Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 marzo 2007
Facultad de Medicina UNAM

 

SEMINARIO DE SALUD EN EL TRABAJO

Vulnerabilidad para VIH/sida entre migrantes mexicanos
clandestinos en San Diego, California

  • El ‘clandestinaje’ propicia la transacción sexual
  • Se comienza a percibir la migración de infectados en México

“La infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH/sida) agudiza las condiciones de desigualdad y discriminación social que viven los migrantes mexicanos, cuya dignidad y derechos humanos son menos respetados en función de su condición de ‘clan-destinaje’ y en razón de menos recursos sociales, económicos y legales.”

Doctor Daniel Hernández Rosete

Esto lo expresó el doctor en sociología y antropología Daniel Hernández Rosete, durante la primera conferencia con la que inició el año el Seminario de Salud en el Trabajo, donde habló de un estudio con el que aporta a este tema aspectos de relevancia en los terrenos sanitario y social, pues refiere escenarios de vulnerabilidad para adquirir la enfermedad, además de un aspecto aún no documentado de la migración de varones infectados en México.

Ante los reunidos en uno de los auditorios de esta Facultad de Medicina detalló que el estudio que realizó en tres regiones del condado de San Diego, California, es de tipo cualitativo, etnográfico y fenomenológico, y tuvo el objetivo de comprender por qué la migración clandestina favorece contextos de vulnerabilidad para VIH.

Este experto, investigador titular del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav) en Ciencias Sociales, precisó que para su realización contó con la participación de otro antropólogo y un médico cirujano, y con el apoyo de la Universidad de California y de dos organismos no gubernamentales.

Acotó que para ese trabajo fueron entrevistados: migrantes clandestinos con ocupación agrícola; otros con ocupación en el sector servicios; migrantes con antecedentes de deportación; varones que viven del sexo comercial; autoridades de los condados y residentes locales de origen mexicano. Se tomó en cuenta la edad, el lugar de nacimiento, la experiencia migratoria y la de deportación. Así que se eligieron personas en edad reproductiva y laboral de entre 18 y 45 años, muchos de ellos originarios de Michoacán, Jalisco, Oaxaca y Zacatecas, entidades que tienen los índices más altos de rezago y marginación, entre aquellas que expulsan migrantes a California.

Luego de presentar algunos testimonios y detallar las condiciones de vida de los migrantes, a decir del doctor Hernández Rosete, el ‘clandestinaje’ abarata la fuerza de trabajo y da lugar a estilos de vida basados en el miedo a la deportación y, sobre todo, al sentimiento de fracaso, lo cual explica que muchos de ellos tienen problemas graves de adicción al alcohol, a la marihuana y a la droga sintética conocida como cristal, a lo que se agrega que viven hacinados como estrategia de reproducción social para acumular capital y poder enviar las remesas a sus lugares de origen.

A este respecto, el estudio reveló que hay formas de discriminación y xenofobia que favorecen la depresión como forma de vida entre los migrantes, quienes además padecen humillación, aislamiento y marginación, aunados a jornadas laborales de 12 horas de lunes a sábado, que se realizan sin contar con servicio médico ni la certeza de un sueldo, toda vez que para los trabajadores agrícolas es el periodo en que más aparece “la migra”.

Más adelante, aseveró que la deportación existe en función de las necesidades de mano de obra barata de los mercados laborales, es un recurso legal constitutivo del proceso productivo mismo; por lo tanto, está ligado a los ciclos agrícolas, lo que evidencia la existencia de acuerdos entre los dueños de las plantaciones y las autoridades locales de migración.

Asimismo, para referirse a los problemas de salud sexual mostró algunos testimonios relacionados con aspectos de transacción sexual a la que se ven sometidos los migrantes (varones y mujeres) para no ser deportados y, en otros casos, como forma de sobrevivencia; sin duda, un factor de vulnerabilidad para adquirir la infección por VIH y otras de transmisión sexual, una forma más de violencia étnica para los mexicanos indocumentados infectados.

Refirió que la migración de los años cuarentas hasta los ochentas a Estados Unidos estuvo constituida por contingentes de hombres jóvenes, sanos y solos; pero después de esos decenios, la mujer comenzó a ocupar un papel protagónico de esta migración. Algunos antropólogos llaman a este fenómeno “migración trasnacional”, pues no sólo comenzaron a irse familias enteras, sino también las tradiciones y costumbres ligadas a las prácticas de identidad en zonas rurales.

En la conferencia del doctor Hernández Rosete destaca además un asunto no documentado, pero real: la migración de varones homosexuales y transgénero de entre 20 y 45 años, todos infectados con VIH en México, muchos de ellos con estudios de bachillerato, profesionales y de posgrado, que hablan, escriben y leen español e inglés, quienes, se sabe, en su mayoría, ingresaron a territorio estadounidense con visa de turista.

Sus historias de vida, obtenidas durante el estudio, dan cuenta de la agresión sexual atribuida a autoridades y población local en sus lugares de origen. “Se trata de un fenómeno de homofobia que ha puesto en riesgo su integridad física e incluso su vida; es decir, estas personas están migrando no para insertarse en los mercados de trabajo sino porque en México su vida corría riesgo, estamos hablando de un patrón distinto al que históricamente ha caracterizado a la migración de mexicanos.”

El investigador asegura que estos migrantes fueron discriminados en México en función de tres mecanismos de estigmatización: la homosexualidad, el hecho de vivir con VIH y por pertenecer a un transgénero. Sin embargo, aunque la homofobia parece un factor detonante, la necesidad de conseguir medicamentos es la razón de esta nueva migración, lo cual es muy grave porque revela que en México un diagnóstico de VIH significa un diagnóstico de muerte a mediano plazo, “pues es un mito creer que los antirretrovirales están generando condiciones óptimas de calidad de vida; es falso, una infección de VIH sigue cambiándole la vida al enfermo”.

La pobreza y la crisis de los servicios de salud pública condicionan estilos de existencia que pueden afectar la calidad de vida de las personas que viven con sida, el acceso a retrovirales en México también muestra condiciones de inequidad y desigualdad por clase social, señaló.

A manera de conclusión el experto advirtió que los migrantes no saben que aunque sean indocumentados tienen derechos ciudadanos en Estados Unidos, por esa razón el “clandestinaje” los vuelve vulnerables; la violencia de la que son víctimas, constituida desde el lenguaje, se ejerce y experimenta en una suerte de invisibilidad social que estig-matiza y, sobre todo, discrimina a partir de un acto que no puede ser denunciado tan fácilmente pero que logra afectar la capacidad de autoestima.

El doctor Hernández Rosete aseguró que contextos de esta naturaleza sugieren que las políticas gubernamentales antimigratorias favorecen la existencia de prácticas sexuales que ponen el riesgo la salud reproductiva de población móvil indocumentada.

Sobre la nueva migración, explicó que la epidemia de estigma y muerte social está influyendo en la decisión de migrar; la homofobia, la necesidad de conseguir medicamentos antirretrovirales y el miedo a la muerte social por ser portador viral son razones humanitariamente legítimas para migrar. Sin embargo, este proceso migratorio habla del fracaso del estado de derecho en México y del severo impacto de la pobreza en materia de descomposición social y de carencias en lo referente al derecho a la salud, pues el problema de VIH y migración no es un asunto que sólo deba abordarse desde el punto de vista epidemiológico o viral, sino des-de los derechos humanos y de su relación con la descomposición que se está viviendo en el país a partir del modelo económico, concluyó.

Con esta conferencia número 75, correspondiente al mes de enero, se dio inicio este año a las sesiones mensuales del Seminario de Salud en el Trabajo, organizado por el doctor Rodolfo Nava Hernández, coordinador de Salud en el Trabajo en el Departamento de Salud Pública.