Bajo el Mural El vacío de la vanguardia y Teatro y risa
Gesticula el maestro, muestra que la mano es más rápida que el solfeo y la vista en el atril, cada nota impetuosa surge de su guitarra y el aplauso emerge, este Tríptico en Azul no tiene tiempo, sino un viejo con dos jóvenes acompañantes, delirantes y rápidos interpretan jazz, con repertorio de vanguardia y tradición. Hace aproximadamente 30 años que Eduardo Piasstro inició en el jazz, conoció a los héroes del jazz mexicano, como Juan José Catalayud, cuando la difusión era limitada y sin ninguna otra posibilidad, pero ahora, al parecer, el jazz está más vivo que nunca. “Actualmente las cosas están caminando, está mucho más movido y con posibilidades de grabar discos...”, apuntó Eduardo. Su estilo es determinante, son observados con atención y cierta extrañeza, pues el maestro Piasstro gesticula para ir solfeando cada nota y parece que las canta mientras surgen igual en sus cuerdas; el bajista Ferrara hace lo propio, y aquello ambienta el lugar, el público trata de entender que las notas están en el aire. Desde hace seis meses que este proyecto inició con Piasstro en la guitarra, el bajista Jaime Ferrara y el baterista Rachid Brocka, quienes visitaron el último viernes de abril “Bajo el Mural” con mucho éxito entre el público asistente. El repertorio no contó esta vez con interpretaciones propias, pero sí con melodías internacionales magistralmente ejecutadas por estos tres músicos. El jazz contemporáneo a partir de los sesentas a la fecha es la inquietud de este grupo. El jazz tradicional y los estándares modernos, así como propias del grupo, refirió Rachid, son el repertorio con que cuenta, pero con la confianza de un producto de calidad por la conjunción entre la experiencia y la juventud. Para el joven baterista, el jazz contemporáneo no podría dejar de contar con su “parteaguas”, Colt Trent, visto como ícono de este ritmo, a partir de los sesentas y setentas, fundador de esta corriente. Sin embargo, en el presente hay muchos más que considerar. A pesar de su juventud lleva años en la interpretación. “He estado en distintos grupos de jazz, en la actualidad toco en un restaurante llamado ‘Goleardos’ y con el grupo Atempo, desde más o menos tres años”, añadió. Teatro y risa
Se presentó la puesta en escena de la obra del autor Óscar Liera, “Los hijos de su Cúcara y Mácara”, donde ahora la risa imperó y nadie se “asustó” de la temática, como sucediera en 1986 y 1987, cuando se estrenó entre insultos y golpes de parte de la extrema derecha contra el contenido y los actores. La farsa montada ahora por la Compañía Internacional de Teatro “La herencia de Wagner”, en la Facultad de Medicina, y mostró las relaciones entre el gobierno y la Iglesia católica con una buena dosis de sarcasmo. Los personajes surgen y el pretexto son la caída y el destrozo de la imagen de una virgen, lo cual ocasiona indignación en el seno del curato, de proporciones de escándalo nacional, en afectación de sus eminencias. Debido a este accidente suceden las más graciosas escenas por el enojo, enfado y berrinche de las autoridades eclesiásticas, que invocan al gobierno para adoptar medidas. De ahí la natural farsa y lucha de los curas por terminar con el es-cándalo. Por lo pronto, el cardenal (Rolando Monreal) ordena que de ninguna manera las monjas intervengan en el asunto. La discusión entre las eminencias, de forma muy reverencial, claro, ordena que las madres Expectación y Angustias no pisen siquiera el curato. Sin embargo, empiezan las acusaciones entre los clérigos: al carde-nal de misógino homosexual, y al obispo de mujeriego y bisexual. El cardenal ordena que alguien del ministerio del gobierno acuda a resolver el problema y llega una mujer con el encargo gubernamental que ocasiona una nueva crisis que el público goza con risas, sobre todo cuando aparece el padre Edgarberto, quien con su humilde peculiaridad se tira al piso y besuquea al clérigo. Sin embargo, y a pesar de las negaciones del cardenal de hacer entrar a las madres, el problema se resuelve. Edgarberto es nombrado santo y el asunto no pasa a mayores. El milagro ha sido consumado, el curato está a salvo y los clérigos en paz, gracias a las madres Expectación y Angustias. Al final el aplauso premia a la compañía de teatro. Monreal, actor y director de esta puesta en escena, recuerda que cuando el autor, Óscar Riera, estrenó la obra en Sinaloa y en el teatro Juan Ruiz Alarcón, hubo golpes e insultos de parte de la extrema derecha y los neocatólicos, por lo cual es considerada una obra con su propia historia, así que la retoma para mostrarla a las nuevas generaciones. “Es muy actual en época de elecciones, donde la derecha está cargando con todo y nosotros, que somos ‘teatreros’ tenemos la necesidad de mostrarnos como gente más ligada a la cultura y al arte obviamente, pero que está encasillada por desgracia en lo que es la izquierda, y tratamos de darla a conocer a la gente y que se divierta, para que vea los entreveros de las relaciones entre la Iglesia y el gobierno”, agregó. |