Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 junio 2006
Facultad de Medicina UNAM

Quincuagésimo aniversario

Homenaje al fundador del Departamento de Salud Pública

  • Iniciaron los actos conmemorativos que habrán de extenderse a lo largo del año
  • El doctor Bustamante fundó el Departamento de Sociología Médica y Medicina Preventiva
La doctora Lilia Macedo de la Concha y la maestra Ana María Carrillo

Con la rememoración de la vida y obra del doctor Miguel E. Bustamante iniciaron los festejos por el quincuagésimo aniversario de la creación del Departamento de Salud Pública, ceremonia en la que también se reconoció a quienes lo habían precedido en esa área y, sobre todo, a los que hoy contribuyen con su trabajo cotidiano al cumplimiento de las funciones que tiene bajo su responsabilidad esta unidad académica.

En la ceremonia inaugural, encabezada por el doctor José Narro Robles, director de la Facultad de Medicina, y la doctora Lilia Macedo de la Concha, jefa de dicho Departamento, la maestra Ana María Carrillo hizo una semblanza del doctor Miguel E. Bustamante, quien en mayo de 1956 fundó el Departamento de Sociología Médica y Medicina Preventiva, mismo que en 1959 se definió como Departamento de Medicina Social y, años más tarde, al fusionarse con el Departamento de Epidemiología en 1991, dieron lugar al actual Departamento de Salud Pública.

Ante los reunidos la tarde del 24 de mayo en el auditorio “Dr. Alberto Guevara Rojas”, la doctora Macedo de la Concha resaltó que en cinco decenios el Departamento a su cargo no ha perdido los objetivos para los cuales fue creado, gracias al compromiso de académicos y personal administrativo; sin embargo, las circunstancias actuales no son las mismas, se han modificado los perfiles epidemiológicos y demográficos del país, así como las políticas públicas; por ello, se han dado a la tarea de revisar el ser y quehacer de esta unidad académica, es decir, la formación del médico al retomar el valor de la medicina preventiva y social, además de la salud pública, fortalecer la investigación e impulsar lo referente a la difusión y al servicio.

La fundación de este Departamento es un ejemplo más de las aportaciones de la Facultad de Medicina al campo de la salud en nuestro país, dijo el doctor Narro Robles, también profesor de salud pública, antes de inaugurar los festejos del quincuagésimo aniversario.

Mencionó asimismo que algunos acontecimientos, como el seminario sobre prestación de servicios alrededor de la medicina preventiva en 1955, dieron origen a un largo trayecto para esta área, al igual que, relacionado con la educación médica, la fundación del Departamento de Sociología Médica y Preventiva.

“Lo que ha pasado en cincuenta años es verdaderamente extraordinario, hay logros y aportaciones de la salud pública, de la medicina preventiva, de la epidemiología, de la administración de los servicios de salud, y de otros asuntos abordados con las herramientas que los salubristas están acostumbrados a manejar, tales como los programas de vacunación, las políticas de población, etcétera.”

La tarea en esta área nunca se acaba, y este reto interminable adquiere hoy otros tintes, pues cuando se reflexiona sobre el caso de la diabetes mellitus, por la cual en los últimos 10 años han fallecido 456 mil mexicanos, hace pensar que se necesitan programas preventivos, y cuando se revisan los problemas de salud, nos damos cuenta de que no ponemos en práctica acciones saludables; sabemos que hay muchas cosas que se han aportado, pero hace falta mucho por hacer, finalizó el doctor Narro Robles, después de felicitar a los integrantes del Departamento de Salud Pública.

Doctor Miguel E. Bustamante

 

Doctor Miguel E. Bustamante

En esta ceremonia, ambientada con música clásica de Mozart, Bocherini y J. S. Bach, la maestra Ana María Carrillo, en la sembalanza que dio del doctor Bustamante, señaló que este personaje tuvo dos pasiones en su vida profesional: la salud pública y la historia de la medicina, y en ambas fue sobresaliente; sus trabajos de historia de la salud son clásicos, y durante sesenta años desempeñó un papel tan destacado en el mejoramiento de la salud de los mexicanos, que se ha dicho que seguir las huellas de su trabajo es equivalente a seguir el camino recorrido por la salud pública del México contemporáneo.

Se crió en el seno de una familia con larga tradición política, tanto por el lado paterno, de los Bustamante, como por el materno, de los Vasconcelos. Nació el 2 de mayo de 1898, en la ciudad de Oaxaca de Juárez. Estudiaba cuarto de primaria cuando comenzó la Revolución. Sus estudios de preparatoria se vieron interrumpidos, ya que el Colegio Civil del Estado fue cerrado a causa de la guerra civil, pero en 1917 fue reabierto y él los terminó; en 1918 se inscribió en la Escuela de Medicina de Oaxaca, inspirado por la memoria de su abuelo, según cuenta él mismo en páginas autobiográficas.

Más adelante, la profesora del Departamento de Salud Pública por más de 20 años describió que durante el primer año de estudios, Bustamante ya era presidente de la Sociedad de Alumnos y daba clases de sociología en la preparatoria. Sin embargo, en esa época, en el Hospital Civil del Estado se encargaba a los practicantes de los primeros años de medicina la tarea de aplicar la anestesia —por éter o cloroformo— durante las cirugías, lo que a Bustamante le pareció una responsabilidad excesiva. Decidió, por ello, venir a la ciudad de México e inscribirse en la Escuela Nacional de Medicina, ahora Facultad.

Obtuvo el título de médico cirujano en 1925, y ese mismo año publicó su primer trabajo en la Gaceta Médica de México. Después de leer en un periódico la noticia de la aparición en el valle de Monte Cristo, Chiapas, de una enfermedad caracterizada por la presencia de tumores múltiples y pequeños en la cabeza, y por ceguera, analizó la información y sugirió que quizá había oncocercosis en México. Desde ese primer artículo mostró su inteligencia; tenía entonces 26 años y explicitó su deseo de contribuir al esclarecimiento de un problema epidemiológico nacional.

Asimismo, explicó que el Departamento de Salubridad Pública, que entonces era la máxima autoridad sanitaria del país, lo contrató como delegado sanitario en Ixtlahuaca, Estado de México, donde mostró preocupación tanto por la salud de mestizos, como por la de mazahuas.

El temprano interés del doctor Bustamante por la salud colectiva debe haber favorecido que obtuviera una beca de la Fundación Rockefeller para hacer estudios de posgrado en la Escuela de Higiene y Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins. Al término de sus estudios, se convirtió en el primer mexicano que obtuvo un doctorado en salud pública.

Además tuvo una gran vocación docente que ejerció dentro y fuera de las aulas, y fundó cátedras que con frecuencia impartió él mismo. Fue maestro de muchas generaciones de higienistas y de enfermeras sanitarias en la Escuela de Salubridad (luego de Salud Pública de México), así como de varias generaciones de médicos en la Universidad Nacional Autónoma de México y en el Instituto Politécnico Nacional.

Desde 1933 señaló la necesidad de dotar de atención médica a las comarcas más pobres y alejadas de México, preocupación que no lo abandonaría nunca. Propuso que las universidades exigieran servicio social a los futuros médicos, y construir así los primeros escalones de la higiene nacional en la higiene rural. Por eso fue un defensor del servicio social de pasantes de medicina, creado en 1936 en la UNAM y en la Universidad Nicolaíta, que originalmente consistía en la práctica en el medio rural durante cinco meses, y luego fue ampliado a un año.

Al hablar de las aportaciones que hizo a esta Facultad de Medicina, la maestra Carrillo señaló que Bustamante “quien desde 1931 era profesor de higiene en la Universidad” presentó en febrero de 1956 el proyecto para crear el Departamento de Sociología Médica y Medicina Preventiva, el que se fundó en mayo de ese año, del cual fue su primer jefe, cargo que ocupó hasta 1959. Además, un hecho importante fue la creación, a la par, del Centro de Salud Universitaria. La idea era que ambos se complementaran al dar a los estudiantes la tutoría de una familia durante un año, formarlos en epidemiología e higiene industrial y encargarles que aplicaran al interior de Universidad las políticas preventivas de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, máxima autoridad sanitaria a la sazón.

En esta semblanza destacó que, sobre todo, Miguel E. Bustamante fue salubrista y epidemiólogo. A su regreso de Estados Unidos en 1929, el Departamento de Salubridad le pidió que organizara y dirigiera el trabajo de la Unidad Sanitaria Cooperativa del puerto de Veracruz, segunda que hubo en el país, donde promovió un programa que incluía recolección de información estadística; higiene materna, infantil, escolar e industrial; combate a las enfermedades con las tasas más altas de mortalidad: las gastrointestinales y respiratorias, el paludismo y la tuberculosis; expansión del sistema de drenaje y la red de agua potable e, incluso, la modificación de las condiciones económicas y sociales.

De acuerdo con otros salubristas, una de las obras sobresalientes de Miguel E. Bustamante fue haber promovido y logrado la coordinación de los servicios sanitarios federal, estatales y municipales, como política nacional de salud pública, tema sobre el que versó su trabajo de ingreso a la Academia Nacional de Medicina. En él sostuvo que al hacer de la organización sanitaria de México un todo compacto y homogéneo, sería posible extender los beneficios de la higiene a todos los municipios del país, con armonía en el trabajo, economía en la administración y efectividad en la acción, sin duplicidad de funciones y sin conflictos de jurisdicción.

Esta política de coordinación sanitaria federal, estatal y municipal, fue plasmada en el Código Sanitario de 1934, en el programa de salud del gobierno de Lázaro Cárdenas “cuya elaboración se le encargó”, y guiaría las acciones del Estado mexicano hasta los años setenta.

A finales de los años treinta fue creado el Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales (ISET), primero en el país dedicado exclusivamente a la salud pública. Bustamante trabajó en él durante más de diez años, como jefe del Laboratorio de Epidemiología y Estadística, y en dos ocasiones fue su presidente. El ISET fue vanguardia en integrar equipos de investigación “lo que explica que Bustamante publicara con otros colegas trabajos sobre inmunología y entomología”, y daría origen, más tarde, a los institutos nacionales de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos, de Virología y de Salud Pública.

En esta semblanza, la maestra Carrillo señaló que la obra escrita de Bustamante es acuciosa y profunda, y estuvo siempre ligada a la acción; él publicaba acerca del combate a un padecimiento, trataba de exponer el panorama de la situación alcanzada, y de contribuir a la planeación de los problemas aún existentes.

Entre 1959 y 1964 fue subsecretario de la SSA. Su época como subsecretario fue una de las más importantes que ha tenido el país en el fomento de la salud; había entonces catorce campañas en marcha.

A lo largo de su vida recibió innumerables disticiones, entre las más importantes están la medalla “Dr. Eduardo Liceaga” al Mérito Sanitario de la SSA, y la medalla “Carlos Finlay” en grado de comendador, que le otorgó el gobierno de Cuba.

Bustamante fue uno de los más entusiastas impulsores de la extensión de cobertura, pues para él el derecho a la asistencia médica y a la rehabilitación, al bienestar y a la longevidad, eran universales. Pero criticaba que se hablara del derecho a la salud, y al mismo tiempo, los presupuestos gubernamentales se incrementaran para los gastos de hospitalización y curación, por sobre los de prevención de la enfermedad y promoción de la salud.
Él insistió siempre en que no bastaba la atención médica sino que había que modificar las condiciones de vida de la población. Para Bustamante, la pobreza era un problema político, y el hambre el primer problema de salud pública de México y del mundo.

Entre otros cargos, la maestra Carrillo, explicó que don Miguel desempeñó un importante papel en organismos encargados de normar la salud pública internacional. Durante casi un decenio fue secretario general de la Oficina Sanitaria Panamericana, cargo que ningún latinoamericano había ocupado antes. Fue uno de los cinco miembros de la comisión mexicana que participó en la constitución de la Organización Mundial de la Salud, y miembro del Comité de Expertos de la misma.

También llevó su espíritu crítico a esos organismos internacionales. En la Vigésima Conferencia Sanitaria Panamericana, realizada en Granada en 1978, por ejemplo, presentó en inglés el trabajo Control vs erradication in malaria programs, en el cual criticó que la OMS hubiera dejado de plantearse desde hacía años la erradicación del paludismo, y hubiese propuesto en su lugar el control del mismo. En su opinión, el control de la enfermedad era interminable y costoso, y conducía a la aparición recurrente de nuevos casos, por lo que dicha política iba contra el principio de la Organización de que la salud es un derecho fundamental.

En dos ocasiones fue presidente del Consejo Ejecutivo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), organismo al que dedicó un emotivo trabajo cuando en 1966 le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz.

El doctor Bustamante participó en diversas agrupaciones gremiales, algunas especializadas en higiene pública y otras generales, pero a las cuales llevó igualmente su preocupación por la salud colectiva, entre ellas: fue fundador de la Sociedad Mexicana de Higiene “luego Mexicana de Salud Pública”, de la que llegó a ser presidente, y fue también presidente y socio honorario de la Academia Nacional de Medicina.

Dictó su última conferencia dos meses antes de morir. En ese trabajo, publicado póstumamente, Bustamante analizó las relaciones entre la Universidad y el gobierno respecto de la enseñanza y la investigación en el campo de la salud pública. Lúcido y crítico hasta el final de su vida, lamentaba ahí que la salud pública aún no fuese parte esencial de los programas universitarios. Murió en la ciudad de México el 4 de enero de 1986.

Desde luego, la salud pública es obra de muchos, pero Bustamante fue uno de sus principales actores. Fue un innovador con una concepción moderna de la salud pública, y luchó por hacer de la organización sanitaria del país un todo compacto y homogéneo. Fue, asimismo, un humanista que realizó su obra con profundo sentido social. Para él, la salud pública era un fenómeno biosocial, afectado, entre otros, por elementos demográficos, epidemiológicos, culturales, económicos, políticos y ecológicos. Emprendedor de grandes batallas, fue sin embargo descrito por quienes le conocieron como un hombre tranquilo y austero, siempre afable y caballeroso, que amó a su país y a las instituciones en las que prestó sus servicios, concluyó la maestra Ana María Carrillo.

Con esta ceremonia inaugural, conducida por el doctor Jesús Reynaga Obregón, coordinador de enseñanza, dedicada a recodar al fundador del Departamento de Salud Pública, también se reconoció al personal de esa unidad académica con la entrega de reconocimientos y una reunión engalanada por el cuarteto de cuerdas Tutti Archi, compuesto por José Juan Melo Salvador (violín), Jorge Cortés González (violín), Juan Cantor Lira (viola), Sergio Alberto Rodríguez (violonchelo) y Héctor Tirado Juárez (contrabajo).