Gaceta Facultad de Medicina UNAM
25 octubre 2004
Facultad de Medicina UNAM

23 de Octubre de 1985
Un Homenaje a los médicos después del sismo

Lic. Gabino Sánchez Rosales
Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina

El Día del Médico del 23 de octubre de 1985 fue un día muy especial para la comunidad médica de la ciudad de México, y es que el terremoto que sacudió la capital del país la mañana del 19 de septiembre de ese año, no sólo acabó con varios miles de vidas humanas y dañó seriamente algunos de los más importantes hospitales, sino que también puso en peligro la existencia de algunas instituciones hospitalarias con lustroso pasado. Pero aún más, el terremoto terminó con los sueños y aspiraciones de varios jóvenes estudiantes de medicina y médicos que vieron de golpe truncada su vida por el fenómeno sísmico que obligó a la solidaridad de los habitantes de la gran ciudad.

A diferencia de los años anteriores, cuando la celebración oficial permitía hacer gala de los logros que en materia de salud y retos por alcanzar establecía el gobierno, en esa fecha, que rememoraba la fundación, en 1833, del Establecimiento de Ciencias Médicas, decretado por el presidente-médico Valentín Gómez Farías, en 1985, los médicos del país, y en particular la comunidad médica de la capital de la República, poco tenía que celebrar.

Y no era para menos. En el Hospital General, una de las instituciones más dañadas por el sismo, en los días anteriores a la celebración del Día del Médico, los galenos, las enfermeras y los trabajadores administrativos unidos habían venido sosteniendo una larga serie de discusiones con las autoridades de Salud para que de nuevo se abrieran las puertas del legendario nosocomio. Y es que el fatídico sismo que cobró la vida de “53 médicos, seis estudiantes, 43 enfermeras, 19 empleados administrativos y de intendencia, 85 pacientes adultos y 94 recién nacidos, tres visitantes y 43 desaparecidos”, y echó abajo el Pabellón de Ginecología, dio la oportunidad a las autoridades de discutir el futuro de la institución. Sin embargo, sólo se pensó en el cierre definitivo del Hospital General, inadmisible idea para los médicos que, como el doctor Francisco Higuera Ballesteros, con medio siglo de vida dedicada al trabajo en él, señalaban de manera contundente: “El Hospital General no debe desaparecer. Debemos de participar todos para reconstruirlo, para que sea no igual, sino mejor que antes". Y es que a pesar de los pocos días transcurridos después de la tragedia, los galenos del General conocían los fuertes rumores que anunciaban el cierre definitivo de la añeja institución.

Fue por ello que el 22 de octubre ellos hicieron una manifestación que culminó en los Pinos, donde el doctor Clemente Robles, al frente de los médicos del General, demandó ante el presidente de la República la inmediata reapertura de la institución que: “... no ha cerrado nunca... ni aun en la Revolución”, y precisaba que: “... si el Hospital desapareciera, perderíamos la confianza en nuestras autoridades y quizá la perderíamos en nosotros mismos por no haber podido defender nuestra institución de la injusta agresión que está sufriendo..., ¿qué otra cosa sucedería si se pierde el Hospital General? Se perdería una tradición histórica preciosa.”

Al día siguiente de ese evento, el 23 de octubre de 1985, los médicos del General, “... en su Día... dieron 1,500 consultas en la vía pública”, singular acto de celebración con el cual los galenos del legendario hospital recordaron a los “48 residentes muertos bajo los escombros”. Allí, con la febril actividad “... de los 16 servicios instalados en la explanada del nosocomio, en los que en los últimos días se atendieron más de 12 mil personas y dos madres dieron luz, hubo pasteles y parabienes, pero también pendieron lazos negros... porque hoy también tenemos la tristeza de los compañeros muertos en diferentes niveles.”

El espíritu de sacrificio y de entrega de los médicos nunca, en esos momentos tan duros para la institución, decayó, e incluso puede decirse que estaba más fuerte y sólido y se manifestó a cada instante, como sucedió el mismo día de la apertura del General, cuando el servicio de Pediatría, a cargo del doctor Jaime Ruiz Chávez, literalmente se vino abajo al caer por el peso los improvisados consultorios de madera y plástico, lo que obligó a los pediatras a seguir proporcionando el servicio “a pleno sol”. Con esa actitud los médicos ratificaron su compromiso y entrega, así como un homenaje a los caídos en una de las unidades hospitalarias más grandes del mundo, y que en la época contaba con “48 pabellones y 2 mil 150 camas atendidas por los médicos y alumnos de pregrado y posgrado que, en número de 10 mil, transitaban por sus aulas y pasillos”. Así, el mejor regalo para los galenos en su día fue la apertura de la institución, la cual, gracias a la unidad de sus médicos, continuó teniendo una larga vida al servicio de la población.

Al evocar las palabras del doctor Eduardo Liceaga, fundador del nosocomio, el doctor Higuera Ballesteros recordaba a sus compañeros el origen de la institución: “El gobierno de la República les dio un arma de trabajo para atender al pueblo, a los más pobres. Hagan una buena medicina.”

En el Hospital Juárez las cosas fueron similares; allí, médicos, enfermeras y autoridades se reunieron para recordar a sus compañeros que quedaron atrapados y perdieron la vida con la caída de la torre de hospitalización. “El Juárez”, a partir de ese momento, inició un largo recorrido para surgir renovado con la inauguración del nuevo Hospital Juárez de México el 19 de septiembre de 1989.

Por su parte, el Centro Médico Nacional del Instituto Mexicano del Seguro Social, también pagó su tributo a los sismos que sacudieron la conciencia del país y que obligaron a transferir a personal médico, así como diferentes servicios, como la sección de fisiología pulmonar, al Centro Médico “La Raza”. La demolición del Hospital de Pediatría y la construcción del moderno edificio que le alberga, como algunas nuevas instalaciones del Centro Médico Siglo XXI, testimonian los daños ocasionados por los sismos.

En conjunto, los destrozos que sufrieron hospitales como Juárez, General de México, Zaragoza, Primero de Octubre, y los del Centro Médico Nacional, en la ciudad de México, el Hospital Civil de Lázaro Cárdenas, en Michoacán, y el de Ciudad Guzmán en Jalisco, sirven para recordar y hacer un profundo homenaje a los médicos que en aquella fecha aciaga murieron bajo los escombros del terremoto que inutilizó más de 5 mil camas y 180 consultorios. Así pues, el 23 de octubre de 1985 los médicos celebraron su Día, conscientes de “cumplir con su deber en las condiciones que sean”.