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VIII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN DE POSGRADO Reúne investigaciones con orientación clínica
A principios de febrero pasado se llevó a cabo la octava edición de las Jornadas de Investigación de los Cursos de Posgrado para Médicos Especialistas, organizada por la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina, que este año reunió 527 investigaciones que abordaron a profundidad temas epidemiológicos, nuevas enfermedades, y métodos de diagnóstico y de tratamiento. Del total, diez obtuvieron un merecido reconocimiento, pero todos son resultado de los cursos de subespecialidad que ofrece la dependencia universitaria en más de 45 sedes de instituciones públicas y privadas, así como en todos los institutos nacionales de salud, producto también del esfuerzo de los especialistas por profundizar en un campo específico de su área. Este año los trabajos aumentaron en número y en calidad, porque el espacio que esta ocasión se requirió fue mayor, además de que para los evaluadores tomar una determinación y dar una evaluación fue más difícil, dijo el doctor José Narro Robles, director de la Facultad, al dar la bienvenida. Ante la presencia de Miguel Ángel Lezana, director general de Calidad y Educación en Salud de la Secretaría de Salud, y funcionarios del área, especialistas, profesores y alumnos de los cursos, subrayó que a lo largo de los años esta alternativa de adiestramiento se ha perfeccionado y, en ello, han colaborado comprometidamente los profesores, quienes contribuyen a que esta dependencia universitaria siga avanzando y mejorando. A los médicos especialistas que culminaron su preparación, además de felicitarlos por la confianza que depositaron en esta Facultad para adiestrarse, manifestó su deseo porque el esfuerzo que hicieron para avanzar en su conocimiento se traduzca en un buen servicio a la sociedad mexicana, pues deben regresar la inversión que el país ha hecho a su favor mediante la dedicación a sus pacientes, quienes con toda confianza se ponen en sus manos, concluyó. El doctor Enrique Graue, jefe de la División de Estudios de Posgrado, al hacer uso de la palabra acotó que los que hoy concluyen su preparación son la mejor generación de médicos que salen al mercado laboral, pues tres de cada diez de los estudiantes que ingresan a las escuelas de medicina concluyen sus estudios, uno de cada cinco de ellos realiza una especialidad médica con duración de tres a ocho años, y dos de cada 100 residentes del país estudian una subespecialidad con orientación clínica de investigación, como este grupo. Además, explicó que es muy importante cerrar un ciclo de preparación académica con una conferencia magistral impartida por una figura de prestigio, así que en esta ocasión el invitado fue el doctor David Kershenobich, médico internista, gastroenterólogo, hepatólogo, doctor en medicina y de una gran calidad humana. Buenas prácticas clínicas Al dar inicio aseguró que en el contexto de la investigación, las buenas prácticas establecen que hay que cumplir con cinco reglas generales, a saber: Definir el propósito del estudio y señalar la hipótesis específica; diseñar la investigación con un protocolo; conducirla; analizar los datos, y llegar a conclusiones para posteriormente publicar los resultados.
Con relación a la ciencia, el investigador nacional nivel III señaló que mucho de lo que “aprendemos” viene de analizar con mayor detenimiento algo que ya entendemos en forma parcial pero no precisamente “sabemos”, que al profundizar podemos llegar a “saber”. Un ejemplo de ello es el premio Nobel de química 2006 Roger Kornberg, porque pudo utilizar las herramientas que ligan la biología estructural y la genética molecular, mediante lo cual aisló un complejo de 20 proteínas que denominó “mediador”, y que sirve como interfase entre los genes específicos de las proteínas reguladoras y el aparato de transcripción. “Las partes se conocían, el mérito fue establecer cómo se conectan, cómo funciona el sistema.” Explicó que ésa es una manera de hacer ciencia, pero hay otras, como descubrir algo nuevo, que a menudo surge de un campo muy distinto del área donde el investigador es un experto, como Craig Mello y Andrew Fire, premio Nobel en fisiología 2006, que descubrieron los genes silenciadores (ácido ribonucleico de interferencia) al estar estudiando la síntesis de enzimas que son responsables del color morado de algunas flores. Otra forma de avanzar en la ciencia es cometer un error, reconocerlo y aprovecharlo, dijo al exponer los estudios de Minot, Murphy y Whipple, quienes descubrieron la vitamina B12 y la cura de la anemia perniciosa. Acotó que las buenas prácticas clínicas siempre han estado presentes, pues todos los investigadores a los que asimismo hizo referencia encontraron en la ciencia el placer de descubrir soluciones, de esclarecer inquietudes, de entender el funcionamiento del ser humano en la salud o en la enfermedad. Luego de otros ejemplos, enfatizó que el ritmo de las ciencia biológicas ha sido sorprendente en estos años, pero en ocasiones se cree que la tecnología puede resolver todos los problemas, y se olvida cómo se descubrieron los principios que hicieron posible llegar a conclusiones importantes en la ciencia, por lo tanto, hay que tomarla en serio, pues ésta es algo que el médico puede llevar a cabo en sus activi-dades cotidianas; al mismo tiempo que servir al enfermo, puede ir desarrollando nuevos avances que no dependen de, pero que sí se apoyan en la tecnología. A decir del también investigador, parte de la enseñanza de un médico surge del aprendizaje de la teoría y de las habilidades clínicas que va adquiriendo con el ejemplo y la práctica; la experiencia clínica es el arte de aplicar las destrezas clínicas y las experiencias previas para identificar rápidamente el estado de salud particular de un enfermo, establecer un diagnóstico y valorar los riesgos y beneficios de las distintas medidas terapéuticas, tomando en cuenta además los valores personales de cada paciente, sus preferencias, sus dudas, sus expectativas, lo cual deberá ser integrado en una decisión final al servicio del enfermo. Pero lo importante es saber que las guías sobre las buenas prácticas clínicas no serán útiles si no sabemos cómo aplicarlas.
Estas guías, aseguró, están diseñadas para servir de enlace entre la mejor evidencia disponible y la práctica clínica, no son recetas infalibles, pero sí instrumentos que ayudan a orientar al clínico a disminuir las posibilidades de error, a proporcionar un estándar de manejo en la mayoría de las situaciones clínicas, y son una herramienta muy útil para asegurar que la práctica clínica cotidiana cumple con los estándares basados en la mejor evidencia disponible. Al cerrar su exposición, el doctor David Kershenobich dijo a los médicos especialistas que les llegará una mayor responsabilidad en la práctica de la medicina, frente al enfermo y ante uno mismo, y “es cuando no se deben olvidar las buenas prácticas clínicas, mismas que deben ir unidas al ejercicio diario, pues ejercer la medicina significa servicio y calidad, donde lo más importante es el enfermo en forma individual”. Esta actividad, coordinada por el doctor Sergio Durand Oliver, secretario técnico, finalizó con la entrega de los reconocimientos a las investigaciones ganadoras, y fue el momento para que el doctor Leobardo Ruiz, jefe de la Subdivisión de Especializaciones Médicas, concluyera al asegurar que gracias a estos cursos de especialidad, los hospitales e institutos han producido mayor número de trabajos de investigación que los que se hubieran logrado de otra manera, así que esto es una de las buenas influencias y efectos de los cursos de posgrado que desarrolla la Facultad de Medicina. |
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