Gaceta Facultad de Medicina UNAM
25 enero 2006
Facultad de Medicina UNAM

La UNAM distingue la participación de sus estudiantes en el desempeño del servicio social

  • 140 universitarios recibieron el Premio al Servicio Social “Dr. Gustavo Baz Prada” 2005
  • Mariana Zendejas y Emmanuel Rosas, merecedores por la Facultad de Medicina

“Reconocemos a los alumnos de cada una de las carreras que ofrece la institución por su aportación y comprometida participación en programas de servicio social dirigidos a los sectores de la población menos favorecidos, cuya labor, sin duda, contribuye al desarrollo económico, social y educativo de México”, indicó el doctor José Antonio Vela Capdevila, secretario de Servicios a la Comunidad de la UNAM

Durante la entrega del Premio que otorga la Universidad Nacional por conducto de dicha Secretaría, los médicos Mariana Zendejas y Emmanuel Rosas fueron de los 140 estudiantes a quienes se otorgó medalla y diploma; entre ellos también estaban los nueve universitarios que recibieron el reconocimiento nacional al servicio social comunitario que concede anualmente la Secretaría de Desarrollo Social.

En la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, el 7 de diciembre pasado, el funcionario también resaltó que el servicio social es un espacio para el aprendizaje, integración y aplicación del conocimiento, un ejercicio que permite a los estudiantes entrar en contacto directo con las necesidades de la sociedad y fomenta en los futuros profesionistas una conciencia cívica, de ser-vicio y retribución.

Ante autoridades universitarias, resaltó que anualmente la UNAM registra poco más de cinco mil programas de servicio social en los que participan un promedio de 17 mil pasantes de 75 carreras.

Después de recibir el Premio, Mariana Zendejas Villalpando, egresada de la Facultad de Medicina, en representación de los galardonados, declaró que al ingresar a la UNAM los alumnos no son conscientes del compromiso que implica ser miembro de esta máxima casa de estudios.

El lugar que ocupa esta gran institución, dijo, no sólo se debe a que en ella se desarrolla el mayor porcentaje de investigación científica y humanística, sino también a que su saber es fomentado para beneficio de la sociedad, y gran parte de ello lo logra con la vinculación de sus egresados.

Por conducto de la Facultad de Medicina sus alumnos participan en la atención a la salud y en la búsqueda de alternativas de solución a las condiciones de vida de la población, y explicó que, gracias a que en los primeros cinco años del proceso de formación médica reciben una gran cantidad de experiencia y aprendizaje, pueden aplicarlos para beneficio de las comunidades que atienden durante el servicio social.

Como representante también de los premiados, Miguel Alejandro Marín Gutiérrez, de la Facultad de Química, habló de su participación en el programa de servicio social multidisciplinario para extender la Universidad a niveles educativos básicos (primaria y secundaria), proyecto que desde el primer momento se sustentó en la vocación universitaria de contribuir con la sociedad y de servir a la comunidad.

Siendo el eje rector del programa: el ámbito educativo, se propuso la educación integral, que abarca lo académico, pero además, y con la misma importancia, lo individual, lo familiar y lo social, explicó el químico.

Inicialmente este proyecto nació en Israel, pero al aplicarlo en México se le dio el nombre de “Adopta un amigo”, porque las tutorías que se impartieron debían trascender las barreras que no permiten la sana y plena comunicación entre los miembros de un proyecto educativo. “El objetivo: construir amistad con los pequeños, así no seríamos ni alumnos ni maestros, sino amigos. Comenzamos la etapa piloto y la experiencia fue inolvidable.”

Además explicó que combatir la auto-marginación y el hermetismo intelectual, la deserción escolar y la desintegración familiar, la subestimación individual, fue el reto permanente; reforzar el trabajo en equipo, los valores cívicos y sociales, el placer por el estudio, la participación motivada, las ideas propositivas y la libre expresión, fue la meta de cada actividad.

“Durante el desarrollo del proyecto, la comunicación se fortificó entre los tutores y los amigos, los chicos no querían dejar de asistir, ellos platicaban más, es-taba claro que querían comunicarse, se expresaban sin temor a represalias, proponían actividades para el programa, arreglaban sus diferendos entre sí, se divertían aprendiendo.”

El proyecto superó a las expectativas, dijo el joven químico, quien resaltó que además de un taller de matemáticas que impartió dentro del programa, fue invitado a dar cursos básicos dentro del sistema escolarizado: “Recibí la oferta de ser profesor titular de matemáticas para alumnos de primero y segundo de secundaria, además de invitaciones y participaciones subsecuentes en el ‘Primer Foro Educar’, organizado entre la UNAM y el Consejo de Ciencia y Tecnología del estado de Querétaro y, a partir de ese foro, surgieron invitaciones para llevar la experiencia de ‘Adopta un amigo’ a la Escuela de Bellas Artes y al Centro de Física Aplicada, ambos de Querétaro, así como a la Escuela Normal de Enseñanza Especial en el Distrito Federal.”

Finalmente, resaltó que el programa inició con 11 tutores y 11 amigos; hoy, la tercera generación cuenta con 130 tutores y 130 amigos, y con un espacio físico y una partida presupuestal para llevar a cabo los objetivos del programa.

“El mérito de todo esto es de la UNAM, ya que ella abrió las puertas para que esta experiencia educativa se gestara, y es ella la que ahora respalda este proyecto; en lo personal y en lo profesional este programa me otorgó herramientas para relacionarme mejor y para potenciar mis habilidades sociales, para darle cauce a mis inquietudes educativas; refuerza la idea de siempre hacer las cosas bien y procurar ejemplo en lo profesional”, concluyó.

En la entrega del Premio al Servicio Social 2005, con la presentación de estos dos jóvenes profesionistas, se dio claro ejemplo de vocación y servicio.