Regresa
INTRODUCCIÓN
La Medicina de Urgencias concebida como un cuerpo
doctrinario, estructurada dentro de la organización hospitalaria
moderna, fue concebida y desarrollada hace relativamente pocos años.
Los servicios de urgencias bien estructurados y con
personal adecuadamente entrenado, se iniciaron en los EUA a principios
de los años 60 del pasado siglo. En el año de 1968
se organizó el “American College of Emergency Physicians”
(ACEP). Poco tiempo después se desarrollaron las primeras
residencias para preparar especialistas en este campo y se estableció
el “Board” (Consejo) para la certificación de
estos profesionistas. Paralelamente se desarrollaron programas de
la especialidad en los hospitales universitarios. La propia organización
promovió programas de Educación Médica Continua
así como sistemas de auto-evaluación y dio origen
al “Journal of the American College of Emergency Physicians”
y publicó diversos libros sobre el tema.
Por último el propio Colegio impulsó
el mejoramiento profesional de las enfermeras de los servicios de
urgencias y la creación de la Asociación de Enfermeras
a las que se incorporaron aquellas que trabajaban en este campo.
Algunos años después estos conceptos
y sistemas de organización, fueron introducidos a México
y se desarrollaron progresivamente. En muchas instituciones públicas
y privadas han alcanzado altos niveles de organización, equipamiento,
preparación del personal médico y paramédico
acorde con el progreso cognoscitivo y tecnológico de la Medicina.
Estos servicios tienen capacidad de atender la gran gama de problemas
en Urgencias que van desde condiciones que ponen en peligro la vida,
hasta aquellos padecimientos que sin ser graves requieren la atención
inmediata al presentarse el enfermo al servicio.
El Comité de Trauma del “American College
of Súrgenos”, sostiene que: “cualquier paciente
no importando su tipo de afección, que acude a un servicio
de urgencias, tiene el derecho de recibir una atención rápida,
cortés y competente, no importando el horario en el que se
presente el enfermo.
El mismo Colegio fue quien por primera vez estableció
el concepto que los Servicios de Urgencias y su personal, debían
formar parte del cuerpo médico y de la organización
de los hospitales. De ahí se desprendió la idea de
incorporar a estos servicios en los estándares de la “Joint
Comisión” para la certificación de hospitales.
Los posteriores aportes del “American College
of Surgenos” como el programa del ATLS, ha tenido un importante
impacto a nivel mundial y ha influido igualmente en mejorar las
capacidades de respuesta de los Servicios de Urgencias.
I. ANTECEDENTES Y BASES ÉTICAS DE LA MEDICINA
Se ha considerado en la medicina occidental que existen cuatro
principios que definen el comportamiento ético en la atención
a la salud, a saber:
a) El respeto por la autonomía
b) La procuración del beneficio
c) Evitar un mayor daño
d) Procurar la igualdad (justicia)
Estos cuatro conceptos son aplicables de acuerdo
a los problemas que surgen en casos médicos concretos, pero
ninguno en sí tiene mayor jerarquía que otro.
No nos ocuparemos del análisis de estos cuatro
principios generales de la ética médica, que ya han
sido tratados previamente en este seminario por el Dr. Norberto
Treviño.
Es evidente que los principios básicos de
ética médica son aplicables a la medicina de urgencias
y por tanto lo que mas nos interesará, es evaluar las peculiaridades
de las problemáticas éticas a las que se enfrenta
el médico en estas circunstancias.
La revisión que a continuación presentaremos,
se trata de una síntesis de un extenso documento que en 1994
el Comité de Ética del “American College of
Emergency Physicians”, publico como una guía para los
residentes de esta especialidad.
El comité lo integraron 12 connotados miembros
de dicha Academia y constituye un documento obligado de consulta
por su extensísima información, planteamiento de casos
clínicos concretos con dilemas éticos a resolver y
un cúmulo de información de gran valor para el tema
a tratar.
II. APLICACIÓN DE LA ÉTICA EN LA MEDICINA
DE URGENCIA
Una de las características que hacen diferente
a la medicina de urgencias de la mayor parte de las especialidades
médicas, es que a menudo además de las complejas patologías
a los que el médico de urgencias se enfrenta, no ha tenido
tiempo suficiente para familiarizarse con su enfermo y cuenta con
muy poco tiempo para tomar decisiones diagnósticas o terapéuticas;
estos dos factores traen consigo serios conflictos de índole
ética en muchas circunstancias.
Ante este planteamiento autores como Jonsen, Siegler y Winsdale,
propusieron un esquema para abordar los problemas de índole
médica:
a) Indicaciones médicas
b) Preferencias del paciente
c) Calidad de vida
d) Características contextuales
a) Indicaciones médicas.
Se refiere a los aspectos de diagnóstico
y tratamiento y como estos deben elegirse desde las mejores perspectivas
para el bienestar del enfermo, es decir seguir protocolos que
la experiencia ha validado, con el fin de estandarizar los sistemas
de diagnóstico y tratamiento, en una palabra aplicar principios
de medicina basada en evidencias.
b) Preferencias del paciente
Es fundamental que los médicos respeten
los puntos de vista de los enfermos siempre que esto sea posible.
c) Calidad de vida
Parte del principio que para iniciar cualquier
intervención, se debe buscar la calidad de vida siempre
desde el punto de vista del enfermo y no se considera ético
que el médico imponga a ultranza sus criterios
d) Factores contextuales
Se refieren a que es indispensable además
de lo anterior, tomar en cuenta factores como: los deseos de la
familia, los aspectos legales, las consecuencias que la decisión
tendrá en los demás, incluyendo a los integrantes
del equipo de salud y los impactos socioeconómicos para
el enfermo o la familia.
En el marco teórico este modelo es muy completo, pero no
siempre aplicable en situaciones de una urgencia médica,
por tal motivo Iserson ha diseñado otro tipo de modelo, basado
en los siguientes argumentos:
a) Ante un enfermo determinado, donde las decisiones diagnósticas
o terapéuticas tienen implicaciones éticas, que pueden
resolverse aplicando reglas previamente establecidas, en este caso
se recomienda que el médico siga la regla.
b) La siguiente posibilidad para abordar un problema ético,
puede resolverse en caso que el médico requiera y cuente
con tiempo para valorar las diferentes opciones diagnósticas
o terapéuticas, sin poner en riesgo al enfermo, en este caso
se recomienda seguir esta opción.
c) Si ninguna de las dos opciones puede resolver el problema se
sugiere seguir los siguientes pasos:
Imparcialidad. ¿ Considera que las decisiones a tomar serían
las mismas que si usted estuviera en el lugar del enfermo?
Universalidad ¿Tomaría las mismas decisiones en un
caso similar?
Justificación interpersonal. ¿Estaría usted
en posición de defender sus criterios ante otros colegas
públicamente?
III. ASPECTOS RELACIONADOS A LA AUTONOMÍA DEL ENFERMO
A. Consentimiento informado
El respeto a la autonomía requiere nuestro
reconocimiento del derecho que tienen las personas a tomar sus decisiones
en forma independiente y hacerlo de acuerdo a sus valores personales
y creencias. Sin embargo una persona no puede tomar una decisión
si no tiene la información necesaria. Por tal motivo el consentimiento
informado se basa en dos obligaciones del médico: a)
El deber de liberar la información objetivamente
b) Obtener el consentimiento del enfermo
En la medicina de urgencias a menudo es indispensable
obtener la autorización para realizar algún procedimiento
diagnóstico o terapéutico, lo cual se realiza siguiendo
las normas generales. El problema surge cuando el enfermo lo rechace,
cuando el enfermo es un menor de edad y en casos que se desea incluir
al paciente en un protocolo de investigación. Éticamente
el consentimiento informado es un deber ineludible, pero además
es una obligación médico-legal, salvo en algunas situaciones
de excepción. Para obtener el consentimiento se requiere:
a) Información
b) Comprensión
c) Voluntariedad
En EUA la Corte Suprema de NY desde, 1914 sostuvo
que toda persona adulta y en buen estado de salud mental, tiene
el derecho a determinar lo que se puede hacer o no en su cuerpo
y si un cirujano efectúa un procedimiento sin su consentimiento,
se considera que lo esta agrediendo y está en posición
de ser demandado legalmente. Bajo este principio el enfermo tiene
legalmente el derecho de rehusar un determinado tratamiento médico
medico o quirúrgico. Desde 1972 las
disposiciones legales en Norteamérica, diferenciaron lo que
resulta legalmente de hacer un procedimiento no autorizado y lo
que representa efectuar un procedimiento autorizado, pero sin haber
explicado adecuadamente los riesgos, esto último es catalogado
como una negligencia médica.
Las reglas ante las urgencias.- Legalmente en casos de urgencia
el consentimiento informado tiene algunas excepciones cuando el
enfermo está inconsciente o cuando el tipo de urgencia requiere
acción inmediata, de lo contrario, la vida del enfermo puede
ponerse en riesgo. En estos casos el médico y el equipo de
salud actúan ante el imperativo moral de “beneficio”,
al actuar en el mejor de los intereses del enfermo. Consentimiento
sustituto.- Esta regla aplica cuando el paciente es incapaz de dar
el consentimiento debido a su estado físico o mental, y en
estas situaciones el familiar más cercano es quien puede
otorgar el consentimiento. Consentimiento implícito.-
Se le define como la inferencia lógica en relación
a la conducta del enfermo, en el sentido que el paciente está
solicitando el tratamiento. Sin embargo, es recomendable solicitar
el consentimiento, cuando los riesgos son altos. Rechazo
al tratamiento.- Cuando un enfermo rechaza un tratamiento y está
en condiciones físicas y mentales para hacerlo, el médico
está obligado a informar adecuadamente sobre todos los riesgos
que la decisión del paciente al rechazar el tratamiento puede
acarrearle. Al igual que en el consentimiento, el rechazo debe respetarse
y no debe hacerse coerción al paciente, si se le ha informado
debidamente B. Capacidad del enfermo para la toma de decisiones
Cuando un enfermo recurre a un servicio de urgencias,
se establece de inmediato una relación médico-enfermo
y esta relación lleva implícitas obligaciones éticas
y legales por ambas partes. Recordemos que la autonomía
del enfermo está basada en:
a) El principio ético del respeto a su autonomía
b) El derecho legal a su autonomía
Ambos conceptos giran en torno al principio que sus decisiones están
basadas en que busca sus mejores intereses. La obligación
del médico es la de proteger a sus pacientes, y al proponer
determinado tratamiento, estará implícito que es en
su beneficio; aquí es cuando pueden entrar en conflicto las
propuestas del médico con las decisiones que toma el enfermo
basadas en su autonomía. En esta situación el médico
tiene el deber ético de valorar adecuadamente si el enfermo
tiene la capacidad de tomar determinada decisión.
Para saber si en realidad un enfermo tiene esta capacidad, deben
tomarse en cuenta los siguientes puntos:
a) ¿ Considera que tiene los atributos para la toma de decisiones
por sí mismo ?
b) ¿ El enfermo entiende cual es la situación médica
y el pronóstico, la naturaleza de la evaluación o
cuidados recomendados, las alternativas, los riegos y beneficios
y las consecuencias mas probables de acuerdo a la decisión
que tome ?
c) ¿La decisión del enfermo es estable a través
del tiempo y es consistente con sus metas o valores en la vida?
El concepto legal sobre la capacidad para la toma
de decisiones.- La ley contempla que se requiere tener capacidad
mental suficiente para apreciar la naturaleza y consecuencias de
estos derechos legales o responsabilidades; tal es el caso cuando
se hace un testamento o un contrato, el someterse a un juicio o
tener la patria potestad de un menor. Cuando
hay un fallo legal que determina que una persona es incompetente,
se nombra a un tutor por parte de un juez y en estos casos suele
ser legalmente aceptado para otorgar o rechazar el consentimiento
informado. ¿Cómo debe actuar
un médico si conoce que su paciente no esta capacitado para
tomar decisiones? La respuesta es: depende de la rapidez con que
debe tomarse una decisión médica y si tiene información
suficiente sobre el enfermo. Cuando el paciente legalmente está
incapacitado para la toma de decisiones, deberá apoyarse
en el tutor legalmente autorizado. Si la vida del enfermo o un órgano
o miembro dependen de la rapidez con que actúe el médico,
ética y legalmente debe actuar aún sin consentimiento.
C. Tratamiento a menores
Normalmente el consentimiento para el tratamiento
a menores debe obtenerse de los padres o de quien tenga la patria
potestad. Así pues el médico debe actuar basado en
el principio de beneficio sobre el de la autonomía. En ocasiones
en menores adolescentes, puede haber un conflicto entre los deseos
del enfermo y los de los padres. Además
existen ciertos tópicos como el abuso de drogas, el embarazo,
el aborto, el abuso o el abandono de menores, donde el médico
de un servicio de urgencias debe conocer los pasos a seguir desde
el punto de vista legal, que varía de un país a otro
y en el caso de México de una entidad federativa a otra.
En algunos estados de la Unión Americana,
la ley contempla que algunos menores emancipados de sus padres,
casadas menores embarazadas o menores en servicio en las fuerzas
armadas, pueden dar su consentimiento o rechazo para un tratamiento
sin la participación de los padres. Otro
aspecto muy delicado es que los menores tienen el derecho a la privacidad
y a la confidencialidad. Al médico se le pueden presentar
dilemas éticos al llegar el menor acompañado por sus
padres y estos exigir toda la información que el médico
ya posee y el menor ha manifestado que no quiere que se libere.
En estos casos es aconsejable que el médico tome la decisión
basado en la búsqueda del máximo beneficio para el
enfermo. D. Decisiones previas
Se trata de un documento escrito y notarialmente
legalizado, donde el paciente mientras tiene sus capacidades físicas
y mentales, decide qué tratamientos desea o rechaza a futuro,
cuando no tenga las capacidades para liberar el consentimiento,
ante determinada enfermedad. En EUA esta ley
de carácter federal, es efectiva desde 1991 en 45 estados.
Tal es el caso del paciente que ha manifestado que rechaza maniobras
de resucitación en una enfermedad terminal, que solo van
a prolongar su agonía y sufrimiento. Por otra parte, el enfermo
tiene el derecho de revocar este tipo de decisiones en cualquier
momento, aún cuando sobrevenga la urgencia. Es
muy importante que todos los departamentos de urgencia tengan guías
muy claras de cómo deben actuar ética y legalmente,
ante estas circunstancias. Los límites de la reanimación
Se considera ética y legalmente aceptable
cumplir con los deseos de un enfermo de evitar las maniobras de
resucitación ante enfermedades terminales, sin embargo el
médico debe tener todos los elementos médicos, legales
y éticos sobre cada caso en concreto. Cuando
haya dudas sobre los deseos del enfermo, la existencia y legalidad
de un documento, el médico debe iniciar las maniobras de
resucitación sin ninguna duda.
IV. DECISIONES SOBRE LA TERMINACIÓN DE LA VIDA
A. Los límites de la reanimación
Se trata de un tema muy controversial, ya que existen
muchas situaciones donde aún deben definirse con claridad
las ventajas o desventajas de la reanimación. La “American
Heart Association” sugiere los siguientes criterios para suspender
las maniobras de resucitación: a) Cuando no se restablece
la circulación a pesar de adecuadas maniobras de BLS y ALS
b) Cuando no se espera ningún beneficio de las maniobras
de BLS ni ALS debido al deterioro de las funciones fisiológicas,
a pesar de las acciones terapéuticas máximas (sepsis
masiva, choque cardiogénico, etc)
c) No se han reportado sobrevivientes de casos similares en ningún
estudio bien diseñado.
Por otra parte, hay quien afirma que en casos como
los mencionados existen excepciones, como sería el caso de
los deseos del enfermo o su familia para prolongar la vida por unas
horas o unos días y permitir al enfermo despedirse de sus
seres queridos. Por todo lo dicho se considera que en casos dudosos,
el médico éticamente debe aplicar las maniobras de
reanimación.
V. LAS RELACIONES MEDICO-PACIENTE
A. Confidencialidad
Los enfermos confían en su médico y
asumen que este nunca revelerá la información sin
su expreso permiso. Por mucho tiempo el médico ha asumido
esto como una responsabilidad de alto contenido ético y el
enfermo lo considera como un valor implícito en la relación
con su médico. Todo ello permite que la información
que proporcionan el enfermo o sus familiares al médico, fluya
con más facilidad y precisión, lo que es esencial
para el diagnóstico y tratamiento. De esta forma la relación
entre el médico y el enfermo se refuerza, les da autonomía
y una relación emocionalmente indispensable para el ejercicio
de una buena medicina. Este es uno de los valores
éticos contemplado en la medicina antigua como lo atestigua
el juramento Hipocrático y los diferentes códigos
de ética modernos. Sin embargo, existen diferentes excepciones
en las que el médico puede verse obligado a revelar información
en beneficio de terceros o por mandato judicial. Citamos a continuación
las principales circunstancias en las que el médico debe
proporcionar la información: 1.- Reportes relacionados
a las leyes generales de salud tales como:
a) Estadísticas vitales (certificados de nacimiento o muerte)
b) Enfermedades contagiosas de reporte obligatorio
c) Abuso de niños o de ancianos
d) Heridas ocasionadas en actos criminales
e) Envenenamientos
f) Pérdida de la conciencia
2.- Procesos legales
3.- Informes médicos a las compañías de seguros
4.- Protección a terceros a quien la enfermedad del paciente
puede ocasionarles daño.
B. El decir la verdad y la comunicación
El médico en general y el especialista en
urgencias en particular, a menudo se ven obligados a comunicar a
sus enfermos noticias desagradables sobre el pronóstico de
su enfermedad.
De esta forma se considera que el decirle la verdad al enfermo tiene
más beneficios que daños, pero esto varía mucho
según las creencias y cultura de las diferentes comunidades
y en muchos países se sigue considerando que las malas noticias
se le comunican a la familia y no al enfermo.
C. Compasión y empatía
Ignorar los sentimientos emocionales del enfermo
y la familia los deja insatisfechos y en el caso del médico,
en el mejor de los casos, ignorante de las perspectivas del enfermo.
La compasión y la empatía mejoran la satisfacción
del enfermo y del propio médico, promueven la buena comunicación,
minimizan los conflictos y maximizan la confianza en el diagnóstico
y el plan de tratamiento. VI. TÓPICOS RELACIONADOS
A LO JUSTO
A. Racionalidad en la atención a la salud
La justicia distributiva es un principio básico
de la ética médica. Este concepto implica que la justicia
distributiva requiere igualdad, pero no necesariamente adjudicación
igual de los recursos para la atención a la salud, sin embargo,
Daniels sostiene que la distribución igualitaria impone que
no haya barreras a la información, barreras financieras o
anomalías en la distribución de recursos, que impliquen
un mínimo de calidad en la atención a la salud.
Además de estas consideraciones, no podemos
olvidar que los médicos tienen una enorme influencia en los
gastos para la atención a la salud, porque son ellos quienes
deciden cuales son los recursos necesarios para el diagnóstico
y tratamiento de los pacientes. Lo importante
es que el médico nunca pierda la óptica que su obligación
ética es la de tomar las decisiones que repercutan en los
mejores intereses de los enfermos. Sin embargo, a menudo el médico
se enfrenta a la disyuntiva de decidir si determinado tratamiento
tendrá un beneficio para el enfermo y si este beneficio será
marginal, no tendrá ningún beneficio o provocará
un mayor daño. En muchos casos y particularmente en la medicina
privada, el médico en el servicio de urgencias se verá
aprisionado por factores externos como: la capacidad de pago, la
cobertura de los seguros médicos, los límites del
tipo de seguro, la demanda de una segunda opinión y cuando
se enfrenta a situaciones en hospitales tanto públicos como
privados que no cuenten con los insumos y tecnologías necesarias
para el diagnóstico y tratamiento óptimos. A.
Obligaciones (el deber)
En los servicios de urgencia tanto públicos
como privados, es un deber ético evaluar a todo paciente
que acuda al servicio, independientemente que tenga o no derecho
a la institución. En caso que el estado del enfermo sea crítico,
deberá recibir la atención necesaria mientras su vida
peligre. Esto no es solo una obligación ética, sino
una situación contemplada por la ley en nuestro país.
B. Aspectos morales en las contingencias médicas (desastres)
En los casos donde llegan a un servicio de urgencias
varios pacientes accidentados, el “triage” es un concepto
fundamental para establecer los estudios y tratamientos indispensables
para cada enfermo y jerarquizar la gravedad de cada caso. El
principio ético en estos casos, es proporcionar el máximo
beneficio al mayor número de enfermos. Una pregunta que a
menudo se establece es: ¿ Debe haber una diferencia en la
atención basada en criterios de edad o nivel social?
En Seattle en los EUA hace algunos años se
presentó un serio dilema a un comité médico
y a un segundo comité no médico, para que decidieran
que individuos de una lista debía someterse a diálisis
renal que en ese tiempo era un recurso escaso. La decisión
del comité médico estuvo fundamentado en quienes de
la lista tendrían el máximo beneficio del tratamiento,
mientras que el segundo comité integrado por no médicos,
basó su decisión en elegir a los candidatos con mas
productividad en sus trabajos y para el sostén de su familia.
El resultado fue que la diálisis la recibieron hombres de
la clase media blancos. En realidad fue obvio que éticamente
este comité agredió a los pobres, a las mujeres y
a las minorías, lo que representa una falta de ética
que sería difícil de aceptar en nuestros días.
D. Investigación
El Código de Nuremebrg y el Reporte Belmont dieron las bases
para desarrollar los principios éticos en la investigación.
Mucho de este esfuerzo de gobiernos y organizaciones profesionales
internacionales se debieron a las atrocidades de experimentos médicos
de los Nazis durante la II Guerra Mundial y el estudio Tuskege sobre
sífilis realizado en los Estados Unidos sin seguir los más
elementales principios de ética. A pesar
de ello, periódicamente aparecen informaciones de protocolos
de investigación en los que participan seres humanos, donde
los principios básicos de la ética a que hemos hecho
referencia, son vulnerados en diferentes grados. No esta totalmente
definido si esto corresponde a un aumento en las faltas a los principios
éticos o se debe a una mayor conciencia de la comunidad médica
y una mejor vigilancia en las instituciones donde se desarrolla
investigación. Médica.
VII. ENSEÑANZA
Es una obligación de los médicos involucrados
en instituciones médicas educativas, asegurar que las futuras
generaciones sean educadas debidamente para mantener la continuidad
y progreso médicos.
Los especialistas en la Medicina de urgencias tienen la obligación
de poseer los conocimientos necesarios, tener un comportamiento
adecuado y desarrollar las habilidades indispensables para atender
a los enfermos. Es fundamental para lograr
estos propósitos, que los programas educacionales de los
servicios de urgencias establezcan un programa equilibrado entre
las asignaciones graduales a los médicos en formación
y los derechos del enfermo a ser tratado por un médico con
todas las capacidades. Estos principios éticos
fundamentales deben aplicarse celosamente, no importa el tipo de
institución (pública o privada) y por tanto del nivel
social de los enfermos que a ellas asisten. Debemos incorporar este
concepto ético firmemente, que desgraciadamente en el pasado
y aún en el presente, en los enfermos indigentes o de bajos
recursos las reglas éticas no se aplican o se aplican con
manifiesta laxitud. Los sistemas de entrenamiento
en los servicios de urgencia no siempre son fáciles como
es el caso de la intubación, la colocación de sondas
torácicas o catéteres centrales, porque además
de su dificultad intrínseca, generalmente esto se hace bajo
condiciones donde la vida del paciente está en peligro y
por lo tanto, se debe actuar con rapidez. El
uso de los maniquíes si bien es un sistema útil, es
un sistema imperfecto. Existen también controversias de índole
ética en el uso de animales para estos propósitos
así como en humanos recientemente fallecidos. En cuanto a
los animales, existen normas éticas perfectamente establecidas
a las que debemos apegarnos. En cuanto a las
prácticas en un humano recién fallecido, se ha argumentado
que esto constituye una falta de cumplimiento respecto a la autonomía
del enfermo y por otra parte, los principios de empatía y
compasión, impiden solicitarle a la familia la autorización
para realizar estas maniobras en un momento de sufrimiento. En contraposición
hay quien afirma que el respeto a la autonomía está
basado en los principios de libertad que no aplican en un muerto
y en cambio al no hacerle ningún daño, mucho se gana
en la preparación del médico en formación y
esto redundará en beneficio de otros enfermos. También
se ha puntualizado que hay que distinguir entre procedimientos desfigurantes
y no desfigurantes.
CONCLUSIONES
Debemos aceptar que la Medicina de Urgencias ha representado
un enorme avance de la Medicina moderna durante los últimos
50 años y que esto ha traído un gran beneficio a los
enfermos y a la sociedad. La complejidad de su organización,
los recursos técnicos y humanos y el avance constante de
la Medicina, le han dado una gran dinámica, lo que requiere
una actualización constante de los protocolos de atención
a los enfermos. Todo esto, unido a las cambiantes
características de la sociedad en sus conceptos éticos
y legales, obliga a los integrantes del equipo de salud a tener
una preparación básica para conocer cual debe ser
su comportamiento ético. Además es indispensable tener
un conocimiento adecuado de los principios legales. De
todo esto se desprende que en la Medicina de Urgencias se requiere
mantener una actitud permanente de análisis y adaptación
a los cambios.
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10.- Pérez-Tamayo R.
Ética Médica laica
Fondo de Cultura Económica. El Colegio Nacional.
México 2002
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