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MURAL

Representando la concepción cosmológica y teogónica humana de nuestros ancestros indígenas, simbolizada en la vida y la muerte, los cuatro elementos (agua, aire, fuego y tierra), así como el mestizaje, Francisco Eppens, realizó en cerámica vidriada el mural de la Facultad de Medicina. De una forma simbólica; sintética y decorativa muy amplia y visible a gran distancia.

Como las figuras principales, de este mural, considerado como uno de los más hermosos de Ciudad Universitaria, podían resultar, por su tamaño, demasiado agresivas; a corta distancia, se elaboró una composición concéntrica, colocando los elementos mayores en una periferia reduciendo la escala de los elementos centrales.

De esta manera se observa en esta obra representada por una serpiente que se muerde la cola, el símbolo de la eternidad que encierra a toda la composición, junto a una calavera que devora a la mazorca de maíz de la cual se dice, se formó el primer ser humano.

El agua esta representada en la parte inferior, por ondas armadas de discos de jade; el chalchihuitl que simboliza para los prehispánicos la idea de lo precioso. El rostro de Tláloc, dios del agua, mostrando sus ojos serpentinos y las fauces atrigadas que lo caracterizan en medio de diversos seres acuáticos como el caracol, pez, pulga de agua y ajolote.

Del aire, ubicado en las franjas laterales en azul oscuro, pueden apreciarse mariposas, al águila y cozcacuahtli o "zopilote real", importantes figuras representativas de la mitología azteca, que por mucho tiempo fueron la fuente de inspiración de los códices indígenas.

 

La tierra, en el centro y parte superior, simbolizada por los senos flacidos, exhaustos de "amamantar vida a los dioses y a los hombres", de la Coatlicue; la madre tierra precolombiana, en cuyo seno se nutren los árboles y las plantas, que por su forma de presentarse en el mural, parecen inspirados en el códice de la Cruz Badiana.

Por encima del rostro de Tláloc aparece de perfil la imagen de la muerte, de entre sus dientes emerge una espléndida mazorca de maíz, símbolo de vida.

Finalmente, el fuego expresado en la parte superior por las llamas de los soles mayas. El centro del mural lo ocupa una gran cabeza de apariencia escultórica constituida por la unión de tres rostros, el de la madre indígena a la izquierda, el del padre español a la derecha y en medio el rostro del hijo mestizo; es decir el México actual, idea muy parecida a la de Rivera en el estadio Olímpico.

El Mestizaje esta sintetizado en la cabeza donde aparecen dos manos extendidas que recuerdan el tremendo collar de Coatlicue. En la palma de la mano al lado correspondiente el rostro de la madre indígena esta una semilla en germinación y en la palma de la otra mano, representando el rostro del padre hispánico, se observa el polen fecundador.

La idea de la creación de esta obra surge en 1953, a petición del arquitecto Roberto Alvarez Espinosa, por lo que Francisco Eppens tiene la idea de crear un mural a la intemperie para la Ciudad Universitaria. El cual sería todo un reto, debido a su curvatura, en una gran fachada que dominaba una plaza de dimensiones espectaculares.

Los problemas técnicos afrontados para la realización de este mural, fueron interesantes. Como la superficie era curva y estaba cubierta de vitricota, tipo diseñado para la mayoría de las fachadas de C.U, hubo que hacer el mural en pequeñas losas precoladas de concreto de un metro de largo por veinticinco centímetros de ancho para poder dar la curvatura del muro de 20 metros de altura por 18 metros de base.

Estas losas se anclaron al muro, dejándoles cuerda a las puntas de los alambrones para que, perforándolo, se atornillaran con tuercas por la parte de atras y quedara como un mural desmontable.

El mismo Eppens comenta que la obra se hizo con peones escogidos en la misma Universidad, utilizando mosaico de vidrio que entonces se empezaba a producir en la Fábrica de "Mosaicos Venecianos de México, S.A..", en Cuernavaca, Morelos. Como faltaba mosaico color verde muy claro y no había en la fábrica, pues está apenas comenzaba, se tuvieron que comprar platos de vidrio de ese tono, para romperlos en pedazos y colocarlos en las partes del mural donde se necesitaban.

Al concluirse en enero de 1954, la realización de este espléndido mural en un gran paño sobre el poniente de la Escuela de Medicina y que el mismo autor estima como su mejor obra, se le consideró la alegoría monumental con el tema de nuestro pasado indígena y español, con el resultado de un beneficioso mestizaje.

El autor de tan bella obra, nació en San Luis Potosí, en 1913, se traslado a la capital de la República, en donde cursó sus estudios primarios y superiores; ingresó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas en 1928. Un año después abandonó esta escuela, para dedicarse a la pintura por su propia cuenta, y aplicó su habilidad en el dibujo y el color, a factura de carteles, y más tarde a la de timbres postales y hacendarios.

Su actividad en este último aspecto estableció un nuevo concepto en la presentación gráfica de los temas filatélicos en México, finalmente su preocupación artística lo encauzó hacia el muralismo.

A Eppens se deben los paños pintados en el cubo de los elevadores del Hospital Infantil,. En 1952 es llamado por la compañía Mecánica y Metalúrgica para hacer un mural en mosaico de cerámica en su local industrial, al año siguiente proyectó y realizó los murales para las facultades de Medicina y Odontología de la Universidad.

A partir de entonces las decoraciones en mosaico de cerámica vidriada fueron el centro de las actividades artísticas. Realizó entonces varios murales y en 1962 obtuvo el primer premio en el concurso para los murales en mosaico del nuevo edificio del Partido Revolucionario Institucional, que realizó al año siguiente.

En 1968 por encargo de Luis Echeverría Alvarez, Secretario de Gobernación, el artista realizó los proyectos para el Escudo Nacional vigente, tanto en blanco y negro para su impresión, como en alto relieve para la moneda y en color para nuestro lábaro patrio, ejecutando también el modelo de la Bandera Nacional, cuyos originales fueron depositados en el Palacio Nacional, Archivo General de la Nación, Casa de Moneda y en el Castillo de Chapultepec.

Como señalara el arquitecto Héctor Ceballos Lascurain el mural mosaico de la Facultad de Medicina, se convierte en uno de los elementos arquitectónicos más distintivos de ese edificio. Este magnífico mural constituye el punto focal de la amplia explanada ubicada frente a la Facultad. Aún observado a gran distancia desde los abiertos espacios urbanísticos de Ciudad Universitaria, llama la atención el trazo vigoroso, la concentrada y clara composición, que da el efecto de un enorme cartel, así como el brillante colorido de esta obra. Una de las más logradas de toda la muralística latinoamericana.

La serpiente Quetzalcóatl, modelada con sorprendentes efectos volumétricos, enmarca toda la composición y delimita de manera eficaz la fachada de tan importante edificio, la Faculta de Medicina.

Fuente: Gaceta UNAM 4 de noviembre de 1993
Simbolismos de la vida y la muerte en el mural de la Facultad de Medicina
Ana Lilia Torices