Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 octubre 2006
Facultad de Medicina UNAM

PREMIO NACIONAL DE INVESTIGACIÓN GLAXOSMITHKLINE 2006

Reconocimiento especial a la Facultad de Medicina por su
labor en la educación médica extramuros

  • También fue galardonado, junto a tres investigadores de la UNAM, el doctor Federico Martínez Montes, del Departamento de Bioquímica
  • El doctor José Narro dictó la conferencia magistral después de recibir la distinción

Durante la decimoséptima edición del Premio Nacional de Investigación GlaxoSmithKline (GSK), la Facultad de Medicina, por ser una institución de máxima relevancia nacional y realizar una gran labor en la educación extramuros, fue distinguida con el premio que entrega anualmente la Fundación de esta empresa líder en la industria farmacéutica.
El reconocimiento que por unanimidad se le confirió a esta centenaria escuela de medicina no sólo es por su labor en la preparación de generaciones de médicos, sino por la misión que, junto a otras instituciones, realiza en la recapacitación de los egresados por medio de programas de educación médica continua extramuros, con objeto de que especialistas y médicos generales cumplan los requisitos de certificación y precertificación, acciones que redundan en beneficio de los pacientes mexicanos, dijo el doctor Marco Aurelio Botey, funcionario de GSK, durante la presentación del premio.

El doctor José Narro Robles, director de esta Facultad de Medicina, recibió el reconocimiento de manos de Oswaldo Gola, presidente honorario de la Fundación, y del doctor Jorge Tanaka, presidente ejecutivo de la misma, en la ceremonia de premiación efectuada el 7 de septiembre pasado en la Academia Nacional de Medicina.

En esta oportunidad la Fundación GSK entregó a 12 médicos de instituciones nacionales de investigación en salud, el Premio Nacional de Investigación en las categorías básica, clínica, epidemiológica y odontológica, divididas en primero, segundo y tercer lugares. Entre los galardonados, tres universitarios de la Facultad de Odontología y uno de esta Facultad de Medicina.

Por el trabajo “La proteína de choque térmico de 60kDa es esencial en la esteroidogénesis mitocondrial de la placenta humana”, el doctor Federico Martínez Montes y sus colaboradores, del Departamento de Bioquímica de la FM, recibió tercer lugar en la categoría de investigación biomédica básica.

Cabe destacar que GSK, mediante este galardón, premia el esfuerzo de los científicos por contribuir al descubrimiento y desarrollo de novedosos tratamientos para diversos padecimientos, así como de procedimientos médicos para mejorar la salud de los pacientes.

El reconocimiento para los primeros lugares consistió en una aportación económica de 125 mil pesos, un trofeo y una placa; para los de segundo lugar, 75 mil pesos y una placa, y los de tercer lugar, 50 mil pesos y una placa. Adicionalmente, cada institución donde se desarrolló la investigación ganadora recibió una placa por el proyecto.

Luego de la entrega del Premio Nacional, la doctora Esther López Bayghen, quien obtuvo el primer lugar en investigación clínica, como portavoz de los recipiendarios expresó su agradecimiento a todos aquellos que les dieron sus enseñanzas y consejos, y lo hizo extensivo a las instituciones que los han cobijado entre sus muros y en las que han encontrado el apoyo material para hacer tangibles y concretas sus propuestas.

También dijo que los premiados deben sentir una enorme satisfacción porque su esfuerzo y trabajo cotidiano han sido considerados con el valor y la trascendencia suficiente para ser reconocidos y premiados con la gran generosidad de la Fundación GSK, finalizó la investigadora del Cinvestav-IPN.

Antes de dictar la conferencia magistral, titulada “Actualización permanente y educación médica continua, responsabilidades compartidas”, el doctor Narro Robles agradeció el reconocimiento que se otorga a una institución fundamental en la historia de la salud en nuestro país, especialmente a los miembros de la Fundación GSK, a quienes dio las gracias más sinceras en nombre de toda la comunidad académica, de alumnos y trabajadores de la Facultad de Medicina.

En su conferencia habló en torno a la educación continua en general y, en especial, sobre el compromiso de la Facultad en este capítulo fundamental de la educación, así como de la situación de la salud en el país y la trascendencia de la institución galardonada. Debido a la importancia del tema, se anexa la conferencia en su versión completa.

Para clausurar la XVII edición de los Premios GSK, donde estuvieron presentes personalidades del ambiente médico, el doctor Emilio García Procel, vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina, resaltó que este premio representa un digno estímulo para los jóvenes médicos, “a quienes debemos retener en nuestro territorio y no participar en su emigración, pues el país los necesita con urgencia”, concluyó.

Premio Nacional de Investigación

“El Premio Nacional de Investigación” otorgado por la Fundación GSK se instituyó en 1989 y desde ese año ha reconocido la labor de médicos e investigadores mexicanos. Su principal objetivo es estimular la investigación médica en el país y con ello contribuir a la misión de la empresa farmacéutica GlaxoSmithKline: “mejorar la calidad de la vida humana para que las personas hagan más, se sientan mejor y vivan más tiempo”, al fomentar la investigación médica en México, la educación médica continua y programas de apoyo comunitario.

 

Actualización permanente y educación médica continua: responsabilidades compartidas

José Narro Robles

 

Dictó la conferencia magistral

Quiero en primer término agradecer en todo lo que vale este reconocimiento que se entrega a una institución fundamental en la historia de la salud de nuestro país. A la Fundación GlaxoSmithKline, a los doctores Jorge Tanaka y Marco Botey, a quienes determinaron seleccionar en esta oportunidad a la Facultad de Medicina de la UNAM, les ofrezco el reconocimiento más sincero en nombre de toda nuestra comunidad académica. En español no existen muchas variantes para decir ¡GRACIAS! En todo caso, cuando se quiere significar un profundo reconocimiento a alguien, la forma más común consiste en elevar esa palabra a una potencia de 10. Así, con frecuencia lo que escuchamos es ¡Mil gracias! o, si el sentimiento es superlativo ¡Un millón de gracias! Pienso entonces que estando en un medio académico no se vería mal si les dijera, a nombre de profesores, alumnos y trabajadores de nuestra Facultad, ¡Gracias, gracias de verdad, gracias diez a la octava potencia!

Se me ha pedido que en esta ocasión ofrezca una conferencia. Fui notificado de ello por el doctor Botey con toda oportunidad. Acepté y me comprometí a hacerlo. Sin embargo, al acercarse la fecha recapacité y he considerado que más que cumplir con esa tarea en sentido estricto, lo que procede es hacer con ustedes una serie de reflexiones sobre la salud en el país y sobre la trascendencia de la institución homenajeada, así como otras más en torno de la educación continua en general y en especial sobre el compromiso de la Facultad de Medicina en este capítulo fundamental de la educación médica. Paso así a cumplir el deber que asumí.

Inicio con una confesión. Creo que la salud en todas sus dimensiones, la individual, la familiar y la colectiva, es un elemento fundamental en las sociedades modernas. Sin salud no hay desarrollo. Sin salud, la riqueza o la sabiduría pierden sentido. Sin salud, el ser humano y las sociedades no pueden desarrollar sus potencialidades a plenitud. Para disfrutar verdaderamente la libertad, la democracia, la cultura o el crecimiento económico, la salud es un requisito previo ineludible.

Es por esto que sólo puedo entender a la salud como un compromiso colectivo, como una responsabilidad de los estados modernos, como una obligación de los gobiernos. En consecuencia, el cuidado de la salud, su fomento y recuperación no pueden estar sujetos a las leyes del mercado. La salud es un bien individual pero también uno colectivo. La salud no es una mercancía y su cuidado no debe ser visto como un servicio pendiente de privatizar. En consecuencia, el médico jamás debe ser visto como un proveedor, el paciente nunca como un cliente y la atención a la salud en ningún tiempo como una industria o un nicho de oportunidad para hacer negocios.

El avance en los niveles de salud entre la población de nuestro país durante las últimas décadas, es realmente notable. La mejoría se puede demostrar de muchas formas. Tal vez la manera más simple consista en recordar que los mexicanos de hoy tienen, respecto de la generación de medio siglo en la anterior centuria, más años de vida y más calidad de vida en esos años. La diferencia es de 26 años más en la esperanza de vida al nacimiento entre las nuevas generaciones. También se puede contrastar la forma de enfermarse y de morir entre los mexicanos. Las diarreas, el paludismo, el sarampión e incluso las neumonías han desaparecido de la estructura de la mortalidad general, o al menos han disminuido su presencia. El otro gran cambio es que en diez lustros se ha consolidado nuestro sistema público de salud y seguridad social.

Sin embargo, existen muchos problemas y desafíos que amenazan con deteriorar lo avanzado. Nadie puede decirse satisfecho, cuando sabemos que la mortalidad infantil por ejemplo es seis veces la de Japón, tres la de Cuba o el doble que la de Costa Rica. Quién puede estar complacido con los niveles de la mortalidad materna que no han disminuido sustancialmente en los últimos años y que nos alejan de la posibilidad de cumplir los compromisos internacionales de nuestro país.

No se puede estar conforme cuando es fácil reconocer las enormes brechas entre los niveles de salud de los desvalidos que carecen de lo elemental, y los de aquellos que tienen todo y en exceso. No es posible permanecer cruzados de brazos frente a la existencia de casos que nos estigmatizan como sociedad, cuando sabemos que hay ceguera por tracoma, que en 2004 murieron más de 16 mil niños en la etapa perinatal, principalmente por problemas de asfixia al nacimiento, o que este año van a morir más de sesenta mil mexicanos a causa de la diabetes y sus complicaciones.

Quién puede estar tranquilo cuando se reconoce la gravedad de la crisis de nuestro sistema de seguridad social, que es absolutamente inviable en las condiciones actuales, y cuando se reconoce que el colapso total está a la vuelta de unos cuantos años y que nada se hace para resolver este problema. Cuál es la motivación para resignarnos frente a una estrategia equivocada como es el llamado seguro popular de salud. Por qué razón se debe aceptar calladamente el maridaje financiero entre la Secretaría de Salud y las empresas de la industria tabacalera.

En fin, son muchos los datos y argumentos que podrían ofrecerse para documentar la preocupación. Lo más importante sin embargo, es reconocer que se deben cerrar filas para asegurar que el cuidado de la salud sea una responsabilidad social con la característica de prioridad nacional y con el consecuente respaldo financiero en el presupuesto de egresos de la federación. En ninguna sociedad, incluso en la de los vecinos del norte con un sistema costoso, ineficiente y dispendioso, la inversión en la salud de la población ha generado una crisis económica. Por supuesto que en el caso de nuestro país no hay argumento válido para dejar de hacer esa inversión social que, por otra parte, es rentable y éticamente insoslayable.

Unas cuantas palabras para compartir con ustedes algunos de los datos que me permiten asegurarles que la Facultad de Medicina de nuestra Universidad Nacional goza de cabal salud. Comienzo por evocar que nuestra escuela es la heredera de una vetusta y maravillosa tradición en nuestro continente. En efecto, se trata de una historia de más de 425 años. Cuatro siglos y un cuarto formando médicos para nuestro país. Pocas instituciones pueden preciarse de haber acompañado a México en su desarrollo sanitario, como lo puede hacer la Facultad.

Sin embargo, no todo es historia y pasado. En la actualidad el vigor de la Facultad se puede representar de muchas maneras. En primer término me refiero a su planta académica. Contamos con poco más de tres mil profesores, quinientos cincuenta de ellos de tiempo completo. La importancia no radica, empero, en la cantidad cuanto en su calidad. Los mejores profesores de ciencias básicas son maestros en nuestra escuela. Los mejores médicos enseñan clínica a nuestros alumnos en los hospitales y unidades médicas más prestigiadas de nuestro medio. Ellos son nuestro orgullo y buena parte de la razón de la calidad de la escuela.

Una de las virtudes de nuestros académicos, que desafortunadamente no tienen por cierto otras escuelas, es que en nuestra institución no sólo se transmite muy bien el conocimiento médico. En la Facultad, los profesores lo generan, plantean nuevas interrogantes a los problemas de la salud de los mexicanos e intentan encontrar solución a ellos. La investigación que se realiza es, además, de calidad como lo muestra la publicación de más de 340 productos en libros y revistas científicas de alto nivel, nacionales e internacionales, o al recordar que, con más de 130 miembros del SNI, somos la entidad académica de la UNAM con mayor presencia en el sistema.

Otra de las explicaciones de la calidad de la Facultad son sus alumnos. Permítanme señalar que tenemos seis mil 200 alumnos en la licenciatura y casi ocho mil en el posgrado. Somos la única escuela de la UNAM con más alumnos en este último nivel que en el pregrado. Además, en las especialidades contamos anualmente con más de 350 alumnos procedentes de una veintena de países. Pero, de nueva cuenta, el asunto no es sólo de cantidad. Para ejemplificar el punto diré que los alumnos de la licenciatura proceden de dos fuentes, el pase reglamentado de nuestro sistema de bachillerato y el concurso de selección.

Este años, como ha pasado en los tres últimos lustros, cerca de un millar de alumnos de nuevo ingreso se incorporaron a nuestro programa. Aproximadamente 700 de ellos ingresaron por la vía del pase reglamentado. Únicamente se aceptó a los alumnos que realizaron sus estudios de bachillerato en tres años y con un promedio mínimo en ellos de 8.74. De hecho, el promedio alcanzado por esta generación fue de 9.2. Por lo que toca a los estudiantes procedentes del concurso de selección, baste señalar que se eligieron a los mejores 320, quienes fueron seleccionados de entre más de once mil alumnos que presentaron el examen de ingreso a la Universidad Nacional. Todos ellos son parte de la fortaleza de la Facultad.

Además, conviene comentar que en la Facultad nos sentimos orgullosos de la pluralidad de orígenes y de condiciones sociales y económicas de sus familias. La fuente de la movilidad social reside en el país en buena parte en las instituciones públicas de educación superior. La UNAM y sus facultades, la nuestra incluida por supuesto, son un ejemplo contundente de lo anterior.

Una característica adicional de la fortaleza de la Facultad son sus instalaciones y los recursos de apoyo al aprendizaje de que se dispone. Puedo informar a ustedes que, en virtud del apoyo recibido de la rectoría de la Universidad, todas las aulas y auditorios de la escuela han sido remozadas, amuebladas y equipadas con enorme dignidad y total funcionalidad. Una nueva biblioteca, moderna y funcional está en construcción y se terminará antes de que concluya el año en curso.

Contamos con el Centro de Enseñanza y Certificación de Aptitudes Médicas (CECAM), que es único en nuestro medio y que está probando ser un extraordinario auxiliar para la enseñanza de la clínica. Igualmente se dispone de un laboratorio de enseñanza virtual en tercera dimensión y de un auditorio para 200 personas, equipado para recibir las imágenes que apoyarán los programas de las materias de ciencias básicas. Tenemos estupendos laboratorios, salas de cómputo y un extraordinario servicio en la Unidad de Tomografía por Emisión de Positrones, que este año renovará el tomógrafo, lo que hará que tengamos el mejor equipo de América Latina y de la mayor parte de las naciones del mundo.

No quiero pasar por arrogante frente a ustedes, pero creo que tienen razón en lo que están pensando, la Facultad de Medicina de la UNAM es la mejor de su clase en nuestra región. En todo caso, para que disculpen el orgullo exacerbado con el que he hablado, permítanme decir que sólo he intentado dar argumentos para justificar su decisión de reconocer el trabajo de la escuela. Espero haberlo conseguido.

Unas cuantas palabras a continuación para referirme a la educación continua. Se trata sin duda de una de las actividades más importantes en el campo de la educación médica de nuestro tiempo. Siglos atrás, cuando el conocimiento evolucionaba muy poco o nada durante la vida de una persona, cuando los métodos terapéuticos eran los mismos al iniciar la práctica profesional de un individuo que cuando se daba por concluida, cuando los elementos auxiliares del diagnóstico radicaban sólo en la perspicacia y la observación del médico, cuando todo eso sucedía, no había ninguna necesidad de someterse a algún tipo de actualización profesional.

En nuestro tiempo esto ha cambiado radicalmente. Los conocimientos se transforman de manera profunda y permanente. Las técnicas disponibles para apoyar el establecimiento de un diagnóstico o la evolución del padecimiento de una persona, se transforman y lo que hoy sirve, mañana estará superado. Ni que decir de lo que pasa en cuanto al cúmulo de posibilidades terapéuticas. Todo el tiempo están apareciendo nuevos medicamentos y procedimientos novedosos. En medicina, lo único cierto es que la verdad que hoy prevalece será superada mañana y que lo que hoy resuelve en poco tiempo será desechado.

El conocimiento evoluciona, la cantidad de artículos y de revistas médicas es simplemente apabullante. Los números son contundentes. Con las 31,402 revistas médicas del mundo y los cientos y cientos de miles de artículos publicados cada año, no habría forma de siquiera leer toda esa información. A esto hay que agregar que, desde la perspectiva de la ética médica laica, como ha señalado el doctor Pérez Tamayo, la única forma de cumplir con los dos principios básicos en esa materia, no dañar y hacer el bien, es clara y muy compleja: el facultativo debe estar permanentemente actualizado.

Pero sucede además que, las herramientas tecnológicas para facilitar la educación en general y en particular la de los adultos, también han evolucionado en forma sorprendente. Todas las formas de educación a distancia que hace apenas algunos años formaban parte de la fantasía o de la excepcionalidad, hoy son del dominio general. Los sistemas de videoconferencia, la transmisión vía Internet y muchas formas de audio y video están al alcance de la mano. Lo que es más, los costos se han reducido y los requerimientos tecnológicos simplificado.

Al caso de la educación médica hay que agregar un elemento más, la duración de los estudios. En efecto a los seis años y medio que en promedio tiene la formación de un médico en la licenciatura, hay que agregar cuatro de la especialidad. Por supuesto que al iniciar su práctica profesional, los conocimientos adquiridos al principio de su formación resultan obsoletos. Por todo lo anterior, las acciones de educación continua que todavía hace apenas tres o cuatro décadas se veían como deseables, hoy han adquirido la condición de indispensables.

Sostengo firmemente que ésta actividad, que hasta hace muy poco se había dejado en manos del propio médico, de las instituciones de salud, de los consejos de especialidad y de las sociedades médicas, deben tener a un nuevo protagonista. Me refiero a las escuelas de medicina. En adición, se debe contar con un programa bien establecido que en principio esté dirigido a los propios egresados de cada escuela. La responsabilidad sobre los médicos no debe concluir con la titulación del profesional, por el contrario, debe prolongarse a lo largo de su práctica profesional.

Por lo que se refiere a las modalidades de la actualización, habría que sostener que cada vez hay más evidencia de la limitada utilidad de las acciones tradicionales: clases, conferencias y cursos presenciales de corte tradicional. De hecho, con frecuencia las actividades se ofrecen por iniciativa de un profesor que tiene interés en enseñar lo que sabe y que son tomadas por un médico que quiere saber más de algo que normalmente domina. Es decir, que no se hace un diagnóstico de lo que el médico en ejercicio necesita y menos ni se le propone una solución a su problema.

Una propuesta bien estructurada tendría que ofrecer al médico procedimientos confiables y bien calibrados de auto evaluación, al igual que las actividades que pudieran contribuir a la solución de sus deficiencias. Por supuesto que sería necesario ampliar la oferta de posibilidades y permitir que cada individuo seleccionara la mejor modalidad para su caso: lecturas dirigidas, cursos estructurados de corte tradicional o con alguna de las nuevas modalidades, actividades prácticas, estancias hospitalarias, sesiones de casos seleccionados o círculos de estudio entre muchas otras más.

Unas cuantas palabras para compartir con ustedes algunas experiencias recientes en el campo de la educación continua en la Facultad de Medicina. De entrada debo decir con absoluta honestidad, que tenemos una larga tradición en esta materia y que se han probado numerosas fórmulas para cumplir con la tarea. Pongo el ejemplo del curso por correo para médicos generales que hace ya casi treinta años diseñó y puso en marcha el doctor Gonzáles Montesinos en la entonces División de Estudios Superiores. De la misma forma pueden recordarse las actividades que tuvieron lugar al final de los años setenta y en el inicio de la década de los ochenta, en las unidades de Educación Continua para el Médico General adjuntas a centros de salud de la Secretaria del ramo.

Un ejemplo más de estos esfuerzos, muy exitoso si se consideran sus resultados, la incorporación de otras escuelas de medicina, el número de médicos que han participado y su consolidación a lo largo de más de doce años, es el Programa Nacional de Actualización y Desarrollo Académico para el Médico General, PRONADAMEG por sus siglas, que iniciado conjuntamente por la Facultad de Medicina y la Academia Nacional de Medicina ha tenido tal crecimiento, que actualmente opera en más de 80 sedes distribuidas en 28 entidades federativas, además de contar con el aval y la participación de 32 instituciones de educación superior. Este programa, puesto en práctica por el entonces director de la Facultad de Medicina, Juan Ramón de la Fuente, es un claro ejemplo de una actividad útil y exitosa. Los resultados alcanzados así lo muestran.

Paso enseguida a comentar ciertos logros de la Facultad de Medicina y a presentar también algunos de los proyectos que están en marcha y de los que podemos esperar resultados alentadores. Antes quiero hacer un reconocimiento público a la tarea efectuada por la doctora Gloria Bertha Vega y sus colaboradores, sin la misma no se habrían conseguido los resultados a los que haré referencia. Inicio por decir que entre 1999 y la actualidad se han llevado a efecto 1,246 actividades de educación continua distintas, que han beneficiado a 16,720 alumnos y en las que han intervenido 9,999 profesores. De estos datos se derivan algunas características muy claras. Para empezar, es evidente que se trata de actividades acotadas que, por el tipo de programación seleccionado, principalmente cursos tradicionales, alcanza en promedio, en cada actividad, a trece alumnos. Igualmente, la relación de alumnos por profesor es muy diferente a la que se tiene en los estudios de licenciatura, ya que es de menos de dos alumnos por un profesor.

Paso ahora a comentar algunos de nuestros nuevos desarrollos, en los que tenemos, como ya se dijo esperanzas fundadas. Principio por decir que estamos incursionando en el diseño de cursos modelo, de utilidad para el trabajo del médico general y que son impartidos por muchos de los mejores profesores de las materias. Estos cursos se ofrecen en la modalidad presencial a un número relativamente Continúo... pequeño, hemos probado con 50, pero se estima que se puede escalar su impacto al programar otras salidas al mismo material de 40 horas. Mediante videoconferencia podemos llegar a 250 médicos, por la vía del video y la modalidad multimedia es factible alcanzar 500 alumnos y pensamos, por la experiencia obtenida en los primeros cursos, que por la Internet será posible impartir el curso a mil interesados. De esta forma, un curso de alta calidad puede llegar a beneficiar a más de mil 500 personas.

Por otra parte, a partir de la inauguración del CECAM surgió la necesidad de facilitar el acceso a esta tecnología a más estudiantes, así como de buscar que la misma se pueda hacer llegar a médicos generales en ejercicio de su práctica, tanto en el nivel institucional, como en el privado. En razón de lo anterior, por una parte se ha trabajado en el desarrollo de una versión móvil, que permita desplazar los simuladores más útiles. Junto con esto se han desarrollado los contenidos de un curso de actualización en habilidades clínicas mediante simuladores, cuyo destinatario es el médico general. El curso, de 30 horas de duración, tendrá lugar los cinco sábados incluidos entre el 23 de septiembre y el 21 de octubre; está integrado por siete módulos en los que se revisará la exploración y los procedimientos más comunes en ginecología, pelvis masculina, oftalmología, otología, atención del parto, cardiología, colocación de sondas y reanimación cardiopulmonar básica en niños y en adultos. El curso tiene una capacidad máxima de cien asistentes.

Finalmente, el desarrollo de las tecnologías virtuales, el trabajo del Centro de Enseñanza y Adiestramiento Quirúrgico y la puesta en funcionamiento del laboratorio de tercera dimensión, ofrece nuevas posibilidades que deberán ser evaluadas, para ver si se cumplen las expectativas que tenemos. De esta forma concluyo mi presentación, no sin antes reiterar mi agradecimiento a quienes decidieron distinguir a nuestra Facultad y a su comunidad, que por mi conducto reafirma su compromiso por contribuir, en el marco de sus responsabilidades, a mejorar la salud de los mexicanos.