Bajo el mural Maritza Bernal Díaz: Facultada para la poesía y la medicina
Ya no hay penitencias, ni protocolos, con lágrimas ajenas, cielos iracundos y callados, revolución del pensamiento arrastrando figuras del pasado, como trozos de un inconfundible cadáver extinto, y no puede ser menos de lo que existe, “Ideductible”: Es todo lo que nosotros podemos ser o todo lo que no podríamos ser, siendo lo que somos...” expresó la poesía de Maritza Bernal Díaz, en el aire “Bajo el Mural”. Ella es estudiante de esta Facultad de Medicina e inventa palabras y acomoda el tiempo, con la necesidad de hacerlo en las distancias y los reproches con afán irreprochable al decir las palabras sin sarcasmo, y con la ironía que sabe el peso de las palabras, su gravedad específica, pero sin temor, habla del día cero, sujeta al Ave Fénix para morir todos juntos en el apocalipsis de los deseos, a la vez que renacida de la hiel, comprende todo al volar con el deseo, el nunca y la poesía. Dice que se acabó el tiempo y las ganas y lo viejo, no temas... no somos, no vivimos, no morimos, no existimos... Al preguntarle Maritza a Remedios Varo: ¿qué hubieras pintado? “Seríamos tus gatos o sólo tu retrato, escribo plural para el solitario, tan acostumbrado a nombrarte, la arena sube, quema mi vientre, me quema la voz y corta una oreja, hubo un solsticio y su rostro es tan angustiante, Edwar y la Modotti, vamos cantando verdades tan irreales palabreando, el sueño quedó sin horas, no existes tiempo, tu solo extinto no resucitó; tanto óxido interferencia entre las ideas, viajan y no ven, cantan y van, corren y tropiezan, no tengas miedo, sólo hemos ido un poco rápido, lento no es lento, no temas, se acabó el tiempo y las ganas y lo viejo, no temas...” Nos remonta al “Cuarto oscuro”, uno de sus primeros poemas, donde argumenta que de extrañar tanto, se volvió extrañar nada, y llegó a un punto en el que olvidó que tenía que extrañar y de ahí nació el cuarto oscuro. Expresa: “... tú no estás y me da miedo, perdí el alma y hoy soy sombra congelada y gélida hacia tu encuentro, nostálgica, abrumada, angustiada, el mar me ahoga. No hay nada que hacer, estoy por número, por sereno, por término, y digo sí por un encuentro en mi mente que acaba, comienza, sólo quisiera cortar el césped, sólo quisiera no verte, sólo quisiera olvidar, sólo quisiera ser un no, sólo quisiera ser un césped...” El apellido Bernal, como Manuel Bernal, el Declamador de América, aquel que nuestros padres y abuelos escuchaban en la radio declamando “La suave Patria”, me recordó la poesía y le preguntamos a Maritza, aunque ella es muy joven, al igual que su poesía tan contemporánea, para saber de aquel Bernal, homónimo en apellido, pero Maritza piensa, habla y compone poesía propia y la comenta a su manera: con el corazón, más allá de las formas. |