250º aniversario del natalicio de Mozart Un genio enfermizo que no recibió los tratamientos adecuados
Yo no puedo escribir en verso, no
soy un poeta. No puedo distribuir las frases de un modo artístico,
de modo que puedan producir sombra y luces, no soy un pintor. No puedo
tampoco expresar con signos mis pensamientos... Pero puedo hacerlo con
los sonidos: soy músico. Saber por qué Mozart murió tan joven —a los 35 años— cuando la esperanza de vida en la Viena imperial del siglo XVIII era mayor es una de las tantas interrogantes que han llevado al doctor Adolfo Martínez Palomo a analizar la historia clínica de este destacado personaje, de quien, a 250 años de su natalicio, el deceso sigue lleno de impresisiones y es tema de discusión.
Las razones por las que se ha mantenido viva esta duda son lo prematuro de su muerte, las intrigas novelescas sobre el supuesto envenenamiento del compositor a manos de uno de tres sospechosos: Antonio Salieri, maestro de capilla de la corte vienesa, la del celoso vecino Franz Hofdemel, quien se suicidó con una navaja de afeitar después de intentar matar a su esposa embarazada —discípula de Mozart—, justo al día siguiente de la muerte de éste, así como la idea de que los masones de su logia: “La nueva esperanza...” —a la que tenía poco tiempo de pertenecer—, mandaron matar al músico, ya que supuestamente estaban ofendidos por la revelación de sus secretos rituales en la ópera La flauta mágica. Otro motivo se presentó en la falta de un acuerdo entre los historiadores médicos sobre la verdadera causa de la muerte de Mozart. A fin de dar cuenta de estos sucesos, Adolfo Martínez Palomo, actual coordinador del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República, presentó la ponencia “Mozart: La historia clínica a los 250 años de su nacimiento”, donde comentó la vida de uno de los mayores genios de la humanidad y compositor de más de 600 obras musicales, para hacer un análisis de las circunstancias de su muerte y entender quién y cómo era Mozart. Con ello, la Facultad de Medicina y El Colegio Nacional se sumaron a los diversos festejos internacionales que se realizaron a 250 años de su natalicio. Al plantear su historial clínico en el auditorio “Alberto Guevara Rojas”, Martínez Palomo situó el día de la muerte de Mozart el 5 de diciembre de 1791 y, como datos clínicos, mencionó que su nombre completo fue Johannes (Juan) Chrysostomus (Crisóstomo) Wolfgang Theophilus (Teófilo) —después modificado a Amadeus— Segismundo Mozart, que nació en Salzburgo, Austria, el 27 de enero de 1756, hijo de Leopoldo Mozart y Ana Marie Perti. Profesionalmente se desarrolló como compositor de cámara de la corte del emperador de Austria, Leopoldo II. Antecedentes hereditarios: segundo de siete hijos; su nacimiento se complicó por retención de placenta en el vientre de su madre, lo que mermó la condición de ella, y por lo cual el bebé tuvo que ser alimentado por varios meses con brebajes, agua y papillas. Se casó con Constanza Weber y tuvo seis hijos, de los cuales sólo vivieron dos, Carlos Tomás y Francisco Javier. Estatura 1.52 metros, complexión delgada, pálido, pelo castaño claro, nariz prominente, ojos azul intenso y saltones, debido a que las cavidades oculares de su cráneo eran pequeñas. Nació con la cualidad de los músicos: “oído absoluto”, con la que pueden reconocer hasta una octava de tono. Paradójicamente, su oreja izquierda era grande, ancha y plana, malformación que ahora se conoce como “oreja de Mozart”. El galeno mencionó que el músico nunca asistió a la escuela, ya que desde temprana edad inició sus excursiones como niño prodigio por las diferentes cortes de Europa; aprendió música y aritmética con su padre. Desde los seis años realizó constantes viajes para presentaciones artísticas por todo el continente europeo. Fue un niño enfermizo y padeció en sus numerosos trayectos de fiebres, dolores en las coyunturas y en el abdomen, lo que llevó a los expertos a suponer que tenía “fiebre reumática”, consecuencia de una amigdalitis, además de haberse enfermado también de tifoidea, hepatitis y una viruela que casi lo dejó ciego. Destacó que el compositor, a sus 35 años, 10 meses y nueve días de vida, viajó en condiciones precarias 10 años, dos meses y ocho días exactamente, es decir, la tercera parte de su vida, además de su intenso ritmo de trabajo en su afán por componer. “La esperanza de vida durante ese siglo era de 51 años y los recursos terapéuticos contenidos en un maletín de primeros auxilios de cualquier médico de la época eran ungüentos, purgantes, sales, agua de violeta y compuestos que, entre otros elementos, contenían polvo de amate, carbonato de magnesio, raíces de muérdago, oro, carbón, cuernos de alce y coral. Es importante tener en cuenta que hacia el final del siglo XVIII no se contaba con mecanismos que permitieran medir temperatura corporal ni presión arterial.” Las principales molestias de Mozart se iniciaron el 18 de noviembre. Presentaba fiebre elevada, sudación profusa, vómito, dolor abdominal, hinchazón y dolor en manos y pies. Desde los 28 años padeció de cólicos lumbares con imposibilidad casi completa de moverse en la cama. La hinchazón se generalizó sin evidencia de intoxicación. El enfermo recibió tratamiento a base de sangrías, purgantes y eméticos (vomitivos). Horas más tarde de la visita médica, el compositor murió, y las causas probables fueron fiebre reumática aguda o insuficiencia renal, incertidumbre que se unió a conjeturas sobre un posible envenenamiento. El primer acusado de este acto fue el envidioso compositor Antonio Salieri, uno más fue el celoso Franz Hofdemel, y el tercero, la logia masónica “La nueva esperanza”, como ya se mencionó. Sin embargo, “Un paciente con los síntomas antes descritos difícilmente podría resistir un tratamiento en el que le fueron extraídos varios litros de sangre, fue sometido a purgas y vomitivos, y se esperaba que viviera para contarlo. Los avances científicos en la medicina de ese tiempo fueron la verdadera causa de su muerte”, y a decir de Martínez Palomo, el indudable motivo del fallecimiento del compositor fue que los médicos le dieron un tratamiento inadecuado que aparentemente terminó con su vida en forma prematura, pues si bien el diagnóstico final fue fiebre reumática o insuficiencia renal, al sacarle varios litros de sangre y administrarle purgantes, nadie en esas condiciones podría sobrevivir.
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