474 alumnos que concluyeron este año su carrera recibieron título y cédula profesional
Recibir un titulo representa la conclusión
formal de una etapa trascendente en la vida de un ser humano, cuya duración
comprende varios de los primeros lustros de su existencia; este acto
constituye un final y un punto de partida.
Reciben 474 médicos su título y cédula profesional, se entrega una medalla “Gabino Barreda” por cada una de las licenciaturas que se imparten en la Facultad de Medicina: médico cirujano e investigación biomédica básica, y tres títulos y cédulas profesionales post mórtem de médico cirujano. En ceremonias realizadas el 20 y el 26 de junio pasado, en el auditorio Raoul Fournier Villada, la médica cirujana María Fernanda Castillo Peón y el licenciado en investigación biomédica básica Gilberto Ruiz Rojina pasaron a formar parte del pequeño grupo de estudiantes destacados que durante 38 años han recibido la Medalla “Gabino Barreda”, la cual fue entregada por los doctores José Narro, director de la Facultad, y Juan Pedro Laclette, director del Instituto de Investigaciones Biomédicas, respectivamente. Ante un auditorio lleno, el doctor Isidro Ávila, secretario de Servicios Escolares, recordó a los jóvenes egresados su ingreso a la Facultad, acompañado de un “costal” de ilusiones, un reto por alcanzar y vencer algunos obstáculos, a lo que agregó: “Después de mucho trabajo y esfuerzo, el día de hoy se cierra un círculo donde todos ustedes alcanzan esta meta tan anhelada.
“Venían con la ilusión de ser médicos, nada más ni nada menos algo a lo que ahora tendrán que dedicar todo su tiempo. Hoy están aquí como triunfadores, un triunfo que también corresponde a su familia y a esta Universidad, y el cual todos estamos orgullosos de haber alcanzado, cumplimos cada quien con nuestra responsabilidad. Hoy es un día de fiesta y celebración, por ello hemos puesto especial cuidado en esta ceremonia para que quede en su mente pa-ra toda la vida.” Aseveró que la competencia inicial que los hizo llegar a la Facultad, hoy se traduce en la competencia por lograr un espacio de trabajo o ingreso a una especialidad. Les recordó preocuparse por ser no solamente médicos buenos sino buenos médicos. “La bondad es una cualidad que deben tener todos, pero tendrán que actualizarse y mantenerse con esta obligación moral, profesional y ética”, concluyó. María Fernanda Castillo Peón, en representación de los graduados de médico cirujano pidió a sus compañeros no olvidar los motivos que los llevaron a elegirla, aunque sea la cuadragésima tercera consulta del día en un pueblo recóndito —la cual forma parte del recuento con que el gobierno se jactará de dar atención a cualquier hora y en cualquier lugar a toda su población. “No olviden lo que nos enseñaron aquí: cada paciente es único, con un padecimiento que lo hace sufrir de una forma incomparable y que merece nuestro mejor esfuerzo. Aunque por un paciente no hayamos podido disfrutar de los placeres de la vida con nuestros seres queridos, en el camino encontramos a otros seres queridos entre nuestros compañeros, con quienes pasamos largas horas de trabajo y convivimos juntos por el mismo paciente.”
Aseveró que ser médico en un país con tantas necesidades y tan pocos recursos es difícil, pero a pesar de todo brilla el espíritu del médico universitario: “Nunca dejen de preguntarse los qués y los cómos, nunca se conformen con lo aparente ni con lo que se dice. La Universidad es de gente comprometida con la cultura de la verdad y el saber.” Agregó que en el futuro tendrán mucho que hacer en lo académico, en lo científico y lo humano. Por su parte, la alumna Rebeca Hershberger del Arenal, al hacer recuento de sus vivencias, mencionó que sin duda la Facultad se convirtió en su segunda casa o “mejor aún, en su segundo hogar”, donde adquirieron todos los principios y virtudes que hacen del médico un ser humano lleno de admiración y profesionalismo. “Aquí cambió nuestra vida, nos dimos cuenta de que el camino era más difícil de lo que nos habíamos imaginado, lleno de retos y obstáculos que poco a poco fuimos superando gracias a todas aquellas habilidades y conocimientos adquiridos con el paso del tiempo en este mismo lugar. Tuvimos que cambiar nuestros hábitos para poder cumplir con todo lo que se espera de nosotros. Aprendimos a estudiar y a trabajar en equipo, a compartir conocimientos y a reconocer nuestros errores, pero lo más importante, aprendimos a ver la vida llena de emociones, sentimientos, virtudes, éxitos y salud, pero también de enfermedad.” Indicó que la Universidad también les permitió conocer a la gente, a la parte humana y cultural de nuestro país; expandieron su panorama de la realidad acerca de él y que los ha guiado con el culto al saber y amor al hombre. “Les garantizo que tenemos las bases para triunfar y, sobre todo, para dejar en alto el nombre de la Facultad, porque a lo largo de estos años no podemos menos que tenerla en lo profundo de nuestro corazón. Por último, recordemos que hemos elegido la más bella de las profesiones, donde la ciencia se funde con la cultura, donde la ciencia se une al humanismo, y nuestro pacto es el de trabajar para reconstituir el mundo que nos tocó vivir”, finalizó. Durante la segunda ceremonia, Gilberto Ruiz Rojina habló, asimismo, en nombre de los graduados, y dijo, que con su agradecimiento personal esperaba representar a todos. Mencionó que en la vida nos topamos con personas que influyen y contribuyen a nuestro desarrollo, y que en ocasiones la arrogancia nos hace pensar que nuestros logros son únicos y exclusivamente resultado de nuestros esfuerzos, y eso nos incapacita para agradecer a todas esas personas que de alguna manera ayudaron a ese éxito. Dijo que el hombre requiere de un entorno favorable para poder explotar su capacidad y potencial. Sobre este punto agradeció a sus familiares, quienes afortunadamente fueron lo suficientemente firmes y lo dejaron plantearse retos y enfrentar sus propias batallas. “Me queda claro que no todo en la vida es estudio, y en esa búsqueda del equilibrio entre lo académico y lo cotidiano encontré la amistad; hermanos y hermanas, no de sangre, pero sí de elección propia, llamados amigos, y que me han acompañado. También tengo que agradecer a las personas que se han ganado el titulo de enemigos, porque ellos nos hacen dar más de nosotros y ser mejores personas.” Afirmó que los profesores aportan el factor más importante a su formación académica. “Nos enseñan a aprender y dan importantes lecciones de vida.” En este sentido agradeció particularmente a su tutor, el doctor Mario Calcagno, y a sus compañeros de laboratorio, por brindarle un entorno de aprendizaje entre lo práctico y lo teórico y permitirle formar parte del equipo de trabajo. Mencionó sentirse comprometido con la Universidad y su reconocimiento de la Medalla “Gabino Barreda” lo tomó como un compromiso con la misma, para retribuirle todo lo que le ha dado, y qué mejor manera que hacerlo con esfuerzo, con disciplina, para empezar a formar parte de la comunidad académica de esta Facultad. El doctor José Narro Robles, titular de esta dependencia universitaria, dijo a los jóvenes galenos que a partir de hoy pasan formalmente a ser parte de una de las grandes profesiones. Sobre el tema de constituir la mejor escuela de México, mencionó que para afirmarlo también hay que comprobarlo, y para ello mencionó aspectos importantes. Afirmó que es la mejor escuela porque cuenta con 427 años de historia comprobables; porque no sólo transmite conocimiento sino lo genera, porque cuenta con una amplia planta docente capaz y preparada en los ciclos básicos y en la parte clínica, así como por sus instalaciones. Pero para que esta Facultad siga siendo la mejor, aseveró que deben medir los resultados: “Por los médicos que egresan, por quienes se forman aquí, por la preparación que tienen, por el compromiso por la sociedad, y estoy seguro de que en esta generación, como en muchas otras, ésta es la razón de por qué ésta ha sido, es y seguirá siendo la mejor escuela de medicina de México.” Afirmó que es un orgullo ver que se gradúan y que terminan una etapa de su formación, tanto para los alumnos como para los maestros y para los familiares, por lo que está seguro de que, por su conducto, les agradecen todo su apoyo. “A ustedes, queridos nuevos colegas, lo único que les pido es que sigan manteniendo el compromiso que les trajo a esta Facultad. Estoy seguro de que cuando llegaron dijeron que querían servir. Ésta es la típica respuesta, y lo que nosotros queremos es que hoy lo repitan y reconfirmen el compromiso de esta gran profesión, porque la nuestra es una profesión de servicio y para servir. “Servimos a quien lo necesita, a pacientes, a enfermos, a gente que sufre y a familias que tienen un problema de salud serio; el médico debe estar ahí a pesar del cansancio, las dificultades y el número de pacientes, con el último siempre hay que tener una sonrisa y un gesto amable y, algo muy importante, debe tener respuestas para su problema, y para ello necesitamos que se sigan actualizando.” Aseveró que este último punto debe ser su principal compromiso: “ofrecer al paciente lo mejor que hay en la práctica médica”, por lo que los invitó a no olvidarse de su Facultad y regresar a los programas de actualización. Finalmente, les deseó éxito y lo mejor para que se cumplan las metas que se han planteado. “Sigan manteniendo en alto ese valor y principio, porque México y nuestra sociedad lo requieren hoy más que nunca. Felicidades.” También durante las ceremonias estuvieron presentes los doctores Gloria Bertha Vega Robledo, titular de la Coordinación de Educación Medica Continua; Juan José Mazón, secretario de Educación Médica; Joaquín López Barcena, secretario general; Enrique Graue, titular de la División de Posgrado; Malaquías López, secretario de Enseñanza, Servicio Social e Internado; Rosalinda Guevara, responsable de la Coordinación de Investigación; Sara Morales, titular de Ciencias Básicas; María Eugenia Ponce de León, secretaría del H. Consejo Técnico, y la licenciada Guadalupe León Villanueva, secretaria administrativa, además de otros académicos.
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