Gaceta Facultad de Medicina UNAM
10 abril 2005
Facultad de Medicina UNAM

Comunicación de riesgos en salud en el trabajo

De acuerdo con el National Research Council, “la comunicación de riesgos es un proceso interactivo de intercambio de información y de opiniones entre individuos, grupos e instituciones. Es un diálogo en el cual se discuten múltiples mensajes”, afirmó Ana Rosa Moreno Sánchez, maestra en ecología humana de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas, quien agregó que estos mensajes no se refieren solamente a la naturaleza del riesgo, sino también a las preocupaciones, opiniones o reacciones de las personas hacia el riesgo y hacia los aspectos legales y administrativos del manejo del mismo.

Durante su participación en la sesión 57 del Seminario Permanente de Salud en el Trabajo, la también coordinadora del Programa de Salud Ambiental de la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia, en su conferencia “Comunicación de riesgos en salud en el trabajo”, señaló que Aristóteles decía que el objeto principal de la comunicación es la persuasión; es decir, el intento que hace el orador de llevar a los demás a tener su mismo punto de vista.

La maestra Moreno Sánchez indicó que la comunicación no es sólo un intercambio de mensajes, sino una construcción de sentido, por lo que “la información es parte de la comunicación y no un sinónimo”, aclaró.

La especialista mencionó también que la información técnica, compleja y confusa provoca problemas para la comunicación de riesgos para la salud, además de generar incertidumbre, y la población afectada puede tener objetivos distintos y una percepción diferente acerca de los riesgos.

En el auditorio “Fernando Ocaranza” de la Facultad de Medicina, Moreno Sánchez explicó que las estimaciones de riesgo están influidas por tres sesgos de la percepción: 1) de disponibilidad, es decir, la frecuencia con que se recuerdan los eventos; 2) de anclaje se refiere a las estimaciones influidas por el evento, y 3) optimista, que es la creencia de tener un menor riesgo que la población general: “a mí eso no me va a pasar”.

Propuso que para el desarrollo de mensajes se deben tomar en cuenta aspectos como: ¿qué es lo que quieren saber los trabajadores?, ¿qué es lo que necesitan saber?, ¿qué es lo que la empresa quiere que sepan?, ¿puede malentenderse la información?, y no hacer más de tres mensajes claves.

Los mensajes fáciles de entender deben estar escritos en lenguaje claro y sencillo, el cual los lectores puedan comprender. Deben estar presentados en un formato fácil de entender, deben ser visualmente atractivos, lógicamente organizados, y que se puedan comprender desde la primera lectura.

Para la construcción de mensajes, la maestra Moreno Sánchez recomendó utilizar oraciones cortas y pronombres en singular, en tiempo presente y en voz activa.

Informó asimismo la especialista que en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en 1992 se estableció que para el año 2000, de ser posible, esté disponible una clasificación del peligro armonizada globalmente, y un sistema de etiquetado compatible, incluidas hojas de seguridad y símbolos fácilmente entendibles. Puntualizó que un sistema armónico de comunicación del peligro debe considerar los hallazgos científicos sobre la capacidad de comprensión y actitud ante etiquetas y avisos precautorios a los trabajadores.

La maestra Moreno Sánchez dijo que la información de un peligro se comunica por medio de colores, seguida de un patrón consistente de lenguaje. Por ejemplo, el rojo es el que tiene el mayor rango de peligro, seguido por naranja, amarillo, azul, verde y blanco. “La adición de pictogramas a una señal oral precautoria incrementará la capacidad de entendimiento del individuo”, destacó.

Apuntó también que los trabajadores responden significativamente más rápido ante advertencias que contienen un pictograma con color, y que una de las variables más importantes en cuanto a la efectividad del mensaje de advertencia es el lugar donde se coloca. “Las advertencias escritas de forma horizontal se encuentran y se leen más fácilmente que las que se imprimen de forma vertical.”

Estas advertencias cuentan con cuatro elementos: una palabra de señalamiento estándar, definición del peligro, consecuencias potenciales e información de cómo evitarlo. “Las mujeres tienen más probabilidad de mirar y leer las advertencias. Al igual, tienen más posibilidades de cumplir con la advertencia. Asimismo, los sujetos mayores de 40 años tienen más probabilidad de tomar medidas precautorias en respuesta a las advertencias que entienden”, concluyó.

El Seminario Permanente de Salud en el Trabajo se realiza el cuarto miércoles de cada mes en el auditorio “Fernando Ocaranza” y es coordinado por el doctor Rodolfo Nava y la licenciada Blanca Estela Valdés, ambos investigadores del Departamento de Salud Pública.