Deber Universitario
Morir es retirarse, hacer a un lado,/ ocultarse un momento, estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nado y estar en todas partes en secreto. Apagarse es morir, lento y aprisa, tomar la eternídad como a destajo/ y repartir el alma en la ceniza, palabras con las que el poeta Jaime Sabines nos alienta a comprender una horfandad espiritual y consolarnos para, algún día, entender su ausencia. Jaime Sabines dejó de existir físicamente el pasado 19 de marzo, aunque no totalmente ausente porque persiste en la memoria de sus lectores, en voz alta y en secreto, a través de cada uno de sus poemarios. Con el peso y contrapeso de los años, su poesía conservará intacta su vitalidad y frescura para que el poeta siga viviendo en el recuerdo de los insomnes, de los desesperados y, sobre todo, de los amorosos. Jaime Sabines es por excelencia, junto a Ramón López Velarde, uno de los poetas amorosos de este siglo XX. López Velarde es el poeta del deseo y Sabines de la realización erótica. Su amores la dicha del fuego de la pareja, en el lugar y la hora del coito, y por extensión, de todas las parejas del mundo, de todos los amorosos que buscan y se buscan para descubrir que están solos y desnudos; no en balde Los amorosos donde el poeta revela que el amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable... es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Descubrimiento de la vocación Sabines descubre su vación de poeta durante sus días de estudiantede la Facultad de Medicina que realizaba contra su voluntad y para satisfacer los deseos de su padre; por lo que el Palacio de Medicina seguía representando el Palacio de la Santa Inquisición, porque asistía a clase "agobiado -en sus palabras-, con los nervios saliéndome del cuerpo como hilachas, como las fibras de una escoba vieja y arrastrando todavía el fardo de mi alma, nsado todo, más que mis propias piernas". Sólo le bastaron tres años en la carrera de medicina para declinar y determinar su camino rumbo a la poesía. Ingresa a la licenciatura en Lengua y Literatura Españolas; desde entonces, no dejó de escribir con un estilo conversacional, de naturalidad engañosa, que hace creer al lector común con magnífica ilusión. Muestra de ello, es que Jaime Sabines es un poeta leído y seguido por miles, que asistían a sus recitales públicos; como sucedió, en el último, el 25 de septiembre de 1997, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, donde dentro y fuera del recinto, se encontraban cerca de 3 mil jóvenes, en su mayoría universitarios. Ese día se hizó constatar que Sabines era un poeta antiguo y joven, que su poesía quedaba adherida al corazón, que salvaguarda sus latidos y su memoria. No aquella que se esteriliza con el aprendizaje, sino aquella involuntaria que se queda pegada al alma y al cuerpo, como los colores del arco iris o un amanecer y que constituye nuestro acervo verbal. Para su final pidió sencillez y honor es no, porque el mar se mide por olas, el cielo por alas y nosotros por lágrimas. |