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Carlos Campillo Sáinz autor de Relatos y Reflexiones (1919-1992), médico de
encumbrados éxitos académicos; se graduó de médico cirujano en 1942, fue
director de la Facultad de Medicina, Presidente de la Academia Nacional de
Medicina y Subsecretario de Asistencia de la SSA; uno de los pioneros de la
virología en México y fundador del Instituto Nacional de Virología; recibió
numerosas distinciones y reconocimientos a los que se sumó la ceremonia en la que
se presentó su libro.
De esta manera, Alejandro Cravioto señaló que como director de la Facultad de
Medicina (1966), el doctor Carlos Campillo Sáinz continuó el trabajo de su
antecesor, el doctor Donato Alarcón, quien estaba apoyado por Ignacio Chávez,
rector en ese entonces, para realizar el cambio del plan de estudios, el cual
necesitaba una verdadera modernización. En épocas recientes, continuó el doctor
Cravioto, Juan Ramón de la Fuente hizo exactamente lo mismo; y, añadió,
"actualmente, a través de la Secretaría de Enseñanza Clínica, estamos tratando de
regresar un poco a ese esquema para mejorar nuevamente la forma en como
nuestros alumnos abordan los problemas de un paciente".
Relatos y Reflexiones consta de tres partes dedicadas a la infancia, la medicina y
un apartado final de aforismos y reflexiones, donde una de las páginas más bellas
es el ensayo sobre la mano: el portento y el misterio de la creación misma de la
vida, del organismo humano; en él están implícitos la elaboración verbal y poética
que Carlos Campillo hace del universo biológico y complejísimo que encierra una
mano; a la mano llegan intactos los impulsos del cerebro -dice-, y las vibraciones
del corazón, hay entre estos tres órganos la más perfecta armonía, el cerebro
proyecta, la mano actúa; la mano del artista, del ciego, del escultor, del cirujano,
la mano del escritor que deja con sus trazos atrapado el pensamiento. La fuerza
simbólica de la mano va más allá, en su configuración hipodérmica se refleja todo
el hombre cuyas huellas digitales son el sello inconfundible de su identidad,
comentó Federico Cambell, notable escritor.
Cambell apuntó sobre la experiencia que tiene el autor del libro con la muerte; y
dijo: "se dice que los médicos conviven a diario con la muerte, la cual está
incorporada a su vida cotidiana y que ven con extraña naturalidad, es por ello
notable la manera en la que describe sus emociones el autor del libro: ...debo
confesar que la visión primera que tenía de un cadáver, de un ser humano muerto
no me aterró como temía, pero me conmovió profundamente, me conmovió en
efecto, hasta la parálisis vivencial, hasta hacerme sentir que no sentía porque
experimentaba una especie de anonadamiento, de inmensa desolación...".
Por otra parte, el compañero de generación y amigo personal del doctor Carlos
Campillo, el doctor Manuel Quijano, habló de tan notable médico, del cual evocó
sus años de adolescencia hasta los últimos días de su existencia. "Carlos Campillo
y yo fuimos compañeros desde 1932 cuando iniciamos los estudios secundarios en
un colegio francés; de despierta inteligencia, prodigiosa memoria, conducta seria
aunque jovial, a ratos traviesa y no ajena al deporte; Carlos se distinguía en todas
las materias, aunque su inclinación natural era hacia el conocimiento intelectual
más que a lo sensual.
"Los Campillo tenían algo de provincianos y lo cultivaban recordándonos a menudo
que venían del pueblo de Tlalpan. Como en las ciudades pequeñas de entonces, los
amigos se sentaban a menudo a mover fichas de dominó, a intercambiar frases
agudas y bromas ingeniosas; y, por supuesto, a discutir de historia y filosofía. En
la Escuela de Medicina nuestro grupo robaba a veces tiempo al repaso de la
anatomía o de la fisiología, para esas edificantes ocupaciones en las que Carlos
destacaba. Como los adolescentes deben ser, éramos con seguridad un poco
chocantitos, rivalizábamos con descubrir autores que decíamos que habían escrito
para nosotros, como los rusos del siglo XIX y, entre los contemporáneos, el que
fue nuestro maestro: Aldous Huxley; al mismo tiempo, nos complacíamos
anonadados, al encontrar correspondencias entre la biología general, la psicología
y la filosofía; la sensibilidad de Carlos en esa primera juventud, no era muy dada
al arte.
"Casado tempranamente y ya establecido emocionalmente, decidió que sus dotes
le hacían más apto para la ciencia que para la clínica y entró en el Instituto de
Enfermedades Tropicales, entonces en su época de oro. Era el hábitat perfecto para
Carlos. Recibió la benéfica influencia de personalidades tan diferentes pero tan
poderosas como las de Gerardo Varela, José Zozaya, Manuel Martínez Báez, Raoul
Fournier, personalidades a veces encontradas pero propicias para desarrollar las
mejores facetas de quien sabía observar".
El doctor Manuel Quijano mencionó que en Relatos y Reflexiones, desde el inicio,
se aprecian sus cualidades humanísticas, literarias; basta pasar por los párrafos
donde describe la botica de Sandoval o la clara y sin desperdicios descripción de
la escuela de las Dominicas, convertida en manicomio. El estilo cambia en el
transcurso de sus páginas, algunas frases por cierto muy atinadas de los primeros
capítulos, serias o jocosas, tienen un sutil sabor decimonónico, cuando se refieren
a la inocencia y mansedumbre de las monjas; o el ejemplo contrario, cuando usa
el adjetivo felón, para caracterizar al compañero vil y traidor que apodaban como
"el zopilote"; por otra parte, muy elocuente, se emplea a fondo para describir la
lenta y paulatina maduración del niño y, un poco más adelante, el inicio de la
adolescencia que conquista el sentimiento de liberación al atreverse a degustar el
fruto prohibido de las malas palabras.
En otro momento, el doctor Luis Benítez Bribiesca comentó sobre el trabajo de
investigación de Campillo Sáinz en el aislamiento del virus de la rabia, el cultivo
del virus de la poliomielitis, de la encefalitis equina y sus estudios sobre la vacuna
del sarampión y sus numerosos premios y reconocimientos internacionales, "lo que
lo revestía con un aura académica de prístina luz que, lejos de deslumbrar,
iluminaba su personalidad sencilla, vital y amable".
Lo anecdótico y cotidiano de su vida de niño y de médico residente, lo transforma
en símbolo y como todo símbolo trasciende a la realidad escueta. Campillo
encuentra en sus vivencias más íntimas y remotas el significado de su vida. Son sus
símbolos, esos donde se encierra el misterio de su exitoso curso vital. Sus relatos
evocan sorpresa, curiosidad y profunda comprensión de cada episodio vital. Los
episodios escolares son límpidos y frescos pues parecen iluminar, cada uno, como
la alborada matutina, un nuevo despertar. En el colegio de la madres Dominicas y
luego en el colegio de los maristas, desarrolla sus vínculos amistosos, encuentra y
distingue las personalidades, aprende a estudiar, a jugar y a respetar. Distingue
entre el hombre y la mujer, entre lo bueno y lo malo y entre la fantasía y la
realidad.
Sus relatos médicos podrían sorprender a sus colegas y alumnos, quienes
conocieron sus éxitos profesionales y su trascendente labor en la investigación
virológica. El mensaje cifrado sólo puede entenderse como una continuación de sus
experiencias infantiles, ahora enfrentándose con la enfermedad, con el sufrimiento
y con la muerte. Más bien con ese gran misterio, que ese gran hombre, a través de
la relación del enfermo con el médico, establece ese mágico vínculo que conforta
y a veces sana, pero que los médicos de nuestra época han pretendido sustituir con
técnicas de laboratorio e instrumentos computados; ahí nos muestra cómo el
médico, comparte y sufre con su paciente la tragedia de la enfermedad y se
asombra y pregunta lo incontestable: ¿Qué es la muerte?, concluyó el doctor
Benítez Bribiesca.
Finalmente, coincidieron, al comentar el libro, los médicos asistentes, que en
Relatos y Reflexiones se obsequia lo más valioso del ser: su intimidad, donde se
refleja la inteligencia y lucidez de Carlos Campillo Sáinz, además de revelar el
recuerdo de tantas situaciones, hechos y personajes que evoca con increíble
fidelidad en los relatos de la infancia, el pacto de solidaridad con el hermano, la
historia de un primer amor, la comparecencia cotidiana e inolvidable de
parroquianos entrañables; Tlalpan, el sol de la infancia, la memoria, y su desarrollo
como médico y como hombre.