Gaceta Facultad de Medicina UNAM
25 octubre 2005
Facultad de Medicina UNAM

El sexto sentido versus el sexo sentido

  • Foro de opiniones

Con opiniones sobre la sexualidad que afectan a los jóvenes de cara a la construcción de su identidad, tuvo el pasado 23 de septiembre en el auditorio “Dr. Alberto Guevara Rojas” de la Facultad de Medicina, el evento “Mujer que sabe latín” donde se trataron aspectos que provocaron controversia, confirmación y sorpresa entre los asistentes, pues quedaron al desnudo, sin tabúes, situaciones que sólo en los secretos más íntimos e impronunciables frente a la familia y la religión.

La doctora Gabina Villagrán Vázquez, de la Facultad de Psicología; el licenciado Andrés de Luna Olivo, escritor y crítico de cine, y la doctora Yuridia Rodríguez, de El Colegio de México, así como el moderador, doctor Fernando Castillo Nájera, de la Facultad de Medicina, formaron parte del programa mencionado presentado por la Secretaria de Servicios a la Comunidad y la Dirección General de Atención a la Comunidad Universitaria.

En distintas facultades de la UNAM se llevaron a cabo foros y mesas redondas, se presentaron películas, fotografías, libros, métodos anticonceptivos y juguetes eróticos; también hubo módulos y centros de atención a la salud sexual y talleres de defensa personal para mujeres que formaron parte del proyecto que tuvo lugar durante los días 26 al 30 de septiembre.

Con el tema “Sexto sentido versus sexo sentido” (inteligencia, mitos y realidades de la sexualidad femenina o “me gustas”, “me látex”, salud y sexualidad), la doctora Gabina Villagrán aludió a la energía biológica existente en el ser humano que lo mueve a tener contacto y atracción con otro ser, incluso de su mismo género. Sin embargo, dijo, la parte de la reproducción que se vincula con la sexualidad humana, criticada por los estudiosos, se contrapone con el deseo y el placer eróticos.

Existen diferencias sustanciales en la sociedad y la cultura que afectan la relación entre hombre y mujer y que tienen que ver con el ejercicio del poder. El debate es por la “genitalización” de la cultura que suministra de facto el poder y la inteligencia al hombre. También se analizaron las restricciones impuestas a las mujeres para ejercer su sexualidad, independientemente de los “roles” asignados a su género para ser madres, hijas, tías y, dentro de estos patrones, hay sanciones.

Por su parte, el licenciado Andrés de Luna habló sobre el requerimiento del hombre sobre todas sus exigencias. El siglo XX fue el del “feminismo”, del encuentro de la mujer con su corporeidad difundida de manera a veces radical, sobre su propia sexualidad. Relató algunos ejemplos del momento erótico y promiscuo femenino que se presentó en los guiones de televisión y literatura, el estilo brasileño del pubis sin vello, como parte de una moda que se inició en los años setentas, y que junto con películas pornográficas como Garganta profunda, donde la actriz Linda Lowles tuvo un éxito descomunal, produjo indignación entre las mujeres.

En la actualidad, según De Luna, “el que esté libre de gimnasios que tire la primera toalla”, en referencia a la costumbre de los espacios aeróbicos que las damas pusieron de moda al final del pasado siglo, para exhibirse. Un requerimiento ideal era inscribirse en un supermercado de superficialidad y, a la vez, de espiritualidad, como el yoga.

Otros ejemplos, ilustrados con reportes de mujeres egresadas de escuelas universitarias, cultas y de criterio amplio, que generalmente están “solas”, y que ejercen su sexualidad libremente sin requerir de la vida conyugal. Narró De Luna que estas damas visitan bares, conocen a hombres en condiciones similares y enfrentan el reto de tener una relación corta, muy lejos de plantearse la idea de la promiscuidad. Son responsables, pero en realidad buscan al hombre ideal o el sostén de la familia, pues generalmente tienen uno o varios hijos; asimilan así las aventuras de su soltería y alivian su carga de cristiandad.

Además indicó que es interesante ver a las mujeres en el terreno de los clubes de intercambio de parejas o swingers. Por un lado, está el eje único de la erección masculina ante las féminas que son reinas absolutas de permitirse un erotismo de gran amplitud, que lo mismo copulan que acarician y permiten ser observadas, sin preocuparse por las actitudes machistas que experimentan entre ellas sin el encasillamiento de ser lesbianas.

Con el tema “Las mujeres jóvenes y su vida sexual”, la doctora Yuridia Rodríguez se explayó extensamente sobre la autogestión de la mujer a construirse una vida de identidad de género. Por medio de entrevistas la psicóloga se adentró al mundo de las jóvenes y dijo que hay todo un sistema de símbolos, representaciones sociales y estereotipos; también hay una “reglamentación” social de qué se debe y qué no se debe hacer, con relación al placer.

Manifestó que la sexualidad sólo existe de acuerdo con sus formas sociales y como modelo normativo, hay condiciones de posibilidad en lo material y lo económico, para que se den las experiencias, e ilustró con algunos casos: -Lilia dice que un domingo fue a ver a su novio jugar fútbol, “de regreso no había nadie en mi casa, entonces nos metimos a bañar juntos”. Un poco el ejemplo de que estas jovencitas utilizan las casas para sus experiencias íntimas, ya sea la de los chicos o la de sus amigas, y en ocasiones la suya propia, como en el caso de Lilia, quien tiene una madre sumamente progresista y con un discurso bastante abierto-.

Otra de las chicas de entre 17 y 18 años de edad a quienes se hizo la encuesta, habla de un hotel “de paso”, así como de los viajes de graduación que promueven en algunas escuelas de potencial económico elevado, donde siempre hay un hotel y se da el encuentro en este espacio.

También se permiten, dijo Yuridia, configurar otras opciones de la vida sexual: “No es lo mismo la joven que no tiene dinero y ha de tener el encuentro sexual en los jardines o recovecos de la UNAM.

De tal forma que el espacio escolar es muy importante en la vida sexual y la construcción y reconstrucción de la sexualidad, por ser un lugar abierto, con discursos progresistas, con relación a su clase, su cuerpo y su erotismo, en contraste con la familia, que tiene discursos más conservadores de género y sexualidad, con información respecto a la fisiología de la reproducción y la menstruación, pero nada sobre anticonceptivos y el placer.