Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 octubre 2004
Facultad de Medicina UNAM

Seminario Permanente de Salud en el Trabajo

Rememorando al padre de la medicina del trabajo,
Bernardino Ramazzini

  • Su importante obra sobre las enfermedades profesionales está basada en el concepto higiénico y profiláctico

Que el trabajo pueda ser fuente de enfermedad fue una noción muy arcaica, sobre este argumento se han encontrado nociones más o menos amplias en libros de varios autores antiguos. Ya Hipócrates, en la antigüedad del clasicismo griego, con Galeno y Avicena, hicieron mención de casos de enfermedades debidas al tipo de trabajo desempeñado, y otras que son especialmente frecuentes en determinadas ocupaciones”, comentó Martha Patricia Irigoyen Troconis, doctora en letras clásicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, quien evocó la obra del precursor de la medicina del trabajo en su conferencia “De morbis artificum diatriba de Bernardino Ramazzini, obra pionera de la medicina del trabajo” durante la sesión del Seminario Permanente sobre Salud en el Trabajo.

A fines del siglo XVI las Leyes de los Comunes y de varios estados de Italia comenzaron a expresar una gran preocupación por este tema, y prohibieron que en la ciudad se desempeñaran ocupaciones y profesiones que pudieran perjudicar de uno u otro modo a los habitantes; en este contexto apareció De morbis artificum diatriba (Disertación sobre las enfermedades de los artífices o artesanos), obra fundamental de Bernardino Ramazzini que fue escrita en el año de 1700, en Módena, Italia.

De la obra de Ramazzini, la también coordinadora del Centro de Estudios Clásicos del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, y afiliada al Comité de Posgrado de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras, señaló que fue muy vasta. Además de los escritos literarios los hay también sobre hidrología, veterinaria y epidemiología, pero todos éstos pasaron a un segundo plano al publicarse por primera vez, en 1700, De morbis artificum diatriba, que tuvo una gran difusión y llegó a ser traducida varias veces del latín al italiano, al alemán y al inglés.

La doctora Irigoyen consideró que se entiende fácilmente la importancia de este escrito porque en los 52 capítulos que lo integran viene compendiada la que en la actualidad se conoce como medicina del trabajo, así como toda la higiene industrial y profesional que era posible en esa época, “… es una obra completa en sus dimensiones de profundidad y extensión, y fue la primera de tal índole que se presentó en el mundo”, destacó.

Ramazzini contempla en la obra no sólo el lado terapéutico, sino el lado preventivo de la medicina, basado esencialmente en la higiene de las personas y del ambiente laboral. Toda su obra sobre las enfermedades profesionales está fundamentada en el concepto higiénico y profiláctico. De ahí que sea no sólo una patología del trabajo, sino también una higiene del trabajo, cargada de preceptos y observaciones, nacidos de la práctica y del examen directo de los argumentos tratados.

“Al igual que en épocas anteriores, en la nuestra —citó la especialista a Ramazzini—, las naciones bien construidas han establecido leyes con miras a obtener un buen régimen obrero, por ello la medicina debe contribuir al beneficio de los trabajadores y velar por su salud. Por mi parte he hecho cuanto he podido y no he considerado indecoroso visitar personalmente cada taller u oficina, aun los más humildes. En los cuartuchos de los obreros me he esforzado por descubrir lo que mejor pudiera satisfacer a cualquier curioso, y lo que es más importante, a encontrar más precauciones medicinales, preservativas y curativas posibles contra enfermedades que suelen atacar a los trabajadores.”

De Bernardino Ramazzini surgió la idea de una legislación sanitaria que tuviese el propósito de proteger y tutelar al trabajador, sobre quien todavía recaía el primitivo concepto de cosa, al que se negaba cualquier atributo de personalidad, y la cual no ameritaba atención ni cuidados por parte de la sociedad.

En cada uno de los 52 apartados —escritos en lenguaje claro, estilo fácil, cierta elegancia y una sutil vena de humorismo o a veces en sentido dramático— el autor examina una profesión, arte u ocupación, o bien un grupo de éstas ligadas entre sí. En cada argumento él reporta todo lo que habían dicho otros escritores anteriormente, cita sus nombres o sus opiniones, y las acepta, según el caso. Después pasa a considerar la cuestión desde un punto de vista personal según su propia experiencia. Asimismo, demuestra cuáles son los daños provenientes de cada género de trabajo, cuáles son los eventos patógenos en ideas vigentes en su época, y cuáles son las precauciones que se habían de observar para evitar estos peligros.

En la edición de 1713 se agregó otro capítulo muy vasto a la Diatriba, aquel dedicado a la salud de las monjas, “Higiene y medicina preventiva del mundo de clausura”, con sus exigencias y condiciones de vida particulares capaces también ellas de ocasionarles enfermedad. “Artífices, trabajadores, literatos, comunidades religiosas y los ejércitos, tienen también su propio capítulo”, indicó Irigoyen Troconis.

Otro punto interesante que se encuentra en la Diatriba es aquel que se refiere a la medicina deportiva. A este respecto, Ramazzini dedicó capítulos interesantes a las enfermedades de los atletas, de los corredores, de los jinetes y de aquellos que corrían por necesidad de trabajo, como por ejemplo, los esclavos, lacayos o mensajeros.

De este modo, con una prosa límpida y chispeante, con la pulla y la anécdota, “Bernardino Ramazzini puso —a mi juicio—, deliberada y muy atinadamente, una de las bases de la medicina social moderna, enfatizando el derecho a la salud de los trabajadores”, concluyó.

La ponencia “De morbis artificum diatriba de Bernardino Ramazzini, obra pionera de la medicina del trabajo” se llevó a cabo el pasado 22 de septiembre durante el Seminario Permanente de Salud en el Trabajo, el cual se realiza el cuarto miércoles de cada mes a las 17 horas y es coordinado por el doctor Rodolfo Nava y la licenciada Blanca Estela Valdés, ambos del Departamento de Salud Pública.