Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 mayo 2004
Facultad de Medicina UNAM

SESIÓN EN LA ANM

La medicina en los últimos 425 años

  • Académicos de la FM hacen un recuento de la práctica médica
Doctor Carlos Viesca

En sesión conjunta entre la Academia Nacional de Medicina y la Facultad de Medicina de la UNAM se realizó, el pasado 21 de abril, el simposio “De la medicina en los últimos 425 años y en los próximos 25”, sesión que fue coordinada por el doctor José Narro Robles, director de la Facultad, y en la que participaron cuatro profesores destacados: Carlos Viesca Treviño, jefe del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina; Ruy Pérez Tamayo, jefe de la Unidad de Medicina Experimental, y los profesores eméritos Octavio Rivero Serrano y Fernando Ortiz Monasterio, quienes hicieron un análisis de la evolución de la práctica médica en México y su visión para los próximos 25 años.

El tema del doctor Viesca Treviño fue: “De la formación del buen médico: la historia y el porvenir”, en donde señaló, en retrospección histórica, que el 7 de enero de 1579 marcó el inicio de la primera lección formal sobre medicina en la Real Universidad de México, a cargo del doctor Juan de la Fuente, con el principal objetivo de formar buenos médicos y leyendo les dijo a sus alumnos que las enfermedades no tenían que ver con los malos espíritus, sino que eran procesos naturales.

Indicó que Juan de la Fuente empezó a plantear que en México la Real Universidad inauguraría una Facultad de Medicina con lecciones y con lecturas, lo que marcaba cuál era el tipo de médico que sería el bueno en los años por venir. “Para ser buen médico en 1579 —apuntó el doctor e historiador— bastaban Hipócrates, Galeno y la clínica, porque ésta era importante, y Juan de la Fuente se llevaba a sus enfermos al Hospital de Jesús, al de Naturales y al de la Inquisición. La escoleta clínica era una preocupación importante que hizo que poco tiempo después, Felipe II y Felipe III dictaran una pragmática diciendo que en los dominios españoles era indispensables dos años de escoleta clínica para obtener el título. Esto no lo había en Inglaterra, ni en Alemania ni en muchos otros países.”

Concluyó diciendo que el buen médico de 2004 tiene que saber infinitamente más cosas que lo que sabía el que se inscribió y asistió a su primer curso el 7 de enero de 1579, “... la historia nos plantea que para el porvenir tenemos que seguir formando médicos que sean buenos, pero también que los estudiantes de medicina tienen que adquirir este compromiso e incorporar a su propio ser esta responsabilidad.

Por su parte, el doctor Ruy Pérez Tamayo, en su tema “De la transformación de médicos escolásticos, humoralistas y empíricos, en médicos científicos y en otras cosas igualmente maravillosas que entonces sucedieron”, dio un panorama general de las distintas transformaciones que han ocurrido desde el punto de vista conceptual dentro del ejercicio médico y habló del proceso de cómo se llegó a la medicina científica. Consideró cuatro etapas: la primera marca la transformación de la medicina magicorreligiosa en hipocrática, la segunda es la transformación de esta última a la medicina humoral o galénica, la tercera abarca de la humoral a la escolástica, y la cuarta, de ésta a la medicina científica.

La primera — señaló el doctor Pérez Tamayo— representa el descubrimiento más importante en la historia de la medicina, por el hecho de que la enfermedad no es vista como un fenómeno sobrenatural, sino natural. “Esta etapa coexistió durante los cinco siglos siguientes con la práctica magico-rreligiosa y culminó en la medicina galénica con la cristalización de las ideas originalmente de Empédocles sobre la constitución del ser humano y la importancia de los cuatro humores.”

Explicó que de la medicina humoral se pasa a la medicina escolástica, y uno de sus representantes más tradicionales es Paracelso, quien señaló que el libro de texto lo constituían los enfermos y el cuarto de trabajo era el del enfermo; fue además quien propuso alejarse de los textos clásicos “... donde está escrita la verdad, y contemplar al paciente de manera directa”, citó.

Comentó también el doctor Pérez Tamayo que después de la escolástica sigue la medicina científica; así, Vesalio señaló el principio de ésta en 1543 con la publicación de su libro La fábrica humana. Sin embargo, para los fisiólogos, 100 años después Harvey publicó su libro sobre el movimiento cardiaco e introdujo el método experimental. Morgagni y Virchow representaron los dos polos en el desarrollo de la correlación anatomoclínica, y Pasteur y Koch el estudio objetivo de la etiología microbiana de las enfermedades.

El doctor Octavio Rivero Serrano, ex rector de la UNAM y ex director de la FM, presentó el tema “De la anatomía de Vesalio a la del genoma humano”, en donde hizo un recuento histórico de la clínica. Señaló que el médico se ha basado en dos áreas fundamentales: los conocimientos biomédicos y las destrezas clínicas; conforme han ido creciendo estos conocimientos han ido aumentando las destrezas clínicas, y reveló que desde tiempo inmemorial existían el interrogatorio y la exploración física del enfermo. “Hay datos que hacen suponer que en la época de Hipócrates se practicaba la auscultación; esto indica cuáles eran las armas con las que trabajaba el clínico antes de la era científica.”

El profesor emérito mostró el crecimiento del conocimiento médico desde el siglo XVI hasta el XX; estableció que en el XVI se desarrollaron la anatomía, la anatomía patológica, la fisiología, la bacteriología y la inmunología, y el pasado marcó el desarrollo de la bioquímica, la citología, la biología molecular y la genética.

Con imágenes de Vesalio, el doctor Rivero expresó que existen dos momentos históricos que marcan la trascendencia del conocimiento científico en la medicina, que son el esquema de Harvey, el cual explica la circulación, y los descubrimientos de Pasteur y Koch, que hablan de la etiología.

Al referirse a la evolución de las destrezas clínicas, el doctor Rivero apuntó que desde tiempo inmemorial se hacía la entrevista y la exploración física al enfermo, y pasaron muchos siglos para llegar al uso del estetoscopio; hasta fines del siglo XIX los rayos X, a principios del siglo XX los endoscopios rígidos, así como estudios de laboratorio que eran unos cuantos al principio y ahora son docenas.

Consideró que el clínico actual “... tiene que conocer sobre patología, más que otra cosa. En la actualidad son fundamentales los conocimientos de patología, de farmacología y la terapéutica.”

Para cerrar su participación el doctor Rivero Serrano propuso ante el gremio médico que la FM debe formar un grupo de planeación que analice cómo se va a formar la nueva generación de médicos de la era genómica, “... no sé si desde el pregrado, o al final de la carrera, o por medio de un grupo piloto. Lo que es importante es planear cómo se van a formar estos médicos del futuro.”

Tocó al doctor Fernando Ortiz Monasterio, profesor emérito de la FM, hacer un análisis sobre “corrección o sustitución de las diferentes partes del cuerpo”. Explicó que la medicina ha tenido dos objetivos: aliviar el dolor y sanar las heridas. La historia de la cicatrización de estas heridas está íntimamente ligada a la violencia y ha dado lugar a la búsqueda de medidas terapéuticas.

También señaló que la pérdida de porciones de tejido de diferentes partes del cuerpo presentó un problema distinto; se sabe que en el siglo XVI había cirujanos barberos en Calabria y Sicilia, quienes reconstruían narices pegando el brazo a la cara, pero la primera descripción detallada es de Gasparis Taliacotii, profesor de anatomía de la Universidad de Bolonia que publicó un libro donde explicaba cómo se debía hacer este tipo de operaciones.

En el caso de los trasplantes, la separación total del tejido de una porción del cuerpo y el injertarla en otro sitio de la misma persona, o el reimplante de partes, eran en ocasiones reportados siempre como fracasos.

El doctor Ortiz Monasterio apuntó que en la Segunda Guerra Mundial, el doctor Wallace empleaba piel de cadáver como una cubierta temporal que se integraba aparantemente bien, pero al cabo de tres semanas se desprendía por un fenómeno de rechazo. Dos problemas quedaban en el camino de los trasplantes: el primero de orden técnico, cómo anastomosar (unir) arterias y venas, y el segundo, más complejo y aún no resuelto es el de la inmunidad. Ambas problemáticas despertaron el interés de Alexis Carrel, quien desarrolló técnicas de cirugía vascular y ganó el premio Nobel en 1912.

“A partir de la década de los sesentas se han trasplantado miles de órganos, el primer trasplante de pulmón fue hecho por James Hardy en 1973, el del hígado por Thomas Starzl en 1967, y el de corazón por el controvertido cirujano Christian Barnard en 1967”, concluyó el doctor Ortiz Monasterio.

“Las distintas formas de la atención médica, individual y colectiva” fue el tema que desarrolló el doctor José Narro Robles, director de la FM, quien concluyó el simposio. En su conferencia el funcionario universitario se refirió a la génesis de la atención médica en México; mencionó que hace 485 años Hernán Cortés desembarcó en las costas mexicanas e inició la conquista de lo que hoy es nuestro país. Después de la invasión, la sociedad inmunulógicamente virgen y, por ende, desprotegida, fue afectada por una epidemia de viruela contagiada por un viajero llegado en 1520 con Pánfilo Narváez. A esta epidemia siguieron otras más: en 1531 la de sarampión, y diez años más tarde una de tabardillo tifo, en 1545 la de cocolixtle, padecimiento febril con cólicos, hemorragias y gran letalidad. En 1576 de nuevo el tabardillo, después la viruela, el sarampión y al final del siglo XVI, en 1596, una epidemia mixta de sarampión, parotiditis y tifo. Esto provocó disminución en la población de más de 20 millones de habitantes entre 1519 y 1603.

Destacó que existen dos aportaciones importantes en la organización de los servicios colectivos de salud en la Nueva España en el siglo XVI, la constitución de una amplia red de hospitales y el establecimiento del Protomedicato, que si bien no funcionó a cabalidad, sí marcó las grandes líneas de política y regulación sanitaria, y particularmente de la educación médica y del ejercicio de las profesiones de la salud.

Indicó que para los españoles muy pocas cosas fueron más importantes en el caso de la salud pública que la regulación de la educación de los profesionales de la salud, su debida evaluación y el control de la autorización correspondiente para el ejercicio de su práctica.

Señaló asimismo que al siglo XIX se le puede calificar como el de la reforma y la renovación. Se caracteriza por las desapariciones y por las fundaciones, entre las primeras puede citarse la supresión de la Universidad Real y la del Protomedicato. Entre los principales actos de fundación están: el establecimiento de Ciencias Médicas en 1833 por Valentín Gómez Farías, Casimiro Liceaga y los primeros profesores; la instalación de la Facultad de Medicina del Distrito Federal y después del Consejo Superior de Salubridad, así como la de la Academia Nacional de Medicina y de la Gaceta Médica de México.

El doctor Narro Robles subrayó que el siglo XX es una centuria llena de logros médicos, nuestro actual sistema de salud, con sus imperfecciones, pero con sus grandes luces, logros y alcances, es producto del genio de grandes médicos, y sobre todo del trabajo, el compromiso y la actitud de miles de trabajadores de la salud y de numerosas generaciones que han hecho un aporte fundamental.

Para finalizar hizo algunas consideraciones sobre los próximos cinco lustros, donde señaló que la obesidad, el tabaquismo, el alcoholismo, la hipertensión arterial, la vida sedentaria y la diabetes son factores de riesgo, silenciosos y apabullantes, que se extienden en la sociedad mexicana y que generan enfermedad, gasto y muerte. Para mejorar la salud colectiva tenemos que registrar grandes avances en el control de estos factores de riesgo o enfermedades.”

Por último se manifestó además por el desarrollo de un nuevo humanismo médico, basado en la confianza y la comunicación con los pacientes y sus familiares, y la práctica de una ética médica, laica; el desarrollo de nuevas vacunas, medicamentos y procedimientos que protejan, entre otras cosas, contra las adicciones, la obesidad, la hipertensión y la diabetes; el control de las distintas formas de iatrogenia; que la esperanza de vida al nacimiento llegue a 85 años; que se incremente la mejoría en la calidad de vida entre los ancianos y el control del crecimiento de la población en todos los sectores de la sociedad, así como la existencia de una sociedad más justa y equitativa, en la que haya menos brechas entre los que tienen de sobra y los que carecen de lo fundamental, entre otras.

Durante la sesión de la Academia Nacional de Medicina se rindió un homenaje al doctor Miguel Tanimoto Weki, quien fuera presidente de esa agrupación y falleciera recientemente, a cargo del doctor Norberto Treviño García-Manzo.