Gaceta Facultad de Medicina UNAM
25 mayo 2007
Facultad de Medicina UNAM

 

CICLO DE CONFERENCIAS SOBRE NUTRICIÓN COMUNITARIA

Alimentación, nutrición y salud pública

  • Imparte la coordinadora del ciclo, doctora Adriana Hernández Alarcón

Aliviar el hambre y la malnutrición es un
derecho humano básico y un prerrequisito
fundamental para el desarrollo humano y
nacional…
OMS - Nutrición

El patrón de malnutrición puede tener como base el bajo peso al nacer, la talla baja, la migración a las ciudades y los cambios en el patrón alimentario, aseveró la doctora Adriana Hernández Alarcón, coordinadora del ciclo, durante la conferencia que dictó, titulada, “Alimentación, nutrición y salud pública”, donde además habló de por qué la comida mexicana ha sido propuesta Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO y de que los problemas de hambre y desnutrición no son de “desarrollo”, sino de políticas y distribución de la riqueza.

La ponente y coordinadora del ciclo, Adriana Hernández Alarcón

La profesora pertenece al Departamento de Salud Pública y dijo que la alimentación, junto con el lenguaje, es un elemento fundador y primordial de las relaciones humanas, por lo que la comida mexicana, por su forma de preparación, y a pesar de la diversidad que hay entre Tijuana y Chetumal, se caracteriza por ser creada por su población, reconocida y disfrutada por otros pueblos y formar parte del sustento económico, pero paralelamente está amenazada por la falta de insumos y los modos de vida. Los mexicanos conservan conocimientos y prácticas comunes del comer y ello, aunado a su historia y originalidad, llevó a que la comida fuera declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO.

Definió a la mala nutrición como la disponibilidad inadecuada de energía y nutrimentos en las células y los tejidos del organismo, causada por la ingestión impropia de alimentos en cantidad y calidad. En el caso de nuestro país —agregó— está dada por la pérdida de la autonomía alimentaria, la homogenización de ésta por el modelo de industrialización, y su heterogeneidad, resultado de la desigualdad social.

Recordó que hace diez años la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se planteó como objetivo reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre en el mundo para 2015, por lo que el año pasado el director general de la FAO exhortó a los líderes mundiales a cumplir el compromiso adquirido hace un decenio. Abundó en que para lograrlo será necesario que cada año disminuyan 22 millones las personas con malnutrición, a lo que agregó: “Las políticas nacionales e internacionales sólo han disminuido seis millones de personas hambrientas hasta el año 2005 y, en términos absolutos, ha habido un aumento de tres millones con relación a 1996.”

Mencionó que la malnutrición en los “países en vías de desarrollo” contribuye con una (53%) de cada dos muertes relacionadas con enfermedades infecciosas en niños menores de 5 años; uno de cada cuatro infantes en edad preescolar que sufre algún grado de desnutrición y tiene deterioro en el desarrollo físico y mental; dos de cada tres individuos que habitan estos países tienen obesidad o sobre-peso; una de cada tres personas padece deficiencia de vitaminas o minerales que producen alteraciones en aprendizaje, bajo nivel de escolaridad y, a su vez, un bajo nivel de remuneración a su trabajo, por lo que afirmó que la malnutrición no sólo es consecuencia de la pobreza sino también una causa.

Transición epidemiológica
La doctora Hernández apuntó que todas las formas de malnutrición se asocian con alta morbilidad y mortalidad, particularmente en los países donde coexisten la desnutrición y la malnutrición. Otros aspectos son el aumento en la esperanza de vida, el cambio en el patrón de actividad física y cultura alimentaria, la migración a las ciudades y a otros países, así como a sectores sociales, por lo que aseveró que aliviar estos problemas en el mundo no es sólo cuestión de tiempo y de desarrollo económico, sino de políticas que tienen que ver con la distribución de la riqueza a nivel social y a nivel internacional.

¿Qué pasa en México?
Para afirmar lo anterior, usó a nuestro país como ejemplo e hizo una comparación entre las últimas tres encuestas nacionales de nutrición, las cuales muestran que el gran problema no es el tipo de país sino las políticas efectuadas, por lo que en la nación de “Foxilandia” la desnutrición infantil disminuyó de forma impresionante.

Estableció que la primera diferencia entre estas encuestas es la metodología utilizada. En la primera encuesta se estudiaron 13 mil hogares, mujeres y niños menores de 5 años de vida; en la segunda fueron 21 mil y se incluyeron tres sectores de la población: mujeres de los 12 a los 49 años y niños menores de cinco y en edad escolar. Finalmente, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Enasut), realizada el año pasado con 48 mil hogares que incluían niños mayores y menores de cinco años, adolescentes y adultos, hombres y mujeres.

Comentó que, metodológicamente, en la de 1999 el diseño de la muestra de las viviendas se realizó bajo el marco del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática y representaba proporcionalmente cada entidad federativa de acuerdo con el porcentaje de su población. En el año 2006 señaló que la estratificación se hizo según el tamaño de las comunidades y el estatus de pertenencia al programa Oportunidades. Se sobrevaluaron estados como Colima, Aguascalientes, Querétaro, Guanajuato y Baja California Sur, y se subevaluaron entidades como el Estado de México, Veracruz, Distrito Federal, Puebla, Chiapas, Guerrero y Oaxaca.

De estos estados, cinco son los que presentan mayor mortalidad infantil: Guerrero, Puebla, Chiapas, Tlaxcala y Oaxaca, de los cuales Guerrero y Puebla tienen como característica el nivel más bajo de acceso al agua potable entubada de la República Mexicana, y Tlaxcala y Chiapas son las entidades que menor nivel de escolaridad tienen.

Con relación a las medidas estándares por índice de masa corporal, mencionó que en México, por tener una población de talla baja, cambian los criterios con relación a otros países. Al mismo tiempo —dijo— son causa de desnutrición, sobrepeso y obesidad, por lo que se relacionan con padecimientos de diabetes, hipertensión arterial, dislipidemias y enfermedades cardiovasculares y cronicorrenales.

Sobre estos problemas comentó que el Sistema Nacional de Salud (SNS) sólo logra que 44.1 por ciento de los pacientes con diagnóstico de diabetes tengan un control más o menos aceptable; es decir, que menos de 50 por ciento está controlado, aun y cuando tengan acceso al SNS y, por otro lado, sólo 60.2 por ciento de los pacientes con hipertensión tiene una cifra de presión arterial igual o menor a 140/90, de tal manera que habrá que poner “asegunes” a la transición epidemiológica.

Finalmente, mencionó que la alimentación del mexicano y la gastronomía mexicana son dignas de ser nombradas patrimonio cultural inmaterial de la humanidad; que la solución al problema del hambre y la desnutrición, no es de “desarrollo”, sino de justicia en la distribución de la riqueza. A nivel local las últimas encuestas no son comparables y el patrón de malnutrición (desnutrición, obesidad y sobrepeso) puede tener como base el bajo peso al nacer, la talla baja, la migración a las ciudades y los cambios en el patrón alimentario.