Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 octubre 2004
Facultad de Medicina UNAM

IN MEMORIAM

Dr. Pedro Ramos

A mediados del mes de septiembre falleció el doctor Pedro Ramos Ramos, profesor de gastroenterología por varias décadas de la Facultad de Medicina y que ocupó la Secretaría General de la Facultad de 1962 a 1966 con el director Donato Alarcón.

Nacido en San Luis Potosí su familia se trasladó a la capital desde su infancia y aquí curso tanto los estudios primarios y de preparatoria como los profesionales, recibiendo el título de médico cirujano a principios de los años treinta. Recién recibido trabajó como médico general en un consultorio de la SSa, uno de cuyos otros profesionales era el doctor Mariano Azuela, ya para entonces gloria de las letras mexicanas, con quien estableció una relación amistosa que duró varios años y fue fructífera para el joven médico.

Desde temprano se interesó por la medicina interna con especialización en la gastroenterología y por varios años fue miembro del personal médico del Pabellón 24 del Hospital General, amigo personal y de gran confianza de los doctores Abraham Ayala González y Leonidas Guadarrama.

Hombre de amplia cultura y sentido humano fue uno de los primeros médicos que desarrollaron la disciplina de medicina social y, como tal, perteneció a la Academia Nacional de Medicina y desempeñó labores en diversos cargos oficiales llegando a ser Director del Servicio Médico de la Secretaría de Comunicaciones, en donde logró fundar un hospital con servicios completos que funcionó con gran competencia.

Dotado de cualidades personales especiales, fue un médico, un muy buen médico que, además de poseer conocimientos académicos profundos, tenía una personalidad seria, no severa, con lo que se llamaba “ojo clínico”, que infundía confianza en el enfermo y establecía la empatía bilateral. El doctor Ramos hacia recordar a los que lo observaban, a los profesionales de antes, de la época romántica de la medicina (desgraciadamente olvidada). Nunca lo escuchó nadie referirse malevolamente a nadie, por el contrario procuraba encontrar siempre razgos encomiables en cualquier individuo. Era de las pocas personas de las que se puede decir que no tuvo enemigos ni mal querientes, y que era apreciado y respetado por todo el mundo.

Descanse en paz.