Gaceta Facultad de Medicina UNAM
25 octubre 2006
Facultad de Medicina UNAM

CONFERENCIA MAGISTRAL DEL PREMIO NOBEL DE QUÍMICA 1995

La humanidad es causante de la devastación atmosférica

  • Mario Molina advierte que de no tomarse medidas los resultados serán catastróficos

Devastación de la atmósfera de la Tierra, agujeros en la capa de ozono polar y su descongelación, aumento de la temperatura del planeta, modificación del clima con efectos serios en la ecología, en la salud humana y en el sistema hidrológico, son algunos daños ocasionados claramente por la humanidad, dijo el destacado científico mexicano Mario Molina, Premio Nobel de Química 1995, en la conferencia que ofreció en el auditorio principal de esta Facultad de Medicina, en el marco del 90º aniversario de la Facultad de Química de la UNAM, de la cual es egresado.

En esta exposición, titulada “Impacto de las actividades humanas en la atmósfera”, luego de dar a conocer las predicciones científicas, advirtió que es responsabilidad de toda la humanidad contribuir ahora a evitar que se siga deteriorando la atmósfera, y el principal reto es cambiar las estrategias de consumo y hacer un uso racional de la energía, crear nueva tecnología y empezar a limpiar las ciudades.

Explicó que la humanidad ha contribuido al deterioro atmosférico a consecuencia de la emisión de productos químicos llamados clorofluorocarbonos (CFCs) que se usaron como refrigerantes, solventes y, sobre todo, como propelentes para latas de aerosol (sprays para fijador de pelo o desodorante), lo que aumentó la demanda y la producción industrial en la primea mitad del siglo pasado, y que comenzaron a acumularse en la atmósfera.

El precursor de la teoría del agotamiento del ozono por los CFCs y ganador por este trabajo del Premio Nobel de Química 1995, describió los estudios que se realizaron en este campo para identificar las propiedades químicas de los compuestos que desempeñan un papel esencial en la descomposición del ozono en la estratósfera, destrucción que ocasiona el paso de la radiación ultravioleta activa y que provoca cáncer en la piel y efectos dañinos en otros sistemas biológicos.

Asimismo, resaltó que tras ser testigo de los efectos de este deterioro, se llevó a cabo lo que él llamo el único caso exitoso de cooperación multilateral que revertirá los daños a la atmósfera, concretamente conocido como Protocolo de Montreal, en el que se estipuló que ya no se producirían CFCs a partir de 1995 en los países desarrollados, y que en los del Tercer Mundo se producirán hasta el año 2010, pero en cantidades muy pequeñas; México estaba incluido en estos últimos y, por fortuna, el año pasado se dejaron de producir.

También hizo referencia a los estudios realizados en el continente antártico, donde observaron que la cantidad de ozono empezó a bajar, y no sólo eso, sino que se había formado un agujero en la capa de ozono.

Mario Molina señaló que a pesar de esas medidas, la predicción es que seguirán existiendo CFCs en la atmósfera por muchos años, porque son muy estables y permanecen en el medio ambiente muchos decenios. Hoy día se puede ver que están atacando a la capa de ozono, pero se espera que poco a poco se difundan a la estratósfera, donde los descomponga la radiación solar de onda corta y se vuelva a recuperar esta capa de ozono, “también podemos estimar que de no haber protegido con esa medida, el número de casos de cáncer en la piel, aparte de la destrucción del ecosistema, sería hoy un problema muy serio”.

En esta oportunidad, el científico habló del efecto invernadero o cambio climático; en este caso advirtió que el balance térmico del planeta está siendo afectado asimismo por cambios en la composición química de la atmósfera a nivel global, debido a los gases de efecto invernadero que producimos, como la quema de combustibles fósiles (petróleo) y el bióxido de carbono que se genera y que, al igual que los CFCs, permanece muchos años en la atmósfera, así como a la cantidad de metano y de oxido nitroso.

En este punto se refirió a las predicciones científicas de no detener el daño. Dijo que el año 2005 se registró la temperatura más elevada de los últimos mil años y se sabe que seguirá aumentando, el promedio de cambio es de un grado Celsius o poco menos, pero si subiera cuatro o cinco grados estaríamos hablando de cambios de temperatura comparables a los que hay entre una época glacial y una interglacial, lo cual es muy preocupante.

Otras modificaciones en la temperatura ocasionan efectos en la salud, en la agricultura, en los bosques y en el ciclo hidrológico; incremento del nivel del mar, consecuencia del descongelamiento del Ártico, e impactos en zonas costeras. Los extremos de clima se están volviendo más comunes en los últimos años, al igual que la intensidad de los huracanes, como el caso de Wilma, Katrina y Stan, que tienen que ver con el cambio climático, debido a que su intensidad depende de la temperatura de la superficie de los océanos.

El pronóstico del panel de expertos en el que participa es que la temperatura promedio de la superficie de la Tierra cambie cierto número de grados al final del próximo siglo; estas probabilidades muestran cambios catastróficos; por ello, es necesario tomar las medidas necesarias para minimizar los riesgos y los científicos ya tienen alrededor de 20 medidas internacionales que ayuden a cambiar el panorama futuro, pero es necesario que participemos todos, concluyó el doctor Mario Molina.

MARIO MOLINA

Nació en la ciudad de México en 1943. Obtuvo el grado de ingeniero químico por la Facultad de Química de la UNAM en 1965, el posgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania, en 1967, y el doctorado en físico-química por la Universidad de California en Berkeley, en 1972.

Preside actualmente el Centro de Enseñanza Ambiental Mario Molina para estudios estratégicos sobre energía y medio ambiente, ubicado en la ciudad de México.

Es profesor de la Universidad de California en San Diego, donde es miembro del Departamento de Química y Bioquímica y del Instituto de Oceanografía Springs. Anteriormente fue profesor en el Instituto Tecnológico de Massachussets, de 1989 a 2004, profesor e investigador de la UNAM de 1967 a 1968, de la Universidad de California en Irvine de 1975 a 1979, y en el Laboratorio de Propulsión a Chorro, del Instituto Tecnológico de California, de 1982 a 1989.

Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias y del Instituto de Medicina de los Estados Unidos, de la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano, de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Academia de Ingeniería, de El Colegio Nacional y de muchas instituciones con gran prestigio.

Ha recibido numerosos galardones por sus trabajos, incluidos más de 18 doctorados Honoris causa y diversos premios internacionales, uno de ellos el Premio Nobel de Química en 1995.