Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 agosto 2006
Facultad de Medicina UNAM

CONFERENCIA MAGISTRAL

Fármacos antifúngicos que contribuyen a mejorar el diagnóstico de las micosis

  • El doctor Josep M. Torres Rodríguez recibió diploma como profesor asociado del VI Diplomado de Micología Médica 2006
El doctor Josep M. Torres describió lo último en fármacos antifúngicos

En lo que se refiere al tratamiento de determinadas micosis, el doctor Josep M. Torres Rodríguez, del Instituto Municipal de Investigación Médica, Barcelona, España, revisó con profundidad los fármacos con actividad antifúngica disponibles.

Describió aquellos de los que se tiene una experiencia en cuanto a su aplicación clínica (muchos de los cuales no se comercializan en México), mediante los que se contribuye a mejorar el tratamiento de las micosis, particularmente las oportunistas, pues la mayoría de ellas, sin tratamiento, tienen desenlace mortal.

En la conferencia magistral “Métodos de estudio de la sensibilidad a los antifúngicos in vitro”, realizada en el marco del VI Diplomado de Micología Médica el pasado 15 de junio, el especialista, uno de los cuatro profesores invitados extranjeros que participaron en dicha actividad académica, abordó el es-tudio de los antifúngicos según su estructura química, los principios activos de cada grupo químico y cómo se aplican, y el espectro que tienen de eficacia en distintas enfermedades.

Se sabe que el antifúngico más antiguo data de principios del siglo pasado y estaba elaborado con yoduro potásico, empleado para el tratamiento de esporotricosis, cuyo efecto no se ha podido aclarar bien, puesto que in vitro realmente no es activo para esa enfermedad; sin embargo, se sigue utilizando como una alternativa para ese padecimiento.

En los años treintas apareció la griseofulvina, que inicialmente no se usaba para tratamiento humano sino para plagas en agricultura, hasta que años después, en Inglaterra, se comprobó experimentalmente que era activa sobre hongos dermatofitos en caballos y se introdujo en medicina humana; fue muy útil para reducir y erradicar las grandes epidemias de tiña en Europa antes y después de la Segunda Guerra Mundial.

La nistatina y la anfotericina B, que son los poliéonicos que siguieron después, datan de 1950 y 1956. En los años setentas aparecieron los primeros antifúngicos azólicos tópicos, entre ellos: clotrimazol y miconazol. En los años siguientes se desarrollaron las alilaminas asociadas a lípidos, como la amorfolina.

Para la década de los noventas fue cuando se dio un paso muy importante en el tratamiento de las micosis con la síntesis de triazoles, como el itraconazol, primer antifúngico oral activo sobre un espectro amplio de hongos. A principios de 2000 aparecieron los nuevos triazoles (de mayor espectro); es decir, un nuevo grupo de antifúngicos, entre ellos el voriconazol.

Los antifúngicos más recientes de que se dispone son los del grupo de las echinocandinas y, dentro de ellos, la caspofungina, fármaco que tiene un mecanismo de acción diferente: actúa sobre la pared del hongo, por lo tanto, ofrece muchas posibilidades; se administra por vía intravenosa, tiene un efecto fungicida sobre muchos hongos y también sobre Candida, Aspergillus y Pneumocystis jirovecii. Se tolera bien a dosis altas.

Más adelante, el doctor Torres Rodríguez refirió que muchos de los antifúngicos azólicos son de aplicación tópica, mientras que los triazoles, que se pueden administrar tanto por vía oral como intravenosa o tópica, tienen un espectro amplio que abarca micror-ganismos dermatofitos, levaduras, algunos hongos filamentosos y algunos dimórficos. En lo que respecta a las alilaminas, por ejemplo la amorfolina es de aplicación tópica, y con un espectro medio porque es activa en hongos dermatofitos y levaduras; en cuanto a las echinocandinas, la caspofungina es de administración intravenosa y de espectro medio.

Además abordó algunos de los efectos de los antifúngicos en el organismo, así como el tratamiento de las micosis cutaneomucosas. En ese tipo de padecimientos se utiliza la nistatina; tiene una acción fungicida, y en todas las especies del género Candida se puede administrar por vía tópica: solución, óvulos o crema y, en algunos casos, suspensión oral.

Dio una explicación del uso de los fármacos en el tratamiento de las micosis superficiales y sistémicas oportunistas de mayor frecuencia, producidas por Candida, Aspergillus, Cryptococcus y Pneumocystis, entre otros.

Asimismo, señaló que lo que condiciona el tratamiento de las diferentes micosis, en primer lugar, es la especie fúngica, productora de la infección; en segundo, el estado del paciente; en tercero, el propio antifúngico, y en cuarto, las condiciones ambientales y sanitarias. El hongo responsable debe ser identificado; es decir, el médico tratante debe hacer un buen diagnóstico e identificación del agente causal.

Antes de emplear un antifúngico se debe considerar, como con todo fármaco, si es activo o no, su mecanismo de acción, la vía de administración, la rapidez con la que va a actuar, su biodisponibilidad en los diferentes tejidos, la toxicidad, qué interacciones puede presentar con otros fármacos y el costo del tratamiento.

Además, el experto señaló que para tratar mejor al paciente se necesita que el diagnóstico micológico esté bien integrado; que el médico tratante disponga de los resultados de este diagnóstico lo antes posible; que se pueda conocer la sensibilidad del hongo causal, lo cual puede llevar a predecir el pronóstico; además, resaltó la importancia de la relación entre el médico clínico tratante y el micólogo que realiza los estudios, porque esta interacción beneficiará finalmente al paciente.

En sus conclusiones destacó que el antifúngico ideal será aquel que tenga un espectro amplio, que sea fungicida a concentraciones bajas, que sea estable químicamente, que se pueda administrar por vía parenteral y oral, que no sea tóxico, que tenga una buena farmacocinética, que sea efectivo en enfermos con inmunosupresión grave, y de bajo costo económico. “Cada vez nos acercamos más a este fármaco”, finalizó.

En esta oportunidad, el coordinador de la actividad académica, doctor Rubén López Martínez, jefe del Laboratorio de Micología Médica, entregó al doctor Josep M. Torres Rodríguez un diploma que lo acredita como profesor asociado del VI Diplomado.

La clasificación de los antifúngicos se realiza según criterios convencionales que atienden a su estructura o características (polienos, azoles, alilaminas, lipopéptidos, derivados de la morfolina, piridona, benzofurano, tiocarbamato), su origen (sustancias producidas por organismos vivos o derivados de síntesis química), su espectro de acción (amplio o restringido), sus mecanismos de acción (fungistáticos y fungicidas), su vía de administración o empleo sobre el huésped (oral o parenteral, tópicos o sistémicos), su toxicidad y su selectividad de acción.

Con el desarrollo de fármacos con actividad antifúngica se contribuye a mejorar el pronóstico de las micosis, particularmente las oportunistas, muchas de las cuales, sin tratamiento, tienen un desenlace fatal.

La nistatina fue el primer antifúngico tópico en utilizarse.
El itraconazol es el primer antifúngico oral.