso son temas fundamentales
que deben conocer los médicos durante su formación
académica, para comprender las consecuencias y sobretodo
implementar medidas preventivas que eviten o disminuyan este problema
de salud. Antes de iniciar, es conveniente hacer las siguientes
preguntas, que delimitarán el desarrollo del tema:
-
La obesidad es una enfermedad o es un factor
de riesgo que contribuye en el desarrollo de otras enfermedades.
-
Con que frecuencia se presenta la obesidad
en países en desarrollo.
-
Se considera a la obesidad un problema de
salud en México.
-
Cuales son los mecanismos fisiopatológicos
que intervienen en el desarrollo de la obesidad.
-
Que factores de riesgo contribuyen en el
desarrollo de la obesidad.
-
Que parámetros se utilizan para el
diagnóstico y clasificación de la obesidad.
-
Cuales son las medidas terapéuticas
que se pueden ofrecer a los pacientes obesos y con sobrepeso.
-
Que medidas preventivas se pueden implementar
para disminuir su incidencia.
-
Cuales son las consecuencias de este padecimiento,
en el sistema de salud.
Definición
La obesidad es un padecimiento que juega un doble papel dentro
de los padecimientos que afectan a la población; por un
lado, es una enfermedad crónica, multifactorial que producen
alteraciones en la sensibilidad a insulina, metabolismo de lípidos;
presión arterial, coagulación, fibrinolisis e inflamación;
pero al mismo tiempo, es factor de riesgo para el desarrollo de
múltiples enfermedades cardiovasculares, respiratorias,
gastrointestinales, metabólicas, dermatológicas,
neoplásicas y psicológicas. (Tabla 1)
Tabla 1 Enfermedades
o alteraciones clínicas asociadas a la obesidad |
Cardiovasculares |
Metabólicas |
|
Hipertensión arterial sistémica |
|
Diabetes mellitus tipo 2 |
|
Hipertrofia ventricular derecha |
|
Hiperlipidemia |
|
Enfermedad isquémica coronaria |
|
Hipertrigliceridemia |
|
Insuficiencia cardiaca congestiva |
|
Hiperinsulinemia |
|
Enfermedad cerebrovascular |
Ginecoobstétricas |
|
Insuficiencia vascular periférica |
|
Síndrome de ovario poliquístico |
Pulmonares |
|
Amenorrea e infertilidad |
|
Apnea obstructiva del sueño |
|
Complicaciones obstétricas |
|
Enfermedad obstructiva de vías aéreas |
Musculoesquelética |
|
Hipertensión pulmonar |
|
Enfermedad degenerativa articular |
|
Embolia pulmonar |
|
Osteoartritis |
Gastrointestinal |
Piel |
|
Litiasis vesicular |
|
Acantosis nigricans |
|
Esteatosis hepática |
|
Hirsutismo |
|
Reflujo esofágico |
Psicológicos |
|
Hernia hiatal |
|
Alteraciones afectivas |
Neoplasias |
|
Depresión |
|
Cáncer de mama |
|
Estigma social |
|
Cáncer de endometrio |
|
Trastornos de la alimentación |
|
Cáncer de próstata |
Otras (favorece) |
|
Cáncer de colon |
|
Accidentes |
|
|
|
Complicaciones quirúrgicas y anestésicas |
El concepto de obesidad ha evolucionado a lo largo de la historia,
durante mucho tiempo se consideró como la acumulación
excesiva de grasa corporal, mayor o igual al 20 % del peso corporal,
de acuerdo a las tablas de estatura/peso. También se definió
como: una mayor cantidad de grasa corporal, que se presenta cuando
es mayor el aporte energético, en comparación con
el utilizado en un periodo de tiempo, ocasionando un aumento del
peso corporal o como una condición desfavorable de salud,
causada por un balance energético positivo mantenido en
el tiempo, que se caracteriza por un incremento excesivo en los
depósitos de grasa corporal y de peso corporal. Álvarez
Cordero R, la define como el incremento del tejido adiposos corporal,
con frecuencia acompañado de aumento de peso, cuya magnitud
y distribución afectan la salud del individuo.44
La NOM 174-SSA1-1998 especifica “a la enfermedad caracterizada
por el exceso de tejido adiposo en el organismo.”42
Otros autores, establecen que es un desorden caracterizado por
un incremento en la masa de tejido adiposo, que resulta de un
desequilibrio sistémico entre la ingesta de alimentos y
el gasto de energía o como la acumulación de grasa
en los depósitos corporales por arriba de los valores óptimos,
caracterizada por un resultado positivo de energía ingerida
que excede el gasto energético y ocasiona aumento del peso
corporal o un desequilibrio entre el aporte calórico de
la ingesta y el gasto energético dado por el metabolismo
y la actividad física.4 ,27 ,28, 37, 41 Como
se observa en las definiciones se pueden identificar tres componentes
fundamentales: exceso de grasa corporal, mayor aporte calórico
con menor gasto energético y aumento de peso corporal
El sobrepeso se define como el incremento de peso corporal en
relación a su talla y se considera una fase previa a la
obesidad, donde se pueden implementar medidas dietéticas
y de estilo de vida que pueden corregir el exceso de peso. En
la NOM 147 se caracteriza como “estado premórbido
de la obesidad” 42
Aspectos epidemiológicos
La obesidad es una enfermedad que en los últimos años
ha aumentado su prevalencia e incidencia, afecta a los países
desarrollados como en vías de desarrollo y se presenta
en cualquier etapa de la vida. La prevalencia de obesidad en los
Estados Unidos de Norteamérica ha cambiado en las dos últimas
décadas, se considera que dos terceras partes de los norteamericanos
padecen de sobrepeso, otra tercera parte son pacientes obesos,
de los cuales, 2.8% de los hombres y 6.9 % de las mujeres tiene
obesidad extrema.19 En Canadá la prevalencia de sobrepeso
y obesidad en adultos ha aumentado de manera importante en las
últimas décadas; en el 2004 la Encuesta Comunitaria
de Salud reporto que el 59 % de la población adulta tenía
sobrepeso (= 25 – 29.9 Kg./m2) y el 23 % obesidad (= 30
Kg./m2).32 La prevalencia en España es de 13 %, con una
pequeña diferencia entre varones (12%) y mujeres (15 %).3
Países europeos también presentan problemas de sobrepeso
y obesidad Dinamarca, Suiza, Francia y Bulgaria presenta una frecuencia
menor al 20 % y Alemania, Noruega, Rumania, Italia entre el 20
– 30%.
En Latinoamérica el sobrepeso y la obesidad, también
se están convirtiendo en un problema de salud. En Chile
se reporta en la Encuesta Nacional de Salud del 2003, una prevalencia
de obesidad de 27.3 % en mujeres y 19.2 % en hombres y los valores
de obesidad mórbida fueron de 2.3 % y 0.2 % en varones
36. En Honduras y Brasil reportan una prevalencia de sobrepeso
alrededor del 25%, Republica Dominicana, Guatemala y Bolivia entre
25 a 30 % y Uruguay, Colombia y Perú por arriba del 30
%. Con respecto a la frecuencia de obesidad, la mayoría
de estos países se encuentran entre 5 – 10 %, con
excepción de Republica Dominicana que muestra una prevalencia
entre 10 y 15 %.41
Obesidad infantil y del adolescente
En Canadá se reporta que la frecuencia es mayores en niños
y adolescentes (2 a 17 años de edad) la obesidad fue del
26%; además se observó un incremento importante
en los últimos 15 años donde la frecuencia de obesidad
pasó de 2 a 10 en niños y de 2 a 9% en niñas.
Marrodán Serrano et al, 43 estudiaron a 7 228
sujetos entre 6 y 20 años, encontraron que la prevalencia
de obesidad y sobrepeso se modifica de acuerdo a los lineamientos
internacionales y nacionales de España. Por ejemplo, la
prevalencia de sobrepeso fue de 18.8 % en varones y 14.5 % en
mujeres en el grupo de 13 a 20 años en cambio cuando se
utilizan los parámetros nacionales, se modifica a 10.6
% en varones y 9.5 % en mujeres. En el grupo de 6 a 12 años
fue de 21.6 % en niños y 25 .9 % en niñas con los
lineamientos internacionales y de 12.5% en niños y 9.6
% en niñas con el nacional. Este trabajo concluye que la
prevalencia de obesidad es menor, cuando se utiliza los lineamientos
internacionales (IMC) en comparación con los puntos de
corte percentiles que corresponde a los datos nacional. En Argentina,
la frecuencia de obesidad infantil también se duplico en
las últimas décadas, ocasionando un incremento en
la incidencia de diabetes mellitus tipo 2 y enfermedades cardiovasculares;
en un estudio prospectivo se encontró que el 29 % de los
niños tenían sobrepeso y un 12.3 % obesidad. Los
niños presentaban una mayor frecuencia en comparación
con las niñas: 31.3 % contra 26.0 % en sobrepeso y 14.3
% contra 10.1 % en obesidad.2 (Tabla 2)
Tabla 2. Prevalencia
de obesidad y sobrepeso en diferentes países del
mundo |
País
|
Año |
Edad (años) |
Prevalencia |
Sobrepeso |
Obesidad |
México |
2001 |
-5
5 a 9
10 a 17 |
20.6 (v), 10.8 (f)
17.6 (v), 27.1 (f)
14.5 (v), 17.9 (f) |
México |
2004 |
10 a17 |
10.8 a 16.1(v)
14.3 a 19.1(f) |
9.2 a 14.3(v)
6.8 a 10.6(f) |
Chile |
2007 |
6 a 16 |
|
22 |
Argentina |
2005 |
Infantil |
29 |
12.3 |
Estados Unidos |
2002 |
2 a 5
6 a 11
12 a 19 |
10.4
15.3
15.5 |
|
Canadá |
|
2 a 17 |
|
26 |
España |
2006 |
6 a 12
13 a 20 |
21.6 (v), 25.9 (f)
18.8 (v), 14.5 (f) |
6.0 (v), 5.9 (f)
4.7 (v), 2.8 (f) |
Francia |
2002 |
7 a 9 |
16 a 23.9 |
3.8 a 9.3 |
Finlandia |
2002 |
12 a 18 |
7.2 a 16.7 (v)
4.0 a 9.8 (f) |
1.1 a 2.7 (v)
0.4 a 1.4 (f) |
Alemania |
2002 |
5 a 7 |
|
9 a 21 |
Reino unido |
2000 |
6
15 |
22
31 |
10
17 |
Rusia |
2002 |
6 a 18 |
10 |
6.0 |
Suiza |
2000 |
6 a 12 |
21.7 a 34.2 |
9.7 a 16.11 |
Republica Checa |
2002 |
7 a 10 |
|
5.6 (v)
6.0 (f) |
Italia |
2001 |
3 a 17 |
|
8 - 12 |
La frecuencia de sobrepeso varía de acuerdo a la raza,
las mujeres mexicano-americanas y afroamericanas tiene un 48.1
y 49.1 % respectivamente de prevalencia. También aumenta
con respecto a la edad, alcanzando un máximo a los sesenta
años en mujeres y a los setenta en los hombres. El nivel
socioeconómico, influye en la presencia de sobrepeso y
obesidad, se reporta que en mujeres, entre 25 y 54 años,
con ingresos bajos la frecuencia de sobrepeso es de 30.8 a 54.1
%, en cambio en mujeres con mejores ingresos es de 18.4 a 30.3
%. El nivel educativo es otro parámetro que influye en
la frecuencia de sobrepeso, la prevalencia es mayor en población
con menor escolaridad.
En México, la Encuesta Nacional de Enfermedades Crónicas
que se realizó entre 1992 -1993, reportó una prevalencia
global de 21.4%, donde la zona norte tuvo la mayor frecuencia
24.7 %; en la misma Encuesta Nacional, 7 años después
(2000) encontró una prevalencia global de preobesidad (sobrepeso)
de 38 % y 21 % de obesidad, predominando el sobrepeso en varones
(41.4 %) y la obesidad en mujeres (21.5 %). Llama la atención
que entre la primera encuesta (1988) y la segunda (1999 de nutrición,
hay un aumento considerable en la frecuencia de ambos padecimiento,
en sobrepeso del 20 % y en obesidad de 7 %. (Tabla 3)
Tabla 3. Prevalencia
de sobrepeso y obesidad en población mexicana |
Encuesta Nacional
de |
Prevalencia sobrepeso |
Prevalencia obesidad |
Mujeres |
Varones |
Mujeres |
Varones |
Nutrición,1988 * |
10.0 |
|
14.6 |
|
Nutrición, 1999 |
30.8 |
|
21.7 |
|
Enfermedades crónicas,
1999 |
38 |
21.4 |
Enfermedades crónicas,
2000 |
35.6 |
41.4 |
21.5 |
14.9 |
Nota: En la Encuesta Nacional
de Nutrición, 1988 el punto de corte para sobrepeso
del IMC fue de 24.9 a 27 (Kg./m2) y de obesidad
de mayor a 27 (Kg./m2). |
Estudios locales reportan el incremento de sobrepeso y obesidad
en México, el estudio de Rodríguez Pérez
et al, realizado en el municipio rural de Cerralvo, Nuevo León
en 661 escolares de 6 a 12 años de edad, encontraron que
el 16.8 % presentaban sobrepeso y 24.5 % obesidad.26 Llama la
atención en este trabajo que el sobrepeso predomino en
niñas 19.1% en comparación con los niños
14.8 % y con respecto a la obesidad hubo un resultado inverso
niños 26.1 % y niñas 22.7 %. El estudio
de Ortiz Hernández et al, en 768 escolares de la ciudad
de México, aún cuando no evalúa directamente
la prevalencia o incidencia en los escolares, si permite observar
que el problema de sobrepeso está presente en los escolares
de la Ciudad de México. En este trabajo se establece la
frecuencia de sobrepeso de acuerdo con la “inseguridad alimentaria”;
es decir, cuando el individuo experimenta disponibilidad limitada
o incierta de alimentos lo que impide que consuma una dieta variada
que le permita cubrir sus requerimientos nutricionales o bien
cuando no tiene la capacidad de acceder a los alimentos mediante
formas socialmente aceptables, encontró que los escolares
con “seguridad alimentaria” presentaron un sobrepeso
de 6.9 %, con “inseguridad moderada” de 10.4% e “inseguridad
severa” de 15 .8 %. El trabajo resalta que el sobrepeso
fue más frecuente en niños 10.0, 15.2 y 21.3 % con
respecto a la seguridad, inseguridad moderada y severa respectivamente
en comparación con las niñas 3.3, 5.6 y 7.5 %.
Obesidad y embarazo
La obesidad es un problema nutricional más común
que complica la evolución del embarazo, usualmente está
asociada a la sobrealimentación y a ingesta de dietas con
alto contenido de grasas. La obesidad materna está asociada
a un incremento de riesgos de complicaciones maternas, perinatales
y neonatales
La definición estándar de obesidad puede ser confusa
en el embarazo, porque comúnmente no se sabe el peso pregestacional
y el peso corporal desde el inicio de embarazo, así mismo
el crecimiento durante el embarazo puede ser lento, duplicarse
o incrementase en forma dramática.
El índice de masa corporal (IMC) sirve cuando se calcula
en la etapa pregestacional, para determinar la ganancia de peso
que tiene que tener una mujer cuando se embaraza. Durante el embarazo
se necesita un mayor consumo de energía para sostener el
crecimiento del feto, placenta y el tejido materno. Algunos autores
han estimado que el costo energético del embarazo es de
85000 Kcal. o 300 Kcal./día, basándose en cálculos
teóricos que asumen un neonato con peso de 3.4 Kg., un
depósito de 900 g de proteína y de 3.8 Kg. de grasa
materna y aumento en el metabolismo basal. Con base en estas estimaciones
teóricas del costo energético del embarazo se estipuló
que las recomendaciones de energía durante el embarazo
deben ser de 200 a 300 Kcal./día. Sin embargo estas cifras
no toman en consideración otros factores que pueden aumentar
el gasto energético durante el embarazo, como las actividades
cotidianas, ejercicio intenso, cambios extremos de temperatura
ambiental, madres adolescentes. En una mujer embarazada con un
IMC pregestacional normal se recomienda una ganancia de peso promedio
de 12.5 Kg., el patrón de ganancia de acuerdo a la edad
gestacional es la siguiente:
0 a 10 semanas de embarazo, 65 gr. por semana
10 a 20 semanas de embarazo, 335 gr. por semana
20 a 30 semanas, 450 gr. por semana
30 a 40 semanas, 335 por semana
El índice de masa corporal ideal para una mujer que desea
embarazarse debe estar entre 18.5 y 24.5, las pacientes que presentan
IMC aumentado: mujeres con sobre peso y obesas se asocia a mujeres
de mayor edad, multiparas, fumadoras y algunas con bajo nivel
educativo y socioeconómico.
Se recomienda una ganancia de peso de 6.345 Kg., en una mujer
obesa que se embaraza o que piensa embarazarse (Tabla 4). Algunos
autores refieren que en mujeres obesas que presentaron una ganancia
de peso mayor a 6.345 Kg. durante el embarazo presentan un mayor
riesgo de complicaciones maternas y perinatales, generalmente
es aceptado que las mujeres obesas tengan nacimientos con mayor
peso y talla. Un mayor número de neonatos macrosómicos
(>4,000 gr.) y una menor frecuencia de neonatos de bajo peso
(<2,500 gr.) se observa en madres obesas; en estos neonatos
macrosómicos hay un aumento en el deposito de tejido adiposo
subcutáneo y los neonatos de bajo peso, hijos de madres
obesas generalmente se deben a partos pretérmino.
Tabla 4: Ganancia
de peso optimo en el embarazo de acuerdo al índice
de masa corporal pregestacional. |
Clasificación materna |
IMC
pregestacional |
Ganancia de peso durante
el embarazo (kg) |
Bajo peso |
< 18.49 |
11.8 - 16.9 |
Peso normal |
18.5 – 24.5 |
10.5 – 14.8 |
Sobrepeso |
25 – 29.9 |
6.3 - 10.5 |
Obesidad |
> 30.0 |
6.3 |
Embarazos gemelares |
|
14.8 - 19.0 |
En una paciente obesa embarazada, el peso pregestacional influye
enormemente en el peso del neonato. La ganancia de peso en las
pacientes obesas durante el embarazo es menos importante que cuando
se trata de una paciente no obesa o de bajo peso, en estas últimas
la ganancia de peso tiene impacto primordial en el recién
nacido. Constantemente la mujer obesa puede movilizar grandes
reservas nutricionales que suplen de provisiones para el crecimiento
fetal.
En estudios que se han realizado en hijo de madres obesas con
no obesas se observa un aumento en el peso del recién nacido
de madres obesas aunque no en la talla, estos bebes tienen un
riesgo de presentar intolerancia a la glucosa. La ganancia de
peso durante el embarazo es una consecuencia de la relación
entre la energía que se proporciona en la dieta y las calorías
que se consumen. En el embarazo se incrementan los requerimientos
metabólicos de la embarazada, ya que existe un aumento
en el metabolismo basal, debido a un aumento del tejido materno
metabólicamente activo, aumento de síntesis tisular,
aumento del gasto cardiaco respiratorio y renal, todo esto aunado
a una demanda nutricional por parte del feto. El mayor requerimiento
energético durante el embarazo se presenta durante la semana
10 y 30 de gestación, momento en que se deposita mayor
cantidad de grasa corporal. Las mayores demandas fetales de energía
se presentan en el último trimestre de la gestación,
cuando los depósitos de grasa materna han disminuido considerablemente.
En una mujer embarazada de peso normal no hay problema, ya que
estos depósitos de grasa extras diminuyen en el posparto,
pero en la mujer obesa, se acumula en los depósitos de
grasa. La ganancia de peso durante el embarazo en una mujer obesa
trae grandes consecuencias y afectan severamente a la paciente;
de tal manera que la ganancia de peso durante el embarazo va a
depender del peso corporal antes del embarazo, si se trata de
una mujer con peso normal, o bajo peso o sobrepeso (ver Tabla
1). La mujer embarazada obesa debe ganar menos peso que la no
obesa, ya que sus reservas calóricas ayudan al crecimiento
fetal, no así en la madre con peso normal o bajo peso;
en ellas la ganancia de peso es de vital importancia, para el
crecimiento y desarrollo de feto, ya que la disminución
en la ganancia de peso, aumenta la frecuencia de productos de
bajo peso para la edad gestacional. También hay que considerar
que existen evidencias que el tamaño corporal y la obesidad
son el resultado de factores genéticos, hijos de madres
obesas tienen mayor riesgo de ser obesos.
Por otro lado la obesidad en una mujer embarazada aumenta el
riesgo de complicaciones maternas y fetales. La obesidad en una
mujer embarazada puede producir enfermedades como hipertensión
arterial o la diabetes mellitus tipo 2, igualmente estas enfermedades
crónicas se pueden incrementar cuando la mujer es obesa
y se incrementa el riesgo en el embarazo. Una mujer con sobrepeso
que se embaraza incrementa el riesgo de presentar preeclampsia
y albuminuria (Tabla 5). Una historia de muertes fetales previas
y una inadecuada ganancia de peso materno se observan con mayor
frecuencia en las pacientes obesas, también hay un incremento
en la frecuencia de fetos macrosómicos y por ende, un aumento
en la frecuencia de inducciones o resolución por cesárea.
Las complicaciones posparto se presentan con mayor frecuencia
en las pacientes obesas en comparación con las no obesas
como son la endometritis, infecciones de herida quirúrgica,
tromboflebitis e infecciones del tracto urinario (ver Tabla 2).
Tabla 5. Complicaciones
durante el embarazo, parto, posparto y neonatales en mujeres
obesas embarazadas |
Complicaciones durante el embarazo: |
|
Hipertensión
Edema
Albuminuria
Preeclampsia
Eclampsia
Glucosuria
Diabetes
Tromboflebitis
Venas varicosas
Infecciones del tracto urinario
Hemorragia anteparto
Embarazo prolongado
Ganancia inadecuada de peso |
Complicaciones durante el parto |
|
Parto pretérmino
Aumento de operación cesárea |
Complicaciones durante el puerperio |
|
Endometritis
Infecciones urinarias
Infección de la herida
Tromboflebitis
Subinvolución
Aumento Mortalidad materna
Retardo en el inicio de la lactancia |
Complicaciones neonatales |
|
Productos macrosómicos
Aumento de estancia en terapias intensivas
Prematurez
Muerte al nacimiento
Muerte prematura |
Las madres obesas son generalmente añosas y multíparas
en comparación con las madres no obesas, el incremento
en la edad y número de gestas pueden representar factores
de riesgo para favorecer las complicaciones médicas. Por
otro lado, estudios en embarazadas obesas han mostrado un incremento
en el número de embarazos gemelares
Etiología
Son muchas las clasificaciones etiológicas de la obesidad,
sin embargo, existen desordenes específicos y no específicos
que la causan, la clasificación más adecuada para
la obesidad de acuerdo a su etiología es:
-
Obesidad esencial
-
Obesidad secundaria
-
Hipotiroidismo
-
Hipercortisolismo
-
Insulinoma
-
Síndromes hipotalámicos
-
Deficiencia de hormona de crecimiento
-
Seudohipoparatiroidismo
-
Enfermedades gonadales
-
Hipogonadismo
-
Síndrome de ovario poliquístico
-
Medicamentos
-
Síndromes genéticos complejos
-
Prader-Willi
-
Lawrence Moon-Biedl
-
Alström
-
Morgani-Stewart
-
Cohen
-
Carpenter
-
Condiciones asociadas a obesidad
-
Bulimia
Como puede observarse la etiología es multifactorial,
sin embargo, la obesidad esencial es la enfermedad que actualmente
se esta convirtiendo en un problema de salud pública en
nuestro país. La obesidad esencial resulta de una compleja
interacción entre factores ambientales (dieta inadecuada,
sedentarismo, factores psicológicos y socioculturales),
asociados a una predisposición genética que genera
alteraciones en el gasto energético. Constituye más
del 95 % de la obesidad clínica, donde grandes aumentos
de grasa corporal pueden resultar de mínimas, pero crónicas
diferencias entre la ingesta y la energía gastada.
La obesidad esencial se asocia con desequilibrios entre la ingestión
energética calórica y las necesidades titulares
de energía, dicho de otra manera, un desequilibrio entre
ingestión, síntesis de grasas y su oxidación
en personas con desordenes del apetito y deterioro del control
de la saciedad o del hambre. Lesiones hipotalámicas o del
sistema nervioso central, insuficiencia o excesos en la secreción
de citosinas y hormonas por la célula adiposa y problemas
psicológicos como depresión y estrés, que
se asocian con desordenes dietéticos, como alimentos ricos
en calorías y de baja saciedad, dietas abundantes en grasas
y comida deficiente en calidad (alimentos chatarra), también
contribuyen al desarrollo de la obesidad.
Como premisa fundamental en el desarrollo de obesidad deberá
existir desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético,
con un balance positivo que lleva al almacenamiento de grasa en
el tejido adiposo, de manera que para mantener el peso es indispensable
lograr un balance energético
Ingesta de calorías = Gasto energético
De esta manera queda implícito que un exceso en la ingesta
o una disminución en el gasto conducen a obesidad. El consumo
y gasto de energía se mide en kilocalorías, que
es la cantidad de calor necesario para elevar la temperatura de
un litro de agua de 14.5 a 15.5º C.
La inactividad física es importante en el desarrollo
de la obesidad, ya que favorece la disminución del gasto
energético total, por lo que es de suma importancia los
estilos de vida, especialmente aquellos que condicionan sedentarismo.
En estudios epidemiológicos la frecuencia máxima
de sobrepeso ocurre en varones cuya ocupación es sedentaria,
se establece que el marcado aumento de la prevalencia de la obesidad
en los últimos 20 años, puede ser el resultado de
alteraciones en los factores ambientales que favorecen el incremento
de la ingesta de energía y tienden a reducir la actividad
física, por ejemplo, más personas comen fuera de
su hogar y la proliferación de sitios de comida rápida.
No hay duda que factores genéticos predisponen la composición
corporal diferente. Aceptándose que la obesidad en algunos
casos es un trastorno genético complejo, es probable que
en las últimas dos décadas los genes no han cambiado,
pero indudablemente el ambiente y los estilos de vida si lo han
hecho. La obesidad esta fuertemente influenciada por factores
ambientales, su prevalencia se incrementa tan rápido que
los cambios no pueden ser atribuidos a factores genéticos;
sin embargo, no podemos negar su influencia en la obesidad. Se
describen causas monogénicas y poligénicas de obesidad,
con mutaciones diversas en diversos genes como en el de la leptina,
prohormona convertasa 1, proopiomelanocortina y su receptor. En
grandes poblaciones, más de 250 genes, marcadores y regiones
cromosómicas han sido involucrados con la obesidad humana,
algunas más importantes que otras, pero no hay duda que
la interacción entre genes y el medio ambiente determina
la expresión del fenotipo de la obesidad.
Las causas secundarias de obesidad deben identificarse con precisión,
ya que algunas son curables al remitir la patología de
base, también es necesario hacer notar que algunos padecimientos
considerados inductores de obesidad como el hipotiroidismo y el
hipocortisolismo, en realidad no se acompañan de importante
sobrepeso, en este último padecimiento el tejido adiposo
se acumula en forma centrípeta, mientras que hay pérdida
significativa de adipocitos en las extremidades, que se muestran
adelgazadas.
El insulinoma, otra causa de obesidad secundaria es un trastorno
endocrinológico considerado, como un tumor funcional único
o múltiple, que ocasiona hipoglucemia; por lo tanto, el
paciente experimenta apetito constante. Los diferentes síndromes
hipotalámicos que involucran además al sistema límbico
y otras estructuras del sistema nervioso central, tienen un papel
relevante en la regulación de la ingesta alimentaria. El
síndrome de ovarios poliquísticos considerado por
algunos dentro de las causas secundarias de obesidad, es una patología
que se asocia a resistencia a la insulina y acompaña con
frecuencia al síndrome metabólico.
Los medicamentos también pueden ser causa de incremento
de peso en el sujeto (ver Tabla 4), los antidepresivos, anticonvulsivantes,
antidiabéticos, corticoesteroides, estrógenos, progestágenos,
litio presentan dentro de sus efectos adversos aumento del peso
corporal. Los corticoesteroides, estrógenos y progestágenos
afectan el metabolismo de proteínas, lípidos y carbohidratos,
elementos que pueden contribuir al aumento de peso.
Las restantes causas de obesidad secundaria, incluyendo síndromes
genéticos complejos y condiciones asociadas a la obesidad
como la bulimia, no impactan los casos de obesidad esencial que
por su frecuencia un problema de salud pública mundial.
Fisiopatología
Actualmente a cambiado el concepto que se tenía de la célula
adiposa, en décadas pasadas se considerada como una célula
inerte que almacenaba lípidos, recientemente y ante el
descubrimiento de la leptina, primera hormona
identificada como producto de la célula adiposa, se considera
a la célula adiposa como una célula funcional capaz
de secretar hormonas y diversas citosinas, que tienen influencia
en el desarrollo de la obesidad, que explican gran parte de su
fisiopatología y establece un vínculo con el síndrome
metabólico.
Cada vez es mayor la asociación de la obesidad con la
hipertensión arterial, dislipidemia aterogénica,
intolerancia a la glucosa, hiperinsulinemia y resistencia a la
insulina, que en conjunto permiten incluir estas patologías
dentro del denominado síndrome metabólico, enfermedad
que incrementa rápidamente su prevalencia e incluso está
presente en algunos niños y adolescentes.
Regulación de la ingesta de alimentos
En la obesidad la regulación de la ingesta de alimentos
tiene importantes implicaciones, sin embargo, es muy compleja
y depende de múltiples aferentes, que se resumen en una
función dual, integrada por estímulos opuestos:
el apetito y la saciedad. La búsqueda de alimento y la
terminación de la ingesta dependen de diversas variables
fisiológicas en la que interviene el hipotálamo
como centro regulador del apetito y del gasto energético,
de manera que el núcleo ventromedial del hipotálamo
interviene regulando saciedad y el área lateral remota
el apetito. Recientemente se reconoció que el núcleo
arcuato del hipotálamo, participa como un integrador de
las funciones de apetito-saciedad, este sitio es de especial importancia
porque carece de barrera hemato-encefálica y por lo tanto
puede recibir señales periféricas de moléculas
de gran tamaño como las proteínas. Existen señales
moleculares involucradas en esta regulación, las orexigénicas
de mayor jerarquía son el neuropéptido Y y el péptido
relacionado con el aglutí. En la saciedad predominan proopiolemanocortina
(POMC) y el tránsito regulado por cocaína anfetamina
(CART), las señales periféricas más estudiadas
son la leptina y la grelina, resaltando que la leptina es producida
por el tejido adiposo y es una señal de saciedad a largo
plazo porque actúan sobre receptores hipotalámicos,
pero a nivel periférico favorece el consumo de grasas y
protege contra la lipotoxicidad en hígado y músculo.
La grelina descubierta en la búsqueda de una hormona liberadora
de somatotropina, se produce en el estómago en ayuno y
se inhibe con la alimentación, se han demostrado efectos
periféricos que favorece el consumo de glucosa y se asocia
negativamente con la insulina de ayuno. Otras sustancias modifican
el sistema apetito-saciedad como la insulina, citosinas y hormonas
gastrointestinales, pero también señales metabólicas
actúan en el sistema, como las grasas y la proteína
cinasa sensible a AMP cíclico, considerada como el sensor
maestro del gasto energético.
Las moléculas involucradas en la regulación de
la ingesta de alimentos son muy variadas, algunas estimulan el
apetito y otras lo inhiben, entre los que lo estimulan esta el
neuropéptido Y (NPY), el péptido relacionado con
el agluti (AgRP), opiodes endógenos, galanina, hipocretinas/orexinas,
glutamato y el ácido ? aminobutírico (GABA), por
otra parte en la inhibición del apetito es la proopiomelanocortina
(POMC) mediante liberación de melanocortina que se une
con gran afinidad a sus receptores MC3/MC4, afectando la ingesta
de alimentos, el receptor MC3 también regula los almacenes
de grasas por una vía metabólica exclusiva, se han
encontrado mutaciones del receptor de MC4 en niños con
obesidad severa.
Obesidad y susceptibilidad genética
El modelo de herencia de la obesidad sugiere fuertemente que el
efecto es poligénico, presumiblemente algunas personas,
no todas son genéticamente susceptibles a desarrollar síndrome
metabólico en presencia de obesidad, el patrón del
síndrome metabólico varia considerablemente entre
individuos y poblaciones, sugiriendo que la variabilidad genética
en la regulación de los diferentes factores de riesgo es
el responsable de estos patrones en diferentes grupos étnicos.
La regulación de las vías metabólicas es
altamente compleja y susceptible de variación genética,
interactuando poderosamente con la obesidad para definir determinado
patrón particular del síndrome metabólico.
Se han descrito más de 340 genes, marcadores genéticos
o regiones cromosómicas ligadas a rasgos relacionados con
la obesidad, entre ellos sobresalen; el cromosoma 12, 5 y 7; sin
embargo, la mayoría de los cromosomas contienen genes relacionados
con la obesidad y comorbilidades. 37
Obesidad y resistencia a la insulina
La insulina es el mayor regulador del metabolismo de los carbohidratos,
lípidos y proteínas, cualquier alteración
inevitablemente tendrá consecuencias metabólicas,
la obesidad cursa con resistencia a la insulina, condición
que implica el desarrollo de alteraciones en el metabolismo de
varios nutrientes. La resistencia a la insulina y el síndrome
metabólico son considerados por algunos como la misma condición,
son usados indistintamente, ya que los riegos metabólicos
son causados por la resistencia a la insulina. En el enfermo obeso
el defecto de la acción de la insulina en el músculo
esquelético es común, aun cuando la obesidad por
si misma es causa de resistencia a la insulina, esta resistencia
por si misma afecta los factores de riesgo, de manera que la adición
de susceptibilidad genética a la resistencia a la insulina
aumenta la severidad del síndrome.
Adipocito como fuente de producción de hormonas,
citosinas y otras biomoléculas.
Considerando que Teniendo en consideración que el tejido
adiposo produce una gran variedad de factores, entre otros citoquinas
y adipoquininas (adiponectina, leptina y resistina) se puede considerar
que este tejido es un órgano secretor y endocrino de gran
complejidad, formando parte de los sistemas de control metabólico
del organismo al modular el tamaño de los depósitos
de grasa y su redistribución, pero además ejerce
otras funciones muy importantes, como acciones sobre el proceso
inflamatorio, por secretar una gran cantidad de mediadores proinflamatorios,
como son: TNF-a, IL-6, inhibidor de plasminógeno tisular-1
(PAI-1), angiotensinógeno, resistina y proteína
C reactiva, estos factores contribuyen al desarrollo de resistencia
a la insulina y al daño vascular asociado al síndrome
metabólico.
Los productos liberados con mayor abundancia por la célula
adiposa son los ácidos grasos, ya que el tejido adiposo
es el mayor almacén de triglicéridos, que durante
el ayuno se hidrolizan a un porcentaje rápido, hidrólisis
mediada por la lipasa sensible a hormonas, cuya actividad es aumentada
por catecolaminas y suprimida por insulina, cuando los niveles
de insulina están bajos como en el ayuno, aumenta degradación
de triglicéridos y por lo tanto aumenta la liberación
de ácidos grasos libres (AGL) y glicerol en el plasma,
los nutrientes mayores en ayuno son los AGL, en personas con obesidad
usualmente se encuentran elevados durante todo el día.
El control de lipólisis en adipocitos es complicado y
mal entendido, se han estudiado los efectos del tamaño
de la célula adiposa y el aumento del número de
células en obesidad, también las diferencias en
tasas lipolíticas en células adiposas de acuerdo
a su localización, cambios en actividades enzimáticas
de los adipocitos en obesos y supresión de su sensibilidad
a la insulina por la producción de citosinas inflamatorias
locales. Como consecuencia de la resistencia a la insulina en
el obeso aumenta la liberación de ácidos grasos,
ya que sus adipocitos son genéticamente resistentes a la
insulina. La capacidad para suprimir lipólisis se encuentra
limitada en el tejido adiposo a pesar de tener niveles de ayuno
de insulina elevados, se ha reportado diferentes polimorfismos
para proteínas que afectan las vías de señalización
de la insulina, así polimorfismo funcional ha sido reportado
en la membrana plasmática en la glucoproteina–1 (PC–1),
en el sustrato del receptor de insulina tipo-1 (IRS-1), sustrato
de receptor de insulina tipo–2 (IRS–2), polimorfismo
que conduce a alteración en la señalización
en el mecanismo de acción de la insulina en el tejido adiposo,
aumentando la liberación de ácidos grasos, los individuos
que tienen este polimorfismo cuando se hacen obesos, sus adipocitos
son resistentes a la insulina y la liberación de AGL aumenta.
El tejido adiposo produce citosinas inflamatorias, entre ellas
el factor de necrosis tumoral–a y la interleucina-6, que
incrementan las reacciones inflamatorias en otros tejidos, como
el músculo, hígado y pared arterial, la liberación
de citosinas está aumentada en la obesidad. Otro factor,
el PAI-1, es liberado por el tejido adiposo en cantidades aumentadas
en la obesidad, este producto induce un estado protrombótico.
La leptina descubierta en 1994 (nombre derivado
del griego lentos = delgado), es un polipéptido de 167
aminoácidos que se produce en el tejido adiposo, actúa
a través de un receptor de membrana plasmática,
del que se ha identificado 5 isoformas, pertenece a la familia
de citosinas, ejerciendo sus efectos biológicos a través
de la vía de señalización Jak/Stat y la fosfotidil-inositol
3 cinasa – fosfodiesterasa 3 ß – AMPc, que podría
ser la responsable de resistencia a la leptina causada por sobre-exposición
a la hormona.
Los niveles circulantes de leptina se relacionan estrechamente
con la cantidad de tejido adiposo y por lo tanto con el índice
de masa corporal y el por ciento de grasa, es una hormona que
también tiene un papel significativo en la interpretación
del mensaje del nivel energía del cuerpo al hipotálamo,
se considera un sensor de la disponibilidad de energía,
su producción por el adipocito responde a la disponibilidad
de energía, de manera que los niveles elevados de leptina
suprimen los procesos que aumentan la entrada de energía,
sus niveles plasmáticos en el sistema nervioso central
guardan una correlación con los depósitos de grasa,
por lo que se considera a la leptina como un sistema de retroalimentación
que ajusta los depósitos de grasa.
La secreción de leptina muestra un ritmo circadiano (mayores
niveles en la noche), modificándose muy poco con la ingesta
de alimentos, el ayuno prolongado los disminuye lentamente, circula
unida a proteínas, en obesos el nivel de su forma libre
es mayor que en delgados. Su vida media es de 29.9 ± 4.4
minutos.23, 24.
La leptina actúa ligándose a receptores de membrana
plasmática, localizados en forma central y periférica,
los centrales se localizan en los núcleos hipotalámicos
arcuato, paraventricular, ventromedial, lateral y dorsomedial
que modulan actividades de los sistemas nerviosos simpático
y parasimpático expresando uno o más neuropéptidos
y neurotransmisores, que por complejos mecanismos regulan la ingesta
y el gasto energético.
Los receptores de leptina se expresan también en tejidos
periféricos, incluyendo los pulmones, riñones, hígado,
páncreas, ovarios, sistema hematopoyético y músculos
esqueléticos, aunque se expresan ampliamente, las acciones
periféricas directas no son requeridas para la pérdida
de peso, su amplia expresión implica que tiene un papel
mucho más amplio que el intervenir como un factor que regula
la saciedad.
La mayor parte de los obesos tienen leptina aumentada, hecho
que apoya que la obesidad es un estado de resistencia más
que una deficiencia. Esta resistencia puede deberse a un defecto
del receptor o postreceptor, se desconoce la frecuencia de las
mutaciones del receptor de leptina en la población general,
pero es aceptado que los anticuerpos, las proteínas antileptina,
y el catabolismo anormal de la leptina no son mecanismos subyacentes
en la obesidad humana.
La ubicación del tejido adiposo es importante en la producción
de leptina, ya que es mayor en los depósitos subcutáneos
que en los viscerales, ambos compartimientos responden a diferentes
estímulos, en el tejido subcutáneo la expresión
del RNA mensajero de leptina se asocia con la glucosa de ayuno
y con los niveles de estrógenos, mientras que el visceral
se asocia con los niveles de andrógenos suprarrenales.
Los efectos de la leptina han sido estudiados ampliamente en
el hipotálamo donde tiene abundantes receptores, principalmente
en los núcleos arcuato, ventromediaL y área lateral,
donde interviene como importante modulador del metabolismo energético,
reduciendo la actividad de las neuronas NPY/AgRP y aumenta las
de las neuronas POMC/CART, acción mediada por la liberación
de GABA y CART, se ha propuesto que la acción de la leptina
en el hipotálamo, inicia al estimular el consumo de ácidos
grasos por la activación de la proteína cinasa activada
por AMPc.
Por otra parte la leptina tiene efectos periféricos en
distintos tejidos, es importante en el manejo de grasas en el
hígado y para preservar la sensibilidad a la insulina,
también hay evidencia que es un potente estimulador del
consumo de grasas por el músculo, por lo que se propone
que la hiperleptinemia que ocurre con el excesivo almacenamiento
calórico protege contra la esteatosis y la lipotoxicidad
en la células no adiposas, aumentando la oxidación
de los ácidos grasos.
La resistina es otro polipéptido regulador
secretado por los adipocitos. Se encuentra aumentada en ratones
con obesidad genética y con resistencia a la insulina inducida
por dieta. La administración de resistina recombinante
en el ratón normal altera la tolerancia a la glucosa y
la acción de la insulina. A su vez, la neutralización
de la resistina reduce la hiperglucemia en ratas obesas insulina-resistentes,
en parte por mejorar la sensibilidad a la insulina, de esta manera
se ha propuesto que la resistina es una hormona que vincula la
obesidad con la diabetes por inducir resistencia a la insulina,
también puede producirse en los macrófagos, los
niveles circulantes corresponden exclusivamente a la producida
en el tejido adiposo. Incrementa en la obesidad, favoreciendo
resistencia a la insulina, pero también ejerce efectos
sobre la pared vascular, participando en el desarrollo de ateroesclerosis
al estimular endotelina-1 (ET-1), así como la expresión
de moléculas de adhesión como la VCAM-1 y MCP-1.
La adiponectina, hormona que forma parte del
grupo de las citosinas se produce en el tejido adiposo, incrementa
la fosforilación de las tirosina cinasas del receptor de
insulina provocando un aumento en la sensibilidad a la insulina.
Aunque la adiponectina es secretada solamente en el tejido adiposo,
sus niveles circulantes son más bajos en sujetos obesos
que en no obesos. Esto contrasta con la mayoría de las
adipocitocinas cuyos niveles están aumentados en la obesidad
en proporción directa con el aumento de la masa corporal.
Se ha demostrado que el TNF-a es capaz de reducir la expresión
y secreción de la adiponectina. Es posible asumir, que
el TNF-a y tal vez otras adipocitocinas puedan, parcialmente ser
responsables de la disminución de la producción
de adiponectina en la obesidad.
Las funciones reguladoras de la adiponectina se relacionan a
continuación:
-
Disminuye la resistencia a insulina
-
Suprime la gluconeogénesis hepática
-
Disminuyen trigliceridos
-
Incremento de ß-oxidación
-
Disminuye la respuesta inflamatoria endotelial
-
Inhibición de moléculas de
adhesión en células endoteliales
-
Sensibilizador de la insulina (disminución
en la expresión de enzimas gluconeogénicas)
-
Es una adipocina anti-inflamatoria
-
Su concentración esta disminuida
en la obesidad
-
La disminución de sus niveles plasmáticos
puede asociarse al desarrollo de hiperglucemia.
La obesidad se asocia con disminución de los niveles plasmáticos
de adiponectina, es predecible que esto pueda afectar las funciones
reguladoras de la hormona, la hipoadiponectinemia favorece el
desarrollo de resistencia a la insulina, intolerancia a la glucosa,
disfunción endotelial, dislipidemias, hipertensión
y pudiendo evolucionar a síndrome metabólico.
Aunque muchos de los estudios sugieren un rol de la adiponectina
en la sensibilidad de la insulina y establecen una sólida
asociación entre resistencia insulínica y bajos
niveles plasmáticos de adiponectina, no se ha establecido
aún si las bajas concentraciones de adiponectina son la
causa o el efecto de una desregulación del estado metabólico.
El gen de la adiponectina se encuentra ubicado en el cromosoma
3q27, precisamente donde se ha identificado el locus susceptible
para la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico
y la enfermedad coronaria. Se han identificado 4 mutaciones de
código erróneo en el dominio globular de la adiponectina
y encontró que la más frecuente de ella estaba asociada
con las bajas concentraciones plasmáticas de adiponectina
y que los individuos portadores de esta mutación mostraban
características del síndrome metabólico como
hipertensión, hiperlipidemia, diabetes y aterosclerosis
Obesidad como un estado proinflamatorio
Actualmente la obesidad se considera un proceso proinflamatorio
debido a que se asocia con incremento de marcadores de inflamación,
como la proteína C reactiva y la interleucina 6 (IL-6),
factores proinflamatorios regulados y producidos por el tejido
adiposo, que actúa como un órgano secretor y endocrino
de gran complejidad. El patrón de secreción de las
adipoquinas cambia con la obesidad disminuyendo las que ofrecen
efectos protectores, como la adiponectina y aumentando aquellas
con acciones proinflamatorias, como el factor de necrosis tisular
a (TNFa), la resistina y la IL6, que favorecen el desarrollo del
proceso ateroesclerótico, que determinan disfunción
endotelial que puede ser el vínculo entre obesidad y síndrome
metabólico.
Cuando la obesidad forma parte del síndrome metabólico
está inmersa en un estado proinflamatorio. ¿Qué
es exactamente un estado proinflamatorio? ¿Cómo
se relaciona con el riesgo cardiovascular?, para contestar estas
preguntas recordemos que un estado inflamatorio tiene dos componentes:
lesión tisular y respuesta a la lesión. El sitio
de lesión en la obesidad como componente del síndrome
metabólico, se relaciona con la mayoría de los factores
de riesgo, como son anormalidades de los lípidos, hipertensión,
hiperglucemia y factores trombóticos, que potencialmente
lesionan directamente la pared arterial. Referente al sitio y
respuesta a la lesión, se incluye infiltración y
captación de lípidos, liberación de moléculas
bioactivas por los macrófagos, proliferación y deposición
de colágeno por las células del músculo liso.
Esta respuesta aparentemente induce respuesta inflamatoria secundaria
que incluye aumento en la síntesis de reactantes de fase
aguda por el hígado, como proteína C reactiva (CRP)
y fibrinógeno que viajan al sitio de la lesión arterial
e incrementan la respuesta inflamatoria. Uno de estos productos
secundarios, la CRP es un marcador de actividad del proceso inflamatorio,
existe evidencia creciente que una elevación del CRP predice
la ocurrencia de eventos enfermedad cardiovascular coronaria y
el desarrollo de diabetes mellitus tipo 2. Personas con síndrome
metabólico comúnmente tienen altos niveles de CRP,
por lo tanto, tiene un alto valor predictivo para eventos cardiovasculares:
Estas observaciones tomadas conjuntamente parecen justificar la
identificación de un estado proinflamatorio como una de
las características de la obesidad y el síndrome
metabólico.
El patrón del síndrome metabólico varía
considerablemente entre individuos y poblaciones, lo que sugiere
que la variabilidad genética en la regulación de
los diferentes componentes de riesgo es responsable de los diferentes
patrones. Evidencias posteriores vendrán a determinar diferencias
en susceptibilidad a los factores de riesgo metabólicos
y los patrones en diferentes grupos étnicos, así
los asiáticos exhiben alta prevalencia de síndrome
metabólico aún en presencia de obesidad moderada,
denotando alta susceptibilidad, siendo su regulación altamente
compleja, en México en un estudio en una población
rural de 20 a 40 años se reporta una prevalencia de 42.2
%.
El inhibidor del plasminógeno tisular (PAI-1) es un importante
factor regulador de la cascada de la coagulación que inhibe
la degradación de fibrina al inhibir el activador de plasminógeno
tisular. Sus concentraciones plasmáticas se encuentran
elevadas en individuos obesos, por incremento en su producción
en el tejido adiposo y no en las plaquetas o células endoteliales
donde se produce prioritariamente en condiciones normales. El
aumento en los niveles del PAI-1 puede dar como consecuencia disminución
en la fibrinolisis, induciéndose un estado de hipercoagulabilidad
que favorece el desarrollo de de arterioesclerosis. El PAI-1,
además de su papel en la hemostasia, es una proteína
de fase aguda en procesos inflamatorios.
El factor de necrosis tumoral a (TNF-a), es
un producto de la secreción del adipocito, que puede ejercer
efectos deletéreos a través de diversos mecanismos.
En células endoteliales y en músculo liso, induce
la activación de NFkB que estimula la
formación de moléculas de adhesión y favorece
el desarrollo de un proceso inflamatorio local. El TNF-a también
disminuye la disponibilidad del óxido nítrico y
por lo tanto participa en la disfunción endotelial, además
estimula la producción de Proteína C reactiva, contribuyendo
al proceso inflamatorio sistémico que puede dañar
la pared vascular, favoreciendo en consecuencia el desarrollo
de arterioesclerosis.
La interleucina 6 (IL6), que también
puede producirse el los macrófagos, se eleva en los pacientes
obesos, esta citosina participa en el desarrollo de arterioesclerosis,
puesto que las células espumosas y musculares de las lesiones
arterioescleróticas expresan IL6. Por otra parte, puede
favorecer indirectamente daño vascular al estimular la
producción de proteína C reactiva en el hígado.
Significancia de la distribución de la grasa corporal
Como factor de riesgo vascular, la acumulación de grasa
en diferentes comportamientos es importante. Las mujeres obesas
típicamente tienen obesidad en la parte baja del cuerpo,
en contraste con el hombre que tiene mayor cantidad de tejido
adiposo en el tronco (obesidad superior). Por otra parte la obesidad
troncal tiene dos localizaciones: subcutánea y visceral,
la obesidad superior es comúnmente llamada abdominal por
predominar en esta región.
La obesidad abdominal se ha asociado con mayor frecuencia con
el síndrome metabólico, comparada con la obesidad
inferior. Hay varias explicaciones al hecho: el tejido adiposo
abdominal es más resistente a la insulina, liberando más
productos metabólicos activos a la circulación,
induciendo varias respuestas que favorecen el desarrollo del síndrome
metabólico. Sin embargo, otros investigadores plantean
que el desarrollo de factores de riego metabólicos depende
más del contenido de la masa total de tejido adiposo y
no en su distribución. La asociación entre la distribución
de la masa corporal y la expresión del síndrome
metabólico es relativamente fuerte; es más, se sabe
que el aumento en el perímetro abdominal se correlaciona
con hipertensión arterial, hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia,
resistencia a la insulina y niveles bajos de HDL colesterol. La
presencia de estos elementos incrementa el riesgo de desarrollar
obesidad o alguna de las enfermedades asociadas.
Obesidad e intolerancia a la glucosa
La obesidad modifica el metabolismo de la glucosa. Existen al
menos tres tejidos en que la obesidad puede alterar el metabolismo
de la glucosa: tejido esquelético, hígado y célula
ß pancreática. Existe incremento en la lipólisis
e incremento de la salida de AGL del tejido adiposo con mayor
captación por el músculo esquelético, múltiples
vías se han postulado donde el exceso de AGL en el hígado
afecta el metabolismo de la glucosa y la sensibilidad a la insulina,
el exceso en la oxidación de AGL en el músculo altera
la oxidación de glucosa, disminuyendo la captación
de glucosa celular de glucosa, se han sugerido otras vías
alternativas, de manera que la lipólisis parcial de ácidos
grasos presentes en exceso, produce más diacilglicerol,
que activa la proteína cinasa–C theta, se ha demostrado
estimulación de la serina fosforilación de las moléculas
de señalización involucradas en el mecanismo de
acción de la insulina, como el receptor de insulina, IRS-1,
IRS-2, este mecanismo interfiere con la fosforilación de
la tirosinacinasa ubicada en el dominio intracitoplasmático
del receptor de insulina. Por otra parte, el exceso en la producción
de citosinas inflamatorias liberadas desde el tejido adiposo puede
activar también vías que incrementan la serina fosforilación
de las moléculas señalización de insulina.
Finalmente, existe creciente evidencia que la liberación
de adiponectina del tejido adiposo en individuos no obesos incrementa
la acción de la insulina, la deficiencia de adiponectina
en personas obesas puede acentuar la resistencia a la insulina
en el músculo.
En virtud de que la obesidad causa resistencia a la insulina
en músculo, como mecanismo compensatorio se induce hiperinsulinismo,
que previene el desarrollo de hiperglucemia. En esta respuesta
se considera el hecho que el exceso de AGL es un estímulo
que incrementa la secreción de insulina, además
otras señales desde el tejido adiposo o músculo
favorecen el desarrollo de hiperinsulinemia.
Es importante establecer que el pacientes obesos cuando ya cursan
con intolerancia a la glucosa o hiperglucemia se afecta el metabolismo
de la glucosa en el hígado, por un incremento de la gluconeogénesis
que condiciona producción hepática de glucosa, este
aumento puede deberse al incremento en la lipólisis, degradándose
triglicéridos acumulados en el tejido adiposo, dando como
productos AGL y glicerol, este último es sustrato de la
gluconeogénesis de manera que alimenta la vía. Por
otra parte el incremento de AGL, puede en el hígado estimular
directamente gluconeogénesis al activar la piruvato carboxilasa,
que es una enzima determinante en la activación de esta
vía, agravando más la situación, el aumento
de AGL en el hígado puede inducir resistencia hepática
a la insulina. En estos pacientes otro mecanismo que incrementa
gluconeogénesis sería a supresión de IRS–2
por hiperinsulinemia, aumento de la sensibilidad hepática
a la hormona de crecimiento e incremento de corticoides.
Se ha reportado que la obesidad sola aún sin cursar con
intolerancia a la glucosa o diabetes mellitus tipo 2 puede incrementar
la gluconeogénesis hepática, esto parecería
ser la causa porque las personas obesas tienen un flujo aumentado
de AGL en el hígado, que se acompaña de un incremento
concomitante en el flujo del glicerol, del manejo de la oxidación
de los ácidos grasos para soportar la síntesis de
glucosa y por la acción del aumento de los ácidos
grasos hepáticos que inducen resistencia a la insulina.
Evidentemente la intensidad de la gluconeogénesis es menor
en obesos, que en diabéticos tipo 2, los obesos inicialmente
no producen hiperglucemia de ayuno, pero cuando los niveles de
insulina inician su caída, incrementa la gluconeogénesis
produciendo alteración en la glucosa de ayuno.
Diagnóstico
Aún cuando el diagnóstico de obesidad en la mayoría
de los pacientes es evidente a simple vista, la elaboración
de una historia clínica completa nos proporciona información
relevante para hacer un diagnóstico integral, que permitirá
implementar un tratamiento específico y sobretodo identificar
si el paciente respetará las indicaciones clínicas.
Los antecedentes heredo-familiares de obesidad, enfermedades cardiovasculares,
metabólicas o neoplasias, los hábitos alimenticios,
antecedentes laborales, antecedentes personales de sobrepeso u
obesidad, alcoholismo, tabaquismo o farmacodependencia positivos
en alguna etapa de su vida, las actividades recreativas y deportivas
que realiza, el empleo de medicamentos que favorece el aumento
de peso (Tabla 6) son aspectos que se deben evaluar en el paciente.
El interrogatorio por aparatos y sistemas proporciona información
psicológica del paciente como: su percepción corporal,
su imagen corporal y posibles problemas personales, familiares
o sociales que contribuyan al desarrollo de su padecimiento.
Tabla 6. Medicamentos
que pueden favorecer el aumento de peso corporal en los
pacientes |
Grupo farmacológico |
Medicamentos |
Antidepresivos
Moderada |
Amitriptilina
Imipramina
Clomipramina
Doxepina
Trimipramina |
Antidepresivos
Leve |
Maprotilina
Desipramina
Nortriptilina
Mirtazepina
Fenelzina
ISRS más de 6 meses |
Antipsicóticos |
Clozapina
Olanzapina
Quetiapina
Risperidona
Cloropromacina |
Moduladores afectivos |
Litio |
Anticonvulsivantes |
Ácido valproico
Carbamacepina
Gabapentina |
Antidiabeticos |
Insulina
Tolbutamida
Rosiglitazona
Pioglitazona |
Corticoesteroides |
Dexametasona
Prednisona
Metilprednisolona |
Progestégenos |
Levonorgestrel
Norgestrel |
Estrógenos |
Estradiol
Etinilestradiol |
La exploración física, proporciona datos clínicos
importantes: signos vitales (presión arterial, frecuencia
cardiaca, frecuencia respiratoria), peso, estatura, complexión,
perímetro de la cintura y cadera, distribución de
la grasa corporal, presencia de estrías cutáneas
o acantosis nigricans. La exploración de las articulaciones,
principalmente de la columna vertebral y extremidades inferiores
permiten identificar la evolución del padecimiento.
Aún cuando la historia clínica es importante en
el diagnóstico, se utilizan diversos métodos para
establecer la presencia de sobrepeso u obesidad en los sujetos;
algunos de los métodos utilizados son: el peso relativo,
los índices de estatura - peso, pliegues cutáneos,
entre otros. El parámetro más utilizado es el índice
de masa corporal (IMC), que se define como la relación
del peso corporal (Kg.) entre la estatura (m2) y se obtiene a
través de la siguiente formula:
IMC (Kg/m2) = Peso (kg) / Estatura
(m2)
Los criterios para establecer el diagnóstico de sobrepeso
u obesidad se indican en la Tabla 7. Llama la atención
que la NOM 174-SSA1-1998 define sobrepeso cuando el IMC es mayor
de 25 y menor de 27 Kg./m2, en población adulta general
y en población adulta de talla baja, mayor de 23 y menor
de 25 Kg./m2 y en el caso de los niños nos refiere a la
NOM 008-SSA2-1993, Control de la nutrición, crecimiento
y desarrollo del niño y del adolescente, y obesidad a partir
de 27 en población adulta general y mayor de 23 y menor
de 25 Kg./m2 en la población adulta de talla baja. En la
NOM 174-SSA1-1998, la talla baja se establece cuando la mujer
adulta tiene una estatura menor a 1.5 y de 1.6 metros en hombres
adultos.
Tabla 7. Clasificación
de sobrepeso y obesidad de acuerdo al índice de masa
corporal |
Clasificación |
Índice de
masa corporal (Kg./m2) |
OMS |
NOM |
Bajo peso |
< 18.5 |
|
Normal |
18.5 – 24.9 |
|
Sobrepeso |
25.0 – 29.9 |
25.0 – 26.9 |
Obesidad, clase I |
30.0 – 34.9 |
>= 27 |
Obesidad, clase II |
35.0 – 39.9 |
|
Obesidad, clase III o Obesidad mórbida |
>= 40 |
|
Este índice presenta algunas limitaciones como: la falta
de claridad sobre la distribución de la grasa o musculatura
en el organismo, no incluye la edad en el cálculo matemático
(el tejido graso aumenta con la edad) y no considera el género
del paciente; sin embargo, es el índice que más
se utiliza para hacer el diagnóstico de sobrepeso y obesidad
a nivel internacional.
El perímetro abdominal proporciona información
sobre la distribución de la grasa corporal, la presencia
de grasa abdominal se considera un factor de riesgo en la mayoría
de las enfermedades que acompañan a la obesidad. Los valores
que permiten establecer el riesgo dependen del grupo étnico
y varía de acuerdo al género. (Tabla 8). Diversos
organismos de salud han establecido diferentes criterios de evaluación
del perímetro de cintura, como indicador de obesidad abdominal,
el Internacional Diabetes Federation (IDF) lo establece
a partir de = 94 cm (varones) y de = 80 cm. (mujeres), la US
National Cholesterol Education Program (NECP) y la American
College of Endocrinology y la American Association of
Clinical Endocrinologists (AACE) la definen a partir de >102
cm. en varones y >88 cm. en mujeres, finalmente la World
Health Organization (WHO) utiliza el cociente cintura–cadera
(C/C) como parámetro, definiendo > 0.90 en varones y
0.85 en mujeres, este parámetro se utiliza en el diagnóstico
de Síndrome Metabólico, junto con glucosa en ayunas,
triglicéridos, HDL colesterol y presión arterial
(Tabla 9). Como se sabe el síndrome metabólico agrupa
un conjunto de factores de riesgo que pueden contribuir al desarrollo
de enfermedades cardiovasculares arterioescleróticas, diabetes
mellitus tipo 2, hipertensión arterial, hiperlipidemias,
entre otros padecimientos.
Tabla 8. Criterio
para establecer el diagnóstico de obesidad central,
a través del perímetro abdominal |
Grupo étnico
|
Perímetro
abdominal (cm.) |
Masculino |
Femenino |
Europeo |
>= 94 |
>= 80 |
Surasiático y chino |
>= 90 |
>= 80 |
Japonés |
>= 85 |
>= 90 |
Sur y centroamericano |
>= 90 |
>= 80 |
Africanos, sur del Sahara |
>= 94 |
>= 80 |
Este del mediterráneo y medio oriente (árabes) |
>= 94 |
>= 80 |
Tabla 9. Criterios
para el diagnóstico de síndrome metabólico |
Criterio |
Normal |
IDF |
NCEP |
AACE |
WHO |
Tensión arterial (mm. Hg.) |
<120/80 |
>=130/85
o con tratamiento antihipertensivo |
>=130/85
>=130/85 |
>=140/90
o con tratamiento antihipertensivo |
Perímetro cintura (cm.)
Mujeres
Varones |
< 79
< 93 |
>=80
>= 94 |
>=88
>= 102 |
IMC =>25
o
>=88
>=102 |
IMC >=30 o
Cociente C/C
>=0.85
>=0.90 |
Glucemia en ayunas (mg./dl.) |
60 - 110 |
100 – 125 o diagnóstico
previo de diabetes tipo 2 |
110 – 125 |
110 – 125 o 140 (2 horas después
de sobrecarga oral de glucosa) |
Diabetes tipo 2,
intolerancia a la glucosa o insulinorresistencia por HOMA-IR |
HDL colesterol (mg./dl.)
Mujeres
Varones |
35 - 80
35 - 55 |
< 50
< 40 |
< 39
< 35 |
Triglicérido (mg/dl) |
40 – 149 |
>=150 |
La medición del pliegue cutáneo se realiza con
un plicómetro, se recomienda medirlo en la región
tricipital o subescapular del lado izquierdo; si la medición
es mayor a 30 mm. en mujeres o 24 mm. en hombres se considera
que hay un exceso de tejido graso. Otro método que se utiliza
poco es la impedancia bioeléctrica que se utiliza para
evaluar la masa grasa, la masa magra y el porcentaje de agua corporal
Para la evaluación de sobrepeso y obesidad en los niños
y adolescentes, se emplean otros parámetros además
del IMC, por ejemplo las tablas de desarrollo y crecimiento (peso/talla),
donde consideran al percentil 90 % como límite de sobrepeso
y el percentil 95% como obesidad. Para establecer el grado y distribución
de la grasa se recomienda medir el perímetro braquial,
el pliegue cutáneo, masa grasa y masa libre de grasa; para
estos últimos se utiliza el nomograma de Gurney Y Jallife
Las pruebas de laboratorio también contribuyen al diagnóstico
integral del paciente con sobrepeso u obesidad, la solicitud de
una biometría hemática, perfil de lípidos
(LDL-colesterol; HDL-colesterol; colesterol total, triglicéridos,
quilomicrones, alfa lipoproteínas, pre-beta lipoproteínas,
beta lipoproteínas, apolipoproteínas A1 y apolipoproteínas
B) y química sanguínea (glucosa en ayunas, nitrógeno
ureico, creatinina, urea y ácido úrico). Además
ayudan al clínico a establecer la presencia de síndrome
metabólico.
En los pacientes con obesidad, sobretodo de grado III se deben
efectuar además pruebas de gabinete para identificar alteraciones
osteoarticulares en columna vertebral, extremidades inferiores
(cadera, rodillas, tobillos y pies) y extremidades superiores
(manos). Se recomienda realizar una densitometría ósea
para evaluar la presencia de osteoporosis, sobretodo en mujeres.
En niños la radiografía del carpo permite valorar
la maduración esquelética, que puede estar aumentada
en los niños obesos.
Tratamiento
El tratamiento de la obesidad debe ser integral, multidisciplinario,
donde cada uno de los especialistas maneje de manera responsable
la sección de tratamiento que le corresponde, si uno de
ellos falla el tratamiento puede fracasar. La terapéutica
incluye medidas nutricionales, médicas, quirúrgicas
(solo en la obesidad mórbida), psicológicas y sobretodo
educativas, para evitar las recaídas, que son muy frecuentes
en este tipo de pacientes.
Los objetivos del tratamiento están encaminados a resolver
los siguientes puntos:
-
Promover la perdida de peso hasta alcanzar
el rango normal, de acuerdo al IMC.
-
Corregir los hábitos conductuales,
que promueven el sobrepeso u obesidad.
-
Incrementar la actividad física,
a través del deporte o actividades recreativas.
-
Resolver las situaciones psicológicas,
que acompañan al problema de sobrepeso u obesidad.
-
Educar al paciente, para implementar una
alimentación adecuada en calidad y cantidad.
El primer punto que se debe establecer, es cuantos kilogramos
debe perder el paciente, para estar dentro del rango normal en
el IMC. Para poder calcular el rango de peso adecuado que debe
tener un individuo, se despejar el peso, en la fórmula
de IMC y utilizar el índice de masa corporal inferior (18.5
Kg./m2) y superior (24.9 Kg./m2) del rango normal del IMC. Este
cálculo se emplea durante el tratamiento para establecer,
de acuerdo a sus características (género, edad,
complexión corporal, actividad física y laboral)
cuanto peso debe disminuir el paciente.
Peso adecuado inferior (Kg.) = [18.5 (Kg./m2)]
[Estatura (m2)]
Peso adecuado superior (Kg.) = [24.9 (Kg./m2)]
[ Estatura (m2) ]
Por ejemplo, un paciente con sobrepeso que tiene un peso de 82
Kg., estatura de 1.72 m e índice de masa corporal de 27.7
Kg./m2, se obtendría de acuerdo con las fórmulas,
un peso adecuado inferior de 54.7 Kg. y uno superior de 73.6 Kg.;
por lo tanto, debe disminuir entre 28 y 8.4 Kg. de peso. La cantidad
de peso se establece de acuerdo a las características del
paciente: edad, género, complexión, actividad física,
trabajo, padecimientos concomitantes y medicamentos prescritos,
etc.
Una vez identificada la cantidad de peso que se debe perder,
el paciente debe ingresar a un plan de tratamiento integral que
permita alcanzar el objetivo, pero sobretodo a mantenerlo; si
el tratamiento se enfoca sólo a perder peso, el manejo
del paciente es deficiente y el fracaso es seguro.
Tabla 10. Tratamiento
recomendado de acuerdo al índice de masa corporal. |
Índice de masa corporal
(Kg./m2) |
Clasificación |
Tratamiento recomendado |
18.5 |
Bajo peso |
|
18.5 – 24.9 |
Normal |
Mantener estilo de vida |
25.0 – 29.9 |
Sobrepeso |
Dieta, ejercicio, modificar estilo de
vida |
30.0 – 34.9 |
Obesidad, clase I |
Dieta, ejercicio, modificar
estilo de vida y considerar tratamiento farmacológico |
35.0 – 39.9 |
Obesidad, clase II |
40 |
Obesidad, clase III o obesidad mórbida |
Además de lo anterior, considerar
tratamiento quirúrgico |
Los profesionales de la salud deben entender que el paciente
obeso o con sobrepeso requiere de mucha atención, para
resolver su problema de salud. No se puede alcanzar los objetivos
del tratamiento si la coordinación entre los especialista
es defectuosa y si cada uno de ellos piensa que es la parte fundamental
del tratamiento.
Es necesario informar al paciente sobre su enfermedad y el tratamiento
a utilizar, mantener la comunicación para evaluar si el
paciente esta respetando las indicaciones clínicas y explicar
cualquier cambio o modificación para cumplir con los objetivos
del tratamiento, estas medidas favorecen la adherencia al tratamiento.
Medidas dietéticas
El objetivo de una dieta balanceada es disminuir el aporte de
energía (calorías), incrementar la cantidad de fibra,
minerales y vitaminas y modificar el porcentaje de los macronutrientes
de acuerdo a las características del paciente y a la cantidad
de peso que se pretende perder. Los macronutrientes en una dieta
balanceada e individualizada pueden estar dentro de los siguientes
rangos de composición: grasa total 10 a 30 %, ácidos
grasos saturados 8 a 10%, monoinsaturados menos de 15 %, poliinsaturados
hasta 10 %, proteínas 0.8 g/Kg. de peso corporal deseado
y carbohidratos de 50 a 60 %. Se recomienda que el número
de comidas no sea inferior a 4/día.
La meta más razonable para la perdida de peso es de 0.5
Kg. por semana, para alcanzar está perdida, se recomienda
utilizar una dieta que contenga 20 Kcal./Kg. de peso deseado.
Las dietas que restringen demasiado el aporte de energía
(dieta de muy bajas calorías: 500 a 800 Kcal./d) generalmente
fracasan, cuando se siguen por períodos largos, debido
a que los pacientes no respetan las indicaciones y pueden incrementar
el riesgo de complicaciones: hipopotasemia, litiasis biliar, deshidratación,
etc.
Existen diferentes dietas, sin embargo ninguna de ellas ha podido
demostrar con evidencia científica su utilidad en la perdida
de peso. Dietas bajas en carbohidratos, altas en proteínas
y baja en carbohidratos y muy bajas en grasa no han mostrado diferencias
significativas con respecto a la disminución de peso al
año de tratamiento; aún cuando mostraron diferencias
a los 3 meses, como sucede con la dieta baja en carbohidratos.
La reducción de grasa en la dieta disminuye la densidad
de energía, este parámetro expresa la proporción
de energía por peso de alimento. Los alimentos con densidad
de energía baja son las frutas y vegetales, quienes tiene
gran masa con mínima cantidad de energía; por ejemplo,
450 g de zanahorias tiene baja densidad de energía, pero
tiene la misma cantidad de energía (calorías) que
28 g de cacahuates, los cuales tienen una alta densidad de energía.
Estudios donde se compara la disminución de la porción
de alimento contra la reducción de densidad de energía,
se encontró que los pacientes con disminución en
la ración (25 %) el aporte de energía decreció
en un 10 %, en cambio cuando la densidad de energía se
redujo un 25 % el aporte de energía disminuyo 20%. Sin
embargo, se requieren mayor número de investigaciones que
permitan concluir que la dieta con alimentos con baja densidad
de energía pueden disminuir el peso y mantener la reducción
a largo plazo. En términos generales se concluye que la
disminución en el aporte de total de grasas, reducción
en la ración de alimentos y el incremento en alimentos
con baja densidad de energía contribuye a la pérdida
de peso en el paciente con sobrepeso u obesidad. Algunos puntos
que ayudan a definir una dieta adecuada en calidad y cantidad
son:
-
Consumir diversos tipos alimentos para garantizar
que la dieta contienen los diferentes nutrientes (proteínas,
lípidos, carbohidratos, vitaminas, minerales)
-
Ofrecer una variedad de alimentos, para
evitar que el paciente caiga en una rutina y abandone el tratamiento.
-
Aumentar el consumo de frutas y vegetales,
para incrementar el aporte de fibra con menor producción
de energía y contribuir a disminuir el riesgo de enfermedades.
-
Incrementar el consumo de leche y sus derivados,
bajos en grasas, para mantener el aporte de calcio y proteínas.
-
Acompañar solo con agua los alimentos,
evitar bebidas endulzadas, preparadas o embotelladas; así
como, aquellas que contengan alcohol.
-
Favorecer el consumo de pescado, pavo y
pollo sobre las carnes de otros animales: vacuno, cerdo, borregos
o de sus vísceras, debido al exceso de grasa saturada.
El pescado tiene la ventaja de incorporar omega 3 y 6 a la dieta.
-
Reducir el tamaño de las raciones
que se sirvan en el plato y evitar que se vuelvan a servir.
-
Disminuir el consumo de sal, azúcar
refinada y grasa o aceites de origen animal (manteca, mantequilla,
crema o alimentos preparados con este tipo de alimentos: helados,
paletas de crema, pasteles, panecillos, embutidos, mermeladas,
dulces, chocolates, frituras, etc)
Actividad física
Diversos estudios han establecido que es mejor la cantidad de
ejercicio realizado que la intensidad del mismo. El efectuar 90
a 120 minutos por día, con un ingreso constante de energía,
producían una perdida de 7 a 8 Kg., a diferencia del ejercicio
solo que ocasionaba una perdida de 2 Kg. o con una dieta ajustada
al ejercicio que produce 3 Kg. Por lo tanto, se recomienda hacer
30 a 60 minutos de ejercicio, durante 5 a 7 días a la semana
para mantener la perdida de peso, haciendo hincapié al
paciente que el hecho de hacer ejercicio producirá sus
resultados a largo plazo, para evitar abandonos prematuros, ante
la falta de disminución de peso corporal.
El realizar actividades, diferente al ejercicio, que favorecen
la termogénesis, comprende toda actividad realizada por
el sujeto que gasta energía, excepto la empleada para dormir,
comer o hacer ejercicio. Estudios donde se comparan este tipo
de actividades, establecen que el caminar, moverse o levantarse
favorecen la perdida de peso. El sentarse con poco movimiento,
el moverse mientras esta sentado y el caminar una milla por hora
incrementa el metabolismo en un 4, 54 y 154 % respectivamente,
comparado con el sujeto que está recostado. El paciente
debe comprender que el realizar actividades como levantarse, caminar,
subir escaleras, moverse o caminar mientras contesta el teléfono,
ve televisión o lee, estacionarse lejos de la entrada del
estacionamiento, entre otras actividades contribuyen en la pérdida
de peso, pero el no hacerlas contrarrestan sustancialmente cualquier
tratamiento.
Se debe explicar al paciente obeso o con sobrepeso que conforme
vaya disminuyendo de peso, se debe incrementar la actividad física,
la pérdida de peso permite mayor movilidad y la realización
de actividades que no se venían efectuando, además
de reforzar el tratamiento integral.
Cambios conductuales
Los cambios conductuales actúan como coadyuvantes en el
tratamiento integral de la obesidad, es la parte donde el paciente
se compromete a autorregularse o de limitarse, para respetar las
instrucciones médicas, nutricionales, de actividad física
y recreativa de su tratamiento. La motivación es una de
las herramientas más utilizadas para modificar los hábitos
de alimentación y las conductas que favorecen la obesidad.
Algunas técnicas para ayudar a cambiar la conducta y a
mantener la motivación son: llevar un diario sobre la alimentación
y actividad física realizada, apoyo familiar, del médico,
psicólogo y nutriólogo, etc., actividades de distracción
como: cantar un canción, escuchar música, leer,
escribir, etc., modificar el ambiente donde realiza sus actividades
(evitar pasar o reunirse en establecimientos de comida rápida,
paleterías, pastelerías, cafeterías, etc.).
El producir estos cambios evitará que el paciente tenga
recaídas en el futuro, además de ayudarle a mantener
el peso, realizar las actividades físicas y recreativas
y sobretodo disminuir el riesgo de desarrollar otra enfermedad.
Factores que puedan alterar estos cambios conductuales deben
ser identificados para evitar recaídas, por ejemplo el
consumo excesivo de alcohol, puede afectar la capacidad del paciente
para abstenerse de ingerir ciertos alimentos o promover el consumo
de otros (cacahuates, frituras, chocolates, pasteles, dulces,
etc.) o la asistencia a reuniones familiares o sociales con mayor
frecuencia, también contribuye a aumentar la ingesta de
calorías con poca gasto de energía.
Tratamiento farmacológico
El tratamiento farmacológico solo se recomienda a pacientes
con obesidad mórbida o en paciente con obesidad más
una enfermedad concomitante y donde las medidas dietéticas,
de actividad física y los cambios conductuales han fallado.
Si el personal médico decide iniciar el tratamiento farmacológico,
nunca se prescribe solo, siempre se debe agregar a las medidas
no farmacológicas previamente indicadas; si se administra
solo, la recaídas a corto plazo son frecuentes, sobretodo
cuando se suspende el fármaco.
El medicamento ideal para el tratamiento de la obesidad, debe
ser efectivo (producir pérdida de peso, si se puede de
manera rápida mejor), seguro (pocas reacciones adversas
e interacciones con otros medicamentos), que no produzcan dependencia
ni tolerancia, que se puedan administrar a largo plazo y económicos
(de bajo costo). Hasta el momento ninguno de los medicamentos
que está autorizado para el tratamiento de la obesidad
cumple con estos requisitos, es más todos ellos produce
resultados modesto con respecto a la pérdida de peso y
después de un periodo algunos paciente vuelve a recuperar
el peso.
El objetivo del tratamiento es favorecer la pérdida de
peso y mantener esta disminución mientras las medidas no
farmacológicas producen su efecto a largo plazo; además,
psicológicamente ayudan al paciente a sentir que el tratamiento
esta dando resultados positivos. La mayoría de los medicamentos
son anorexigénicos, con excepción del orlistat que
produce una disminución en la absorción de los nutrientes.
Los medicamentos utilizados en el tratamiento de la obesidad,
de acuerdo a su efecto farmacológico y mecanismo de acción
son los siguientes:
- Supresores del apetito
- Sibutramina
- Mazindol
- Rimonabant
- Incrementa actividad metabólica
- Efedrina con cafeína (efedra)
- Disminuyen la absorción de carga calorica
- Adrenérgicos
|
- Antagonista selectivo de CB1
- Inhibidores de la recaptura de Serotonina
- Selectivo: Fluoxetina, Sertralina
- No selectivo: Fenfluramina
- Inhibidores de la recaptura de serotonina y noradrenalina
- Inhibidores de la lipasa pancreática
|
Los medicamentos aceptados para la obesidad son: orlistat, sibutramina,
metformina y rimanabant, el resto de fármacos han dejado
de utilizarse debido a sus reacciones adversas o a la falta de
respuesta terapéutica.
El orlistat es un medicamento inhibidor específico de
la lipasa pancreática y gástrica, que disminuye
la absorción de 30% de grasas (triglicéridos), produce
pérdida de peso entre 3 a 4 Kg. o más al compararla
con dieta sola durante el primer año (120 MG/3 veces al
día), con una ganancia ponderal de 2 Kg. más en
el segundo año. Los requisitos para prescribir orlistat
son:
-
Pacientes entre 18 y 75 años
-
Pacientes que hayan perdido al menos 2.5
Kg. (dieta y ejercicio) el mes previo a la prescripción
-
Tener un IMC > 30 Kg./m2,
sin otros factores de riesgo
-
Tener un IMC > 28 Kg./m2,
con una enfermedad concomitante: diabetes tipo 2, dislipidemias,
hipertensión arterial, otros
-
Siempre debe estar asociado a dieta baja
en colorías, ejercicio y cambio en el estilo de vida
-
Debe ser controlado, tratado por el médico
Dentro de sus reacciones adversas encontramos flatulencia, urgencia
fecal, heces grasas, aumenta defecación, incontinencia
fecal, disminuye absorción de vitaminas A, E y D, cefalea
e irregularidades menstruales, ansiedad, fatiga. Su incidencia
de las reacciones adversas oscila del 22 a 27%, ocasionando que
el 3.5 a 9% de los pacientes suspendan el tratamiento. Las interacciones
con otros medicamentos como fibratos (bezafibrato, clofibrato),
Biguanidas (fenformina, metformina), acarbosa, inhibidores de
la reductasa (HMG-CoA) o anorexígenos: (mazindol, sibutramina)
aumenten sus efectos adversos. Se recomienda corregir la dosis
de acuerdo a las condiciones clínicas del paciente.
Sibutramina es un fármaco inhibidor de la recaptura de
noradrenalina, serotonina y dopamina, produciendo un efecto anorexigénico.
El fármaco se biotransforma en dos metabolitos activos
responsables del efecto terapéutico. La pérdida
de peso es dosis dependiente, sin embargo la dosis recomendada
es de 10 a 20 mg/día, cantidad suficiente para disminuir
el apetito y promover la actividad termogénica, por incremento
de la tasa metabólica. Estudios clínicos encontraron
una pérdida de peso de 3.6 a 5.2 Kg. en 12 meses de tratamiento.
Sus reacciones adversas más frecuentes son: cefalea, sequedad
de mucosas, estreñimiento, náusea, insomnio, ansiedad,
depresión, aumento de la frecuencia cardiaca y la tensión
arterial, en algunos pacientes es necesario suspender el tratamiento.
Metformina es un antihiperglucemiante, que disminuye la producción
de glucosa hepática (reduce la gluconeogénesis),
incrementa la acción de la insulina en músculo y
grasa, sin modificar la liberación de insulina, glucagón,
cortisol, hormona de crecimiento o somatostatina y reduce la absorción
de glucosa en intestino (sin repercusión clínica).
Su mecanismo de acción no es claro, sin embargo se sabe
que estimula una AMP cinasa a nivel celular, que puede participar
en sus efectos. La gran utilidad de metformina en el paciente
obeso, consiste disminuir la incidencia de diabetes mellitus tipo
2, al incrementar la captación de glucosa en músculo
y adipocito y disminuir la gluconeogénesis y triglicéridos
en plasma (15 a 20 %). La dosis recomendada en el paciente obeso
es de 500 a 850 mg/día.
Se absorbe en intestino delgado, con una biodisponibilidad de
52 ± 5 %, su concentración plasmática máxima
(1.6 ± 0.2 g/µml.) se alcanza a las 1.9 ±
0.4 horas, cuando se administra una dosis de 500 mg., no se une
a proteínas plasmáticas, se excreta sin cambios
por vía renal, su vida media es de 1.74 ± 0.20 horas,
la cual aumenta en pacientes con daño renal. Sus efectos
adversos más frecuentes son: diarrea, náusea, anorexia,
malestar abdominal, sabor metálico que se presenta en el
20 % de los pacientes, estos efectos disminuyen si se administra
con alimentos; puede producir acidosis láctica. Para evitar
un déficit de tiamina y piridoxima se recomienda administrar
con un complemento vitamínico que contenga complejo B.
Está contraindicado en pacientes con: daño renal
o hepático, enfermedad pulmonar crónica y con antecedentes
de acidosis láctica
Rimonabant antagonista selectivo de los receptores endocanabinoides
CB1, como se sabe el receptor CB1 participa en la regulación
del apetito; por lo tanto, al bloquear selectivamente este receptor
el rimonabant inhibe la ingesta de alimentos, a nivel, periférico
incrementa la sensibilidad a insulina y la oxidación de
ácidos grasos en músculos e hígado; por lo
tanto, afecta la ingesta y el gasto de energía, favoreciendo
la pérdida de peso. La dosis recomendada es de 5 a 20 mg/
día, en pacientes con IMC mayor a 30 o con 27 Kg/m2
con hipertensión arterial o dislipidemia. Las reacciones
adversas más frecuentes son: nasofaringitis, influenza,
náusea, diarrea, gastroenteritis, insomnio, fatiga, artralgias,
dolor lumbar e infección de las vías respiratorias
altas. La depresión (3.7%) y ansiedad (1.0 %) se presentaron
con dosis de 20 mg. Se han reportado interacciones con warfarina,
midazolam, digoxina, anticonceptivos hormonales (etinilestradiol
– levonorgestrel), orlistat y nicotina. Hasta el momento
no hay estudios que demuestren interacción con alimentos.
Mazindol es un derivado imidozoisoindol, que inhibe la recaptura
de noradrenalina, produciendo reducción del apetito y la
ingestión de alimentos, incrementa la actividad locomotora,
reducción el peso corporal entre 3.8 a 6 Kg. o más
al compararla con placebo, después de tres meses (3 mg/día);
sin embargo la perdida de peso no se mantuvo, cuando el tratamiento
fue suspendido. Los efectos adversos se presenta en el 59.8 %
de los pacientes, siendo los más frecuentes: mucosas secas,
estreñimiento, malestar abdominal, náusea, insomnio,
mareo, hipertensión pulmonar, fibrilación auricular
y sincope. Debido a la gravedad y frecuencia de sus efectos el
medicamento esta en desuso; sin embargo se puede encontrar en
el mercado.
Tratamiento quirúrgico
El tratamiento quirúrgico solo se utiliza en situaciones
de extrema necesidad, cuando el paciente presenta obesidad mórbida
(IMC > 40 Kg./m2) donde no se puede ofrecer al paciente
ninguna otra alternativa y el tratamiento farmacológico
y las medidas dietéticas, actividad física y cambios
conductuales han fracasada rotundamente. Criterios para la cirugía
bariátrica de la obesidad son:
-
Pacientes entre 18 y 65 años.
-
Tener un IMC > 40 Kg./m2
-
Tener un IMC entre 35 a 40 Kg./m2,
con otras enfermedades como hipertensión arterial, diabetes
mellitus tipo 2, dislipidemias, apnea del sueño, osteoartritis
(grandes articulaciones), etc.
-
Pacientes sin respuesta al tratamiento intensivo
(controlado por el especialista)
-
Pacientes que hayan recuperado el peso después
de haber tenido una perdida considerable
-
Pacientes sin contraindicaciones quirúrgicas
o anestésicas
-
Pacientes que entiendan y se comprometan
a un seguimiento a largo plazo
La NOM 174-SSA1-1998 indica que el tratamiento quirúrgico
esta indicado exclusivamente a los pacientes con obesidad severa,
(IMC mayor a 40 o mayor a 35 Kg./m2 asociado comorbilidad
importante) y haber recibido tratamiento médico previo,
por más de 18 meses sin éxito. las únicas
técnicas quirúrgicas autorizadas para el tratamiento
de la obesidad (mórbida) serán de tipo restrictivo:
derivación gástrica (bypass) con sus variantes,
gastroplastía vertical con sus variantes y bandaje gástrico
con sus variantes y debe ser realizada por especialistas en cirugía
general o gastroenterológica, haber recibido adiestramiento
en cirugía de obesidad, conocer el manejo integral del
paciente obeso y comprometerse junto con el equipó multidisciplinario
a hacer seguimiento del paciente obeso (Art. 7.2.6 y 7.2.9) 42
Los objetivos de los procedimientos quirúrgicos son:
-
Disminución del IMC por debajo de
30 Kg./m2 o una pérdida de 50 % o más
de peso corporal, sin desarrollar deficiencias nutricionales.
-
Mantener el peso corporal a largo plazo
-
Disminuir las complicaciones de la obesidad
o de sus enfermedades concomitantes
-
Mejorar la calidad de vida
Para alcanzar estos objetivos la cirugía bariátrica
utiliza dos procedimientos: las técnicas restrictivas encaminadas
a reducir el tamaño del estómago, para disminuir
el volumen (gastroplastía o bandaje gástrico) y
las mixtas aquellas técnicas que crear condiciones de síndrome
de malaabsorción, para disminuir absorción de calorías,
al reducir la superficie intestinal (bypass gástrico
o bypass gástrico mediante Y de Roux).
La técnica que se recomienda en niños es el bypass
gástrico mediante Y de Roux, la cual puede ocasionar la
pérdida de 50 a 60 % de peso, dentro de los efectos adversos
encontramos: datos de síndrome de malaabsorción
(deficiencia de ácido fólico, hierro, complejo B,
vitamina K, calcio), colecistitis, infección y dehiscencia
de la herida, obstrucción gástrica y muerte.
Prevención
El panel de expertos de Canadá elaboró una guía,
con el objetivo de ser utilizada por los profesionales de salud
para detectar de manera oportuna el sobrepeso u obesidad en la
población; consideran que el cribado es el método
más adecuado para detectar este padecimiento y recomiendan
utilizar los siguientes puntos:
-
Medición de datos antropométricos:
peso, índice de masa corporal y perímetro abdominal.
-
Evaluación de condiciones relacionadas
con obesidad (clínicas y de laboratorio): presión
arterial, frecuencia cardiaca, determinación de glucosa
en ayunas, colesterol total, lipoproteínas de baja densidad
(LDL), de alta densidad (HDL), triglicéridos, relación
colesterol total/HDL,
-
Identificación de desordenes psicosociales:
alteraciones del sueño, trastornos de la alimentación,
depresión
Una vez identificado el paciente con tendencia a padecer sobrepeso,
el paciente debe ser incorporado a un programa que modifique su
estilo de vida, el cual consta de los siguientes puntos:
-
Nutrición: disminuir la aporte de
calorías (500 - 1 000 Kcal./día), de acuerdo a
la edad, género, actividad física, complexión,
entre otros aspectos.
-
Actividad física: 25 a 30 minutos,
de intensidad moderada, cada 3 a 5 veces a la semana, eventualmente
60 minutos todos los días. Los ejercicios a realizar
deben estar planeados y ordenados en tiempo e intensidad. Es
necesario hacer una evaluación médica antes de
iniciar el programa
-
Realizar sus tareas cotidianas con actividad:
pasear, caminar, correr o usar bicicleta cuando se va a la oficina,
trabajo, escuela, mercado, etc.; subir escaleras, moverse al
ver la televisión o la computadora, entre otras actividades.
-
Disminuir el tiempo de inactividad física:
frente al televisor, telefonía celular, videojuegos,
Internet o computadora (máximo 2 horas/día), uso
de automóvil o transporte público o elevadores,
descansar o acostarse, etc.
-
Modificar hábitos cognitivo conductuales:
comer en horario fijo, sentado, sin bebidas alcohólicas
o refresco, la comida con mayor cantidad de calorías
en la mañana y no por la noche, etc.
Las medidas preventivas se deben iniciar desde la gestación,
vigilando la alimentación de la madre durante el embarazo,
cuidando que reciba todos los macro y micronutrientes que permitirán
el desarrollo y crecimiento del feto e incluso proporcionado los
nutrientes que faltan o están disminuidos (ácido
fólico, hierro, calcio, vitaminas lipo e hidrosolubles).
Al nacer se debe favorecer la lactancia materna, la leche materna
es el alimento que cumple todas la necesidades del neonato y del
lactante, durante los primeros 4 a 6 meses de vida: nutricionales,
digestivas, inmunológicas y psicoafectivas. La necesidad
de utilizar una fórmula o leche maternizada puede contribuir
al desarrollo de la obesidad, sobretodo si la relación
entre proteínas y lípidos es inadecuada.
La ablactación se debe realizar bajo las instrucciones
del médico, quien implementará una dieta balanceada,
gradual y variada
Discusión
La obesidad definida como el exceso de grasa corporal, mayor aporte
calórico con menor gasto energético y aumento de
peso corporal, representa un problema de salud pública
mundial; en México su prevalencia aumenta considerablemente
y a comenzado a afectar a niños y adolescentes. Es un factor
de riesgo cardiovascular, asociado a hipertensión arterial,
dislipidemias, enfermedad vascular cerebral, resistencia a la
insulina, ateroesclerosis, intolerancia a la glucosa, diabetes
mellitus tipo 2 e incluso forma parte del síndrome metabólico.
Se reconoce su carácter hereditario, identificándose
múltiples genes involucrados con ella, pero sin duda las
modificaciones ambientales que ha propiciado la globalización
y la migración de la población rural a zonas urbanas
han contribuido a modificar los estilos de vida, favoreciendo
el sedentarismo y los malos hábitos alimentarios que contribuyen
al desarrollo de la obesidad.
La identificación y reconocimiento de la célula
adiposa como una célula endocrina funcional, ha contribuido
a identificar la repercusión favorable de sus productos
de secreción, de acuerdo a la condición clínica,
se destaca el hecho de que la obesidad sea un estado inflamatorio
complejo vinculado con la secreción de diversas citosinas
que tienden a perpetuarlo en tanto este presente el sobrepeso.
Los avances en los mecanismos regulatorios de la ingestión
de alimentos son importantes y de hecho vislumbran posibles mejoras
en el tratamiento, actuando sobre la regulación del gasto
energético, con la posibilidad de incrementar de manera
inocua el gasto calórico en el paciente obeso, que incluso
haría factible el diseño de tratamientos de reducción
de peso sin una restricción calórica severa, Consideramos
que los mecanismos de orexigénesis no han sido atendidos
por los grupos de investigación y al parecer son los responsables
del exceso en el consumo calórico de la vida moderna, a
los que se suma la influencia del condicionamiento y los factores
psicológicos y sociales en las costumbres alimentarias,
que se han estudiado solo tangencialmente y sin un enfoque metodológico
novedoso, si se lograra avanzar en estos puntos las opciones a
futuro sería realmente excitantes.
El desarrollo de resistencia a la insulina en la fisiopatología
de la obesidad, produciendo hiperinsulinismo, desencadena una
serie de eventos que favorecen la presentación de intolerancia
a los carbohidratos, hipertensión arterial, agregación
plaquetaria e hiperviscosidad y alteraciones en el metabolismo
de los lípidos que promueven la presencia de arterioesclerosis.
Finalmente el conocimiento cada vez más claro de su etio
y fisiopatogenia, permite abordar la obesidad con mayor seriedad,
requiriendo para su manejo grupos multidisciplinarios cuando menos
integrados por médicos, nutriólogos, psicólogos,
enfermeras y trabajadoras sociales. No debe olvidarse la importancia
de la prevención primaria para disminuir su frecuencia,
trabajando intensamente en los niños, adolescentes y adultos
integrados como familia, implementando programas que contribuyan
a mejorar el tipo de alimentación (nutritiva, balanceada,
suficiente y adecuada a las necesidades del individuo) y promover
actividades recreativas y físicas que incremente el gasto
calórico. La prevención secundaria debe estar encaminada
a modificar la historia natural de la obesidad, evitar el desarrollo
de enfermedades o sus complicaciones.
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