Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
25 de abril 1999


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Profesores de la Facultad

Eduardo Liceaga y la salud pública

(Guanajuato, 1839-ciudad de México, 1920)

Ana María Carrillo

Departamento de Salud Pública

Clínico, cirujano, maestro, legislador y sobre todo higienista, Eduardo Liceaga encabezó una revolución sanitaria en toda la República. Estudió en la Escuela Nacional de Medicina, donde ganó la medalla de oro por haber sido el mejor alumno de todos los cursos, En 1867, cuando aún era estudiante, se presentó a la oposición para ayudante de la cátedra que entonces se llamaba de medicina operatoria, la cual ganó; un año después obtuvo el nombramiento de profesor adjunto de esa materia, y poco después el de titular de la cátedra. Fue profesor de física e historia natural en el antiguo Colegio de San Ildefonso, donde fundó el primer gabinete de física; por el empeño en esas labores se le dio la Orden de Guadalupe, creada por Maximiliano. En 1899, fue disignado director de la Escuela de Medicina, cargo que desempeñó hasta 1911; en 1913 se le nombró director honorario de la Escuela. Estuvo muy interesado en la reforma de los planes de estudio; en el año 1893, en comisión con los doctores Rafael Lavista y Francisco Chacón, formuló un proyecto de Ley de la Enseñanza de la Medicina, que poco después fue convertido en ley; se hicieron entonces obligatorias la bacteriología, la oftalmología, la ginecología y las enfermedades mentales y de niños. Desde 1902, el Despacho de Justicia e Instrucción Pública lo nombró miembro del Consejo Superior de educación Pública; desde ahí, continuó una lucha iniciada en 1894 en el II Congreso Médico Mexicano por uniformar la enseñanza de la medicina en todo el país. En 1868, se presentó a concurso abierto el que ganó para proveer la plaza de médico de un servicio para niños enfermos, que Nicolás de Teresa había fundado en el Hospital de San Andrés; con esto, se convirtió en el iniciador de la práctica

 

pediátrica en un centro hospitalario. A la caída de Maximiliano, el Ayuntamiento resolvió que el servicio para niños enfermos del San Andrés estuviera en la Casa de Maternidad, que a partir de entonces se llamó Hospital de Maternidad e Infancia. Liceaga pasó a él como encargado del Departamento de Infancia, donde estableció una consulta gratuita para niños enfermos, que se amplió más tarde a los enfermos de padecimientos quirúrgicos en general. En 1895, fue seleccionado por la Secretaría de Gobernación para hacer el proyecto del Hospital General; una vez aprobado el proyecto, fueron nombrados el ingeniero Roberto Gayol y él mismo, para dirigir su ejecución. A él le correspondió la dirección médica y sanitaria de la obra; el hospital fue inaugurado en 1905. Tuvo un papel destacado en las asociaciones gremiales: la Sociedad Familiar de Medicina, la Academia Nacional de Medicina —de la que fue presidente en dos ocasiones—, la Compañía Lancasteriana, la Sociedad Médica de San Luis Potosí, la Sociedad Médica Farmacéutica de Puebla, la Sociedad Médica y Farmacéutica de Zacatecas, la Asociación Médica-Quirúrgica "Larrey", la Sociedad Médica de Guanajuato, la Sociedad Médica de Jalisco, la Sociedad Ginecológica Mexicana, la Sociedad Mexicana de Cirugía, y la Sociedad "Antonio Alzate" —que también presidió—. Fue distinguido como miembro honorario de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la Sociedad Médica y Farmacéutica de Mérida, la Sociedad de Higiene de París y la Sociedad Médica y Quirúrgica de San Sebastián, España; también se le nombró socio corresponsal extranjero de la Sociedad Médica de Venezuela. En 1895, fue presidente de la Asociación Americana, Canadiense, Mexicana y Cubana de Salubridad Pública. Durante el largo periodo en el que estuvo al frente del Consejo Superior de Salubridad se dictaron muchísimos reglamentos. Tuvo una participación fundamental en la elaboración del Codigo Sanitario, elevado a la categoría de ley en 1891; también en sus modificaciones de 1894 y 1902. A propuesta suya, se nombraron inspectores sanitarios del Distrito Federal, y delegados sanitarios en puertos y fronteras. Con esta nueva estructura se organizaron campañas contra la peste, la fiebre amarilla, el tifo y la tuberculosis. El 29 de septiembre de 1913 —es decir, trece días después de que Huerta usurpara el poder—, presentó su renuncia a la presidencia del Consejo Superior de Salubridad; finalmente, se retiró del organismo el 2 de marzo de 1914, después de 27 años de servicios en él. Fue director de la Cruz Roja. Fundamental fue su participación en los congresos médicos nacionales, muchos de los cuales presidió. Participó igualmente en gran número de congresos internacionales. Cada vez que salía del país, volvía trayendo una nueva enseñanza para beneficio de la salud y la vida colectivas: la obra de Hayem para el diagnóstico por medio del estudio microscópico de la sangre, el descubrimiento de Pasteur para prevenir la hidrofobia, la quimioterapia de Ehrlich. Publicó artículos científicos en la Gaceta Medica de México, el Boletín del Consejo Superior de Salubridad y en otras revistas médicas. De acuerdo con lo relatado por la prensa, su entierro revistió la forma de un gran acontecimiento social, en el que los habitantes de la capital se volcaron a la calle para expresar su dolor y reconocimiento. Una calle de la ciudad de México lleva su nombre. Se han ocupado de su vida y su obra, entre otros, Adrián de Garay, Gregorio Mendizábal, Alfonso Pruneda, Miguel E. Bustamante, José María Bandera y Carlos Viesca.