Gaceta Facultad de Medicina UNAM
25 noviembre 2004
Facultad de Medicina UNAM

Homenaje a Ruy Pérez Tamayo en
la Facultad de Medicina a sus 80 años de vida

  • Participaron Juan Ramón de la Fuente, Carlos Larralde, Rubén Lisker, Eduardo López Corella, Annie Pardo, Carlos Montemayor y Roberto Kretschmer

Maestro, amigo, médico, científico, escritor y melómano, características todas del doctor Ruy Pérez Tamayo, quien fue homenajeado en la Facultad de Medicina, el pasado 4 de noviembre, donde se reunieron amigos, familiares y autoridades universitarias para dar a conocer a las nuevas generaciones la calidad de uno de sus miembros.

 

Doctor Rubén Lisker

“Con el objetivo único de darle las gracias al maestro Ruy Pérez Tamayo por todo lo que ha hecho por la Universidad, y por docenas de generaciones de estudiantes que a lo largo de estas últimas décadas se han beneficiado con sus enseñanzas, sus consejos y también sus regaños, por todo lo que ha hecho por la ciencia en México y por lo que va a seguir dando, gracias”, dijo al dar inicio a la ceremonia el rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente.

“El doctor Pérez Tamayo está lleno de entusiasmo, de vitalidad; siempre que lo veo tiene un nuevo proyecto, una persona que está en esa dinámica no puede envejecer, puede ser que los años se acumulen, pero ese espíritu inquisitivo, provocador y estimulante, es el de un joven investigador y maestro que sigue haciendo grandes planes para el futuro.”

Asimismo, recordó cuando fue su maestro de anatomía patológica, época en la que, explica “... nos enseñó a pensar y entender el maravilloso mundo de la ciencia, a cuestionar muchas de las verdades que se enseñaban como dogmas y, gracias a él, muchos de nosotros pudimos tener un mejor desarrollo intelectual, profesional y personal, lo cual no tiene cómo pagarse; quizá, la única forma es expresar y reconocer que con maestros como Ruy Pérez, está Universidad está destinada a seguir siendo la mejor de México y una de las mejores del mundo.

“Ruy es pilar irremplazable en la UNAM, es de ese tipo de maestros que construye a lo largo de muchas décadas, y gracias a él, hoy tenemos en nuestro país una legión de patólogos de primer rango mundial”, finalizó el rector.

En este mismo orden, y ante la presencia del director de esta Facultad de Medicina, doctor José Narro Robles, un selecto grupo de personalidades allegadas al homenajeado conversó sobre sus diferentes facetas.

El maestro

Carlos Larralde, ex director del Instituto de Investigaciones Biomédicas, se refirió a las cualidades del doctor Ruy Pérez Tamayo que lo hacen ser un maestro, y mencionó su particular estilo de conducirse, de cumplir su vida, sus hechos y actitudes, decires y silencios, que son manifestaciones externas de sus valores, preceptos y sentimientos internos, los cuales “fueron los que nos torcieron el destino, los que nos inclinaron decisivamente a lo que ahora somos, los que nos distinguen y nos hacen declarar orgullosamente que sí somos sus alumnos.

“Hay que aceptar que él nos enseñó a hacer cosas y también a ser. De lo que aprendimos a hacer, algo recordamos, mientras que lo aprendimos a ser aún lo somos; en cuanto a esto, nos toca a nosotros, a quienes fueron dados estos sus valores, dar cuenta de ellos y estudiar sus propiedades para trasmitirlos a quienes nos siguen.”

Asimismo, señaló que una de las características de RPT —como se refirió al doctor Ruy Pérez Tamayo— además de su personalidad encantadora, es su prodigiosa memoria; recordó que en sus años de residente, durante la sesión de biopsia, RPT solía citar de memoria el número de la revista, página y año en que se publicó una imagen anatomo-patológica semejante a la que les ocupaba en ese momento.

 

Doctora Annie Pardo

De su apego al materialismo, les trajo de las fábulas de los libros a los hechos de la realidad. La autopsia ofreció a RPT el territorio material donde indagar la causa de la enfermedad en cada paciente, y donde exponer su expresión clínica en síntomas y signos; la autopsia culminaba con la sesión anatomoclínica, escenario donde reunía ambos cabos, objetivos y subjetivos, y donde identificaba su singular interpretación, de ahí aprendieron que solamente en los libros vienen las enfermedades en capítulos diferentes y enredadas varias de ellas en un mismo paciente.

De su interés por los mecanismos de la enfermedad entendió las cosas por sus causas y lo llevó a intentar explicarse y explicar las interacciones entre moléculas, células, tejidos y organismos que tejen la compleja trama del padecimiento en sus famosos libros Principios de patología y Mechanisms of Disease. An Introduction to Patology.

Finalmente, Larralde señaló que en RPT la duda y la curiosidad fueron tal vez los impulsos más fuertes que lo llevaron a la investigación, y por esa razón le gusta hacer a él mismo sus experimentos; además, debido a la vacilante incertidumbre del conocimiento experimental hay en sus textos numerosas aclaraciones sobre las hipótesis y siempre se da lugar para mencionar las inconsistencias.

El amigo

Por su parte, Rubén Lisker, profesor emérito de la UNAM, destacó algunos aspectos personales y sobre todo aquellos que los han hecho buenos amigos; así, recordó que lo conoció de manera superficial en 1973, cuando empezó a trabajar en lo que se llamaba Instituto Nacional de la Nutrición; para entonces sabía que Ruy era un buen investigador, lo que más adelante constató con certeza.

De sus primeros años de amistad recordó que tuvo la oportunidad de escucharlo en reuniones médicas, y siempre era brillante, sus ideas eran y son expresadas con claridad y corrección. “De 1973 a 1984 fuimos compañeros de trabajo, su Laboratorio de Patología Experimental colindaba con el Departamento de Genética donde yo laboraba, de manera que platicábamos cotidianamente sobre asuntos de trabajo, de la situación del Conacyt y de la ciencia en México; en ese lapso me convertí en revisor de algunos de los muchos trabajos que gustaba de publicar, lo que hice con mucho gusto, ya que aprendía cosas y me daba la oportunidad de discutir con él sobre numerosos asuntos.

“La oportunidad de conversar con Ruy es lo que más aprecio de nuestra relación y sé que no soy el único en pensarlo así, ya que desde hace 20 años nos reunimos un grupo de amigos para comer y platicar un rato en lo que denominamos ‘la comida de la cantina’, donde él es la principal atracción tanto para quienes iniciamos el club como para quienes se han agregado a él.”

Por esa razón mencionó que el atractivo de Ruy no sólo es su inteligencia y conocimiento, sino otras cualidades, como ser una persona liberal, producto de una educación laica y casi desprovista de prejuicios, “nuca le he escuchado descalificar a nadie en función de su religión, grupo étnico, clase social, sitio de trabajo o preferencias futbolísticas”.

Ruy es probablemente el más distinguido de los médicos mexicanos que no pertenece a la Academia Nacional de Medicina, y sin embargo, dice lo que piensa aun cuando no sea lo más popular ni políticamente correcto. Con un ejemplo, el doctor Lisker concluyó que su amigo no tiene espíritu discriminatorio, y es que en una reciente conferencia “... Ruy señalaba que no hay diferencia entre raza y especie en el humano y que la terquedad de darle naturaleza intrínseca a las diferencias geográficas existentes se debe a que estas diferencias determinan que unos grupos sean diferentes a otros solo por validar que los ‘superiores’ sojuzguen a los ‘inferiores’ justificando innumerables injusticias.”

El médico

Para hablar del aspecto profesional de Pérez Tamayo, el doctor Eduardo López Corella, jefe del Departamento de Anatomía Patológica en el Instituto Nacional de Pediatría, glosó algunos consejos para que las nuevas generaciones lo conozcan y aprendan de él, y para empezar desmenuzó los rasgos por los que Ruy Pérez estudió medicina y su dedicación a la patología.

 

Doctor Roberto Kretschmer

Así, explicó que se vio atraído a la medicina porque su hermano la estudiaba, una razón superficial, coyuntural, aunque seguramente las razones son conscientes e inconscientes, y en el caso de Ruy es porque él es un hombre de renacimiento, aunado a que la medicina ejerce un atractivo irresistible y es un oficio renacentista (que abarca todo), y se decidió por la especialidad en patología por esa misma razón, por renacentista.

En este orden de ideas, explicaba que la labor del homenajeado en esa especialidad se desarrolló en tres vertientes: como investigador, como maestro y como patólogo; esta última, en su capacidad de clínico, de especialista que genera diagnósticos morfológicos en tejidos de pacientes individuales para ser aplicados directamente al diagnóstico integral de ese enfermo vivo o muerto.

Para analizar esto, el doctor López Corella indicó que el oficio de patólogo, para hacerlo a nivel de excelencia, precisa de algunas características: una memoria visual desarrollada para identificar patrones morfológicos y referirlos a esquemas, análisis de imágenes que, de entrada, parecen diferentes, o que comparten características esenciales, además de una erudición fenomenal; todo esto se puede aprender, pero ayuda mucho tener una talento innato, y Ruy lo tiene, así como la capacidad de dibujar; siempre asombra por su capacidad de analizar su preparación histológica y de integrar posibilidades diagnósticas.

“Todo esto es inteligencia, memoria y trabajo, y él es un trabajador infatigable, no compulsivo, porque sabe gozar del descanso, de la conversación, de la buena comida, de los buenos vinos, de los placeres de los sentidos, de todo lo que hace que la vida valga la pena, pero es un trabajador infatigable. Con esto estamos descifrando cómo le hace Ruy, se necesita una filosofía renacentista, una avidez por el saber, una inteligencia poderosa, un talento innato y cultivado en una capacidad de trabajo inagotable”, concluyó.

El científico

En su momento, la doctora Annie Pardo, coordinadora del Consejo Académico del área de las Ciencias Biológicas y de la Salud, describió algunos ejemplos de su actividad de mayor impacto como científico, que le han valido para ser reconocido a nivel mundial, y además le han permitido crear una escuela en México: “Los amigos del tejido conjuntivo”.

“En algunas de sus aventuras, en busca de la morfostasis, la regulación de la estructura ha sido uno de los aspectos que él ha perseguido y lo que ha elegido para esa tarea ha sido el tejido conjuntivo. Dos personajes moleculares lo han movido en el interés de explicar estos conceptos: la colágena (proteína más abundante en los vertebrados y de gran importancia en el papel director de la actividad de una serie de células) y la colagenasa (enzima capaz de atacar a la colágena).”

Asimismo, explicó que en sus inicios, en 1953, estudió el efecto de un aminoácido en la cicatrización de heridas experimentales; en esa época, dicho trabajo mostró la importancia de ese aminoácido para la síntesis de ese tejido, pero realmente su interés no era la síntesis sino la reabsorción del tejido conjuntivo.

En una revisión que Pérez Tamayo hizo, desarrolló una división entre lo que son enfermedades con una excesiva degradación de la colágena y con una deficiente degradación de la misma, explicó la doctora Pardo.

Más adelante, de manera breve, habló de los aspectos en los que se ha interesado durante su carrera científica, y señaló que en el aspecto de la reabsorción del tejido conjuntivo, la fibrosis ha ocupado gran parte de su interés; ha realizado estudios en modelo experimental y como enfermedad humana, y ha abordado aspectos como la hepática, la renal y la pulmonar, pero para entender estos aspectos patológicos ha recurrido a aspectos fisiológicos, como el estudio del útero posparto, donde sí se reabsorbe la colagenasa, para lo cual ha llevado a cabo muchos estudios. “Una de las grandes virtudes de Ruy es no sólo observar y describir los experimentos sino construir ideas alrededor”, finalizó.

El escritor

Carlos Montemayor, miembro del Colegio Nacional, hizo referencia a la importante labor de Ruy Pérez Tamayo en las letras, ya que se caracteriza por la faceta del asombro. Cuenta con una obra muy dilatada, dijo, e hizo referencia a El concepto de la enfermedad, “un libro que no hubiera podido escribirse sin una pasión por la antropología, la etnología, la poesía, la historia, la literatura, el teatro y la ciencia; está escrito desde el asombro de todo lo que el espíritu humano ha dejado a lo largo de milenios”.

En su obra da cuenta del poeta que es Ruy, en el sentido aristotélico, que además continúa y da gran parte del impulso que hoy le reconocemos y festejamos; mencionó el también escritor que lo poético de Ruy se reúne siempre en sus escritos de ciencia.

En este sentido finalizó al señalar que el concepto de muerte que se describe en su obra, es humanista, sacado de un concepto científico, y es ahí donde se ve la conjunción del filósofo y el científico; “Mi sospecha es que Ruy es un escritor que se detuvo en la ciencia para siempre y se dedicó a ella; de otra manera no tendría tanto entusiasmo por toda la producción humana; Ruy es lo más parecido a un novelista, quien dispone del universo entero y escribe de lo que sea; es un escritor que en sus ensayo y trabajos científicos abarca todo lo que le es posible humanamente y va más allá de su producción.”

El melómano

Para cerrar con broche de oro el festejo del octagésimo aniversario del doctor Ruy Pérez Tamayo, el doctor Roberto Kretschmer, miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM, habló sobre la gran melomanía del doctor Pérez Tamayo, heredada o trasmitida por su padre, quien fue el primer violín en la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional.

Igualmente se refirió a un piano que Ruy adquirió, a su predilección por Antón Bruckner y a su visita a las estaciones y a la tumba de Juan Sebastián Bach. Mencionó que es la única persona que conoce que haya escuchado las seis óperas principales (no así el Anillo de los Nibelungos) de Richard Wagner (una tras otra, de un “jalón”) interpretadas en las Festtage de la Staatsoper, en Berlín, con la batuta de Daniel Barenboim y la escenografía de Harry Küpffer, así como las cuatro sinfonías de Brahms.

También mencionó su visita devota al Festival de Música de Cámara que se celebra año con año en San Miguel de Allende, de su asiduidad a la Sala Nezahualcóyotl los fines de semana, de los artículos publicados en diarios y revistas sobre la Orquesta Filarmónica de la UNAM, de sus directores de orquesta, como Eduardo Mata, Zuohuang Chen y otros, sobre Bruckner, sobre Bach y otros tantos temas musicales.

Debido a su gusto por la música, el doctor Kretschmer le sugirió formar un libro con los artículos que ha publicado sobre el tema y cerró su participación con un obsequio al doctor Pérez Tamayo, una pequeña armónica que el homenajeado tocó inmediatamente, y “con la que no se va frustrar”, dijo Kretschmer, además de afirmar que es la música la que contribuye fundamentalmente a la gran armonía espiritual de una persona tan brillantemente polifacética como es el doctor Ruy Pérez Tamayo.