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NUESTROS TRABAJADORES Jorge Flores Romero: el bioterio y los animales son su vida
Jorge Flores Romero, entró de joven al bioterio central de la Facultad de Medicina por accidente, pero el hecho de tener contacto desde niño con los animales hizo de su trabajo una pasión.
El señor Flores ingresó a la Facultad en 1972, a los 19 años de edad, cuando el bioterio se ubicaba en el sexto piso del edificio “A”; actualmente, se localiza en el sótano del mismo edificio, el cual ha sido su sede laboral durante 10 años. Así nos lo platicó él mismo al conceder una entrevista a este medio, donde recordó sus experiencias de 34 años de labor en la FM. “Ingresé a la Facultad de Medicina por accidente. Estaban solicitando personal en el bioterio y mis amigos se enteraron por medio de otro que estudiaba en la Facultad de Ciencias. Él recomendó a su hermano y a su primo, pero como siempre andaba con ellos, me invitaron. “Al llegar al bioterio les pregunte a qué veníamos y ellos contestaron que a buscar trabajo, ‘¿de qué?’ —pregunté— y me respondieron que no sabían. Hablamos con el jefe, el biólogo Humberto Granados Espitia. En ese momento ya trabajaban también el doctor Enrique Pinzón y su asistente, el biólogo Ángel Oliva. Mientras nos recibían el biólogo nos mostró las instalaciones. Cuál sería mi sorpresa al ver animales para investigación.” Comentó que en esa época en el bioterio había ratas, conejos, cobayos, un ranario con ranas y acociles, y cinco salas de gatos, a lo que agregó: “Me impresionó ver a los gatos con su placa en la cabeza para los fisiógrafos. Entre mí pensé… ‘¿Voy a trabajar aquí?’ Después de la entrevista nos dijeron que después nos llamaban.” Recordó que, de los tres, a Braulio Huerta le dieron el turno vespertino, a él el matutino y a la otra persona —ya finada— le hablaron posteriormente. — ¿Cuáles eran su labores en aquel momento? A su decir, desde entonces le gustó mucho su trabajo, pues desde niño convivió con animales. Otra de sus labores era ayudar en la curación de los gatos, ya que eran los que más se enfermaban por los experimentos a los que eran sometidos. En 1975 el doctor Pinzón fue trasladado al Centro Médico y Jorge Flores, en 1976, fue reubicado en el Departamento de Cirugía, donde laboró 24 años. “Durante el tiempo que estuve en el bioterio central aprendí el manejo de todo, porque el doctor Pinzón nos explicaba muy bien para que los animales estuvieran en mejores condiciones.” 24 años en el Departamento de Cirugía En Cirugía su jefe fue el doctor Luis Antonio Márquez, quien lo ubicó en el área de Investigación, donde nuevamente tuvo trato con animales. “Como se hacían operaciones en perros, mi compañero Benjamín Garduño y yo los anestesiábamos, rasurábamos, colocábamos en las planchas del quirófano y administrábamos el suero, como si fuéramos enfermeros. Aprendí todo eso y a hacerles limpieza, preparar gasas, entalcar guantes, esterilizar y doblar ropa quirúrgica y manejar autoclaves.” Durante un tiempo, comentó que el doctor Márquez operaba becerros y después del postoperatorio los curaban. Cuando el Departamento fue reubicado a la planta baja del edificio “E” pidió a su jefe que lo reubicara al bioterio del Departamento, que estaba localizado en la azotea del edificio ”B”, pero poco después lo pasaron al basamento del mismo edificio. “Allí lo que hacíamos era la limpieza de los conejos que utilizan los alumnos de segundo año. Los rasurábamos y preparábamos para la clase del día siguiente. Otra tarea era ir por los perros al antirrábico de Culuacán en una ambulancia de la Facultad, posteriormente al de Aragón y hasta El Molinito, San Bernabé y Azcapozalco, los vacunábamos y desparasitábamos. Regreso al bioterio central “Un día después de la huelga del 1999, el doctor Pinzón me invitó a regresar al bioterio. No lo pensé y le dije que sí. Regresé el 1º de mayo de 2000. “De hecho nunca me desconecté de ellos, recuerdo que durante la huelga de 1987 nos cortaron el agua y la luz, para tronar la huelga, pero la resistimos, y los animales de bioterio un día antes se los habían llevado, tomando las precauciones debidas porque el doctor Pinzón sabía cómo venía el problema.” Comentó que durante todo este tiempo siguió en contacto con el doctor Pinzón, por lo que consolidó una gran amistad con él. — Ahora que regresó, ¿qué hace? Recuerdos Sobre sus recuerdos comentó la ocasión en la que se inundó el basamento de la Facultad y él ayudó a los jóvenes de las aulas de cirugía a llegar a las escaleras. Al día siguiente, cuando fue a visitar a sus compañeros del bioterio, ¡oh sorpresa!, se habían inundado más de un metro y murieron muchos animales. “Una cosa chusca que me platicaron fue sobre un compañero que ya falleció, quien dijo que no abrieran la puerta porque no sabía nadar, él estaba sobre un tambo de basura y cuando abrieron no sólo entró el agua, sino también la basura, porque el basurero de la Facultad se encontraba cerca.” — ¿Con animales ha tenido experiencias? — En este sentido, ¿ustedes se vacunan o llevan
algún tratamiento especial? Su familia, sus pasatiempos y futuro Durante su tiempo libre le gusta ver películas y la música, en especial las percusiones, que practica desde los 18 años, con su participación en un grupo tropical. — ¿Qué música tocaba? — ¿Así se llamaban? — ¿Qué instrumento toca usted? Platicó que después de los 30 años de labor ha estado pensando en el retiro, pero que el doctor Pinzón lo ha convencido de que todavía puede aportar a la Universidad. “Ahora estoy con la inquietud de retirarme cuando cumpla 35 años y dedicarme a cosas que no he hecho por estar trabajando. Viajar un poco más, cada año hacemos viajes cortos, pero viendo que nos vamos quedando solos pienso en mi pareja. Mis hijos son universitarios, el menor está estudiando medicina en la Facultad, la mediana es química y la mayor es enfermera. Cada quien está agarrando su camino, y pensando que todavía podemos movernos quiero dedicar tiempo a nosotros. Mi esposa tiene un negocio de enseres para el hogar, creo que podemos atenderlo y darnos tiempo nosotros”, concluyó.
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