Gaceta Facultad de Medicina UNAM
25 marzo 2006
Facultad de Medicina UNAM

Conferencia magistral

Elkin Patarroyo, uno de los investigadores latinoamericanos más destacados, compartió sus hallazgos en el campo de las vacunas sintéticas

  • Recibió el nombramiento de profesor visitante de la Facultad de Medicina
  • Además de su primera vacuna sintética contra el paludismo o malaria habló de la Colfavac
El doctor Patarroyo Murillo recibe nombramiento de profesor visitante

E l pasado 27 de febrero, el científico Manuel Elkin Patarroyo Murrillo, director ejecutivo de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, visitó esta Facultad de Medicina para compartir sus hallazgos en el desarrollo de vacunas químicamente producidas, mediante la conferencia magistral “Más allá de las moléculas: el diseño racional de las vacunas”; dio cuenta del trabajo que ha realizado por más de tres decenios, del cual se desprende la primera vacuna sintética contra el paludismo, además de otros importantes descubrimientos en ese campo que le han permitido desarrollar la vacuna Colfavac.

Ante un nutrido foro compuesto por directores de institutos, funcionarios, profesores distinguidos y alumnos, en esta su segunda visita a la UNAM, el doctor Patarroyo Murrillo recibió de manos del director de la Facultad, doctor José Narro Robles, el diploma que le confiere el título de profesor visitante, otorgado por el H. Consejo Técnico de esta institución.

Durante la presentación del científico colombiano, el doctor Narro Robles apuntó que es uno de los investigadores latinoamericanos más destacados, con una extraordinaria proyección internacional, debido a la gran cantidad de aportaciones que ha hecho al conocimiento universal y por la capacidad que ha tenido para buscar una traducción de ese conocimiento a las aplicaciones; es decir, a los problemas de salud pública de la región.

Patarroyo Murrillo es médico egresado de la Universidad Nacional de Colombia, cuenta con estudios de posgrado realizados en las Universidades de Yale y Rockefeller, Estados Unidos, así como en el Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, de los cuales es profesor. Su obra científica es notable por sus más de 260 publicaciones y miles de citas.

Es creador de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, donde realiza sus investigaciones. Ese laboratorio nivel tres pertenece a la Universidad Nacional de Colombia, es Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el desarrollo de vacunas sintéticas contra el paludismo, la tuberculosis y la lepra, y de métodos diagnósticos para la infección por el virus del papiloma causal del cáncer del cuello de la matriz.

Por sus aportaciones científicas y su generosidad al ceder las regalías de la primera vacuna sintética contra el paludismo que produjo en su laboratorio en favor de la OMS, ha merecido muchas distinciones, reconocimientos y premios, tanto en su país como a nivel internacional; cuenta con 26 doctorados honoris causa de las universidades más prestigiadas de la región y de países como Grecia, España y Canadá, expresó el doctor Narro Robles, antes de cederle la palabra.

Después de ser el primer científico que dicta la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, con sede en la Universidad de Guadalajara, con la que se distingue a las personalidades de Iberoamérica, el doctor Patarroyo Murillo se manifestó complacido por la invitación para visitar la Facultad de Medicina de la UNAM, a la que considera su Universidad, motivos para agradecer al doctor Narro Robles y al rector, Juan Ramón de la Fuente, dijo.

“Más allá de la moléculas: el diseño
racional de las vacunas”

Ante los reunidos en el auditorio “Dr. Alberto Guevara Rojas”, describió detalladamente los estudios que le han permitido lograr un modelo matemático para el desarrollo de vacunas sintéticas, mismos que han generado publicaciones en las revistas más importantes a nivel mundial.

Al dar inició la conferencia enfatizó que la necesidad de encontrar una manera lógica y racional de producir vacunas se debe a que existen 517 enfermedades infecciosas que pueden desarrollar los humanos, y de ese total, sólo hay vacunas para viruela, poliomielitis, sarampión, parotiditis, rubéola, varicela, hepatitis A y B, fiebre amarilla, rabia, BCG, y triple viral; no existe forma de proteger a la población contra 97 por ciento de entidades patológicas que podrían llegar a desarrollarnos enfermedades, y tampoco para los padecimientos que traspasan los límites entre las especies: gripe aviar y peste porcina, entre otras.

Otra razón importante resulta de las defunciones, en 1995 la OMS reportó 42 millones de muertos, de los cuales, 17 millones fueron causados por enfermedades trasmisibles, tres millones de ellos por tuberculosis y tres más por diarrea, dos millones por paludismo, 4.5 millones por infecciones respiratorias agudas, y, por hepatitis, sida, y sarampión (aunque de ésta sí hay vacuna), un millón de muertes por cada una.

En cuanto a la morbilidad, ese mismo año se detectaron 30 millones de casos nuevos de tuberculosis, 250 millones de paludismo, un billón por diarrea y 600 millones de infecciones agudas. Estas cifran indican que más o menos dos terceras partes de la humanidad desarrollaron patologías por enfermedades que se pueden prevenir y para las que existe metodología para desarrollar vacunas.

El hecho de que en el mundo solamente existen 13 vacunas llevó al doctor Patarroyo Murillo y a su grupo de investigadores a preguntarse si se podían diseñar vacunas químicamente; así, “nuestros estudios iniciaron con la búsqueda desde el punto de vista de la química, además decidimos que fuera de paludismo porque es un padecimiento que va en aumento como consecuencia de la resistencia del parásito a los medicamentos y del mosquito vector a los insecticidas: la estadística de 2005 de la OMS reportó un aumento a 515 millones de casos anuales, de los cuales se estimaron tres millones de muertes”.

Destacó asimismo que este padecimiento también representa una enorme carga económica para los países en vías de desarrollo, los cuales invierten para el control del paludismo, de acuerdo con el Banco Mundial, de 12 a 20 mil millones de dólares anuales para poder hacer el control de dicha patología, pero la razón fundamental por la cual iniciaron estudios de este padecimiento desde hace tres decenios es porque se trata de una enfermedad modélica; es decir, es de fase aguda, tiene un periodo de incubación de una semana para desarrollarse, es de fácil diagnostico, y es curable con tratamiento.

El paludismo —explicó el científico colombiano— es muy frecuente en países del área tropical del mundo, una de las más pobres de la Tierra y con menos recursos económicos, es consecuencia de la picadura del mosquito Anopheles, que inyecta Plasmodium; en el sitio de la picadura se presenta una reacción edematosa y el parásito es transportado hasta las células hepáticas, donde se reproduce 30 mil veces en un periodo de una semana; mediante su proceso de proliferación y diferenciación infecta los glóbulos rojos de la sangre y, por cada merozoíto en el que se transforma, se reproduce de 32 a 50 veces cada dos días, y se multiplica sucesivamente, por lo que llega a matar al individuo en un periodo de dos semanas.

Ese ciclo no termina ahí, sino que los pocos merozoítos que se convierten en macho y hembra son tomados ahora por un mosquito hembra no infectado, donde se reactiva el ciclo del parásito, ya que permite la reproducción de éste en su intestino medio, y genera nuevas larvas o esporozoítos, que llegarán a sus glándulas salivares y la convertirán ahora en infectiva; así se repite el ciclo de reproducción del parásito en el hospedero vertebrado y en el invertebrado.

Con esta información el doctor Patarroyo Murillo comenzó sus experimentaciones en el Instituto; usó como modelo al mono aotus, que habita en el Amazonas, el que es susceptible a desarrollar paludismo humano cada tres o cuatro meses, y con el cual se pueden explorar todas las moléculas, en todas las gamas necesarias para encontrar la respuesta en cuanto a fármacos y, sobre todo, para desarrollar vacunas.

“Hoy se sabe que este primate es susceptible a la mayoría de las enfermedades infecciosas del ser humano, lo que nos motivó a estudiar sus 40 familias de moléculas del sistema inmunitario, donde encontramos que entre 88 y 100 por ciento son idénticas a las del hombre, de manera que los resultados que tenemos en el mono aotus son extrapolables al ser humano.”

Luego de muchos estudios produjeron la primera vacuna sintética contra el paludismo SPF66, probada en monos; después, en 11 soldados voluntarios de las fuerzas militares de Colombia, donde encontraron que cinco de ellos quedaron protegidos en 40 y 50 por ciento, similar a lo que se obtuvo en los monos. Estos hallazgos fueron publicados en Nature en 1987. Posteriormente se siguió estudiando; fue aplicada en más de dos mil 500 personas. Luego de la vacunación de grandes grupos poblacionales, encontraron que la vacuna era segura e inmunogénica, manifestó Patarroyo Murillo.

Para exponer su efectividad se realizaron otros estudios en distintas partes del mundo. Cuando fue aplicada en Colombia a población negra se demostró que la eficacia de la vacuna era de 38.8 por ciento; en los niños de uno a cuatro años protegia en 77 por ciento, y en adultos de 45 años en adelante, 67 por ciento, además de proteger contra segundos episodios en 50 por ciento. Con la aplicación realizada en Venezuela a población caucásica, probaron una protección de 55 por ciento, mientras que en Ecuador, aplicada en población indígena, fue de 66 por ciento, y en Brasil, la protección de la población mestiza fue de 29 por ciento. Además observaron una diferencia en la protección de la vacuna según la raza en la que fue aplicada.

En posteriores investigaciones, explicó el científico colombiano, analizaron la duración de la protección de la vacuna. Durante la vacunación que se hizo en 1994 en África, un grupo multidisciplinario comprobó que la SPF66 era capaz de proteger 31 por ciento a niños de uno a cinco años de edad en adelante en Tanzania; después de 18 meses, confirmaron que la eficacia se mantenía en 25 por ciento.

Como la SPF66 en los distintos estudios no lograría la capacidad protectiva más allá de 50 por ciento, en 1995, el doctor Patarroyo Murillo decidió detener los estudios de vacunación y buscar lo que faltaba. En esta oportunidad, explicó todos los procesos que llevaron a cabo para desarrollar una nueva vacuna denominada Colfavac (Colombian Falciparum Vaccine), la cual tiene una fantástica capacidad protectiva, aseguró.

En esencia lo que había que hacer era bloquear las interacciones del parásito con la célula hospedera para producir la vacuna, así que junto a su grupo de investigadores desarrollaron una metodología para conocer las interacciones específicas del receptor de unión, las células sintéticas y las hospederas que son infectadas, así como la estructura primaria de las moléculas y aquellas que se involucran en el proceso de invasión.

Finalmente, luego de detallar sus estudios moleculares, señaló que como resultado del trabajo emprendido hace seis años han logrado una metodología química, lógica y racional para el desarrollo de vacunas sintéticas, y anunció que antes de 2008 se podrá contar con otra vacuna contra el paludismo con una efectividad superior a 95 por ciento, basado en la parte experimental que presentó.