Seminario
El Ejercicio Actual de la Medicina

EL MEDICO ANTE LA SOCIEDAD

Dr. A. Francisco J. Sámano Guerra

Regresa

"La medicina moderna está fundamentada en la ciencia, en tanto que la medicina medieval era
menos poderosa era más importante, pues se basaba en la ética."

John Herman Randall

Conforme la sociedad se mueve hacia una época basada en conocimientos, caracterizada por una gran riqueza en información, avances científicos, proliferación de la tecnología y una orientación corporativa, la profesión médica está siendo transformada. A pesar de ello el perfil de nuestra formación profesional continúa basado en el conocimiento y aprendizaje de las destrezas indispensables de diagnóstico y tratamiento, cuyo objetivo primordial sea el de ayudar al ser humano a recuperar su salud, prevenirle de enfermar así como brindar el apoyo espiritual y moral que le permita, tanto al individuo como a sus seres queridos, transitar con optimismo y esperanza o resignación a través de su padecer.

Prácticamente desde la fundación de nuestra profesión hemos dado por hecho la relación entre los pacientes y nosotros como un acto de autonomía mutua, fortalecido por la confianza, resguardado por la ética profesional y cobijado por la calidez del trato humano.

Entretanto descuidamos otros aspectos, permitiendo que a nuestras espaldas y a las de la sociedad se desarrollara un "monstruo corporativo", hoy conocido como el complejo industrial y comercial de la salud, cuyos intereses se cifran principalmente en el producto económico de la atención a la salud (1). De tal manera que actualmente interviene en su estructura:

  • La Industria Farmacéutica
  • La de Equipos Médicos y la de la Construcción.
  • Las Compañías Aseguradoras.
  • Las Agencias de Publicidad
  • Los Bufetes Jurídicos y de Contadores.
  • Las Asesorías Administrativas
  • Los Hospitales, los Laboratorios Clínicos y los Gabinetes de Diagnóstico

Los milagros de la medicina moderna, debido entre otros, tanto al desarrollo tecnológico como al considerable provecho por los intermediarios, cuestan caros. Esto la ha tornado en un mercado que resulta atractivo para los inversionistas, quienes a su vez la han transformado en un gran negocio (2).

En una época en la que se argumentan los límites de los recursos económicos, quienes pagan por la atención a la salud, -los patrones, los gobiernos y las compañías aseguradoras-, buscan estrategias para administrar los gastos, exaltando temas como la eficiencia y su relación con el costo. Otros hablan de la "medicina basada en la población" como el único modelo justificable, en donde la prioridad debe ser el grupo y no necesariamente el individuo (3,4). Generalmente quienes promueven este paradigma no son los pacientes; el enfermo y sus seres queridos sólo desean la mejor atención posible. Como consecuencia, el papel del paciente y su doctor, tradicionalmente los protagonistas centrales del acto médico, ha sido relegado a un plano no prioritario en donde las grandes decisiones los rebasan, éstas las están llevando a cabo los administradores y los empresarios. Los médicos, movidos por la ética de otorgar prioridad a los pacientes, nos encontramos atrapados en la mitad y obviamente descontentos.

Buscando una fórmula para intentar responder a este dilema, algunos estudiosos de la ética la encontraron inscrita en los orígenes del carácter de la profesión médica (5). La palabra profesión proviene del vocablo latín "professio", que significa hacer una declaración pública, declaración que además implica la fuerza de una promesa. A eso se debe que las profesiones estén integradas por grupos que han declarado de manera pública que sus miembros actuarán de cierta manera y que tanto el propio grupo como la sociedad podrán disciplinar al que así no lo hiciera.

Nuestra profesión debe ser primero, el guardián de un cúmulo de conocimientos que siendo en su origen intelectuales se complementan con la experiencia de la práctica diaria; conocimientos y experiencia que deberán a su vez ser transmitidos a las siguientes generaciones como parte del privilegio de ser sus maestros.

En segundo lugar, para poder mantener su integridad, nuestra profesión deberá establecer estándares para la enseñanza, la licenciatura, el entrenamiento de posgrado y la certificación del mismo. Su esencia debe residir en el autogobierno y en la rendición de cuentas por la conducta entre nuestros colegas. De no hacerlo así, nos arriesgamos a entregar su control en manos ajenas. Es por ello que en beneficio de la sociedad a la que servimos, los profesionales de la medicina tenemos la obligación de actuar como nuestros propios "vigilantes".

A los miembros de la profesión corresponde finalmente valorar el desempeño y el servicio que otorgamos por encima de la recompensa personal. Este estilo de vida profesional deberá ser transmitido a los alumnos y a todos los médicos jóvenes a través de nuestra propia conducta, con el ejemplo de todos los días. Habremos por tanto de enseñarlo más aún que cualquiera de los procesos de la administración de la medicina (6).

En los Estados Unidos de Norteamérica, en el año de 1990, el Consejo de Medicina Interna incorporó otros valores a los componentes tradicionales que conforman la esencia de los conocimientos y destrezas clínicas, y que hoy se consideran parte del requisito necesario para acreditar la personalidad del médico (7). El centro del profesionalismo, afirman, debe consistir, de todas aquellas actitudes y comportamiento que permitan mantener el interés del paciente por encima del interés personal del médico. El profesionalismo requiere que el médico aspire a la excelencia en las siguientes áreas:

  • Altruismo: implica que el médico esté comprometido a actuar en el interés de los pacientes, por encima del suyo propio.
  • Rendición de cuentas: significa que el médico debe responder ante los pacientes y la sociedad en temas que conciernen la salud pública.
  • Excelencia: a la cual se aspira con el compromiso del médico a toda una vida de constante aprendizaje.
  • Representación de los intereses del paciente: que tiene que ver con el deber fiduciario del médico hacia su paciente, ya que su relación está basada en la confianza.
  • Deber: por el que el médico se obliga a estar disponible y responder cuando se encuentre de guardia, aceptando el compromiso de servir a su profesión y a la comunidad. "
  • Honor e Integridad: significan que el médico se compromete en su interacción con los pacientes y sus colegas a actuar con honestidad, franqueza y justicia.
  • Respeto hacia los demás: demostrándolo a los pacientes, sus familiares, así como a los otros médicos y miembros de su equipo de trabajo incluyendo a las enfermeras, los médicos residentes, internos y estudiantes de medicina.

Todas ellas, al ser adoptadas por los preceptores y maestros pasarán a formar parte integral de sus actitudes, comportamiento y destrezas en la atención a los pacientes. La excelencia técnica y las pericias clínicas son aspectos clave del profesionalismo médico, pero no son más importantes que las cualidades cruciales de integridad, honestidad, respeto, compasión, honor y altruismo.

Para el buen funcionamiento de los principios que integran el profesionalismo médico se requieren adicionalmente tres elementos fundamentales (8):

1. La devoción al servicio de la atención médica
2. La profesión pública de sus valores y
3. El equilibrio de los valores profesionales en relación con los de la sociedad.

Junto con las actividades del sector privado, del público o del gobierno, el profesionalismo debe constituir la piedra angular de cualquier sociedad estable. Por esa razón, el profesionalismo es considerado como una fuerza estabilizadora y de protección moral en las sociedades (9).

No obstante, los cambios que se están generando en la atención a la salud, requieren considerar algunos otros aspectos que han sido omitidos y que deberán complementar el esfuerzo de un profesionalismo que sea relevante para la práctica actual de la medicina, por ejemplo (10):

  • Los Colegios, las Asociaciones y los Consejos, debieran requerir del médico más que recomendar, el servicio gratuito a los grupos más vulnerables de la población como uno de los requisitos para mantener su acreditación.
  • Las Asociaciones Profesionales, a través de formar alianzas entre ellas mismas y con grupos sociales, pueden alcanzar metas que ninguno lograría por separado.
  • En los programas de enseñanza en las Escuelas de Medicina se deben incluir conferencias sobre profesionalismo, para proveer además de las destrezas diagnósticas y terapéuticas tan importantes, aquellas relacionadas con la representación y defensa de los intereses sanitarios de la comunidad.
  • La profesión médica organizada debiese alentar y proteger entre sus propios miembros la conducta de la denuncia, para impedir la innecesaria y potencialmente nociva participación de individuos ajenos en la identificación y divulgación de los problemas.
  • Las organizaciones profesionales podrían ser persuadidas a expandir su agenda de actividades para dedicar tiempo y recursos al llamado cabildeo, participando en grupos de presión e influencia ante los legisladores y las autoridades, en representación de los intereses de los pacientes y los de la profesión médica. Habría que imaginar la respuesta del público si nosotros actuáramos en defensa de ellos, movidos por una amplia visión profesional, desinteresada pero preocupada por su bienestar.
  • Las Asociaciones, Sociedades, Colegios y Escuelas, así como los Hospitales de enseñanza, debiéramos adoptar políticas que tiendan a minimizar la influencia de la Industria Farmacéutica y la de sus representantes.

De una manera u otra, el compromiso implica que el médico debe hacerse presente en las tareas políticas de la atención a la salud en México. No parece haber alternativa, si los miembros de la profesión médica no nos comportamos con profesionalismo, estaremos poniendo en peligro el tradicional contrato social con el público. Sólo a través de ésta conducta podrá nuestra actividad merecer el respeto y la autonomía que la sociedad nos ha otorgado. De no apegarnos a estos principios, estaremos arriesgándonos a ser convertidos en "mercaderes" carentes de alguna filosofía (11).

Por otro lado, la profesión médica no debe oponerse a la participación del capital privado en las tareas de la atención a la salud de la sociedad, siempre y cuando éstas se lleven a cabo como un compromiso de solidaridad social, apegado a los principios del profesionalismo médico y con un respeto irrestricto a los derechos de los pacientes.

El llamado complejo industrial y comercial de la salud requiere más que una regulación de una reestructuración, en donde su objetivo principal sea el de rehabilitar su finalidad real, que sea no la de distribuir los beneficios más elevados a sus inversionistas sino la de innovar, crear riquezas, ofrecer productos y servicios que la sociedad necesite.

Sin embargo, en fechas recientes en México se reformó la Ley General de Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros (LGISMS), legalizándose con ello el establecimiento de las llamadas Instituciones de Seguros Especializadas en Servicios de Salud (ISESS), las que en otros países se han desarrollado mediante estrategias legales pero perversas, bajo el amparo de leyes de carácter mercantil, con el propósito fundamental de producir grandes dividendos a sus inversionistas en detrimento de la salud de la sociedad (12,14).

Estos modelos de atención a la salud conocidos en su país de origen, los Estados Unidos de Norteamérica, con el nombre de Medicina Administrativa (Managed Care), son corporativos por su propia naturaleza, terminología y orientación. Los valores corporativos se basan en: ganancias, competencia y responsabilidad hacia los accionistas. Todos ellos aunque respetables en el mundo de los negocios, no constituyen los valores de un médico. La ética profesional del médico incluye: servicio, representación de los intereses del paciente, altruismo y humanismo como principios fundamentales. El foco de su conducta debe centrarse en las necesidades de los pacientes y no en el acuerdo de negocios o en el contrato, ya que el primer objetivo en el que se basa su papel deberá ser la preservación de la confianza en su médico. La confianza es un principio fundamental de la relación entre pacientes y médicos, no únicamente por su valor teórico intrínseco, sino porque se encuentra en el centro mismo del acto terapéutico. Al crear conflictos de interés, al comprometer la lealtad del médico con su paciente, éstas empresas destruyen la confianza, vulnerando la esencia de la relación entre ambos (12, 13, 14).

Los intentos para transformar el binomio paciente-médico en una relación de negocios, amenazan no únicamente al médico como profesionista sino también al individuo como paciente. Esta es la real e intolerable amenaza por la que se ha desatado un movimiento para proteger los derechos del individuo enfermo. Con esta corriente se pretende no solamente preservar la relación médico-paciente en general, sino que se busca también eliminar los conflictos de interés financiero, que son los más amenazantes para el vínculo entre ellos.

La clave fundamental para comprender la importancia de los derechos del paciente en el modelo de atención a la salud conocido como Medicina Administrativa y sus variantes "tropicalizadas", que ya operan en varios países latinoamericanos, reside en captar la finalidad de éstos sistemas en transformar al paciente en un consumidos. Desde un punto de vista estricto, los individuos podrían ser identificados como consumidores de planes de atención a la salid, con la condición de que tuviesen la facultad de elegir una póliza tomando en consideración no sólo el costo sino la cobertura y la calidad de la misma. Sin embargo, la selección de uno de éstos planes de atención médica prepagada, habitualmente la hacen el patrón y no el empleado, y aún cuando no fuese el caso, la alternativa depende de la capacidad adquisitiva de cada sujeto, sin que éste pueda tomar en consideración la amplitud de cobertura ni tampoco la calidad.

Asimismo, también es fundamental distinguir que no es lo mismo ser un consumidor de un plan de salud, que ser un consumidor de atención a la salud. Prácticamente en cualquier circunstancia, es el paciente, el ser enfermo y vulnerable por su padecimiento o incapacidad y no el consumidor quien busca la ayuda del doctor. Por ello es que la relación entre el paciente y su médico (el que el paciente libremente elija), es una relación en la que la confianza es parte esencial (15).

A través de promover la protección a los derechos de los individuos enfermos, se pretende cambiar el poder, no de los médicos y hospitales hacia los pacientes, sino de las compañías aseguradoras, de las ISESS y de las instituciones de atención a la salud hacia los pacientes y sus doctores, que son los protagonistas centrales del acto médico. Si logramos promulgar una legislación al respecto, estaremos protegiendo a todos los miembros de la sociedad, no solo a aquellos que sean miembros de un plan de salud.

En México, los Derechos Humanos están protegidos por la Constitución Política, por la Ley General de Salud y por la adherencia de nuestro País a diversos instrumentos internacionales, de los cuáles el más conocido es la Declaración Universal de Derechos Humanos, emitida por la Organización de las Naciones Unidas en 1948 (16).

Los derechos del paciente han sido expresados en diversos documentos; el más difundido es el que fue adoptado por la 34a. Asamblea de la Asociación Médica Mundial en la ciudad de Lisboa en Portugal en el año de 1981, conocida por ello como la "Declaración de Lisboa". Estos derechos han sido recientemente enmendados a la luz de los principios de bioética en el año de 1995 durante la Asamblea Anual de la Asociación Médica Mundial realizada en Bali, Indonesia.

Los médicos en México, a través de sus Colegios legalmente constituidos y congregados en la Federación Nacional de Colegios de la Profesión Médica (FENACOME), tomando en consideración:

  • Que las condiciones actuales de nuestro Sistema Nacional de Salud así como las tendencias al futuro, señalan la necesidad de una reforma al mismo.
  • Que la salud toca los más profundos valores y derechos, los que tienen que ver con la dignidad humana.
  • Que la reciente reforma a la LGISMS en nuestro País, promueve el establecimiento de las ISESS, mismas que en otros países se han podido desarrollar basándose en estrategias legales pero perversas, transgrediendo los derechos humanos de los pacientes, y
  • Que la reglamentación para las ISESS, como propuesta por el Comité ad hoc integrado por miembros de la FENACOME y de las Academias Nacional de Medicina de México y Mexicana de Cirugía, como asesores para la Secretaría de Salud, y que fue elaborada con el propósito de garantizar la protección a los derechos de los pacientes, no se aceptó en algunos de sus aspectos esenciales, argumentándose conflictos con leyes de carácter mercantil bajo las que se encuentran amparadas las compañías aseguradoras.

El 11 de Noviembre del año 2000, durante la XXXI Reunión Anual de la FENACOME en la Ciudad de Campeche, unánimamente todos sus delegados, se pronunciaron a favor de promover ante la sociedad, las autoridades y el Poder Legislativo de la Nación, una iniciativa de Ley que a nivel de nuestra Constitución Política ampare los Derechos de los Pacientes, fortaleciéndose con ello el Derecho a la protección a la salud de los mexicanos.

Con ese propósito se elaboró y publicó un documento titulado La Declaración de Campeche, para ser presentado ante los Miembros del Honorable Congreso de la Unión, con el propósito de que sea enriquecido a través de un amplio debate público y legislativo.

La Reglamentación de estos Derechos deberá ser detallada posteriormente e incluir algunos aspectos fundamentales como son:

1. El derecho a una atención médica de buena calidad
2. El derecho a la libertad de elección
3. El derecho a la autodeterminación. Dentro de este deberán estar considerados los derechos de los pacientes en estado de inconsciencia y los de aquellos legalmente incapacitados
4. El derecho a la información, la cual deberá ser oportuna, completa y comprensible
5. El derecho a la confidencialidad
6. El derecho a la educación sobre la salud
7. El derecho a la dignidad
8. El derecho a la atención religiosa

Los integrantes de la profesión médica debiéramos estar de acuerdo en que se podrá llamar consumidores a quienes compren seguros médicos y miembros o derechohabientes a los que se afilien a planes de atención a la salud, pero por encima de todo debemos reconocer que el individuo enfermo que busca atención médica es un paciente con derechos que deben ser protegidos.

Una Legislación que proteja los derechos de los pacientes, puede y debe proteger también a los consumidores o miembros de seguros de atención. Pero el propósito fundamental deberá ser el proveer a todos los mexicanos con derechos elementales en el momento que más los necesitan, cuando se encuentran enfermos y necesitan atención médica.

Hoy que la práctica de nuestra profesión está siendo sometida a una profunda transformación, en donde los servicios de salud tanto privados como públicos transitan a través de una coyuntura entre pasado y futuro, marcada por reformas oficiales, por retos e innovaciones organizacionales y por un incremento en la presión social. Las recientes reformas a la LGISMS han despertado la codicia y alentado el interés lucrativo de un grupo de inversionistas nacionales y extranjeros, y también de médicos que quieren ser empresarios de organizaciones comerciales, anticipando la posibilidad de obtener cuantiosas ganancias, apoyados en la experiencia del modelo de salud administrada originado en los Estados Unidos de Norteamérica (17, 18). La ocasión y el campo en México son propicias ya que se avanza con una reglamentación que favorece los intereses mercantiles de estos negocios, poniendo en riesgo el futuro de la atención médica pública y privada.

Para quienes estamos convencidos que el paciente y su médico (el que el paciente libremente escoja), son los protagonistas de un contrato social y no uno de negocios; para quienes tenemos claro que no somos vendedores ni agentes económicos en un mercado libre; para quienes disfrutamos de independencia, autoridad y capacidad para autorregularnos; pero sobre todo, para quienes tenemos el invaluable privilegio de gozar de la confianza de nuestros pacientes, la que recibimos a cambio del compromiso de servir primero que nada a sus intereses, responsablemente y al menor costo posible; para todos nosotros es fundamental establecer una clara diferencia entre la práctica de nuestra profesión y cualquier otro acto que contribuya a vulnerar la relación entre el paciente y el médico (19).

Los médicos debiéramos deliberar e intervenir responsablemente y no excluirnos de participar en el diseño del futuro de la atención médica en México.

BIBLIOGRAFIA

    1. Relman, AS. The new medical-industrial complex. NEJM 1980; 303: 963-70
    2. Relman, AS. The health care industry: where is it taking us? NEJM 1991; 325: 854-59
    3. Hall, MA. Ethical practice in managed care: a dose of realism. Ann Int Med 1998; 128: 395-402
    4. Sheldon, GF. Professionalism, managed care, and the human rights movement. Bull Am Coll Surg 1998; 83: 14-33
    5. Jonsen, AR. Ethics in medicine. Professionalism. 1998, University of Washington
    6. Benson, JA. The burdens of professionalism, patients' rights and social justice. The Pharos/ Winter 2000; 4-9
    7. ABIM Foundation / ACP-ASIM Foundation. Medical Professionalism Project http:www.professionalism.org/mdpr2000/profess. htm
    8. Snyder, L and Povar, G. Medical ethics, Professionalism and the changing practice environment. Ethics and Human rights Committee, American College of Physicians. January, 1999
    9. Wynia, MK. Medical professionalism in society. NEJM 1999; 341: 1611-1616
    10. Rothman, DJ. Medical professionalism. Focusing in the real issues. NEJM . 2000; 342: 1283-1286
    11. Freidson, E. Professionalism and lstitutional ethics. The American medical . ethics revolution. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1999
    12. Sámano, AFJ. Los derechos de los pacientes en los nuevos modelos de atención a la salud. An Med Hosp ABC 2000; 45: 93-95

Regresa