Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 marzo 2007
Facultad de Medicina UNAM

 

NUESTROS ALUMNOS

A Óscar y Mario su odisea del servicio social los llevó a una
serie de reconocimientos federales, estatales y universitarios

  • Perseverancia y unión, su secreto
  • Realizan su servicio social durante 2005 y son reconocidos en 2006

Óscar Alarcón Sánchez y Mario Alberto Borja Martínez, médicos egresados de la Facultad de Medicina, han sido acreedores a los premios Nacional de la Juventud 2005, Jóvenes por México 2006, Eva Sámano de López Mateos y Gustavo Baz Prada 2006, por la destacada labor realizada durante su servicio social en dos comunidades del estado de Guerrero. Además, han sido invitados a diversos estados e instituciones de educación superior a dar charlas sobre esta experiencia, que ha sido publicada en el libro Acción joven en el servicio social IV. Galardonados 2006, junto con otros cinco compañeros de la Facultad que también obtuvieron este reconocimiento.

Los dos alumnos, hoy titulados, platicaron en entrevista para la Gaceta sobre la odisea a la que los han llevado su perseverancia y unión, los logros obtenidos durante su trabajo realizado en las comunidades de Zizicazapa y Atenxoxola, municipios de Chilapa de Álvarez, Guerrero, acerca de cómo obtuvieron las plazas y, con todo esto, cómo cambio su visión de la medicina.

Mario Alberto y Oscar mostrando su reconocimiento del Premio Nacional de la Juventud

Ambos jóvenes estudiaron su educación básica en escuelas públicas, sólo que Óscar, que es originario de Chilpancigo, Guerrero, realizó sus estudios en su ciudad natal, y Mario en la ciudad de México. Los dos cursaron su bachillerato en la UNAM, nada más que Óscar en la Escuela Nacional Preparatoria Núm. 5 “José Vasconcelos” y Mario en el Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel oriente.

La historia de Óscar
— ¿Por qué decidiste venir a estudiar a la ciudad de México?
“Fueron varias cosas, desde pequeño tuve la inquietud de estudiar algo referente a un área en la que pudiera hacer investigación y ayudar a los seres humanos en avances tecnológicos, técnicos o biológicos. Por otra parte, mi estado tiene muchas limitantes en la educación, poco apoyo y hay muchos problemas burocráticos, por lo que una tía me motivó a venir y me proporcionó apoyo.”

Sobre su inquietud profesional, comentó que desde pequeño le gustaba una historieta titulada “Ecologito”, en la cual el personaje principal realizaba acciones en pro del medio ambiente, y ese personaje usaba una bata blanca, imagen con la que se quedó. También durante su infancia vio programas que hacían referencia a Einsten, lo cual relacionaba con Ecologito, laboratorios, física y biología.

— ¿Qué te motivó a estudiar medicina?
“Al cursar la preparatoria me esforcé por obtener un buen promedio, hice la carrera técnica de operador en computación e ingresé al área de ciencias quimicobiológicas con la finalidad de estudiar biología. De primera intención quería ser biólogo marino, pero fue cuando se dio la huelga de 1999, entonces conocí a un biólogo que me contó que en México no se aspira a más que ser investigador o maestro de secundaria, preparatoria o universidad y me puse a buscar otra opción que me gustara. Elegí medicina porque es más amplio e incluye biología y otras áreas de mi interés.”

Como estudiante de medicina comentó que al principio le costó trabajo la carrera, pero que fue cuando ingresó a sus prácticas hospitalarias que cambiaron las cosas. Cursó tercer año en el Hospital “Fernando Quiroz” del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE); cuarto año en el Hospital de la Comunidad Europea de Iztapalapa de la Secretaría de Salud del Distrito Federal (SSDF) y quinto año en el Hospital General Regional Núm. 1 “Gabriel Mancera” del Instituto Mexicano del seguro Social (IMSS).

— ¿Cómo fue que elegiste realizar el servicio social en el estado de Guerrero?
“Los compañeros hablan de que en el norte del país es casi como la tierra prometida para realizar el servicio social, pues hay más apoyos económicos y la posibilidad de la jornada acumulada, esto es, que se pueden trabajar días corridos y juntar los descansos, pero como soy originario de Guerrero, mis padres me pidieron que pensara en la posibilidad de realizar mi servicio en el estado, pensando que de esta manera los pudiera ver más seguido.

“Fue idea de ellos y ya al final me convencieron. Me dijeron que allá necesitaban médicos como yo, porque los de allá dejan mucho que desear, y que sería una buena manera de demostrarle a mi estado lo que puedes hacer.”

Entonces, recordó que en aquel momento su padre trabajaba en los servicios médicos del DIF y comenzó a averiguar cuál era la posibilidad de que él realizara el servicio social allá. Por otra parte, comentó que la Facultad no tiene convenios con Guerrero. En ese momento, su papá conoció al encargado de servicio social estatal, quien lo comenzó a asesorar.

“Le dijo que tenía que hacer una carta dirigida al secretario de Salud del estado para que se facilitara el proceso, se enterara de en qué fechas podría entregar esos trámites y fue para junio de 2004.”

Agregó que todos estos trámites se hicieron mientras él realizaba el internado, o sea un año antes. Para septiembre de 2004, Óscar dirigió una carta al doctor Narro para comunicarle sus intenciones, principalmente porque la doctora Sara Morales, en ese momento secretaria de Enseñanza Clínica, Internado y Servicio Social, le había sugerido, ante el hecho de que la Facultad no contaba con plaza en ese estado, que fuera para allá, a lo que agregó: “Al principio ella no quería porque le preocupaba no saber a dónde íbamos a llegar. Mandé mi carta y primero no tuve respuesta, pero busqué la forma de acercarme al doctor Narro, comentarle mis intenciones y explicarle que la única forma de que la Secretaría de Enseñanza me diera permiso de irme era con su autorización. Asimismo, le expresé que me iba bajo mi responsabilidad. Él me respondió que iba a hacer todo lo posible por ayudarme.”

Paralelamente, la Secretaría de Salud del estado dirigió una carta al doctor Narro y finalmente, se autorizó…

La historia de Mario
— ¿En qué momento decidiste estudiar medicina?
“Desde niño era solitario y practicaba disecciones en animales; posteriormente mi papá tenía contacto con médicos y me acerqué a ellos, lo que aumentó mi gusto por el área de la salud. Me gustaban mucho la biología, la genética y la medicina, pero más la genética.

“Para poder estudiarla tenía que entrar al Instituto de Investigaciones Biomédicas y para ello necesitaba cursar una carrera previa; en este caso decidí cursar medicina.”

— ¿Tienes algún familiar médico?
“No, soy el primero en la familia.”

Comentó que al ingresar a la Facultad cursó en un grupo del Programa de apoyo y fomento a la investigación estudiantil (Afines) y desarrolló investigación en el Departamento de Embriología, con el doctor Pedernera, y en el Departamento de Cirugía, con el doctor Ortega Salgado.

Mario, al igual que Óscar cursó tercero, cuarto y quinto años en los mismos hospitales, desde entonces conoció a Óscar.

Caminos que convergen
Mario comentó que él pensaba realizar el servicio social en investigación, pero el internado los tenía tan ocupados que se le pasaron las fechas para inscribirse y comenzó a angustiarse. Por su parte, Óscar habló con él y le propusó comentar con su padre para ver si podía conseguir otra plaza en Guerrero. A Mario, que nunca había salido de casa ni de la ciudad, le daba miedo. El padre de Óscar empezó a moverse y pasaron cerca de dos meses para que les dieran noticias de que finalmente había conseguido otra plaza.

Paralelamente, Óscar comentó que el gobierno de Guerrero está consciente del déficit de su sistema de salud y que el personal no cuenta con todas las cualidades que debería tener, por lo que valoró su presencia para mostrar que eran distintos: “Bajo esa política nos dejaron y facilitaron las cosas. Entonces, el gobierno de Guerrero dirigió otra carta para informar que aceptaban a Mario.”

Las comunidades asignadas fueron Zizicazapa y Atenxoxola, municipio de Chilapa de Álvarez, dos comunidades no muy cercanas, pero bonitas, tranquilas, y donde la población participa. Por su parte, la doctora Sara Morales les deseó lo mejor y les pidió que pusieran en alto el nombre de la Universidad.

El servicio social, perseverancia y unión
Ya en su comunidad, cada quien realizó su diagnóstico de salud y con esa información comenzaron a planear un programa, que fue divergente por la situación; pero el principal motivo era contribuir al desarrollo social mediante planes donde crecieran al parejo las comunidades, no sólo físicamente sino también culturalmente y en todos los aspectos.

Iniciaron la organización de las comunidades y las educaron para que no defecaran al aire libre, así que gestionaron la construcción de letrinas; como no contaban con agua potable, consiguieron una planta potabilizadora; eran comunidades incomunicadas, así que solicitaron teléfonos rurales para la población y sus centros de salud.

Su política se convirtió en “no pedir, sino exigir las cosas”, echaron mano de los programas que hay a nivel nacional y los explotaron, como es la detección oportuna del cáncer cervicouterino y de mama. Sobre el tema, Mario comentó que aunque son cuestiones manejadas a nivel nacional, para algunas personas son insignificantes y les pierden interés.

“En nuestro caso sabíamos que el estado contaba con un camión que promovía la prevención y que estaba detenido, pedimos que se pusiera en función. Para lograr nuestras peticiones asistíamos a las autoridades locales, si no nos hacían caso íbamos con las jurisdiccionales, y si no, íbamos hasta con las estatales para conseguir los recursos que nosotros sabíamos que existían.”

Cabe señalar que ellos no sólo gestionaron con la Secretaría de Salud del estado sino con otras, como la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, lo cual se les facilitó con el apoyo que les otorgó la familia de Óscar.

“Notificamos los problemas, les recordamos que el Seguro Popular daba recursos para apoyar estas estrategias y que el mismo presidente de la República lo había ofrecido. Entonces, a través de presión, el secretario de Salud del estado giró un oficio para que se otorgara la atención gratuita en todo el estado, principalmente a mujeres de escasos recursos e indígenas, así como la atención oportuna del parto.”

Hay que apuntar que ambos reconocieron que su apoyo fue conjunto, porque si lo hubieran intentado individualmente piensan que no lo habrían logrado, a lo que agregó Mario: “A veces se tienen las capacidades y no se nos cree; pero cuando somos más el trabajo es más creíble y se pueden conseguir más cosas.“

Como resultado de su labor, comentaron que la atención médica aumentó y disminuyó el tiempo de espera, se incrementó el número de consultas de embarazadas, diminuyeron los factores de peligro del embarazo de alto riesgo y la muerte materno-infantil. Cabe destacar que en el caso de Óscar el exceso de trabajo lo hizo pedir una enfermera más.

Sobre el trato con las autoridades, Mario mencionó que les fue difícil, porque la gente no está acostumbrada a trabajar y a que un pasante exija. Esto para ellos fue impactante desde el momento que llegaron, por lo que chocaban y querían saber siempre dónde estaban; para ello, recurrieron a la táctica de salir con una carta de permanencia.

“Mi política fue no pedir sino exigir, y gracias a esto se obtuvieron muchas cosas y se dieron cuenta de que hasta un pasante que ellos menosprecian tiene el poder de hacer mucho en una comunidad. No es necesario tener recursos económicos, sino echar a andar lo que la Universidad te enseña: a ser AUTÓNOMO.”

Los premios
Al culminar su servicio social regresaron a la ciudad y se acercaron a quienes ellos consideraron pertinente para entregar su reporte, pues al no tener la Facultad convenio con el estado no contaban con un asesor titular. Se dirigieron a la doctora Josefina Prado, quien se interesó en sus actividades e hizo de su conocimiento que existía un premio que otorga la Universidad: el “Gustavo Baz Prada” por un buen desempeño en el servicio social.

Aquí comenzó la odisea, la doctora revisó su trabajo y los asesoró. Al mismo tiempo salió otra convocatoria, la del Premio de Jóvenes por México que otorga la Secretaría de Desarrollo Social, para el cual los propusieron a ellos junto con otro grupo de compañeros. De este último, además de obtenerlo, se hicieron acreedores al Galardón, un reconocimiento extra que se entrega a otro grupo de jóvenes seleccionados.

Transcurrido el año, fueron elegidos por la Facultad para el Premio Nacional de la Juventud, donde el doctor Malaquías López, actual secretario de Enseñanza Clínica, Internado y Servicio Social, firmó su carta de recomendación, y un día antes de realizar el Examen Nacional a la Residencia les notificaron que obtuvieron el Premio, el cual les fue entregado por el presidente de la República en Los Pinos.

Además, el estado de Guerrero les entregó el premio estatal “Eva Sámano de López Mateos” por destacar en el área de salud pública y medicina, que sólo se otorga a guerrerenses, pero en este caso aceptaron también a Mario y lo recibieron los dos. Asimismo, han impartido pláticas en algunos estados de la República para motivar a los jóvenes a que sigan realizando el servicio social, sobre todo en zonas rurales.

Cabe mencionar que el programa Jóvenes por México edita un libro sobre quienes obtuvieron el Galardón a nivel nacional, por lo que ahí aparece una breve reseña de ellos y sus actividades. El libro se titula Acción joven en el servicio social IV. Galardonados 2006.

Como parte de todo esto, la FM los becó para cursar el Diplomado en Gerencia, Calidad y Ética en Atención Médica, que imparte el doctor Guillermo Fajardo Ortiz en la Facultad.

La experiencia cambio su visión de la medicina
Mario opinó que es una etapa muy bonita que se goza y disfruta; pero como todo, tiene su momento y ya pasó, y agregó: “Lo que viene es conseguir otros premios. El más importante es lograr nuestros objetivos y, en mi caso, ser un buen médico; lo que estoy realizando ahora es mi maestría en administración en sistema de salud y pienso hacer salud pública.”

Ambos coincidieron en que el servicio social les cambió el panorama, por lo que Óscar comentó que durante él se hace salud pública, pero cuando se es estudiante no se ve así ni les interesa sino hasta que llegan a esa etapa, y recordó que todo eso es útil y se practica, además de que permite que se desarrollen como profesionistas en muchos ámbitos: personal, humanista...

“Ahí te das cuenta de por qué quisiste estudiar medicina y si es tu vocación. Todo ello te da satisfacción y te abre la visión, después vienen los premios, que es otra experiencia muy padre, pero ya pasó. Yo no sabía del Premio Nacional de la Juventud e hice mi examen de residencia médica, ahora voy a cursar la residencia en cirugía general en el Centro Médico Nacional Siglo XXI y a futuro pretendo hacer una maestría sobre una subespecialidad.”

Mario aseveró que a él también le gustaba la cirugía, pero después del servicio social se ha dado cuenta de que a veces hay cosas que hacer desde otra área de la misma medicina, como es el caso de la salud pública. Dijo que ésta es menospreciada porque no se es un médico de hospital pero sí se la aprecia dentro de las comunidades, a lo que agregó: “De esta forma puedes beneficiar a muchos más diseñando un buen programa de salud, algo que nos falta en el país. Viendo la negligencia de muchos de mis compañeros, pienso que estaba errando el camino, con la cirugía podía beneficiar a unos cuantos y ahora mi objetivo principal es ayudar al mayor número de personas que pueda. Ahora mi objetivo de vida es la salud pública, realzar el nombre de esta área y conseguir que la salud en el país sea de mejor calidad.”

Para finalizar, Mario pidió a sus compañeros que valoren la importancia del ser humano y que valoren al enfermo, al que está en el hospital y al que se les acerque, porque lo único que necesitan es ser escuchados y evitar conflictos, como los médicos legales que se están presentando en la actualidad ocasionados por la mala relación médico-paciente; que si quieren recibir una buena atención, deben dársela.

Por su parte, Óscar comentó que a pesar de las circunstancias en las que se vive como profesionistas deben tener siempre una visión optimista, ser humanistas, honestos y francos, y ver por la sociedad. Y agregó que entre mejor estén preparados podrán ayudar más y ser más creativos.