Gaceta Facultad de Medicina UNAM
25 octubre 2004
Facultad de Medicina UNAM

NUESTROS PROFESORES

“La Dirección de Enseñanza, consolidación de mi vocación docente”: Dr. José Guadalajara

  • Director de Enseñanza del INC

En mí existe una vocación docente desde hace muchos años y el hecho de que me nombraran director de Enseñanza fue un premio, porque he podido consolidar una vocación”, comentó el doctor José Fernando Guadalajara Boo.

Hoy, tras cinco años de desempeñarse como director de Enseñanza del Instituto Nacional de Cardiología (INC), el doctor Guadalajara, egresado de la Facultad de Medicina, en entrevista para la Gaceta, habló de su trayectoria como médico, profesor y funcionario del INC, del cual también es egresado como especialista, y de ello se siente orgulloso por la calidad humana que caracteriza a sus médicos, trabajadores y alumnos.

 

Doctor José Fernando Guadalajara

Nombrado director de Enseñanza desde 1999, José Fernando Guadalajara explicó que el orgullo no radica sólo en desempeñar el cargo, sino por lo que significa dentro de la estructura del INC:

“El Instituto es un centro donde hay de todo para hacer todo, aquí cualquier programa de enseñanza crece desde el principio hasta el final, porque se cuenta con toda la infraestructura tanto física como de personal y de equipo para desarrollar cursos de alto nivel. Esto es posible porque desde la creación del Instituto en 1944 se pensó en este concepto, concepto que fue una idea original del doctor Ignacio Chávez, en una época en que no había ninguno de este tipo en el mundo.”

Indicó que la diferencia que presenta el Instituto en comparación con un hospital es que cuenta forzosamente con labor asistencial, investigación y docencia al mismo tiempo, por lo que consideró y calificó que “nació bien nacido”, hecho que se refleja en los más de 2 mil egresados cardiólogos en todo el mundo, de los cuales la mitad se encuentran en la República y el resto en los otros continentes. Fue el primero, inclusive antes del de Bethesda, en Maryland.

“La medicina de los cuarentas es realmente la que formó toda la medicina contemporánea en nuestro país. Ahí se formaron los institutos, ahí se formó el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y, desde luego, todo aquello nació fundamentalmente del Hospital General de México. El gran catalizador de todo este movimiento académico y científico fue el doctor Gustavo Baz, durante su gestión como ministro de salud.”

El también médico internista, egresado del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, comentó que el programa que sigue el INC no se encuentra en ningún otro lado, a lo que agregó: “No es por hacer alarde, sino que el Instituto cuenta con todos los aspectos de la cardiología: consulta externa, pisos de internamiento, urgencias, unidad coronaria, cardiología pediátrica, cardiopulmonar, nefrología, reumatología, cardiología de adultos mayores, ecocardiografía, electrofisiología, cardiología pediátrica, hemodinámica, cardiología intervencionista, cardiología nuclear y resonancia magnética, entre otros, todo lo que requiere un especialista. Esto en ninguna parte del mundo lo hay, porque los hospitales son generales, con un área de cardiología —entre los cuales reconoció que existen grandes nosocomios, como la Clínica Mayo, con áreas de cardiología muy completas—; pero este centro tiene todo, de tal manera que el médico que viene a especializase tiene lo más importante, que es la concentración de pacientes cardiópatas de toda clase. En segundo lugar, cuenta con todos los implementos tecnológicos y servicios, y en tercer lugar, tenemos un programa de enseñanza estructurado que contempla cardiología de adultos y cubre 500 horas de programa académico.”

Cabe mencionar que dicho programa considera desde el primer año asignaturas como bioética; ciencias básicas como anatomía, fisiología, bioquímica y metodología de la investigación; exploración física; electrocardiografía; radiografía; arritmias, y resonancia magnética. El segundo año está dedicado a métodos diagnósticos, hemodinámica, ecocardiografía, cardiología nuclear, resonancia magnética, radiología, electrofisiología, y un curso completo de embriología apoyado con piezas anatómicas del propio museo de Instituto. Durante el tercer año se ven enfermedades como insuficiencia cardiaca, esternosis viral e hipertensión pulmonar, entre otras.

“En los pisos los cardiólogos de base ‘cierran la pinza’, nosotros les damos la teoría y con ellos ven el tratamiento y estudios reales. Esto no lo hay en ninguna parte del mundo. En otras clínicas, como en Houston, todo está orientado a la cirugía de corazón, y en otras, como la Clínica Cleveland, se especializan en transplante cardiaco. Ellos brindan aportaciones tecnológicas de primera mano, pero para formar un cardiólogo completo les falta la concentración patológica con la que contamos nosotros.

“En el área de la docencia tenemos algo hermoso, porque se ve verdaderamente desde que llega el médico a formarse y cuando ya sale formado, hecho todo un especialista con una gran capacidad clínica, técnica, académica y humana para ver a los enfermos. Esta es la razón por la que en todos los estados de la República todos los egresados del Instituto son jefes de servicio, de departamento o directores de hospitales. Ahí es donde se ve cristalizado lo que hace el Instituto. Usted llega a España y el presidente de la Sociedad Española de Cardiología es un egresado del Instituto. En Suiza el experto en rehabilitación cardiaca es un egresado de aquí y en Japón es igual. Hay por todo el mundo gente muy valiosa formada aquí.

“Desde luego es una institución sui generis, porque el maestro Chávez no sólo la formó, sino que tiene el mérito de haber podido perpetuar toda su mística. En otros lugares, después del fundador se pierde la secuencia, aquí cada uno de quienes lo han sucedido ha seguido dando su aportación. No es borrón y cuenta nueva, tomamos lo mejor de quien pasó y tratamos de poner algo más, lo que ha hecho que el Instituto crezca.

“Hoy contamos con cosas maravillosas, más que un hospital común parece uno de lujo donde se atiende bonito, como si se estuviera en casa. Cada vez que tenemos visitantes extranjeros se quedan maravillados porque no tienen las patologías que tenemos y para nosotros es un orgullo.”

Con respecto a los alumnos comentó que no se les acepta sin corbata, pues la presentación es fundamental, así como el aspecto humanístico, el trato con el paciente es una cosa muy especial. “Claro, cuando llegan con nosotros ya son hombres formados —más o menos alrededor de 26 años—, son hombres hechos, pero aquí tienen que entrar al aro. Tienen que pasar visita con uniforme, limpios y bañados, a las 7 de la mañana, no pueden estar con zapatos sucios o barbones, si los vemos así los mandamos a asearse, eso es enseñanza y formación. Aquí los médicos, enfermeras y todos el personal lo van a tratar con mucha amabilidad.”

Dentro del área académica, explicó que el Instituto imparte, además de la especialidad, un programa de maestrías y doctorados; asimismo cuenta con una escuela de enfermería y se forman investigadores en ciencias básicas, a lo que agregó: “Todo esto es una maravilla, porque estamos formando médicos para sustituir a algunos de nosotros, pues no somos eternos.”

Al preguntarle si él hace investigación, respondió que anteriormente sí, pero desde que desempeña el cargo le cuesta trabajo, por lo que su producción científica ha bajado y se ha abocado cien por ciento a la enseñanza.

“Quiero decir que no soy el director de Enseñanza porque tengo el puesto. Yo soy el que hace los exámenes y los reviso. Claro, los jefes de residentes me ayudan a hacer las preguntas, las reviso, las cambio para poder evaluar y no para que nadie las conteste. Buscó evaluar al médico en formación y si ése dice que el examen estuvo fácil, quiere decir que sabe. Si hago un examen donde pregunto lo que hay que saber y el alumno reprueba, quiere decir que no sabe. El objetivo es evaluar, no reprobar.

“Aquí tenemos un sistema que consiste en que después de hacer el examen, al día siguiente se revisa con todos los alumnos. Cuando terminamos teóricamente todos tienen que sacar diez, además de ser una forma de retroalimentación teórica y avance en los conocimientos. Si alguno de nuestros jóvenes reprueba tengo que hablar con él para saber qué pasa. Otra de mis labores es hacer un examen de selección muy riguroso, pero al concluir están listos para presentar el examen del Consejo Mexicano de Cardiología. Como verán el dedicarme a todo esto no me deja tiempo para la investigación.”

Sobre su formación, comentó que es egresado de la Facultad de Medicina durante la época del doctor Nabor Carrillo como rector, cuando Ciudad Universitaria no contaba ni con un decenio de inaugurada y las instalaciones de la Facultad estaban “nuevecitas”. Recordó a sus maestros, como los doctores Gildardo Espinosa y Enrique Piña; su internado lo realizó en el Hospital General de México, con profesores como Ruy Pérez Tamayo, Herman Brandt, Fernando Martínez Cortés y Octavio Rivero Serrano, por nombrar algunos.

“Me recibí como médico en 1966 e inmediatamente tramité mi examen para ingresar a Nutrición, donde realicé la especialidad de medicina interna; al concluir busqué mi ingreso a Cardiología. Cuando entré al Instituto sólo se recibían 12 personas, seis mexicanos y seis extranjeros.

“Durante mi carrera he convivido con grandes profesores de la medicina. Entonces aquí me tocaron grandes maestros, como Sodi Pallares, Chávez, Soberón y Rivero Carballo, entre otros.

“En 1971 me nombraron jefe de residentes y fue uno de mis logros más grandes, porque el jefe de residentes es muy importante. En 1972 terminé la residencia, no había lugar para quedarme en el Instituto e ingresé al Hospital ‘20 de Noviembre’. Allí nuevamente tuve la suerte de convivir con grandes cardiólogos. Estaba de director el doctor Tomassi, quien fuera un extraordinario médico y director. Fue una experiencia muy agradable.

“En 1974 el maestro Espino Vega, director del Instituto, me llamó. No lo esperaba, era la ilusión de mi vida. Llegué al servicio de fonografía, cuando Bernardo Fishleader era el jefe. Entonces el doctor Espino le dijo que nadie era eterno y que yo estaba para aprender en ese servicio. En ese mismo año llegó el primer ecocardiógrafo a México (ultrasonido) y ahí comencé a aprender cardiografía.

“En 1979 el servicio dejo de ser de fonocardiografía y pasó a ser de métodos no invasivos y estuve hasta 1989, cuando me pasaron de subjefe al 7º piso, y en 1990 fui jefe del 8º piso hasta que me hicieron subdirector de Enseñanza y luego director.”

Concluyó mencionando que se siente feliz de su trabajo, pues la estructura que mantiene el Instituto en la enseñanza le ha dado satisfacciones, y lamentó no poder haber realizado una maestría en su tiempo, como ahora lo pueden hacer los alumnos. “Los muchachos que están aquí pueden cursar la residencia y la maestría. El trabajo es duro, pero vale la pena porque están jóvenes. En mi época no había esto, me hubiera gustado y siento que es necesario; para mí hubiera sido muy bueno haber realizado una maestría en ciencias médicas. Me doy cuenta de que es un complemento indispensable porque no hay forma de hacer trabajos de investigación si no se tiene la preparación que brinda la maestría. Creo que si queremos un país que vaya adelante necesitamos en todas las profesiones personas con maestrías, ése va ser el tenor para que el país avance. Me siento triste porque no realicé una maestría en mi oportunidad, es un esfuerzo intenso que vale la pena”, finalizó.