Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 marzo 2007
Facultad de Medicina UNAM

 

QUINCUAGÉSIMO ANIVERSARIO DEL DEPARTAMENTO DE SALUD PÚBLICA

La historia de la pediatría en España

  • Imparte el doctor Esteban Rodríguez Ocaña, de la Universidad de Granada, España

El desarrollo de la pediatría como especialización en España llevo más de un siglo, aseveró el doctor Esteban Rodríguez Ocaña, de la Universidad de Granada, España, durante su conferencia “Una medicina para la infancia. El papel de la prevención en el desarrollo de la asistencia médica pediátrica en España”, que impartiera dentro de la celebración del Quincuagésimo Aniversario del Departamento de Salud Pública.

El catedrático de historia de la ciencia dijo que el desarrollo del interés de la medicina por la infancia se dio desde mediados del siglo XVIII y, en particular, a lo largo del XIX, elementos que contribuyeron a configurar el estatus infantil en la cultura industrial y que se plasmó profesionalmente en la aparición de la pediatría como especialidad médica.

El doctor invitado, Esteban Rodríguez Ocaña

Aseveró que para ello fue precisa la coincidencia de varios factores. El nacimiento y desarrollo de la especialidad estuvo vinculado con una determinada concepción social de la infancia: “Esta nueva conciencia social dio pie a diversas intervenciones, señaladamente las campañas contra la mortalidad infantil y la organización de instituciones asistenciales. Otro aspecto estuvo constituido por los contenidos técnicos, es decir, la transformación del cuerpo infantil como objeto de estudio y de práctica científica. Por otra parte, y no menos importante, la especialidad de pediatría —como la de obstetricia— tuvo que ganarse su legitimidad pública, puesto que abordaban problemas (embarazo, parto y crianza) que habían sido ámbitos opacos para los varones y presididos hasta entonces por un régimen de autocuidados profanos y sanadoras populares, en particular comadronas y saludadoras.”

El caso particular de la historia de la pediatría española muestra uno de los rasgos característicos en este desarrollo, como es la proclamación de una justificación trascendente, moral y política para el ejercicio médico, sustentada en un conjunto de prácticas educativas y preventivas dirigidas a las más amplias capas de la población, prácticas que pasan a un segundo plano, o se abandonan, conforme se asegura la legitimación social de la especialidad.

La nueva conciencia social sobre la infancia
Su manifestación más antigua es la gestión legal de los abandonos u orfandades, asunto que en las sociedades industriales se amplió con una serie de nuevos problemas sociales; se promovieron también sociedades protectoras y congresos internacionales sobre protección a la infancia —que se iniciaron en París en 1883—, donde se aprobó la solicitud de crear hospitales especializados para niños en todas las grandes poblaciones, multiplicar los dispensarios o casas de socorro en los barrios pobres y favorecer el establecimiento de hospicios para niños imposibilitados.

Más el foco para la preocupación médica fue la medición de la mortalidad. Las reflexiones acerca de la magnitud de la pérdida de vidas infantiles en España, que comenzaron en el siglo XVIII y fueron tomadas hasta el Congreso Médico Internacional de Sevilla, celebrado en abril de 1882, donde se presentaron tres contribuciones españolas: Una de ellas fue “Causas de la excesiva mortalidad de la primera infancia en las grandes ciudades y medios de atenuarlas”. En 1884, la Sociedad Española de Higiene dedicó su concurso anual al tema: “Mortalidad en la primera infancia”. En 1890 fue la Real Academia de Medicina de Barcelona la que trató el mismo asunto, con dos versiones. En el IX Congreso Internacional de Higiene y Demografía (Madrid, abril de 1898), su sección dedicada al estudio de la higiene infantil y escolar contó con una mayoría de participantes españoles, ocho de los cuales presentaron comunicaciones acerca de las causas y remedios de la mortalidad de los niños, en particular en la primera infancia.

Circuitos de capacitación pediátrica
El proceso de creación de la especialidad de “medicina de niños” se sustentó sobre unos círculos institucionalizados de aprendizaje y práctica profesional (hospitales, cátedras y dispensarios), revistas especializadas y algunas medidas de defensa e intercambio profesional, como la sociedad de especialistas y sus congresos.

Se mencionó que la pediatría no alcanzaba a diferenciarse de la medicina general por considerar a la niñez como “estado evolutivo”, encaminado hacia la plenitud, de modo que su patrón de comparación eran la fisiología y la patología de los adultos. Sólo gracias a la dilucidación de la etiología bacteriana de las infecciones y al estudio de la alimentación y el metabolismo se consiguió delimitar un campo propio y reconocer las peculiaridades inherentes a la infancia.

En las facultades, estos saberes se encontraban inicialmente unidos a la obstetricia y ginecología, como “clínica de partos y enfermedades de mujeres y niños” (1845) u “obstetricia y patología de la mujer y los niños” (1857), nombre de la asignatura en sucesivos planes de estudios hasta 1886, en que apareció independiente como “enfermedades de los niños” (pediatría desde 1928). Las primeras en fundarse fueron las cátedras de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia y Granada, y las primeras oposiciones se produjeron en 1888. Las revistas especializadas aparecieron con el desarrollo universitario.

En lo que respecta a centros asistenciales especializados, a partir de 1876 comenzó a actuar una “Asociación nacional para la fundación y sostenimiento de hospitales de niños”, organizada por iniciativa de doña María Hernández —duquesa de Santoña y marquesa de Manzanedo—; su plan de erigir un centro en cada provincia se redujo a la fundación del Hospital del Niño Jesús en Madrid.

En 1892, una “asociación de señoras” abrió el Hospital del Niño Dios en Barcelona, destinado a “niños pobres de obreros”. Otro Hospital de Niños Pobres, fundado en 1890 sólo con funciones de dispensario, en 1907 registró cerca de 50 mil consultas. Centros similares se inauguraron en Tenerife, Palma, Teruel y Zaragoza, en los dos primeros decenios del siglo XX. La caridad privada costeó también dispensarios.

En otros hospitales benéficos, en particular los adscritos a las facultades de medicina, dotaron salas de clínicas para pequeños desde mediados de los años ochentas del siglo XIX, y las grandes ciudades crearon servicios especializados para niños enfermos. En 1893 se instaló otra consulta para niños en la nueva Casa de Socorro del distrito de Palacio, a partir de la cual se amplió para crear la Institución Municipal de Puericultura en 1913.

La búsqueda de público
Miembro de varias sociedades, el doctor Rodríguez Ocaña aseveró que en el proceso de consolidación de una especialidad médica resulta fundamental la legitimación del monopolio terapéutico a favor de esa clase particular de expertos, reconocidos por sus diplomas y afiliaciones. En el caso de la naciente pediatría, para conseguirlo, se combinaron:

  1. Una campaña de crítica feroz y sin cuartel a los contenidos (siempre perjudiciales) de lo que se construyó como cultura popular.
  2. La oferta de dispositivos gratuitos, públicos y privados, con ayuda técnica para la crianza, centrados en la alimentación.
  3. El libre acceso al médico en caso de enfermedad por conducto de esas mismas instituciones benéficas.

La pediatría se alejaba de la medicina general mediante el dominio de la especificidad orgánica infantil por medio del desarrollo de la fisiopatología digestiva. A la vez, existió la necesidad de interpretar una mortalidad también elevada entre los niños de las clases acomodadas, donde no podía justificarse el vínculo pobreza-enfermedad que lo explicaba en la clase proletaria; sin olvidar el modelo de familia burguesa que se quería sustentar y la definición de un rol femenino subordinado, la medicina de la infancia se articuló bajo la denominación de puericultura.

El objeto de esta disciplina era extender las normas científicas de cuidado de la infancia, en particular las referidas al régimen alimentario durante la lactancia, la alimentación maternal, de los tres modos genéricos de proporcionar alimento al neonato, lactancia: materna, por nodriza y artificial (especialmente mediante biberón). Los médicos se declararon unánimemente defensores de la primera, rígidos censores de la segunda y absolutos enemigos de la última. Sin embargo, se dio el uso generalizado del uso del biberón.

Mencionó que los centros puericultores nacieron en la combinación de los socorros benéficos y la educación higiénica. El dispositivo original puericultor fueron las Gotas de Leche y los Consultorios para Lactantes. En España existieron Gotas de Leche a partir de 1902 y Consultorios para lactantes desde 1904, y casi todos incluían un servicio de esterilización y reparto de leche. El patrocinio de estos centros varió con el tiempo, al unirse la caridad privada con la beneficencia municipal y los servicios sanitarios del Estado, a los que se sumaron, después de la Guerra Civil, las organizaciones benéficas de partido (del partido único, Movimiento Nacional) como Auxilio Social y Sección Femenina.

La Escuela Nacional de Puericultura, diseñada legalmente en 1923 y construida en 1926, fue el primer centro de especialización sanitaria de España. Nació con una finalidad triple: escuela técnica, instituto de investigación y clínica higiénica. En sus primeros tiempos formaba médicos, odontólogos, matronas, enfermeras, niñeras y maestras, si bien a partir de 1932 la docencia se concentró de forma exclusiva en personal sanitario. Los allí titulados fueron empleados por los servicios sanitarios estatales a partir de 1932.

Durante los años centrales del siglo veinte, el trabajo puericultor estuvo dominado por la participación de los inspectores de sanidad, que asumieron la dirección de la campaña, así como por el debilitamiento de las intervenciones municipales ante el agresivo centralismo propio del nuevo régimen y la abundante presencia de activistas femeninas de procedencia fascista entre los agentes de cuidados y administradoras de las intervenciones benéficas.

La intervención pública y privada después de la Guerra Civil se amparó en la ley de sanidad maternoinfantil de 1941, que perdió vigencia efectiva una vez que el peso de la intervención pública se desplazó desde la vía sanitaria gubernativa a la vía del Seguro Obligatorio de Enfermedad. Este Seguro, iniciado en 1944, recogió de la República no sólo un largo trabajo de preparación técnica, sino la práctica y el Seguro de Maternidad, hecho efectivo en octubre de 1931. Éste, por conducto de su Obra Maternal e Infantil, asumió funciones de atención higiénica y médica posparto.

El Seguro Obligatorio de Enfermedad tuvo su comienzo efectivo el 10 de septiembre de 1944; procuraba a sus afiliados prestaciones de medicina general y farmacia. En enero de 1948 se incorporaron las especialidades, entre ellas tocología y pediatría-puericultura, y fue hasta la década de los setentas cuando la pediatría se convirtió en una especialidad más de base hospitalaria, sin vinculación particular con la higiene infantil.

Finalmente, dijo que la historia no ha terminado. La atención preventiva a los lactantes sanos se ha revalorizado; así, los movimientos de reforma sanitaria a la muerte de Franco recuperaron la atención al niño sano como uno de los rasgos identificadores del Sistema Nacional de Salud democrático, concluyó.