|
||||||
CICLO DE CONFERENCIAS SOBRE NUTRICIÓN COMUNITARIA Alimentación en las diferentes etapas de la vida
Todas las etapas de la vida tienen sus bemoles en cuanto a la alimentación, pues en cada una de ellas los requerimientos son diferentes y específicos de acuerdo con el sexo, aunque el embarazo y la lactancia en la mujer son muy importantes, al igual que la infancia en los niños, aseveró la doctora Gabriela Olguín, perteneciente al Hospital de Especialidades “Dr. Belisario Domínguez” y quien participó en el ciclo de conferencias sobre nutrición comunitaria que organizó el Departamento de Salud Pública con el tema “Alimentación en las diferentes etapas de la vida”. Embarazo Hace algunos años, la nutrición, con respecto al embarazo, se enfocaba en que el producto naciera con buen peso, pero ahora, con el conocimiento de las enfermedades cronicodegenerativas que tienen su origen en la etapa fetal, se pone más atención en la alimentación que recibe el bebé desde el útero. Lo ideal sería que todas las mujeres llevaran una evaluación nutricia antes de cada embarazo, pero tristemente menos de 50 por ciento lo hace, y cuando se acercan al ginecólogo o nutriólogo, es frecuente que ya esté corriendo el segundo trimestre del embarazo. Sobre la ganancia de peso, mencionó que lo normal es subir de nueve a 12 kilos, y como máximo 15. Este peso se debe en parte a la reserva materna, 40 por ciento corresponderá al del producto y otro tanto a la placenta y el líquido amniótico. En la madre aumentará el volumen sanguíneo, el tejido mamario, el útero, la reserva grasa (entre tres a cuatro kilos que usará durante la lactancia) y el líquido intersticial. “Todos sabemos que la ganancia del peso materno va a condicionar el peso del producto al nacer. Un bebé con bajo peso (menos de dos kilos y medio) va a tener un aumento de riesgo de mortalidad de 40 por ciento.” El costo energético que tiene la madre durante el embarazo es de aproximadamente 70 mil kilocalorías (35 mil que deposita como grasa y otras tantas que utiliza en el gasto energético inicial), por lo que se recomienda que el aporte energético aumente entre 200 y 300 kilocalorías al día. En el caso de las mujeres desnutridas —que tienen hasta 90 por ciento por debajo de la talla— se espera que la ganancia sea de 12 a 15 kilos. Sobre las madres adolescentes, comentó que se califica así a las mujeres que se embarazan antes de los cinco años después del inicio de la menstruación, “lo que indica que todavía están creciendo y hay una lucha —en su cuerpo— entre su metabolismo y el producto, de ahí que se pide que aumenten en promedio 15 kilos”. Con relación al embarazo gemelar o de más productos, es aceptable que suban de 23 a 24 kilos. Sugiere que en el primer trimestre aumenten tres kilos y después 700 gramos por semana. De esta manera se puede lograr que los productos lleguen a su tiempo y con un peso conveniente. Sólo en este caso pueden usarse los complementos vitamínicos como el calcio y el hierro, entre otros. Es importante que un niño no tenga bajo peso, pero tampoco es adecuado el peso alto porque producirá en la madre hipertensión, diabetes, preeclampsia, que nazca antes, que el parto sea complicado y, obviamente, incidencia de cesárea. Acerca de la complementación vitamínica, en general se recomienda aumentar la ingestión de ácido fólico, calcio y hierro. En los casos en que la madre padezca diabetes mellitus, si hay un mal control metabólico en las primeras semanas de gestación aumenta asimismo el riesgo de abortos o malformaciones. Explicó que para quien no es diabética se sugiere que entre las semanas 24 y 28 se realice una prueba de tolerancia oral a la glucosa, si sale positiva en esta prueba, entonces se somete a una curva de tolerancia a la glucosa. Si el resultado es positivo se recomienda dieta, ejercicio, insulina —si se requiere— y la ganancia de peso no debe sobrepasar los 250 gramos a la semana, pues están contraindicados los hipoglucemiantes orales. Sobre los malestares más comunes, como la náusea y el vómito, recomendó evitar los ayunos prolongados, fraccionar la dieta, alejar líquidos de alimentos, aumentar los hidratos de carbono complejos, ingerir jengibre, hielo o galletas saladas, así como aumentar el aporte de vitamina B6 cada ocho horas por tres días. En cuanto al estreñimiento y las hemorroides, se recomienda aumentar fibra insoluble, mantener buena hidratación y hacer ejercicio. Lactancia “Los beneficios de alimentación al seno materno son más de 200 para el bebé, y en los niños que son alimentados de esta forma disminuye el índice de hospitalización antes de los seis meses por infecciones respiratorias y gastroenteritis; se protege también contra algunas enfermedades autoinmunes y se favorece el desarrollo neuromotor.” En lo que se refiere al aumento de peso del que se habló durante el embarazo, apuntó que esos tres o cuatro kilos de más con los que queda la madre son eliminados en un promedio de 80 días con el gasto energético de la lactancia. Afirmó que son pocas las contraindicaciones de esta práctica aunque hay enfermedades que se pueden transmitir a través de la leche materna, como tuberculosis, tifoidea, rubéola y parotiditis; así como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y la hepatitis B. En igual forma, obviamente, muchos fármacos, suplementos, productos naturistas e incluso otras sustancias, como cocaína, marihuana, nicotina y alcohol. Infancia La también egresada de esta Facultad mencionó que en 1993 la Organización Mundial de la Salud pidió que se hicieran nuevas curvas de longitud-estatura/edad en los pequeños, de peso/edad, peso/longitud-estatura, y la novedad fue la curva de índice corporal contra la edad (IMC/edad); aclaró que estas tablas sólo son un comparativo para ver si los niños y niñas van creciendo y desarrollando todo su potencial genético. Los principales picos en esta etapa son el primer año vida, en el que los bebés duplican su peso en meses; en los preescolares, el sistema nervioso central a los tres años ya cuentan con 70 por ciento del tamaño adulto de su cerebro y a los 7 años prácticamente 90 por ciento. En la adolescencia se desarrolla el sistema linfático y reproductivo hasta la pubertad; las mujeres aumentan masa grasa y los hombres triplican la masa magra. Definió la aglactación como la introducción de alimentos sólidos a los bebés y recomendó que sea entre los cuatro o seis meses, ya que la aglactación temprana estimula alergias alimentarias. A esta edad el niño ya tiene un desarrollo neuromotor grueso y sostiene la cabeza para poder deglutir adecuadamente. Asimismo, comentó que no hay un patrón de aglactación, por lo que recomendó comenzar con los vegetales, seguir con las frutas y los cereales, y después de los ocho meses con las leguminosas. “Antes de los dos años las dietas deben ser hipercalóricas y no limitar a los bebés con las grasas, lo que no indica que se les den papas a la francesa o frituras.” En los primeros años de vida se sientan las bases sobre los hábitos alimentarios que van a persistir durante toda la vida, por lo que es recomendable que los adultos propicien patrones de consumo saludables, permitan que los chicos demuestren sus preferencias personales y tengan autocontrol, así como que se sirvan porciones pequeñas para evitar la obesidad. Sobre la adolescencia comentó que es una etapa difícil de cambios físicos y psicológicos que afectan el comportamiento y el estado nutricio, por lo que es importante identificar trastornos de la alimentación y promover el ejercicio. Envejecimiento Los cambios fisiológicos del envejecimiento y múltiples enfermedades implican que el anciano tome algún medicamento que afecte el trabajo gastrointestinal y trastorne el apetito, por lo que indicó que el ejercicio y una buena dieta pueden solucionar varios de sus problemas, así como evitarles la ingestión de complementos vitamínicos que muchas veces sólo aumentan su farmacopea. Como médico, dijo que la identificación temprana de factores de riesgo va a permitir intervenir a tiempo y que existen muchos cuestionarios para identificar riesgos o desnutrición en ancianos. Finalmente, aclaró que los datos de antropometría o laboratorio utilizados para el diagnóstico deben compararse con estándares del mismo grupo poblacional. |
||||||