Introducción
En México, a fines del siglo XVIII, el Virrey Miguel Joseph
de Azanza, hizo publicar el siguiente edicto: “Por quanto
se ha dudado si los Barberos están sujetos á sufrir
exámen y obtener licencia del Real Tribunal del Protomedicato.....
se ha venido en declarar que, con arreglo á las leyes,
los Barberos que puramente se exercitan en afeytar ó rasurar
de nabaja ó tixera, no necesitan de exámen ni de
licencia, con tal que se abstengan de sangrar, sacar muelas, echar
sanguijuelas ó ventosas, y practicar ninguna de las demás
operaciones propias del arte de la Flebotomia, para exercitar
el qual debe precisamente preceder la aprobación y permiso
del expresado Real Tribunal” (Protomedicato) …. Dado
en México á 29 de Marzo de 1799. Esta regulación,
que hoy se antoja simpática y anecdótica, era la
consecuencia de un largo proceso que culminaba la necesidad de
que la cirugía fuera regulada por la medicina y que implicaba,
tácitamente, el reconocimiento del acto quirúrgico
como un acto médico.
Hoy en día no es concebible el entender a la cirugía
como algo independiente de la medicina. De hecho, el título
que reciben la mayor parte de los médicos que egresan de
nuestras instituciones educativas es el de Médico Cirujano.
Con toda seguridad el novel médico no esta capacitado para
dominar las cada vez más complejas técnicas quirúrgicas,
pero si lo debe estar para realizar, en situaciones de emergencia,
ciertos procedimientos intervencionistas. Con el tiempo, y el
desarrollo de las especializaciones en medicina, algunas de estas
han evolucionado más orientadas hacia el ejercicio clínico
y otras con mayores tendencias hacia la cirugía. Sin embargo,
el clínico se hace cada vez más intervencionista
y las especializaciones de la rama de la cirugía, son realmente
especialidades médico quirúrgicas.
Medicina y cirugía van necesariamente de la mano. En consecuencia,
la enseñanza de cirugía no puede separarse de los
principios que rigen la enseñanza de la medicina, y todo
lo que es válido en relación con el aprendizaje
de una, lo es, en diferentes medidas, para la otra. Las distintas
etapas del aprendizaje, el razonamiento clínico, la adquisición
de destrezas, la resolución de problemas y la autonomía,
son comunes a ambas áreas; sin embargo, entre ellas, existen
diferencias cuantitativas: El médico clínico requerirá
de desarrollar más el razonamiento y las abstracciones
diagnósticas y ejercitar una intuición particular
para inferir diagnósticos en situaciones complejas. El
cirujano, por su parte, deberá desarrollar habilidades
visuoespaciales y destrezas específicas con intuición
y capacidad para la resolución de problemas en situaciones
comprometidas(1).
El subrayar las particularidades del entrenamiento en cirugía
es la intención de este capítulo.
La evolución de la enseñanza de la cirugía.
Como consecuencia del avance de la medicina, de sus especialidades
y de la atención hospitalaria, en el primer tercio del
siglo XX, los enfermos se concentraron en áreas de atención
hospitalaria y de la misma manera los médicos encargados
de la resolución de sus problemas. Es un proceso gradual
y en consecuencia es difícil precisar el momento de inicio,
pero una vez sucedido, se estructuró, poco a poco, a si
mismo. En general se atribuye a William Stewart Halstead (hacia
1892) la creación del sistema actual de residencias, implantado
como consecuencia del amalgamiento de experiencias intrahospitalarias
europeas, por vez primera en el hospital Johns Hopkins(2).
Bajo ese sistema, el iniciado ingresaba a una vida intrahospitalaria,
casi monástica, permaneciendo en ella por un tiempo prolongando,
Surge así el apelativo del médico que residía
en la institución de salud: el médico residente.
Estos residentes vivían, aprendían y practicaban
en un hospital y, por la exposición constante a las diversas
patologías, el aprendiz se convertía en experto
y no era sino hasta entonces, por autorización de sus mentores,
que abandonaban el recinto hospitalario para incorporarse como
médicos externos o dedicarse a la actividad profesional.
Ese sistema educativo prevaleció con algunas modificaciones
durante muchos años e implicaba un sistema tutoral, fundado
en el paternalismo, con aprendizaje de las experiencias de sus
profesores y ocasionales lecturas recomendadas.
Con el fin de reconocer los esfuerzos formativos empeñados
y el gradual desarrollo de los sistemas educativos, las residencias
médicas se integraron a las universidades, con ello, el
sistema en general se escolarizó. Las instituciones de
educación superior contribuyeron a su fortalecimiento estructurando
planes y programas de estudios(3, 4).
Con la aparición de los programas educacionales estructurados
por años y objetivos, se definieron conocimientos y destrezas
a ser obtenidos por años de entrenamiento. Sin embargo,
el aprendizaje médico quirúrgico siempre ha revestido
particularidades especiales y no ha sido hasta fechas recientes
en que se ha puesto un especial énfasis en el entrenamiento
gradual y sistemático sobre las habilidades particulares
y competencias que debe adquirir y desarrollar un cirujano(5):
Este cambio de paradigma se evidencia en la estructura de un
programa y de sus objetivos, pues la pretensión es evolucionar
de un aprendiz, sujeto del los conocimientos y destrezas de sus
tutores, de los cuales aprende, primero viendo, después
ayudando y posteriormente haciendo, hasta el desarrollo de programas
bien estructurados con objetivos precisos y evaluaciones sistemáticas.
Esta evolución se puede resumir en el cuadro siguiente(6):
Del
binomio aprendiz - tutor al programa estructurado |
El Aprendiz - Tutor |
El Programa estructurado |
La cirugía como arte y destreza |
La cirugía como ciencia y destreza |
Entre más trabajo, mayores destrezas |
El trabajo organizado y orientado a
la adquisición de destrezas |
Ver y hacer |
Entrenamiento formal en conocimientos
destrezas específicamente programadas |
Resolución de problemas por
experiencia |
Resolución de problemas basado
en evidencias |
Evaluación por el Tutor -profesor |
Evaluación basada en resultados |
El tránsito de forma de enseñanza a la otra no
es sencillo y de hecho, en los programas modernos y bien estructurados,
no siempre se pueden evidenciar estas diferencias, pues la adquisición
de habilidades y destrezas manuales y visuoespaciales, como para
alcanzar autonomía, son directamente relacionadas a una
exposición constante y repetida a ellas. De ahí
que la función de supervisión y tutoría cercanas
sean imprescindibles, pero su finalidad en los programas bien
estructurados será el privilegiar la vigilancia del cumplimiento
de las competencias por sobre el trabajo cotidiano indiscriminado.
Algunas aptitudes y características deseables
en el cirujano.
Si el proceso de formación de un cirujano difiere
cuantitativamente de aquel del médico clínico, se
antojaría pertinente considerar si el candidato a cirujano
debiese tener características particulares innatas, y de
ser es así, conocer cual de ellas hará que se desarrolle
mejor profesionalmente. De las posibles aptitudes personales se
han estudiado: El grado de conocimientos previos; las destrezas
manuales; las habilidades de percepción visuo-espaciales;
y las características de la personalidad de los cirujanos(7,
8).
Los conocimientos médicos
En nuestro medio esta es la forma universal de selección
de candidatos y el factor determinante para su aceptación
en los diferentes programas de entrenamiento. Sin duda, es necesario
un amplio conocimiento de la medicina para enfrentar los conocimientos
teóricos suficientes para el desarrollo de un cirujano.
Sin embargo, hay que aceptar, que el grado de conocimientos, si
bien ayuda, difícilmente, por si mismo, podría ser
un factor predictivo de la forma en que se ha de desarrollar profesionalmente
un cirujano.
Se ha estudiado, si existe una correlación directa entre
el grado de conocimientos médicos (a través de resultados
de preguntas de opción múltiple) con el comportamiento
y aprovechamientos quirúrgicos de los residentes en sus
diferentes rotaciones(9, 10), sin que se haya podido
demostrar que existe ésta. Lo cual no significa que el
conocimiento no es importante, sino que simplemente, el comportamiento
y habilidades quirúrgicas no van directamente relacionadas
con las otras destrezas requeridas a un cirujano.
Las destrezas manuales
Una afirmación casi universalmente aceptada es que
el cirujano debe de ser un ser diestro con las manos y de hecho
esta afirmación se acepta como una verdad sin cortapisas.
Sin embargo, cuando se ha pretendido correlacionar las destrezas
manuales y motoras (mediante las pruebas existentes de destrezas
motoras manuales), no se han encontrado correlaciones significativas(11),
y en ocasiones, hasta han llegado ser contradictorias, pues los
cirujanos experimentados y reconocidos han obtenido menores índices
de destrezas motoras que los aprendices y aspirantes(12).
No obstante estos resultados, es evidente que algún grado
de destreza manual es necesario para el buen desarrollo del cirujano
y tal vez haya que elaborar pruebas de destrezas motoras específicas
para el aspirante a cirujano y determinar cuales de estas posibles
habilidades, sean necesarias para su buen desarrollo educacional
y profesional(12).
Lo que si resulta evidente es que las destrezas quirúrgicas
no son la resultante de una habilidad motora innata, sino más
bien el producto de una educación gradual y entrenamiento
constante, y que difícilmente, por si mismas, podrían
ser un factor predictivo de quien va a desarrollarse como un buen
cirujano.
Las habilidades visuo espaciales.
Este tipo de habilidad consiste en la capacidad de representar
mentalmente objetos tridimensionales, analizarlos en sus partes
y características, comprenderlos en sus rotaciones y traslaciones,
y recomponerlos, de un estado de dos dimensiones, a la representación
tridimensional original. El grado de desarrollo individual de
este tipo de habilidades parece ser innato y relacionado al hemisferio
cerebral derecho. Las habilidades visuoespaciales, se aplican,
en la vida cotidiana, para representar mentalmente tareas físicas
o manuales a ser ejecutadas(13).
Dado que la educación en cirugía requiere de estas
habilidades para la planeación, proyección y ejecución
de actos quirúrgicos han sido estudiadas, a fin de conocer
su valor predictivo en el desarrollo del cirujano. Las habilidades
visuoespaciales, en el caso de la cirugía, han sido examinadas
en el FAT (field articulation test)(14). Habiéndose
demostrado ser de gran utilidad en la predicción de futuras
habilidades quirúrgicas. La correlación en este
sentido ha sido de alta significación, encontrándose
que aquellos aspirantes que calificaban alto en esta habilidad,
aprendían y se desarrollaban mucho mejor que aquellos que
obtenían índices bajos(15).
A pesar del gran valor predictivo de esta prueba y de que se
antoja lógica su aplicación regular, son raros los
programas de entrenamiento quirúrgico que la toman en consideración
como criterio de selección para la aceptación de
aspirantes.
La personalidad del cirujano y sus características
deseables.
No es infrecuente el escuchar la opinión de que el
cirujano exitoso debe de ser un individuo decidido, impermeable
al stress emocional y con gran capacidad de decisión. Cualidades,
si se quiere deseables en todos los profesionistas de la medicina,
pero que pudieran ser buscadas intencionalmente en los candidatos
a ser seleccionados. Por ello, se han estudiado a los cirujanos
para explorar si existen comunes denominadores de personalidad
entre ellos.
Las pruebas de personalidad y psicológicas hechas y comparadas
contra otros profesionistas no han sido muchas y sus resultados
variables. Cuando se preguntó a cirujanos y residentes
cuáles eran las características que debiese tener
un cirujano, estuvieron fuertemente de acuerdo en señalar
que: La decisión; el poseer conceptos claros sobre justicia;
exhibir espíritu de colaboración en grupo; tener
flexibilidad intelectual; aceptar con honestidad los errores;
ser disciplinado; estar motivado a lo novedoso y estar dispuesto
a escuchar(16), serían las cualidades de personalidad
y carácter más importantes. Lo que no quiere decir
que esto sea un común denominador y si se analizan estos
resultados se concluye con facilidad que todas estas características
son más bien cualidades, y no necesariamente, perfiles
de personalidad.
Al comparar, mediante pruebas psicológicas, los perfiles
de personalidad y ciertas características sociales predominantes
entre médicos generales, especialistas clínicos
y cirujanos, se observó que en estos últimos predominaban
los caracteres de extroversión, competitividad,
estructura mental estable, poca reactividad al stress y tendencia
a tomar decisiones de índole práctica(17).
Sin embargo, estos estudios fueron hechos al comparar individuos
que ejercieron ya en los diferentes campos clínicos y quirúrgicos,
por lo que estas características, bien pueden ser resultado
del giro de la actividad profesional que moduló conductas,
más que un perfil de personalidad al ingreso a la residencia.
Cuando se preguntó, en un estudio de consenso de opinión,
la opinión de cirujanos y residentes de años terminales
sobre las características deseables que deben tener los
residentes de años inferiores o novatos(18),
los encuestados coincidieron en opinar que las características
deseables en un residente novato serían que: maneje cuidadosamente
los tejidos e instrumentos riesgosos (en relación con sus
habilidades técnicas); que identifique fácilmente
a los pacientes gravemente enfermos (en relación con sus
habilidades clínicas); que establezca empatía con
los pacientes (en relación con sus habilidades de comunicación);
y el conocer la historia natural de las enfermedades (en relación
con los conocimientos médicos). En el mismo estudio, cuando
les fue preguntado sobre cuál era la característica
importante que debiese tener un residente que inicia, la afirmación
en la que estuvieron más fuertemente de acuerdo, fue el
que los novatos reconocieran cuáles eran los límites
de sus conocimientos y habilidades.
Se puede o no coincidir con muchas o todas aquellas características
aquí expresadas, pero el hecho es que no está demostrado,
que una prueba psicológica pueda definir cuáles
son los perfiles de personalidad de un cirujano y mucho menos
que éstas pudieran, por el momento, llegarse a aplicar
en la selección de candidatos idóneos para el ejercicio
y desarrollo profesional exitoso de una especialidad médico
quirúrgica.
Como se aprenden las destrezas quirúrgicas
Nada hay mas falso que considerar a la cirugía
como una simple destreza motora y al cirujano como un ser hábil
de manos. El viejo dicho de que un cirujano es un ser que mueve
más rápido las manos de lo que piensa, es sin duda,
para quienes entrenamos cirujanos, una gran mentira. Si bien es
cierto que mínimas destrezas motoras son necesarias. La
rapidez con la que una cirugía se hace, es rara vez de
importancia y en sus resultados finales resulta insignificante
la eventual espectacularidad de la habilidad manual de un cirujano.
Mas allá de la variable habilidad motora del movimiento
de manos, muñecas y dedos que un aspirante a cirujano pueda
llegar a tener, lo que ha de desarrollar son destrezas de percepción
del entorno (habilidades perceptuales), a los que debe
añadir un conjunto coordinado de movimientos y de habilidades
motoras capaces de actuar simultáneamente, seleccionando
en forma rápida la respuesta adecuada para los eventos
que puedan presentarse en ese entorno anatómico: A lo anterior,
ha de agregar la capacidad de manipular con precisión y
rapidez pequeños objetos anatómicos diferenciando
siempre prioridades y tiempos quirúrgicos.
Para conseguir lo anterior, el cirujano en ciernes debe gradualmente
pasar por 3 diferentes etapas que son esenciales para su correcta
maduración(19).
1.-Etapa Cognitiva
En ella, el aprendiz debe comprender con claridad la tarea a realizar,
debe observarla y memorizar los pasos que debe seguir. Esta primera
fase del entrenamiento quirúrgico, por más que pueda
llegar a parecer repetitiva y exagerada es muy necesaria, pues
entre más explícito se sea en ella, con mayor facilidad
se incorporarán posteriormente los nuevos conocimientos
y destrezas.
2.-Etapa de integración
Una vez memorizados todos y cada uno de los pasos y posibles eventualidades,
el cirujano en formación deberá aprender a realizar
todas aquellas habilidades motoras necesarias para realizar la
tarea, al tiempo que deberá eliminar todo movimiento ineficiente
para la realización de un determinado procedimiento. En
esta etapa son de gran importancia las prácticas de laboratorio
quirúrgico, en sus diferentes modalidades, a fin de automatizar
movimientos.
Es también en esta fase de integración, donde el
cirujano en ciernes actúa, con frecuencia, como ayudante
de cirujanos más avezados en conocimientos y destrezas
y en donde, la retroalimentación del tutor quirúrgico,
colabora en forma significante al aprendizaje, al ir comentando
los pasos, subrayando en ellos lo más importante, estimulando
de esta forma, a la integración reflejos visuales –
cerebrales en el residente en formación. En la medida en
que el residente avanza en esta fase de integración, le
será de gran utilidad la realización de procedimientos
sencillos (que no requieran de decisión y destrezas avanzadas),
pues se irán fortaleciendo reflejos visuales – cerebrales
a los que se irán añadiendo reflejos manuales que
eventualmente conducirán a la automatización.
3.- Etapa de automatización
Una vez conseguido lo anterior, el cirujano en formación
deberá gradualmente ir incorporando nuevos conceptos y
las habilidades motoras necesarias para realizarlos. Al repetir
un procedimiento frecuentemente, creará circuitos neuronales
motores que lo conducirán a la automatización y
con ello llegarán a la confianza, rapidez, eficiencia y
precisión que a su vez redundarán en una mejor percepción
del entorno quirúrgico lo que le permitirá evolucionar
hacia estrategias quirúrgicas más complejas.
Cada procedimiento en cirugía lleva implícito,
necesariamente, estas etapas de formación. De hecho, cuando
un cirujano experimentado se enfrenta a un procedimiento nuevo,
transcurre obligatoriamente por este proceso. Claro esta, que
de acuerdo a la experiencia y destrezas previas, la etapa de integración
se acorta y el proceso de automatización se adquiere con
mayor rapidez y facilidad(20).
Estas diferentes etapas del aprendizaje deben tenerse en cuenta
por los instructores y profesores de las especialidades quirúrgicas
y estar conscientes de ellas, pues con facilidad los instructores
olvidan que su entrenamiento fue así. Se ha demostrado(21),
que entre más experto se es en un procedimiento y mayores
son las habilidades del instructor, mayormente se le dificultan
el fraccionar el conocimiento y destrezas, en estas tres etapas
necesarias para el desarrollo eficiente de un cirujano en ciernes.
Tal y como se describen estos pasos, pareciera que el efectuar
un procedimiento quirúrgico es más una habilidad
manual que un proceso intelectual producto del conocimiento. Pero
no es así, el cirujano debe tener un razonamiento clínico
el cual se adquiere mediante el proceso del conocimiento médico
y este razonamiento clínico se traduce, en el cirujano,
en la toma de decisiones relacionadas al entorno quirúrgico
del caso en particular. De hecho, se estima que en una cirugía
estas decisiones representan el 75% de la actividad del cirujano
y sólo el 25% del tiempo quirúrgico, se relaciona
con habilidades y destrezas manuales producto de la automatización(22).
Pero sin duda en la formación del cirujano, existe la
necesidad de crear automatización de una serie de eventos
(incisiones, cortes, suturas etc.) que entre más se repitan,
con mayor eficiencia se harán, y esto será valido
para todo nuevo procedimiento ya que una destreza adquirida no
es necesariamente extrapolable a la adquisición de nuevas
habilidades(23), por lo que existe, en todo procedimiento,
una curva de aprendizaje variable a cada cirujano y acto en particular.
Esta curva de aprendizaje llevará siempre implícita
estas tres etapas, cognitiva, de integración y de automatización.
Se debe saber que se va a hacer, se debe aprender que es necesario
para poder hacerlo y repetirlo cuantas veces sea necesario hasta
lograr la automatización.
Como se enseñan las destrezas quirúrgicas.
El paciente como objeto de aprendizaje quirúrgico
Enseñar cualquier procedimiento intervencionista, ya
sea a novatos, residentes o inclusive a cirujanos expertos, llevará
siempre implícito una curva de aprendizaje. Todo procedimiento
intervencionista presenta esa curva de aprendizaje. En algunos
casos ésta será corta y sencilla, mientras que en
otros puede llegar a ser tortuosa y prolongada.
Se ha innumerablemente afirmado que el mejor maestro es el paciente,
y sin duda, lo es. La experiencia sólo se gana a través
de ellos y cada paciente es un ser distinto, al que el médico
y el cirujano, se deben enfrentar con una actitud indagatoria,
lo que permitirá aprender de él y así poder
aplicar en otros pacientes los conocimientos y experiencias adquiridos.
Lo mismo sucede en cirugía, el cúmulo de éxitos
y fracasos hace la experiencia del cirujano y es esta experiencia
la que el cirujano ofrece en beneficio de cada caso en particular.
Con ello, hay que aceptar que un elemento importantísimo
de la curva de aprendizaje es el paciente v no existe forma de
que no sea así.
Existen diferentes curvas de aprendizaje, puede uno comparar
casi cualquier cosa: Experiencia vs. Complicaciones; tiempo quirúrgico
vs. Complicaciones; tiempo quirúrgico vs. Experiencia etc...
Pero la que realmente importa comparar, para fines del aprendizaje
y seguridad de los pacientes, es experiencia contra complicaciones.
En la Curva 1 se muestra el posible índice de complicaciones
vs el número de casos efectuados de un determinado procedimiento,
en ella se apreciará como la curva desciende en la medida
en que la experiencia del cirujano aumenta como consecuencia de
la eliminación y prevención de errores.
Curva de aprendizaje 1

Sin duda, la finalidad de todo aprendizaje será el aplanar
la curva de aprendizaje, reduciendo, en la medida de lo posible,
la incidencia de complicaciones en los primeros casos efectuados
tal y como se muestra en la Curva 2.
Curva de aprendizaje 2

Si bien no es posible el reducir siempre a cero
las complicaciones inherentes a cualquier acto médico,
en los casos quirúrgicos, el objetivo de toda curva de
aprendizaje será el abatir y aplanar esta curva. Esto es
válido aún para las intervenciones o procedimientos
sencillos o cuando el cirujano tenga grandes destrezas (como pudiera
ser el caso de la curva 3).
Curva de aprendizaje 3.

El reto en la enseñanza de la cirugía es minimizar
esta curva, procurar que durante ella las complicaciones sean
mínimas y que la automatización y destrezas necesarias,
lleguen lo más pronto a formar parte de la experiencia
del cirujano.
Pero lo que no es ético es el que toda la curva de aprendizaje
la sufra el paciente y que complicaciones, que pudieron ser evitadas
con una supervisión adecuada y un aprendizaje gradual,
hayan sucedido como parte integral del adiestramiento a costa
de los pacientes. Para ello, se debe echar mano de algunos recursos
que complementen las fases iniciales cognitivas y de integración,
permitiendo así que la autonomía se alcance en las
mayores condiciones de seguridad de los pacientes.
Los Laboratorios de Cirugía (Wet Labs)
Su uso y valor educativo esta ampliamente difundido, en ellos,
lo que se pretende es dar y reforzar los aspectos cognitivos necesarios
a un determinado procedimiento quirúrgico e integrar estos
conceptos en los pasos quirúrgicos fundamentales a fin
de obtener un cierto grado de automatización.
La variedad de temas que se pueden incluir en estos laboratorios
es muy amplia y va desde los temas básicos, tales como
hacer nudos y manejo de instrumentos, hasta la habituación
a microscopios quirúrgicos (en donde el novato debe alcanzar
un alto grado de automatización). Ejemplos claros y bien
demostrados de la utilidad de ellos son: El manejo de incisiones
en piel, anastomosis vasculares o intestinales, uso de láseres
etc.(24).
Estos laboratorios quirúrgicos han resultado de especial
importancia en la enseñanza de la cirugía laparoscópica
y en la transformación de las destrezas quirúrgicas
de los cirujanos, pues esta se divulgó y se hizo extensiva
a un gran número de ellos, por virtud de estos cursos,
habiéndose enseñando con éxito y mínimas
complicaciones(25, 26).
Es en estos laboratorios donde el modelo de enseñanza
propuesto por Peyton(27), puede ser de gran utilidad
para la enseñanza de destrezas y habilidades. Como en cirugía,
el aprendizaje en los laboratorios quirúrgicos debe incluir
4 etapas:
1.- Demostración:
En ella, el instructor debe de demostrar la destreza a una velocidad
normal y continua permitiendo al aprendiz observar la evolución
normal de un procedimiento.
2.- Fragmentación:
El instructor debe volver a repetir el procedimiento separándolo
en sus diferentes pasos y explicando cada uno de ellos, en forma
clara explícita y lentamente.
3.- Formulación:
En ella el instructor realiza los pasos quirúrgicos haciendo
que el aprendiz vaya verbalizando cada paso al tiempo que el instructor
hace observaciones sobre ellos.
4.- Ejecución
En ella el aprendiz debe hacer los pasos supervisado por el instructor
y los debe ir verbalizando en la medida que los desarrolla.
La cirugía en animales.
Los wet labs o laboratorios quirúrgicos no
simulan condiciones reales, solo crean destrezas y automatización
de ciertas maniobras quirúrgicas, pero no exponen al aprendiz
a las situaciones que implican los seres vivientes(28),
por ello se han empleado los laboratorios de cirugía animal.
Al margen de las consideraciones éticas que sobre la vida
animal existen y de los costos de mantenimiento e higiene de los
bioterios, lo cierto es que tampoco la cirugía en animales
es aplicable integralmente a la cirugía en un ser humano
por lo que este tipo de entrenamiento quirúrgico, no tiene
una aplicación universal, como paso previo a la cirugía
humana.
Sin embargo, ha demostrado ser especialmente útil en el
adiestramiento para realizar anastomosis viscerales y vasculares
(particularmente el usar perros)(29) y en cerdos, para
el consecución de habilidades y destrezas en colecistectomía
laparoscópica(30).
Cirugía Simulada por Computadora
El crecimiento de la tecnología informática
ha también abarcado el entrenamiento quirúrgico
y algunos modelos computacionales han sido diseñados para
la implementación de destrezas quirúrgicas y evaluados
educativamente(31). El MIST-VR (minimal invasive
surgery trainer- virtual reality), permite el aprendizaje
de tareas endoscópicas y procedimientos de sutura en imágenes
virtuales(32). Otras modelos como el ADEPT (Advanced
Dundee Endoscopic Psicomotor Tester)(33), han
también confirmado su posible utilidad en la reducción
de la curva de aprendizaje.
Se ha propuesto asimismo, que estos sistemas de simulación
computacional pudieran ser mecanismos de evaluación sobre
las destrezas quirúrgicas obtenidas por un cirujano durante
su entrenamiento, y de esta forma servir como instrumentos de
certificación(34). Sin embargo, el suponer que
un sistema de simulación pudiera reflejar las aptitudes
necesarias en habilidades y destrezas quirúrgicas, esta
aún por definirse y debe ser considerado cuidadosamente.
Pero sin duda, es un componente más de la revolución
educativa que puede llegar a mejorar la seguridad de los pacientes,
evitando complicaciones, al permitir adiestramientos previos en
condiciones simuladas y en colaborar efectivamente en la educación
médica continua(35).
El Cirujano como docente
Ningún laboratorio de cirugía o sistemas
computacionales educativos por más avanzados que sean,
podrán sustituir la experiencia educativa que representa
para el aprendiz, el ingresar al teatro quirúrgico con
un cirujano avezado y experimentado.
Si bien es cierto que el observar un procedimiento preciso y
hábilmente realizado representa un aprendizaje efectivo,
este será significativamente mayor, si el cirujano explica
los pasos y hace hincapié en que evitar y que hacer en
cada uno de ellos con precaución y precisión(36).
Se ha subrayado ya la necesidad de que la construcción
del conocimiento y su integración a las habilidades y destrezas
quirúrgicas sea gradual. La enseñanza de la cirugía
así lo demanda. Pero también demanda la experiencia
en el ser humano. Esta es inevitable. Y es aquí donde el
docente interviene en forma decidida al ir supervisado, gradualmente,
las destrezas que debe adquirir el cirujano en formación
e ir permitiendo las lleve a cabo bajo supervisión, haciendo
en cada paso, las observaciones positivas necesarias para reforzar
conductas y fortalecer la confianza, y minimizar, en lo posible,
las complicaciones que puedan ser evitadas. Sólo de esta
forma un cirujano se va gradualmente haciendo experto y apto para
la autonomía quirúrgica necesaria en su formación.
Un programa de residencia bien estructurado no sólo implica
la definición precisa y clara de las competencias a ser
adquiridas durante el entrenamiento, sino que implica también
la correcta supervisión de ellas, el reforzamiento de conocimientos,
las habilidades de educación continua, la aplicación
de las evidencias médicas en el manejo de los pacientes
y la evaluación de los resultados del aprendizaje obtenido.
La evaluación de las destrezas quirúrgicas
Cada vez con mayor intensidad la sociedad demanda médicos
competentes capaces de resolver, en forma adecuada, los problemas
médico-quirúrgicos que puedan presentarse. En adición
a estas competencias, El médico cirujano de estos tiempos,
debe también tener otras más que deben ser adquiridas
durante su etapa de entrenamiento y que es necesario sean evaluadas,
entre ellas se encuentran: Habilidades de comunicación;
capacidad de mantenerse actualizado, emplear el mejor tratamiento
posible al alcance del paciente de acuerdo al avance continuo
de la ciencia y, utilizar adecuadamente todas las herramientas
diagnósticas y terapéuticas poniendo un énfasis
especial en la seguridad del paciente(37).
Los programas de residencias médicas y los organismos
certificadores de conocimientos y destrezas, evalúan, de
una forma u otra, a los residentes durante su proceso formativo
o al término de el. Para el efecto, se han propuesto una
serie de estrategias que se complementan entre sí. Las
herramientas más comúnmente empleadas son: Los reportes
de evaluación durante el entrenamiento; los exámenes
escritos y orales; los exámenes clínicos estructurados;
La bitácora de los reportes de procedimientos quirúrgicos
efectuados por el residente y sus resultados; los exámenes
estructurados de competencias clínicas y técnicas,
y los exámenes por medios computacionales de técnicas
virtuales específicas.
De una forma u otra, de las competencias esperadas que tenga
un cirujano, estos métodos de evaluación ponderan,
en forma diferente, las competencias esperadas al término
de sus rotaciones o formación. Así, por ejemplo:
El dominio de los conocimientos médicos necesarios puede
ser satisfactoriamente ser evaluado por virtud de exámenes
orales y escritos; las habilidades de comunicación y de
relación médico paciente a través de la observación
directa del comportamiento, utilizando para ello archivos personales
de cada residente (Portafolios) y completarse con evaluaciones
de 360° (al preguntar sobre el comportamiento del médico
residente a tutores, pacientes, enfermeras y eventualmente otros
residentes); la obtención gradual de destrezas quirúrgicas
puede ser monitoreada a través de la bitácora quirúrgica
personal donde pueden anotarse los procedimientos efectuados y
las observaciones de los tutores correspondientes; y sus habilidades
clínicas y de criterio quirúrgicos por medio de
exámenes clínicos y técnicos estructurados(38),
y exámenes por simuladores de cirugía(39).
Sin duda, la mejor evaluación será aquella que
se haga en forma periódica durante el proceso formativo,
pues permite la retroalimentación y el reforzamiento o
corrección de conductas y actitudes, reconociendo tempranamente
las deficiencias en conocimiento, actitudes y adquisición
de destrezas.
En el caso de la adquisición de destrezas quirúrgicas
la estrategia evaluatoria más comúnmente usada son
los reportes de evaluación estructurados. En ellos, se
describen, lo que se espera, en destrezas y habilidades, que tenga
un residente en formación de acuerdo a lo programado para
un determinado período de entrenamiento. De esa forma,
el tutor u observador pueden calificar, mediante escalas de orden
subjetivo, la capacidad y destreza que se va adquiriendo y su
evaluar el grado de evolución.
Estos reportes, entre más detallados puedan llegar a ser,
mejor serán como estrategia evaluatoria y educativa. Un
ejemplo de lo anterior, podría ser, para el caso de manejo
de una simple herida quirúrgica por el residente de primer
año:
Destrezas esperadas |
Lo hace con inseguridad y exceso
de movimientos |
Lo hace en forma correcta pero
con poca destreza |
Lo hace en forma correcta con
eficiencia y destreza |
Limpieza de los bordes quirúrgicos, |
|
|
XXXX |
Afrontamiento de planos profundos |
|
XXXXX |
|
Sutura de piel |
XXXXX |
|
|
En este sencillo ejemplo, el observador ha podido calificar,
en un simple acto, el comportamiento de un residente que limpió
adecuadamente los bordes de la herida, que afrontó bien
los planos profundos, pero que su destreza resultó ser
insuficiente en la sutura de la piel.
Ejemplos de estas formas de evaluación durante el entrenamiento
puede haber muchos, tanto en la parte apreciativa, como en los
diferentes pasos de un procedimiento. La principal ventaja de
estas formas evaluatorias es su doble efecto, pues por una parte
la información es formativa, al permitir poner énfasis
en el reforzamiento de ciertas destrezas insuficientes, como sumatoria
para la evaluación final(40).
Por su frecuente empleo, estas formas de evaluación han
sido comparadas con los resultados de exámenes clínicos
y técnicos estructurados(41) y se ha demostrado
que tienen una pobre correlación, probablemente debido
a los factores humanos que intervienen en la relación observador-
residente(42), pues influyen factores distintos a los
que pretenden ser evaluados ya que las buenas entre residente
– observador, contribuyen a que el residente observado tenga
una mejor puntuación.
Con todo y este defecto de apreciación emocional y subjetiva,
esta índole de evaluaciones son sin duda elementos de gran
importancia durante el proceso formativo- correctivo, particularmente,
si son usados a lo largo del programa de una residencia, pues
permiten individualizar, identificar y diferenciar los puntos
débiles en la adquisición de destrezas de un residente,
y una vez identificados, brindar una retroalimentación
positiva a los residentes en formación, lo que a su vez
les permite la corrección oportuna de estas debilidades.
Evaluaciones posteriores pueden demostrar como estas deficiencias
son superadas por el residente lo cual transforma el proceso evaluatorio,
en un elemento que el educando encuentra de apoyo a su formación.
Referencias