Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 octubre 2005
Facultad de Medicina UNAM

Cultural

Una tarde en que se conjugaron la medicina y la música clásica

  • Se presentó el cuarteto de cuerdas de la Orquesta Sinfónica de Minería
Música clásica y danza

En un ambiente de elegancia y sobriedad, la música clásica trajo a los estudiantes de medicina una tarde distinta, llena de música de grandes clásicos, que fueron interpretados por el cuarteto de cuerdas de la Orquesta Sinfónica de Minería, la cual ofreció un concierto didáctico muy completo, ya que entre cada interpretación, Fernando Mino, primer violín del cuarteto, explicó un poco de la época, de los antecedentes y significados de cada melodía.

En el auditorio “Doctor Raoul Fournier” el evento inició con una breve explicación del contendido del programa de la tarde titulado “La música clásica y la danza”, donde dijo: “Son dos de las bellas artes que, por sí solas, pueden vivir independientemente; sin embargo, las dos tienen un factor en común, que es el ritmo, ya que desde los tiempos primitivos la humanidad ha expresado su necesidad de movimiento y de música.”

Entre las clases y la jornada diaria el concierto dio principio con la interpretación de Invitación a la danza, del compositor, pianista y director alemán Carl Maria von Weber, uno de los creadores del movimiento romántico musical alemán, que contó con un brillante colorido y fue compuesta en el periodo barroco.

De Arcángelo Corelli, compositor y violinista italiano cuyo estilo interpretativo sentó las bases para la técnica violinística de los siglos XVIII y XIX, interpretaron Zarabanda, Giga y Badinerie. Sus obras están consideradas como los primeros ejemplos del nuevo sistema tonal que se estaba desarrollando, basado en mayores y menores. Zarabanda, explicó Mino, es una danza muy lenta que bailaban las mujeres campesinas en una especie de ritual, en homenaje a un ser querido que fallecía. Lo bailaban sólo ellas.

Para continuar con el periodo barroco interpretaron Tambourin, del compositor francés Jean-Marie Leclair, a quien se le considera fundador de la escuela francesa de violín. “Todos los países y las danzas tienen sus orígenes en las danzas campesinas...”, y del mismo periodo barroco. Fue un baile muy popular durante el siglo XVII, ya que fue el predilecto de las cortes aristocráticas y era uno de los bailes más elegantes de la época.

Organizado por la Coordinación de Servicios a la Comunidad a través del Programa de Atención a la Comunidad y la Academia de Música del Palacio de Minería, el concierto prosiguió con la Gavota, de Gluck, compositor barroco alemán con carácter folklórico y campesino.

 La tarde del 20 de septiembre continuó con una danza, Polonaise, de origen polaco, de la autoría de Franz Schubert, quien fue uno de los compositores alemanes más célebres: “Estoy seguro de que todos alguna vez han bailado o escuchado un vals”, afirmó Mino. Es uno de los bailes más quietos, y tiene sus orígenes en el siglo XI, época en que no tuvo mucha aceptación porque era mal visto por la sociedad moralista. “El manual de usos y costumbres de la época afirmaba que la mujer que bailara un vals, independientemente de su estado civil, estaba condenada a ser mal vista o a tener una mala reputación.” Con ese contexto, explicado por uno de los intérpretes, los asistentes escucharon Voces de primavera, uno de los valses más bellos de Johann Strauss hijo, que fue nombrado el “rey del vals”, y escribió los más célebres e inolvidables; el tema mostró la gran influencia de los maestros clásicos y románticos con mucha perfección.

 A continuación interpretaron, de la misma época y región geográfica: Austria, un tipo de danza llamada Polka, de Johann Strauss. Pizzicato es una polka interpretada de manera distinta, ya que las cuerdas son tocadas con las yemas de los dedos sin necesidad de una barra armónica.

Entre bellas imágenes proyectadas en el fondo, la siguiente melodía fue de Bela Bartók, uno de los compositores más celebres de la música contemporánea, que se dedicó a hacer recopilaciones de música folklórica de su natal Hungría y de zonas cercanas, como son las llamadas Cinco danzas folklóricas rumanas, interpretadas esa tarde.

Después, dijo Fernando Mino, cambiaron el escenario y el tiempo. De épocas más recientes interpretaron una danza española de Isaac Albéniz, el compositor más representativo de la corriente nacionalista de la música de su país, de quien presentaron Tango.

Como último tema interpretaron un tango de Astor Piazzola; en la antesala explicó que “los orígenes del tango están en la melancolía de los inmigrantes españoles e italianos que llegaron a América”, y Piazzola es uno de los compositores y arreglistas argentinos más celebres, aun cuando se considera a Carlos Gardel el máximo representante de ese género, y tocaron la Muerte del ángel, pieza novedosa y de considerable atractivo.

Con este evento quedó de manifiesto que la cultura siempre será complemento de la preparación profesional y, a Arturo Rivera Martínez, estudiante de la FM, este tipo de actos con música clásica le parecen muy buenos, ya que “es una oportunidad de acercarnos a conocer la música clásica y los diferentes estilos musicales; me gustaría que hubiera más eventos como éstos, con mayor difusión”.

Para Fernando Mino es un gusto participar en este ciclo de conciertos que recorre las facultades y “tener contacto con los estudiantes para que se acerquen más a la cultura y a la música clásica; sobre todo, para que asistan a los conciertos”, y agregó que dejen de creer que la música clásica es aburrida y conozcan que “es un universo gigantesco, inmenso, de música para todo tipo de gustos: hay música para bailar, para relajarse, para emocionarse, música violenta, pero sobre todo música muy bella”. Además, es una buena ocasión para que “la gente joven abra su mente, sus posibilidades de entretenimiento, a la cultura y a la música clásica, sobre todo en lo que nosotros hacemos, para que la conozcan realmente bien”, apuntó, y con gusto reconoció que la respuesta de la comunidad ha sido muy entusiasta.

El cuarteto de cuerdas, conjunto de cámara por excelencia, estuvo integrado por Fernando Mino en el primer violín; Vera Koulkova, violín segundo; Mihail Gourfinkel, viola, y Vitali Roumanov en el violoncello, cuatro de los principales instrumentos de cuerda.