Seminario
El Ejercicio Actual de la Medicina

Sobrepeso y Obesidad en el Niño y el Adolescente.

Dr. Raymundo Paredes Sierra

RESUMEN

En países con economías emergentes como la de México, la obesidad infantil y las enfermedades asociadas a ella en la infancia misma o en la edad adulta, han aumentado en proporción alarmante sobre todo en los últimos 20 años, por lo que la Organización Mundial de la Salud la consideró en 1998 como una verdadera epidemia y un problema de salud pública. México es el segundo país con mayor número de obesos en el mundo, sólo por debajo de los EUA, el Distrito Federal es la ciudad con mayor número de obesos.

Si bien se observa en todos los niveles socioeconómicos, la población más afectada la conforman la clase media y los hijos de emigrantes de las zonas rurales a las grandes ciudades. En ambos grupos entre las causas se encuentran los cambios en la dieta tradicional abundante en frutas, vegetales y leguminosas, por la de tipo occidental rica en grasas saturadas, y azucares refinados con carga glucémica1 elevada. Papel preponderante lo constituyen también la falta de ejercicio al aire libre y el sedentarismo e inactividad física de los niños y adolescentes que pasan muchas horas frente al televisor, con los videojuegos, en la computadora, o hablando por teléfono; tiempo durante el cual consumen gran cantidad de lo que se conoce como “comida chatarra” y refrescos embotellados o jugos. A esto debe agregarse la predisposición genética de los ancestros de nuestra población indígena relacionada con el “genotipo ahorrador” que les permitía vivir de la caza para no morir de hambre en tiempos de escasez y darse comilonas en tiempo de abundancia. Esto era una ventaja en los tiempos de hambruna, pero es evidente desventaja en la actualidad en ambientes que ofrecen múltiples opciones de comidas rápidas ricas en calorías y bajas en nutrientes.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Nutrición (ENN) de 1999 y la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2006, la prevalencia2 combinada de sobrepeso y obesidad en escolares de ambos sexos aumentó un tercio en ese lapso, el sexo masculino mostró los mayores aumentos en obesidad. Según resultados de la ENSALUT, uno de cada tres adolescentes tiene obesidad o sobrepeso, lo que representa 5,757.400 adolescentes en el país con estas enfermedades.

1 Índice glucémico: Velocidad con la cual entra un carbohidrato al torrente sanguíneo y estimula la insulina. Carga glucémica: Es el resultado de la multiplicación del índice glucémico de un carbohidrato por el contenido en gramos insulino-estimulantes por 100
2 Prevalencia: La prevalencia cuantifica la proporción de individuos de una población que padecen una enfermedad en un momento o periodo de tiempo determinado.

De no establecerse estrategias que detengan el avance del sobrepeso y la obesidad en los niños y adolescentes, la transición epidemiológica con morbilidad y mortalidad por causas no transmisibles y enfermedades asociadas a la obesidad en los adultos, tales como la hipertensión, cardiopatía isquémica, infarto al miocardio, dislipidemias, diabetes, patología músculo esquelética y algunas neoplasias, cobrarán numerosas victimas.

Definición
La obesidad se define como el exceso de grasa corporal, que induce a un aumento significativo de riesgo para la salud, debido a un desequilibrio prolongado entre la ingestión de calorías y el consumo de energía. En palabras sencillas el incremento de peso se produce cuando las calorías que se consumen (en las comidas y bebidas) superan a las calorías que se gastan (en el metabolismo basal, el efecto térmico de los alimentos y la actividad física). Se inicia generalmente en la infancia y la adolescencia.

Los métodos más usados para medir la obesidad son los antropométricos: relación, talla, peso, índice de masa corporal (IMC), pliegues cutáneos y la simple inspección del paciente.

El índice de masa corporal (IMC) se calcula al dividir el peso en kilogramos sobre el cuadrado de la talla en metros. (Kg/m2). El sobrepeso infantil se establece a partir del centil 75 en las curvas de IMC y la obesidad infantil a partir del centil 85. (Anexos 1-6)

Los criterios para definir y clasificar el sobrepeso y la obesidad varían según la edad y el sexo ya sea que se trate de menores de dos años, entre cinco y once años y en adolescentes, como veremos mas adelante. (Cuadro 1)

Cuadro 1
Clasificación de sobrepeso y obesidad de la OMS de acuerdo al IMC
y su relación con comorbilidades
Clasificación IMC (Kg./m2) Riesgo
Peso bajo < 18.5 Bajo
Normal 18.5-24.9 Promedio
Sobrepeso 25-29.9 Aumentado
Obesidad 30-34.9 Moderado
Obesidad II 35-39.9 Alto
Obesidad III >=40 Grave
Fuente: Obesity and overweight.World Health Organization. http://www.who/int/whr/2003/en/.

Clasificación
La obesidad puede clasificarse en exógena y secundaria. La exógena o esencial, es la más frecuente y representa el 95% de todos los casos de obesidad infantil. La secundaria o sindromática forma parte de la sintomatología de una enfermedad conocida y corresponde al 5%. Desde el punto de vista cuantitativo la obesidad se clasifica en "androide" y "ginecoide". La primera, llamada también visceral, central o tipo "manzana", tiene como característica que el acumulo de grasa es a nivel troncal o central. La segunda, llamada también obesidad periférica o tipo "pera", presenta la grasa a nivel periférico preferentemente en la cadera y en la parte superior de los muslos.

Epidemiología
En la primera mitad del siglo XX y parte de la segunda, se describía a los ricos como obesos y a los pobres delgados, el problema entonces era como alimentar a los desnutridos y abatir la desnutrición. En la actualidad la mayoría de los ricos principalmente los jóvenes, son delgados (dietas, alimentos light, ejercicio –jogging, spinning, fitness, etc.) y los de clase media y pobres son además de desnutridos obesos, la preocupación ahora es la obesidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1998 la consideró epidemia mundial debido a la existencia de más de 1 billón de adultos con sobrepeso de los cuales al menos 300 millones eran obesos. Esta epidemia de obesidad no se limita a los países desarrollados, su aumento es mas rápido en países en vías de desarrollo como el nuestro, que enfrentan un doble problema, la desnutrición y la obesidad.

Publicaciones recientes muestran que la incidencia3 y prevalencia de la obesidad han aumentado progresivamente desde hace 60 años y de forma alarmante en los últimos 20, con cifras aproximadas de 20% en la infancia, 40% en la adolescencia y hasta 70% en los adultos. En la Encuesta Nacional de Salud 2006 se encontró que el mayor incremento fue en la prevalencia de obesidad en los niños (77%), comparados con las niñas (47%). (Cuadros 2 y 3)

Cuadro 2
Prevalencia de obesidad en niños de 5 a 11 años
Obesidad en niños de 5 a 11 años
1999
2006
Incremento 1999 a 2006
Prevalencia nacional en niños
5.3%
9.4%
77%
Prevalencia nacional en niñas
5.9%
8.7%
47%
Fuente: Encuesta Nacional de Salud y Nutrición INSP 2006

 

Cuadro 3
Prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños de 5 a 11 años
Obesidad en niños de 5 a 11 años
1999
2006
Incremento 1999 a 2006
Prevalencia nacional
18.6%
26.0%
39.7%
Fuente: Encuesta Nacional de Salud y Nutrición INSP 2006

 

3 Incidencia: La incidencia se define como el número de casos nuevos de una enfermedad que se desarrollan en una población durante un período de tiempo determinado.

Aproximadamente en el 50% de los casos el sobrepeso aparece antes de los dos años y el resto en la pubertad y adolescencia, las etapas de mayor crecimiento. Alrededor de 80% de los adolescentes obesos lo serán el resto de su vida; menos del cinco por ciento de los adultos que bajan de peso se mantienen en su peso ideal en los siguientes cinco años posteriores al tratamiento y seis por ciento recupera el peso perdido en los siguientes seis a 12 meses.

Una inquietud frecuente de los padres respecto a la obesidad infantil es si el niño obeso será un adulto obeso. Diversos estudios han demostrado que los niños obesos tienen más probabilidades de ser adultos obesos que los que mantienen su peso en rangos normales. Los niños que presentan obesidad entre los seis meses y los siete años de edad tienen un 40% a 50% de probabilidades de ser adultos obesos y los que inician la obesidad entre los 10 y los 13 tienen un 70%, ya que los adipositos se multiplican en esta etapa de la vida. Además existe un factor hereditario, puesto que si la madre es obesa, su hijo tiene el 25 por ciento de riesgo de padecerla, si lo es el padre, el porcentaje es del 50 por ciento, y se eleva al 75 por ciento cuando ambos progenitores la sufren. En ausencia de obesidad en ambos padres, los hijos tienen sólo14% de riesgo de padecerla.

Al menos 300 mil defunciones al año se relacionan con la obesidad y las enfermedades asociadas a ésta.

Etiología
La causa del sobrepeso y la obesidad en los niños, aceptada por la mayoría de autores, es la desproporción entre la ingesta y el gasto de calorías, lo que ocasiona aumento de energía almacenada que se manifiesta como ganancia de peso corporal. La obesidad durante la infancia y la adolescencia es el resultado de una interacción compleja entre factores ambientales, socioeconómicos, genéticos y psicológicos.

Factores ambientales
Investigadores en Ecología Social consideran que la conducta de los individuos frecuentemente está en función del ambiente, por lo que los interesados en la obesidad como problema de salud pública deben tomar en cuenta los diferentes niveles de influencia del ambiente en el diseño de medidas efectivas para la prevención y tratamiento de la obesidad en niños y adultos.

El consumo excesivo de grasas no saturadas y carbohidratos son la principal fuente de calorías. Por muchos años se consideró a las grasas no saturadas como causa principal de la enfermedad, sin embargo, estudios recientes han demostrado que al menos en los últimos 20 años, dicho consumo o se ha mantenido o ha diminuido ligeramente al igual que la ingesta de leche, sin embargo, la obesidad se ha incrementado. La explicación a esta incongruencia se encuentra en que al disminuir el consumo de grasas y leche se ha disparado la ingestión de carbohidratos en forma de almidones, harinas y bebidas azucaradas.

Los carbohidratos consumidos en exceso elevan el nivel de glucosa en sangre sobre todo los de alto índice glucémico, -carbohidratos refinados contenidos en refrescos, cereales, pan y pastas- lo que ocasiona mayor liberación de insulina por el páncreas y eventualmente resistencia a la insulina, característica de la diabetes tipo 2. Las bebidas carbonatadas provocan obesidad infantil, ya que contienen grandes cantidades de azúcares, como sacarosa, glucosa y fructuosa; sólo como ejemplo, recientemente se publicó que para elaborar 10 litros del refresco más popular en el mundo, se requieren 8.8 litros de agua, 1,070 gramos de endulzante y 90 gramos de dióxido de carbono. Así, diversas investigaciones han encontrado un vínculo directo entre el consumo de refresco y la obesidad hasta, en 34% de los casos estudiados. Los resultados son contundentes: al beber un litro de refresco al día, se aumenta un kilo de peso en tres semanas.

Desde la lactancia se gestan conductas “obesogénicas”, el abandono de la alimentación al seno materno –se ha reportado que tiene algún efecto protector contra el sobrepeso- o el amamantar al niño por períodos menores a 4 a 6 meses sustituyendo la leche materna por leches industrializadas y la ablactación temprana, son factores que conducen al sobrepeso y la obesidad, a lo que contribuye el entorno social ya que es común que las madres, la familia y los amigos consideren como modelo de salud y belleza a los niños gordos, lo que estimula la sobrealimentación.

El promedio de tiempo que pasan los niños y adolescentes frente al televisor varia en los estudios disponibles, pero la mayoría considera que los pequeños obesos o con sobrepeso ven televisión durante más de tres y hasta cuatro horas, se recomienda que este lapso no exceda las 2 hrs. por día.

En casa los alimentos con frutas, vegetales, carnes, fuentes de fibra, vitaminas y proteínas, se han sustituido por comidas rápidas precocinadas. Esto tiene orígenes en los cambios de la estructura social, cada vez son más las madres que trabajan, no tiene tiempo para cocinar y recurren a los alimentos preparados que sólo deben calentarse y servirse, los que generalmente no tiene el equilibrio necesario de nutrientes. Los padres de niños obesos frecuentemente tienen sobrepeso u obesidad, cuando es la madre, que generalmente trabaja, sobreprotege y compensan el poco tiempo que dedica a sus hijos con oferta excesiva de alimentos, ambos minimizan el problema y no buscan ayuda para resolverlo.

Factores socioeconómicos
En general se observa que los hijos de familias con bajo nivel de ingresos y de educación consumen alimentos con alto valor calórico y son más proclives a desarrollar sobrepeso y obesidad que sus contrapartes con niveles educativos y económicos más altos, quienes tiene mayores posibilidades de alimentación sana y de acceder a los servicios de salud, paseos y ejercicio al aire libre o establecimientos de ejercicio formal.

El género también influye en el impacto del nivel socioeconómico sobre el desarrollo de obesidad. Las mujeres pobres son dos veces más propensas a desarrollar obesidad que los hombres pobres. Por el contrario, una mujer de buen nivel socioeconómico tiene menos riesgo a volverse obesa que un hombre del mismo nivel. Sin embargo, un hombre “opulento” es significativamente más proclive al sobrepeso que otro con bajo nivel socioeconómico.

Factores psicológicos
Los hijos de madres o padres solteros, parejas divorciadas o separadas, alcohólicos o adictos, muestran con mayor frecuencia, que los que viven en familias integradas y sin desviaciones, alteración de las conductas y hábitos de alimentación, que se manifiestan como sobrepeso, obesidad, desnutrición, o bulimia.

Del 20 al 40% de los adolescentes con obesidad severa (grado III o mórbida) son “comedores compulsivos”. Los comedores compulsivos muestran preocupación por su figura y su peso; así como, síntomas de depresión y ansiedad con baja autoestima cuando se comparan con obesos no compulsivos

La autoestima en los niños obesos varía con la edad y el sexo. Las niñas tienen más riesgo de problemas de autoestima que los niños. La aceptación de los padres y la despreocupación por la obesidad pueden ser factores protectores de la autoestima, si bien dificultan la búsqueda de ayuda y el tratamiento. Entre los adolescentes obesos grado III, alrededor de la mitad tienen síntomas depresivos moderados a severos y más de un tercio reportan niveles altos de ansiedad. Las adolescentes obesas se aíslan y se involucran más en conductas riesgosas y antisociales como drogadicción y alcoholismo que sus pares sin esta enfermedad y tienen también mayores intentos suicidas que las no obesas.

Factores genéticos
La leptina fue la primera hormona reconocida ligada genéticamente de manera importante al control del peso corporal en el ser humano. Esta hormona del adiposito está involucrada en un circuito complejo de hormonas y neurotransmisores para controlar el apetito. La leptina y la insulina producidas en el organismo –adiposito y páncreas- a niveles proporcionales a la cantidad de grasa corporal, llegan al Sistema Nervioso Central en proporción a su concentración plasmática y activan los receptores de regulación de ingesta de energía. El mapa genético de la obesidad humana continua ampliándose y un número mayor de regiones cromosómicas se han asociado con la obesidad humana. En la mayoría de las publicaciones recientes se han reportado más de 430 genes, marcadores y regiones cromosómicas asociadas o ligadas con fenotipos de obesidad humana. Hay 35 regiones geonómicas con locus de rasgos cuantitativos que han sido replicadas en dos o más estudios de fenotipos de obesidad. En todos los cromosomas, excepto el Y se han encontrado locus ligados con el fenotipo de obesidad. Se han identificado algunos genes específicos de la obesidad visceral. A la luz de estos datos, es altamente probable que la obesidad infantil sea poligénica vía factores genéticos complejos. Se calcula que 30 a 50% de la tendencia a acumular grasa puede explicarse por variaciones genéticas.

Diagnóstico
Los padres acuden a consulta cuando observan a su hijo de cualquier edad con aumento de peso, si es mayor de cinco años porque además manifiesta conductas antisociales y refiere rechazo por sus pares en el vecindario o en la escuela. En adolescentes con obesidad mórbida (GIII), puede haber manifestaciones de alguna de las patologías asociadas a la obesidad, que los decide a buscar ayuda, generalmente hipertensión arterial.

En todos los casos y todas las edades deberá elaborarse la historia clínica completa con antropometría y especial atención en los antecedentes familiares, investigando la existencia de padres, hermanos o familiares cercanos con obesidad o sobrepeso ya que es aceptado que el pronóstico y el apego al tratamiento -y por lo tanto el éxito- con frecuencia fracasa en familias de obesos. Interrogar con detalles el nivel de escolaridad de los padres; tipo de empleo, el ingreso familiar, uso del tiempo libre, hábitos de alimentación, práctica de deportes y ejercicios. Diabetes en familiares, sobretodo diabetes gestacional durante el embarazo del paciente o de sus hermanos.

En los antecedentes personales investigar el peso al nacer, desnutrición in útero, en la historia nutricional preguntar si recibió lactancia materna y duración de la misma, o si se alimentó con formula láctea, inicio de la ablactación y alimentos sólidos proporcionados. Es importante también la valoración de la ingesta actual de calorías incluyendo la calidad de la dieta en términos de balance de nutrientes y grupos de alimentos. Preguntar acerca del grado de actividad física del paciente, limitaciones ocasionadas por el peso, incluyendo ronquido y somnolencia como signos potenciales de apnea del sueño.

En el padecimiento actual el inicio y evolución de la enfermedad, consultas y tratamientos previos, exámenes de laboratorio y gabinete practicados. Las alteraciones en la glicemia, el calcio sérico, el colesterol y los triglicéridos (fracciones de baja –LDL y alta HDL densidad) se detectan con los exámenes básicos de laboratorio.

El examen físico deberá orientarse directamente a la antropometría, las proporciones corporales y a la presencia o ausencia de hallazgos dismorficos específicos que pudieran orientar el diagnóstico hacia algún síndrome raro que se acompañe de obesidad. En cada visita se deberán registrar y graficar la talla, el peso, el IMC, la circunferencia de la cintura y en niños pequeños el perímetro cefálico, puesto que el tamaño y peso de la cabeza pudiera modificar la relación talla-peso para la edad. Ya que el sobrepeso y la obesidad cursan con acumulación excesiva de grasa corporal, la definición de estos deberá siempre asociarse con riesgos para la salud y discutirse con el paciente y sus padres desde la primera entrevista.

Antropometría
Debido a las dificultades para medir directamente la grasa corporal, se puede calcular la obesidad con el IMC, procedimiento simple, sin costo y que se correlaciona con bastante precisión con la cantidad de grasa corporal en niños y adultos. La OMS y la International Obesity Task Force (IOTF) en la que han participado expertos de nuestro país, definen el sobrepeso como riesgo para la salud cuando el IMC se encuentra entre 25 y 29.9 kg/m2 y la obesidad cuando es igual o mayor a 30 kg/m2. (Cuadros 1 y 4)

En México el INSP en base a los resultados de la ENN de 1999 y la ENSANUT de 2006 recomienda utilizar también en niños de 2 años o más las gráficas elaboradas en el Centro de Estadísticas de Salud en colaboración con el Centro para la Prevención de Enfermedades Crónicas y Prevención de la Salud (CDC) y la International Obesity Task Force (IOTF). (Anexos 1-7)En niños y adolescentes entre 6 y 18 y hasta los 20 años se emplea el Índice de Masa Corporal (IMC), aceptado como estándar en el año 2000 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y adoptado por un gran número de países en el mundo4.

Cuadro 4
Clasificación de sobrepeso y obesidad de acuerdo al IMC (OMS)
Clasificación IMC Percentiles *
Peso bajo < 18.5 < 3
Normal 18.5-24.9 > 3.1 < 84
Sobrepeso 25-29.9 > 85 < 95
Obesidad I 30-34.9 >= 95
Obesidad II 35-39.9  
Obesidad III >=40  
* En anexos gráficas de percentiles para niños y niñas.
Fuente: Obesity and overweight. World Health Organization. http://www.who/int/whr/2003/en/

4 En los EUA se emplean las cartas de IMC y percentiles desde los 2 años de edad por lo que las que se anexan tienen valores para niños, adolescentes y hasta los 20 años de edad.

Enfermedades asociadas a obesidad
Recientemente se han encontrado vínculos entre la obesidad y la inflamación, esta inflamación crónica silenciosa es el detonante de las enfermedades crónico degenerativas que coexisten con la obesidad y el síndrome metabólico. En la obesidad hay un incremento en la producción de ácido araquidonico (AA) por los adipositos, precursor de los eicosanoides proinflamatorios como el factor de necrosis tumoral-a (FNT-a) y de interleucina-6 (IL-6), estas citocinas, favorecen la resistencia a la insulina, agravan el incremento de grasa en el cuerpo y elevan el riesgo de enfermedades crónico-degenerativas. Diferentes estudios han demostrado que la obesidad en la infancia se asocia a obesidad en la edad adulta. A mayor duración y a mayor grado de obesidad, mayor morbilidad y mayor mortalidad. Específicamente, se ha demostrado que la obesidad en la adolescencia se asocia a mayor mortalidad general, hipertensión arterial, enfermedad vascular cerebral, infarto de miocardio y cáncer de colon.

La obesidad de tipo androide o central es la que más se relaciona con trastornos metabólicos como dislipidemias, alteraciones de los factores de coagulación, resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, e hipertensión arterial, que elevan el riesgo de enfermedad coronaria.

Tratamiento
El desequilibrio entre las calorías consumidas y las gastadas se originó en los cambios graduales que se produjeron paulatinamente en el complejo conjunto de factores sociales. Los niños son ahora menos activos en los diferentes aspectos de la vida cotidiana. Van a la escuela en transporte colectivo o automóvil, no van caminando o en bicicleta como antes. El tiempo libre lo utilizan en “actividades” sedentarias (Televisión, computadora y videojuegos). Ya no salen a la calle o a los jardines y parques a jugar o “andar” en patines o bicicleta, por la inseguridad y el gran número de vehículos automotores que circulan en todas partes de la ciudad. Los hábitos de alimentación, como los tipos y la composición de la dieta, las comidas fuera de casa y el tamaño de las porciones también se han modificado. La publicidad de alimentos y refrescos en los medios de difusión en las horas que los chicos ven televisión es abrumadora, y los fabricantes saben que este auditorio es terreno fértil para sus productos.

Antes de iniciar el tratamiento debe haber un acuerdo entre el paciente, el médico y la familia que garantice el apego a las indicaciones; a este respecto, parecen adecuadas las siguientes recomendaciones de la Oficina de Salud Infantil de los EUA:

  1. El tratamiento deberá iniciase a partir de los dos años de edad en niños con sobrepeso.
  2. La familia debe estar preparada para el cambio, de lo contrario el tratamiento fracasará.
  3. El médico tiene la obligación de informar a la familia acerca de las complicaciones de la obesidad.
  4. El médico deberá involucrar en el programa de tratamiento a la familia y a todos los que participen en el cuidado del niño.
  5. El médico debe animar e insistir, pero no criticar.
  6. El programa de tratamiento se elaborará para establecer cambios permanentes.
  7. El programa de tratamiento permitirá ayudar a la familia a realizar cambios pequeños, pero progresivos.
  8. El programa de tratamiento deberá incluir la enseñanza para monitorear la comida ingerida y el ejercicio realizado, de preferencia por el niño mismo.
  9. En casos complicados o con enfermedades agregadas participarán profesionales de otras especialidades para el tratamiento integral, Ej. Cardiólogo, Endocrinólogo, Nutriólogo, Psicólogo etc.

Para lograr estas recomendaciones, los puntos importantes en el tratamiento deben ser:
Modificación de los hábitos de alimentación.
Modificación del estilo de vida y ejercicio.

Modificación de los hábitos de alimentación
El éxito del tratamiento del sobrepeso y la obesidad infantil está en función del tiempo, debe ser a largo plazo y estar basado esencialmente en modificación de los hábitos y conducta alimentaria, el cambio lo favorece una dieta balanceada, hipocalórica que se ajuste al índice de masa corporal y que incluya 30% de grasas, 50% de carbohidratos y 20% de proteínas. Cuando se trata de niños en crecimiento tener presente que el objetivo es mantener el peso actual o bajarlo lentamente mientras crece en estatura.

Modificación del estilo de vida
Se considerara que los hábitos de alimentación se adquieren desde el nacimiento; tanto el médico general como el pediatra deben recomendar y estimular la alimentación al seno materno por seis meses como mínimo e iniciar la ablactación a esa edad con alimentos naturales, frutas, verduras y hasta el séptimo u octavo mes la introducción de carnes, pollo, pavo, cerca del año la carne de res y después del año el pescado, el huevo y los cítricos para prevenir intolerancias y alergias. Evitar los alimentos industrializados y los jugos de frutas por su alto contenido en carbohidratos.

En niños mayores desalentar el consumo de las comidas rápidas, las pizzas, las hamburguesas, los jugos y los refrescos embotellados y preferir el consumo de agua natural o de frutas. Acostumbrar las ensaladas y las frutas en los tres alimentos principales y en los refrigerios. Sentarse a comer a la mesa con la familia en lugar de hacerlo frente al televisor. Las comidas deben hacerse en horario regular para que el niño aprenda las horas para tomar alimentos y minimice los refrigerios entre comidas. Retomar las actividades al aire libre con ejercicios acorde con la edad del niño, fomentar las caminatas y uso de triciclos, patines, carritos de pedales, los paseos dominicales y no usar el auto para distancias cortas.

Ejercicio
El ejercicio permite reducir las grasas sin modificar la velocidad de crecimiento, evita a largo plazo las enfermedades asociadas a la obesidad, a corto plazo mejora significativamente la imagen personal, la autoestima y la sensación de aceptación física y social; en niños de 6 a 11 años reduce el sedentarismo y las horas que le dedican a la televisión.

El incremento de la actividad física va a permitir:

  • Aumento del gasto energético.
  • Estímulo de la respuesta termogénica aumentando la tasa metabólica en reposo.
  • Aumento de la capacidad de movilización y oxidación de la grasa.
  • Aumenta los transportadores de glucosa en las células.
  • Reducción de la resistencia a la insulina.
  • Mejorar la capacidad cardiopulmonar (ejercicio aeróbico).
  • Bajar la presión arterial.
  • Disminuir los LDL y aumentar los HDL.
  • Reducir la grasa corporal y aumentar la masa magra.

El ejercicio físico no debe ser agotador para mantener el peso y promover la salud. Se recomienda para sujetos “sanos” de todas las edades 30 minutos diarios de caminata, trote u otra actividad de intensidad moderada, por 5 a 7 días a la semana; pueden ser fraccionados en lapsos cortos, existe evidencia de que en esta forma se obtienen beneficios similares a los que se logran con actividad continua. Desde luego, que si las condiciones del organismo lo permiten, se puede aumentar el tiempo y la intensidad del ejercicio con lo que se obtienen beneficios adicionales para la salud.

Prevención
Para prevenir la obesidad se requieren programas tendientes a educar al niño y adolescente, enfocados principalmente a cambios de estilo de vida, hábitos y conductas alimentarias, en los que participe toda la familia guiados y coordinados por el médico. De manera que un programa de prevención de la obesidad seguro y efectivo deberá incluir medidas para que el niño y el adolescente puedan evitar el exceso de peso, cambiar sus estilos de vida y las conductas alimentarias, promover el ejercicio, evitar la discriminación, aceptar su cuerpo y mejorar la autoestima. Se debe estimular la ingestión de los cinco grupos de alimentos de la pirámide alimentaria, con adecuado balance de proteínas, grasas carbohidratos y agua natural, en horarios regulares con tamaño de porciones y colaciones suficientes respondiendo a las señales de hambre y saciedad, de preferencia en familia, en ambiente positivo, enseñarlos a relajarse y disfrutar de los alimentos.

Es necesario promover el ejercicio estimulando el movimiento y mantenerlo activo de menos durante una hora al día. Reducir el sedentarismo limitando el ver televisión, los videojuegos y la computadora a menos de dos horas por día. Reemplazarlo por actividades al aire libre como caminata, trote, paseos en los jardines o parques, subirse a los juegos, columpios y volantines, andar en bicicleta organizar carreras. Identificar habilidades especiales para deportes individuales o de equipo y fomentarlas; el éxito en los deportes abre múltiples posibilidades, estimula el autocuidado, la disciplina, la aceptación por otros y la autoestima. Las oportunidades para el ejercicio, la actividad física y los deportes deben estar disponibles no sólo en la casa y con los amigos, sino también en las escuelas y la comunidad. Conforme el niño madura y se da cuenta de sus posibilidades, de sus destrezas y éxitos, entenderá que el ejercitarse y estar en forma está íntimamente relacionado con el bienestar y la salud a largo plazo.

En la medida que el niño y el adolescente aceptan y aplican los cambios en el estilo de vida y los hábitos de alimentación y notan los cambios en su cuerpo, también cambia su percepción del entorno y quienes lo integran. Por lo tanto, el tratamiento exitoso y la prevención de la obesidad y el sobrepeso mejoran la autoestima del enfermo.

Propuesta para la prevención y control de la obesidad y sobrepeso en niños y adolescentes a nivel nacional
Como se ha mencionado en el escrito las principales causas son cambios en los hábitos de alimentación, y modificaciones en el estilo de vida. Las estrategias para prevenir y controlar la obesidad en el país deberán dirigirse a cambiarlas o combatirlas. La tarea no es fácil, se requiere crear consciencia del problema en todos los sectores involucrados, tanto de la magnitud del problema como en las consecuencias para la salud y el impacto en la economía familiar y nacional al incrementarse las enfermedades asociadas a la obesidad y el sobrepeso, que son de evolución crónica, que requieren tratamientos –algunos de por vida- costosos, con frecuencia hospitalización y que deterioran la calidad y acortan la esperanza de vida.

Si los cambios se han dado en lapsos relativamente pequeños ha sido por el fuerte impacto de la publicidad en la población de todas las edades, en prácticamente todo tipo de medios de difusión, promovidos por las empresas transnacionales productoras y comercializadoras de alimentos, específicamente de comida rápida como hamburguesas, pizzas, pollo, sopas instantáneas y otros alimentos precocidos o listos para servirse y refrescos, que son parte de la “transculturación” e invasión de hábitos y costumbres que ha sufrido la sociedad mexicana por otros países, principalmente los EUA.

Se ha anotado que en años recientes el consumo de carbohidratos es mayor que el de grasas y forma parte importante en la génesis de la obesidad y el sobrepeso, por lo tanto, merece mención especial el consumo de refrescos embotellados –fuente importante del exceso de calorías que ingieren estos enfermos- que han sustituido en un gran porcentaje al consumo de leche y agua, y en el cual los mexicanos sólo somos superados por los estadounidenses; en el consumo de coca-cola somos campeones según reporte periodístico que se agrega a continuación:

“De acuerdo con analistas, el éxito de Coca-Cola en México, con ventas de unos 2 mil 400 millones de cajas-unidad, se debe a sus bajos precios y a que en algunas partes del país es más fácil de conseguir que el agua. Según diversos cálculos, México tiene un consumo per cápita anual de leche de 82 litros, contra 150 de refresco.”
Fuente(s):http://www.mxl.cetys.mx/deptos/vinc/bc/s... Reuters. Mayo 5-2004

Si se toma en cuenta que el consumo de refrescos, en total suma 300 millones de cajas al año en el país, que el valor del mercado mexicano de refrescos asciende aproximadamente a 15 mil 500 millones de dólares, que existen más de 230 plantas embotelladoras en el país que atienden más de un millón de puntos de venta, que el principal punto de venta del refresco en México es la pequeña tienda donde se realiza 75 por ciento de las ventas de refresco, que 24 por ciento se comercializa en restaurantes, clubes, discotecas y hoteles, y sólo uno por ciento en tiendas de autoservicio, resulta evidente que los intereses de los grandes capitales son un obstáculo enorme para implementar restricciones en la publicidad y venta de este tipo de bebidas. Y se explica el porque no progresaron las iniciativas de ley en las cámaras y la propuesta de la Secretaría de Hacienda en el sentido de gravar con impuestos mayores la producción de refrescos y la propuesta en el Senado de la República en octubre de 2005 para reformar el articulo 115 de la Ley General de Salud y el 49 de la Ley Federal de Protección al Consumidor a fin de regular en los medios de comunicación la publicidad de los alimentos “chatarra.”

La Secretaría de Salud, La Secretaría de Educación Pública, el IMSS con su programa PREVENIMSS y algunas ONG, han iniciado campañas publicitarias informando del incremento de la obesidad y su comorbilidad con las consecuencias para la salud, pero no son suficientes. Se deben reforzar y multiplicar esfuerzos coordinados por la Secretaría de Salud como Institución responsable de preservar la salud de la población.

Se deben formar y capacitar grupos ex profeso para realizar campañas de presentaciones con material de apoyo y nivel de entrega adecuado a los diversos grupos y edades de la población -sana, en riesgo y enferma-, en las escuelas, universidades y centros de trabajo, resaltando los peligros del sobrepeso y la obesidad, el beneficio de su control y prevención, las ventajas del consumo de alimentos “sanos”, frutas, vegetales, agua y la promoción del ejercicio en todas las edades. Este material en forma de presentaciones en CD o DVD debería también exhibirse continuamente en las salas de espera de todos los hospitales y clínicas del sector público y privado, en los bancos y oficinas gubernamentales, en los cines y en todos los sitios de reunión que sea posible.

Finalmente, seguir el ejemplo de otros países y legislar para que se regulen o prohíban los anuncios publicitarios en televisión, que fomentan el consumo de comida rápida y refrescos en horarios infantiles, sin anteponer los intereses económicos y la corrupción, a la salud de los niños y adolescentes de México.