Introducción
En las dos últimas décadas se ha insistido en la
necesidad de vincular la formación profesional con las
necesidades de desempeño en el área laboral, de
ahí que los modelos educativos basados en competencias
laborales o profesionales se hayan difundido en las instituciones
educativas a nivel mundial. Esta tendencia internacional también
ha alcanzado a México sobre todo en el área técnica,
educación media superior y también en la formación
universitaria y desde luego en el ámbito de la educación
médica.
En la actualidad resulta necesario, tanto desde el punto de
vista educativo como asistencial encontrar fórmulas para
crear profesionales competentes. Sin embargo la educación
basada en competencias ha sido objeto de múltiples interpretaciones
por lo que es importante definir y clarificar algunos conceptos.
Concepto de competencia
No existe un concepto univoco que defina la competencia, ya que
este término tiene múltiples acepciones y en ocasiones
definiciones y conceptuaciones confusas en el contexto educativo.
Las tres acepciones más difundidas son: capacidad,
que es el saber hacer con los conocimientos adquiridos, competitividad
que hace alusión a una sociedad en la que se tiene que
demostrar ser el mejor o el más eficiente, e incumbencia
que es la función que debe ser desempeñada por una
persona o aquello que involucra afectivamente a un individuo.
La competencia es un tipo de enseñanza único y
exclusivo de los seres humanos, que involucra las tres dimensiones
de la mente humana: el saber y el hacer (dimensiones cognitivas)
y la dimensión afectiva (cognitivo expresiva) que son las
actitudes, sentimientos y valores.
El concepto de competencia ocupa un lugar central: alude a un
saber hacer que lleva a un desempeño eficiente,
el cual puede demostrarse mediante ejecuciones observables. Se
trata de una capacidad para resolver problemas, que se aplica
de manera flexible y pertinente, adaptándose al contexto
y a las demandas que plantean situaciones diversas. La competencia
no se limita a los aspectos procedimentales del conocimiento,
a la mera posesión de habilidades y destrezas, sino que
va acompañada necesariamente de elementos teóricos
y actitudinales 1
Existen varias conceptuaciones correspondientes a enfoques distintos,
una de las más aceptadas es la concepción de “competencia
como relación holística o integrada”,
en la cual toda competencia se plantea como un complejo estructurado
de atributos generales (conocimientos, actitudes, valores y habilidades)
requeridos para interpretar situaciones específicas y desempeñarse
en ellas de manera inteligente. Bajo un enfoque integrado u holístico,
dicha concepción reúne tanto las habilidades derivadas
de la combinación de atributos, como las tareas determinadas
para situaciones específicas, tomando en cuenta el contexto
y la cultura del lugar de trabajo en el que se genera el proceso.
De acuerdo con esta noción integradora, las competencias
involucran no solo los conocimientos y técnicas, sino que
además comprometen la ética y los valores como elementos
de desempeño competente, la importancia del contexto y
la posibilidad de demostrarlo de diferentes maneras 2
Competencia profesional
La competencia profesional ha sido definida como la conducta real
del individuo durante el ejercicio de su profesión, o sea
que la competencia está directamente relacionada con las
características y las funciones que cumple un profesionista
en la sociedad.
Un profesional puede acreditar el ser competente, pero ante
una situación real no demostrar el saber hacer y el buen
juicio, por lo que no responde al nivel profesional de calidad
exigible en aquella situación.
Kane3 define la competencia profesional como “el
grado de utilización de los conocimientos, las habilidades
y el buen juicio asociados a la profesión, en todas las
situaciones que se pueden confrontar en el ejercicio de la práctica
profesional”. En esta definición que es una de las
más dinámicas y completas se encuentra una dimensión
que es fundamental: la capacidad de un profesional de utilizar
su buen juicio o sea de razonar para tomar decisiones.
La competencia profesional es la capacidad de desempeño,
lo cual depende de tres componentes: el perfil profesional determinado
por las aptitudes y rasgos de personalidad, los conocimientos,
habilidades y actitudes adquiridas en la formación y las
desarrolladas en la práctica profesional. Esto implica
conocimientos y acciones unidas a las actitudes y valores personales.
Competencia clínica
La competencia clínica se considera como la parte esencial
de la formación profesional del médico tanto a nivel
de pregrado como de postgrado, ya que es básica para una
atención médica de calidad e integral.
La importancia de la competencia clínica se pone de manifiesto
en las expectativas que tiene la sociedad actual de los médicos:
-
Un médico debería ser técnicamente
competente en términos de conocimientos y habilidades
y competente en su habilidad para comunicarse con los pacientes
y con otros profesionales de la salud.
-
Debería entender y contribuir a todas
las metas de la atención de la salud: prevención,
curación, rehabilitación y cuidados de apoyo;
y debería reconocer que su principal contribución
es aumentar la calidad de vida de sus pacientes.
-
Debería estar informado de los conocimientos
validados científicamente, de la efectividad de las nuevas
terapéuticas o pruebas diagnósticas y usar solo
los procedimientos diagnósticos y terapéuticos
que han mostrado ser efectivos en situaciones clínicas
apropiadas.
-
Debería reconocer cuando la información
requerida para las decisiones clínicas es incompleta
y contribuir al desarrollo de nuevo conocimiento 4
Cualquier actividad compleja como la competencia clínica,
se enfrenta a la búsqueda de una clasificación satisfactoria
o tipología. Hay varias características en el problema
de categorización. Una forma simple basada en la literatura
educacional tradicional divide la competencia en los dominios
cognoscitivo, afectivo y psicomotor. Otros esquemas utilizan los
componentes del encuentro clínico: toma de historia clínica,
examen físico, órdenes de exámenes, diseño
de un plan de manejo y seguimiento del paciente. Algunos otros
esquemas van más allá del encuentro médico-paciente
para incluir autoeducación, enseñanza y actividades
de dirección.
Según Norman4 la competencia clínica
es un conjunto de atributos multidimensionales y hace la categorización
siguiente:
-
Habilidades clínicas: la habilidad
para adquirir información al interrogar y examinar pacientes
e interpretar el significado de la información obtenida.
-
Conocimientos y comprensión: la habilidad
para recordar conocimiento relevante acerca de condiciones clínicas
que lleven a proveer atención médica efectiva
y eficiente para los pacientes.
-
Atributos interpersonales: la expresión
de aquellos aspectos de carácter profesional del médico
que son observables en las interacciones con pacientes.
-
Solución de problemas y juicio clínico:
la aplicación del conocimiento relevante, habilidades
clínicas y atributos interpersonales para el diagnóstico,
investigación y manejo de los problemas de un paciente
dado.
-
Habilidades técnicas: La habilidad
para usar procedimientos y técnicas especiales en la
investigación y manejo de pacientes.
El reporte del Comité de la Asociación Americana
de Colegios Médicos categoriza los componentes de la competencia
en tres grupos: cualidades acumulativas, permanentes e inferidas.
Las acumulativas son las que están
directamente influenciadas por el proceso educacional (conocimientos,
habilidades, técnicas, eficiencia bajo estrés y
uso efectivo del tiempo); las permanentes
por lo general no son modificables por las intervenciones educacionales
(ejemplos son la conducta ética y la sensibilidad); las
inferidas son las que se vuelven importantes
en la educación de postgrado (la habilidad para supervisar
y para enseñar)5
Para Hull6, la competencia comprende muchas y diversas
áreas, incluyendo la base de conocimientos, la habilidad
para aplicar el conocimiento, la habilidad para obtener nuevo
conocimiento, las habilidades para adquirir información
(por el interrogatorio, el examen físico, las pruebas de
laboratorio), la habilidad para sintetizar la información
clínica (formular y probar hipótesis y resolver
problemas), la habilidad para desarrollar e implementar planes
de manejo (diagnóstico, tratamiento, educación del
paciente, interconsulta, seguimiento) y las características
personales (los hábitos y conductas profesionales, la responsabilidad
y las actitudes).
Southgate7 ha descrito una extensa definición
de competencia que se refiere no solamente a la habilidad, sino
además a lo que se debería seleccionar y ejecutar
consistentemente, tareas clínicas relevantes en el contexto
del ambiente social para resolver problemas de salud individuales
y grupales de una manera eficiente, efectiva, económica
y humana. Incluye aspectos de comportamiento, la demostración
consistente de una moral y atributos de personalidad apropiados,
por lo que el desarrollo moral y ético del estudiante es
relevante para su futuro desempeño clínico.
Senior ha señalado que es importante hacer una distinción
entre competencia que es lo que un médico es capaz
de hacer y desempeño que es lo que un médico hace
en su práctica diaria.
La competencia en una especialidad también ha sido definida
a través de varias dimensiones. Por ejemplo el American
Board of Medical Specialities sugiere un núcleo conceptual
con tres dimensiones principales: 1) las tareas del médico
(toma de la historia, uso de pruebas, etc.) 2) la situación
clínica del objeto de estudio de la disciplina y 3) las
habilidades previas (conocimientos, habilidad para solucionar
problemas, actitudes, etc.).
Según el American Board of Internal Medicine
deben considerarse cuatro dimensiones al definir la competencia:
1) las habilidades relevantes del médico: conocimientos,
habilidades técnicas y habilidades interpersonales 2) tareas
de solución de problemas: obtención de datos, diagnóstico,
atención continua, etc. 3) la naturaleza de la enfermedad:
los problemas encontrados por el médico y 4) los aspectos
sociales y psicológicos del problema del paciente, especialmente
aquellos relacionados con el diagnóstico y manejo8.
Como se puede apreciar en todas estas definiciones y conceptos
existen muchas similitudes y algunos enfoques diferentes por lo
cual en la Facultad de Medicina de la UNAM a través del
proyecto Papime en 1997, se consideró conveniente integrar
un grupo de trabajo en la Secretaría de Enseñanza
Clínica, Internado y Servicio Social para que tomando en
cuenta los trabajos publicados sobre competencia clínica
y su evaluación, elaborara un concepto adaptado a nuestro
medio y un modelo operativo para el análisis de los componentes
de la competencia clínica. El concepto aceptado fue que
la competencia clínica es el “conjunto
de capacidades de un médico para realizar consistentemente
las funciones y tareas integradas que se requieren para resolver
con eficiencia y calidad humana, los problemas de salud que le
sean demandados por la sociedad”. Este concepto
integra los conocimientos, habilidades y actitudes de las ciencias
básicas, clínicas y socio-médicas en la solución
de los problemas individuales y colectivos. En el cuadro 1 se
expone el modelo operativo para el análisis de los componentes
de la competencia clínica.
Cuadro
1
MODELO OPERATIVO PARA EL ANÁLISIS DE LA COMPETENCIA
CLÍNICA |
Núcleo básico declarativo
¿Qué debo saber para poder hacer? |
Conocimiento esencial en la memoria
de corto y largo plazo |
- Capacidad para recordar conocimiento
relevante (hechos, conceptos y principios) y aplicarlo a
situaciones o problemas clínicos |
Núcleo Procedimental
¿Qué debo hacer? |
Habilidades clínicas |
- Capacidad para obtener información
fidedigna y confiable a través del interrogatorio
y la exploración física (reconocimiento de
patrones y secuencias de acción).
- Capacidad para seleccionar estudios de laboratorio y/o
gabinete que contribuyan al diagnóstico y terapéutica |
Habilidades para resolver problemas
diagnósticos y dar planes de manejo |
- Capacidad para procesar, sintetizar
e interpretar la información obtenida y/o refinarla
con la utilización racional de recursos adicionales
para tomar las decisiones adecuadas y oportunas (integración
diagnóstica, planes de manejo, pronóstico,
interconsulta, seguimiento, educación del paciente
y su familia) |
Habilidades técnicas |
- Capacidad para realizar procedimientos
y técnicas especiales en el estudio y manejo de los
problemas del paciente |
Núcleo de relaciones humanas
y éticas
¿Cómo debo interactuar? |
- Habilidades de comunicación
interpersonal
- Actitudes ante el paciente y sus familiares
- Habilidades adaptativas |
- Capacidad para establecer una adecuada
relación médico-paciente. - Capacidad para
asumir y demostrar actitudes éticas apropiadas hacia
el paciente, su familia, el equipo de salud y su comunidad.
- Capacidad de comprender la importancia de la situación
psicosocial en la génesis de la enfermedad y su modificación
favorable como recurso potencial de prevención |
CONTEXTO DE COMPETENCIA:
Escenarios, recursos y características socioeconómicas
y culturales de la comunidad e instituciones en donde se
desarrolla la competencia clínica. |
(PAPIME 1997, Facultad de
Medicina UNAM) |
Comentarios
En los últimos años, las tendencias educativas están
orientadas a la formación profesional en función
de las competencias finales del alumno, modificando la consideración
de la enseñanza exclusivamente fundamentada en la tarea
docente a la basada en el aprendizaje y trabajo del alumno. Este
tipo de educación también se ha definido como educación
basada en el producto o en los resultados y no es una educación
centrada en sí misma, sino que está determinada
por un referente externo: las necesidades de la sociedad9
La educación basada en las competencias finales del estudiante
de medicina, tanto a nivel de pregrado como de postgrado, tiene
muchas ventajas: obliga a diseñar de manera práctica
y coherente las materias, permitiendo la distinción entre
lo esencial y lo no esencial; permite la aplicación de
metodología y estrategias educativas diferentes en función
de la materia y la dinámica del grupo; incrementa la responsabilidad
del alumno haciéndolo participar de manera activa en su
proceso de aprendizaje;
Las competencias determinan aquello que deben aprender los estudiantes
y aquello que debe ser evaluado, además de constituir el
eje de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Su definición
es una tarea fundamental, tanto para el personal implicado en
la formación del futuro profesional como para las instituciones
de salud y la sociedad en general.
En el terreno pedagógico la educación basada en
competencias ha propiciado retornar al debate básico entre
erudición contra educación pragmática y de
la educación tradicional (centrada en el docente,
con relevancia de los contenidos cuya función básica
era la erudición) en contra de la educación
activa (centrada en el alumno, con estrategias de aprendizaje
participativas en la que lo relevante es la actividad espontánea
y en la que se respeta el descubrimiento propio)
El desarrollo de las competencias clínicas requiere de
experiencias clínicas repetidas y reflexivas
que sirvan para conformar los llamados “libretos de
enfermedad” que en el clínico experto están
bien estructurados y en el estudiante se encuentran todavía
muy limitados.
El término "libreto de enfermedad" se ha definido
como un bloque de construcción del conocimiento clínico
experto, que une: el conocimiento acerca de las circunstancias
de los pacientes y el contexto, que puede llevar a la enfermedad
(condiciones facilitadoras) el proceso fisiopatológico
actual que se está llevando a cabo (la falla) y la manera
en que se expresa en signos y síntomas (las consecuencias)10
La educación basada en competencias ha influido también
en forma importante en la evaluación del aprendizaje, la
cual generalmente estaba enfocada primordialmente al área
cognoscitiva, por lo que si el alumno obtenía resultados
satisfactorios en este tipo de exámenes, habitualmente
de opción múltiple, se daba por hecho que había
adquirido las habilidades, destrezas y actitudes que se necesitan
para lograr la competencia clínica.
Miller11 desarrolló un modelo representado
por una pirámide que incluye los diferentes niveles de
capacitación en los que se sustenta la competencia profesional
del médico y en los que a su vez se puede desarrollar la
evaluación, en la base de la pirámide sitúa
los conocimientos que un profesional necesita para desempeñar
sus tareas de manera eficaz ”sabe”,
en el siguiente nivel la capacidad del profesional para utilizar
los conocimientos “sabe como”,
en tercer nivel es cómo actuaría y llevaría
a cabo sus funciones si se encontrara en una determinada situación
”muestra como”, finalmente
en el vértice se sitúa la actuación, lo que
exige una observación directa del profesional, su práctica
habitual con pacientes y situaciones clínicas reales “hace”.
Este modelo resume muy bien el constructo de la competencia y
permite operacionalizar su evaluación y en particular la
elección de los instrumentos para evaluar cada nivel. Es
fundamental para una evaluación completa e integral cubrir
toda la pirámide (Figura 1).
 |
Figura 1. Pirámide de competencia de Miller |
Actualmente para evaluar la competencia clínica en la
mayoría de las universidades del mundo se está utilizando
el Examen Clínico Objetivo Estructurado, conocido por sus
siglas en inglés como OSCE (Objetive Structured Clinical
Examination), este método descrito por Harden12
en 1979, se considera hasta el momento el más completo
y objetivo, ya que permite evaluar todos los componentes que conforman
la competencia clínica.
En la Facultad de Medicina de la UNAM se está utilizando
este método desde 1997 para evaluar el proceso formativo
de los estudiantes de pregrado, posteriormente se ha aplicado
en postgrado en algunas especialidades y desde 2002 en la fase
práctica del Examen Profesional 13,14,15,16,17
Resumen
En este trabajo se hace una revisión de los aspectos conceptuales
y diferentes interpretaciones que se han dado en relación
a la competencia profesional y competencia clínica y las
tendencias actuales para que los planes de estudio estén
diseñados en función de las competencias finales
de los alumnos con el fin de formar médicos competentes.
Así mismo se comenta la influencia que ha tenido la educación
basada en competencias en la evaluación del aprendizaje.
De lo expuesto en este artículo se desprenden las siguientes
consideraciones:
Un aspecto importante que hay que señalar
es como debe ser el proceso de enseñanza-aprendizaje de las
competencias clínicas para lo cual es necesario cambiar el
enfoque pedagógico en lo que se refiere a las estrategias
que nos permitan lograr un aprendizaje auténtico
centrado en el alumno y basado en la solución de los problemas
reales de los pacientes. Se recomiendan estrategias educativas
en las que el alumno tenga un rol activo:
-
Para el conocimiento declarativo:
- Aprendizaje independiente o autodirigido
- Estrategias para activar conocimientos previos y establecer
expectativas adecuadas en los alumnos
- Estrategias para organizar la información y favorecer
el aprendizaje significativo: elaboración de resúmenes
o cuadros sinópticos y mapas conceptuales
- Aprendizaje basado en problemas
-
Para los aspectos procedimentales (habilidades
clínicas, técnicas y habilidades para resolver
problemas diagnósticos, razonamiento clínico y
formulación de planes de manejo integral):
-
Autorregulación del aprendizaje
-
Análisis y discusión de
casos clínicos
-
Práctica clínica tutorial
-
Práctica clínica con pacientes
estandarizados
-
Práctica con modelos anatómicos
-
Para las relaciones humanas y éticas
(habilidades de comunicación interpersonal y actitudes
ante el paciente y sus familiares):
Estas estrategias se han difundido en forma muy
amplia entre el personal docente de los ciclos clínicos de
la Facultad de Medicina de la UNAM, a través de cursos-talleres
y se están aplicando en una proporción importante,
sobre todo cuando los alumnos cursan su internado médico.
Recientemente se creó el Centro de enseñanza
y certificación de aptitudes médicas, en
el cual los estudiantes pueden desarrollar habilidades clínicas
y técnicas en las que hayan tenido pocas oportunidades por
las limitaciones propias de las unidades médicas en donde
están realizando su internado.
Otro logro importante que se ha tenido en la Facultad
de Medicina de la UNAM es la evaluación de la competencia
clínica con el Examen Clínico Objetivo Estructurado,
el cual ha permitido identificar logros y deficiencias en la formación
del estudiante y con base en esto reorientar las estrategias de
enseñanza-aprendizaje (función formativa) y mejorar
la fase práctica del examen profesional, haciéndola
mas objetiva y confiable. Es conveniente además resaltar
el impacto educativo de esta forma de evaluar, ya que además
de la gran aceptación que ha tenido entre los estudiantes,
ha ejercido una importante influencia en su manera de estudiar y
aprender y en la forma de enseñar de los profesores.
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