Seminario
El Ejercicio Actual de la Medicina

Los problemas éticos de la conservación
de los embriones humanos

Ruy Pérez Tamayo
Profesor Emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México
Miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua

Regresa

I

A primera vista, el tema de este ensayo parece estar claramente definido. Se trata de especificar los aspectos éticos (no técnicos) de la preservación de embriones humanos, y aunque no se señala, se implica que son los obtenidos por fertilización in vitro. La forma habitual de este procedimiento consiste en facilitar la fecundación del óvulo por el espermatozoide, colocando a los gametos en condiciones favorables in vitro para que el fenómeno ocurra en forma espontánea; cuando la infertilidad de la pareja no es producto de obstrucción tubaria irreparable sino que resulta de defectos en la movilidad de los espermatozoides, la fertilización in vitro se logra introduciendo mecánicamente al espermatozoide en el citoplasma del óvulo. Otras técnicas menos comunes incluyen el depósito de la mezcla de los gametos directamente en la luz de una trompa de Falopio, cuando el problema es obstrucción vaginal insalvable. Debido a su elevado índice de fracasos, estas técnicas requieren la preparación de números variables de óvulos fecundados o zigotes, lo que exige contar con suficiente material para repetir los intentos hasta que se logre la anidación endometrial y la gestación normal. También conviene contar con zigotes suficientes por si la pareja desea aumentar el tamaño de la familia, lo que es frecuente cuando el resultado del primer intento ha sido positivo. Estos zigotes se preservan congelados durante el tiempo necesario para alcanzar una decisión sobre su uso ulterior.

Sin embargo, la existencia de cierto número de zigotes sobrantes de las fertilizaciones in vitro planteó el problema de qué hacer con ellos una vez que se ha decidido no usarlos para nuevos intentos de anidación y gestación en el útero materno. Como mencionaré en un momento, al principio sólo se contemplaron dos opciones: conservarlos congelados por tiempo indefinido, o destruirlos. Sin embargo, pronto surgió una tercera opción, que era usarlos para la investigación de numerosos problemas relacionados no sólo con la propia fertilización in vitro, sino también con embriología básica, diferenciación celular, etc. A fines de 1979, el Congreso de los E.U.A. formó una Comisión Consultiva de Ética para que reglamentara el uso de fondos federales para apoyar este tipo de investigación, pero sus recomendaciones (que permitían la creación de embriones humanos no para el tratamiento de infertilidad sino con fines exclusivamente de investigación) despertaron tal nivel de protesta que el Congreso recibió 13,000 cartas sobre el asunto, de las que sólo 300 eran a favor de la Comisión; la mayoría del resto provenían de grupos religiosos muy beligerantes y muy bien organizados. El Secretario de Salud de los E.U.A. archivó el documento de la Comisión Consultiva de Ética, (renunció 2 meses después) y durante las presidencias de Reagan y de Bush padre, ambos abiertamente afiliados a grupos "pro-vida", no hubo apoyo oficial a nada relacionado con la reproducción asistida en ese país. Pero con la presidencia de Clinton el NIH logró que en 1994 se nombrara un Panel sobre Investigación en Embriones Humanos, formado por 15 miembros de muy distintas ocupaciones, para estudiar el problema y ofrecer recomendaciones, que duró sólo un año y cuyo trabajo fue ignorado por el Congreso (mayoritariamente conservador), que en 1995 prohibió otra vez la investigación en embriones humanos. Incluso los miembros de esta Comisión fueron demandados por un grupo llamado Michael Fund (en honor a un individuo de 24 años de edad llamado Michael Policastro con síndrome de Down) alegando que había conflictos de interés en varios de ellos porque eran científicos cuyos proyectos de investigación estaban apoyados por donativos del NIH, que si las propuestas del Panel se aprobaban se desviarían fondos que de otra manera se utilizarían para investigar el síndrome de Down, afectando los intereses del Sr. Policastro y el resto de los sujetos con el mismo síndrome, y que también dañaría la vida, el derecho a la confidencialidad y la integridad corporal de "Mary Doe", una de los cerca de "20,000 embriones humanos almacenados en criopreservación, en los laboratorios in vitro de este país."

Las técnicas de producción de embriones humanos mencionadas arriba fueron desarrolladas durante los últimos 30 años, en la búsqueda de métodos cada vez mejores para tratar la infertilidad de parejas. Pero en 1997, con la famosa oveja Dolly, surgió la posibilidad de un nuevo tipo de embrión humano: el producido por la fertilización del citoplasma de un óvulo por el núcleo diploide de una célula somática, o sea la clonación artificial. Esta puede ser de dos tipos generales, dependiendo del destino del producto: reproductiva, si el objetivo es generar un ser humano, o terapéutica, si el propósito es hacer estudios genéticos, de diferenciación celular y de otros procesos biológicos básicos, o generar células troncales autólogas u homólogas para hacer trasplantes de tejidos que no sean rechazados por diferencias de histocompatibilidad, o para programas de reemplazo celular en padecimientos como diabetes mellitus tipo I, infarto del miocardio o Parkinson. La clonación reproductiva humana ha sido proscrita de manera uniforme en todos los países, principalmente por razones técnicas (la eficiencia de los procedimientos usados hasta hoy en todas las especies de mamíferos probados es muy baja y el número de abortos y de productos con defectos congénitos es muy elevado), aunque también han pesado, como siempre, las presiones ideológicas. Pero la clonación terapéutica ya es una realidad oficial en países como China, Singapur, Australia e Inglaterra, y en muchos otros países, incluyendo a los E.U.A. Lo que en este último país no se permite es la clonación humana reproductiva y el uso de fondos federales para financiar estudios que incluyan la generación de embriones humanos (por cualquier técnica) no destinados a la producción de seres humanos sino a estudios y tratamientos basados en sus componentes celulares. La restricción legal federal no se aplica a los fondos estatales ni a la iniciativa privada; lo que está prohibido por la ley vigente es gastar dinero de la federación en la generación de embriones humanos por cualquier método (incluyendo la clonación terapéutica) con fines de investigación y/o de generar células troncales; no se prohíbe trabajar con recursos estatales o privados con las que ya han sido establecidas previamente.

Lo anterior se relaciona con el tema de esta presentación, porque en la actualidad ya existen (por lo menos en ciertos países) dos tipos generales de embriones humanos que pueden producirse por métodos asexuales e in vitro, cuya creación y preservación plantean nuevos problemas de ética médica: 1) los generados por fertilización in vitro, con objetivos reproductivos y/o de investigación, y 2) los creados por clonación terapéutica, con fines exclusivos de investigación. Para el futuro queda un tercer tipo de embrión humano creado artificialmente, el clonado con fines eugenésicos, que permitirá a las parejas escoger la estatura, el color de pelo y de ojos, el sexo, el nivel de inteligencia y hasta el gusto por la música, del futuro miembro de la familia. Hoy esto es ciencia-ficción, pero en 1975, cuando nació Louise Brown, la primera "bebé de probeta", Dolly era ciencia-ficción, que se transformó en realidad apenas 30 años después. No me ocuparé de los problemas éticos de la preservación de estos embriones humanos del futuro, aunque sospecho que no serán muy diferentes de los planteados por los que hoy ya existen.

II

Desde un punto de vista operacional, una vez creados los embriones humanos por fertilización in vitro para el tratamiento de la infertilidad ¿qué debe hacerse con los embriones sobrantes, con estricto apego a la ética médica? En realidad, sólo pueden hacerse dos cosas: 1) conservarlos congelados por tiempo indefinido, o 2) destruirlos; de inmediato o después de distintos tiempos. No existen otras opciones, por la sencilla razón de que los seres biológicos sólo pueden concebirse en dos estados, vivos o muertos. Pero la vida real no es tan sencilla, pues hay muchas maneras de vivir y muchas formas diferentes de morirse. Tomemos la primera opción, que es conservarlos congelados por tiempo indefinido; exactamente, ¿qué quiere decir eso de "tiempo indefinido"? Desde un punto de vista práctico, no quiere decir nada, se trata de una forma no muy velada de posponer la decisión inevitable, que tarde o temprano será la destrucción de los embriones humanos sobrantes. Toda vida, inevitablemente, termina con la muerte; la inmortalidad no existe en este mundo. Pero aquí vale la pena preguntarse si un embrión humano de 5 días de evolución después de la fertilización y conservado por congelación está realmente vivo, y la respuesta obviamente dependerá de lo que entendemos por "vida". Puede decirse que está "potencialmente" vivo, porque si se descongela y se coloca en condiciones favorables puede continuar dividiéndose hasta alcanzar un tamaño viable para anidar en un endometrio adecuadamente preparado y transformarse entonces en un embarazo, que puede llegar al final de la gestación como un producto normal. Pero esta opinión no está libre de controversia: cuando en 2001 el actual Presidente Bush iba a decidir si podían gastarse fondos fedérales para usar y/o preparar embriones humanos con el propósito de obtener células troncales para estudios científicos y terapéuticos, un investigador le dijo que él creía: "...que esos grupos de células de 5 días de edad no eran un embrión, ni siquiera un individuo, sino más bien un pre-embrión, y señaló que tienen vida potencial pero que todavía no es vida porque no puede desarrollarse por sí misma... ", mientras que un filósofo ético rechazó ese argumento diciendo: "No se engañe, ese grupo de células es la forma como usted y yo y todos los demás iniciamos nuestras vidas; nos pesaría el corazón si las usáramos, porque son las semillas de la próxima generación..." El investigador basa su opinión en que sólo debe llamarse vivo a lo que puede desarrollarse por sí mismo, mientras que el filósofo aduce que el embrión de 5 días no debe tocarse porque así empezamos la vida todos nosotros. Ambas opiniones son muy respetables pero no son más que eso, opiniones, basadas en juicios influidos por conceptos o valores no médicos, y desde luego no derivados de los hechos biológicos objetivos. Estoy seguro de que la mayoría de los que estamos aquí ahora también tenemos opiniones personales respecto a lo que puede y debe hacerse con los embriones humanos de 5 días de edad, sobrantes de intentos de fertilización in vitro o preparados para obtención de células troncales, y si cada quien las analiza se dará cuenta de que en ellas influyen, en mayor o menor grado, factores o elementos que rebasan al problema estrictamente biológico. No se trata, pues, de decisiones que dependan de hechos objetivos, sino que son más bien arbitrarias, en el sentido de que se hacen de acuerdo con el libre arbitrio de cada individuo o grupo social.

Esto se ilustra muy bien al nivel de los distintos países. Mientras en Noruega, Irlanda, Austria, Polonia y Brasil el uso de embriones humanos para investigación biomédica está prohibido (lo mismo ocurre en Alemania, Suiza y Francia, aunque en este último país el problema se sigue discutiendo) en España, Japón, Canadá, Italia, Finlandia, Suecia, Israel, Singapur y Australia está permitido, y en Inglaterra y en China la autorización se extiende a la creación de embriones humanos específicamente para investigación científica y terapéutica. En México, la Cámara baja acaba de aprobar una propuesta de ley sobre la creación del Instituto de Medicina Genómica que incluye la prohibición terminante de realizar estudios de cualquier tipo con células troncales, incluida por iniciativa del PAN; la propuesta de ley se encuentra ahora en el Senado y todavía no sabemos si se aprobará o se regresará a la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados para su nueva formulación. Menciono estos aspectos legales sobre el uso de embriones humanos en investigación para ilustrar la variedad de posturas frente al mismo hecho biológico. Pero nuestro interés hoy no es el aspecto legal sino el ético, y quisiera enfatizar, el ético médico, que es el único susceptible de análisis y discusión racional.

III

Recordemos que los objetivos de la medicina son solamente tres: 1) preservar la salud; 2) curar, o aliviar, cuando no es posible curar, y siempre consolar y acompañar al enfermo, y 3) evitar las muertes prematuras e innecesarias. Como el destino de los embriones humanos sobrantes de procesos de fertilización in vitro es, tarde o temprano, ser destruidos, cabe preguntarse si esta "muerte" es prematura o innecesaria. La relevancia de la duración de la ,"vida" del embrión humano de 5 días, conservado o no por congelación, es dudosa porque por definición nunca pasará de ser una pequeña masa constituida por no más de 100 -120 células. Cuando alcanza la edad de 8-12 días y el estado de desarrollo conocido como gástrula es cuando pueden recuperarse mejor las células troncales, lo que es incompatible con su "supervivencia" ¿Es esta "muerte" innecesaria? Desde luego, el médico puede evitarla, o mejor aún, posponerla (que es lo único que, en última instancia, podemos hacer los médicos con la muerte), pero me pregunto ¿con qué objetivo? Cuando se trata de un ser humano capaz de vida autónoma, desde un recién nacido hasta un sujeto de 100 años o más de edad, la pregunta es relevante y puede tener una respuesta aceptable. Pero en el caso del embrión humano de menos de 12 días de edad, sobrante de procesos de fertilización in vitro o preparado para investigación científica y terapéutica, su muerte no sólo es necesaria sino deseable y benéfica (como también puede serlo la muerte de ciertos seres humanos a partir del nacimiento y durante toda la vida). La oposición a esta postura proviene de la identificación del zigote con un ser humano, potencial o actual; en la medida en que se acepta tal identidad, el zigote disfruta de los mismos derechos y su vida merece el mismo respeto que la de cualquier otro miembro de la especie Homo sapiens. De acuerdo con esta postura, un grupo importante de médicos, de expertos en ética y sobre todo de voceros religiosos no sólo condenan el uso de embriones humanos para la investigación, sino también el uso de la fertilización in vitro como tratamiento de la infertilidad, basados precisamente en que implica la destrucción de los zigotes sobrantes del proceso, lo que equivale a un "homicidio múltiple". Algo así estaba implícito en la ya mencionada declaración del Presidente Bush, cuando dijo: "Otros señalan que no hay vida que sobre, y que el hecho de que una vida vaya a extinguirse no justifica experimentar con ella o explotarla como si fuera un recurso natural."

Para escapar a la terrible acusación de "asesinato masivo" (una forma novedosa de genocidio), en España se creó el concepto de pre-embrión, que se aplica a los zjgotes de 14 días o menos de evolución a partir de la fecundación, con el argumento de que la vida humana realmente no comienza en el "momento" de la fertilización sino cuando el óvulo fecundado ya se ha implantado en el endometrio uterino; antes de ese lapso de dos semanas después de la fecundación, el zigote todavía no puede considerarse como verdadero precursor de un ser humano, y por lo tanto puede permitirse su uso para la investigación. En los E.U.A., la Asociación Médica Americana también maneja el concepto de pre-embrión, y en su Código de Ética Médica de 2001 señala lo siguiente:

"La práctica de congelar los pre-embriones extras preparados en un proceso de fertilización in vitro ha facilitado a parejas infértiles la posibilidad de conservar embriones para implantes futuros. Esta práctica también ha creado varios problemas éticos y legales relacionados con la autoridad en las decisiones sobre los pre-embriones y sus mejores usos...

Los donadores de los gametos deberían ser los usuarios preferentes de los pre-embriones o sus donadores para otros propósitos, pero no para venderlos. Además, debe permitirse la investigación con pre-embriones siempre y cuando no estén destinados a implantarse en una mujer y el estudio se realice siguiendo las normas del Consejo para Investigación Fetal. También se acepta que los pre-embriones congelados se descongelen y se deterioren...".

Resulta difícil no hacer una reflexión sobre el paralelismo que existe entre el uso de los embriones humanos creados in vitro para resolver problemas de infertilidad o directamente para investigación, y la donación de órganos para trasplante de sujetos adultos condenados a morir por enfermedades incurables no infecciosas, o personas sanas muertas en accidentes. En ambos casos, la muerte es el denominador común, pero el numerador tiene dos alternativas muy claras: por un lado, se usan los restos sobrevivientes de esas muertes (células troncales a partir de los embriones humanos, órganos para trasplantes de los adultos) para salvar y/o mejorar la vida de los seres humanos todavía vivos, o se destruyen por medio de la incineración o de su sepultura, con lo que los únicos y últimos beneficiarios serán los gusanos del cementerio y el metabolismo nitrogenado de la Naturaleza.

IV

Todavía tengo dos reflexiones más que hacer sobre los problemas éticos de la preservación de embriones humanos, basadas en la reciente editorial sobre el tema publicada por Rubén Lisker, cuya lectura recomiendo a todos los interesados en el tema. La primera es recordar que en Inglaterra se formó una Comisión especial para estudiar la posibilidad de usar los zigotes sobrantes de la fertilización in vitro, y que después de varios años de estudio y consulta, se aprobó el Acta de la Fertilización Humana y la Embriología de 1990, que autoriza el uso de los zigotes sobrantes siempre que exista autorización informada de los donantes y para proyectos específicos de investigación. Amparados por el Acta mencionada, de1991 a 1998 se crearon 763,509 embriones, de los que 361,617 se usaron para el tratamiento de infertilidad y 48,444 se donaron para investigación. Los objetivos permitidos en el Acta inglesa son: 1) promover avances en el tratamiento de la infertilidad; 2) aumentar el conocimiento sobre enfermedades congénitas; 3) aumentar el conocimiento sobre las causas de los abortos espontáneos; 4) desarrollar técnicas anticonceptivas más eficientes; 5) avanzar en las técnicas para diagnosticar anormalidades genéticas antes de la anidación del zigote en el útero. La obtención de células troncales está específicamente permitida. En cambio, en los E.U.A. el Congreso se opone vigorosamente al uso de recursos federales para apoyar cualquier tipo de investigación que use embriones humanos, aunque sean sobrantes de tratamientos de infertilidad, por lo que todo lo poco que se está haciendo de investigación en ese país corre por cuenta de la iniciativa privada.

Lisker señala que entre la actitud abiertamente permisiva y la de rechazo radical, puede contemplarse otra intermedia que acepta que el zigote es un ser humano potencial, pero que el respeto debido a la vida humana en desarrollo aumenta en proporción al grado de crecimiento y diferenciación del producto. De acuerdo con esta posición intermedia, el uso de embriones muy jóvenes en investigación para beneficiar a otros es moralmente aceptable.

El concepto de potencialidad se justifica porque muchas cosas no se tratan igual en las etapas iniciales que cuando ya se han desarrollado plenamente; muchos piensan que un huevo no es una gallina, una semilla no es un árbol, y los embriones que todavía no tienen tejidos u órganos, son incapaces de pensar o de sentir, no pueden considerarse iguales a un ser humano. El impacto en la familia de la pérdida de una vida humana es muy diferente cuando se trata de un aborto espontáneo, que sólo causa un retraso menstrual de unos cuantos días, que la tragedia de dar a luz un mortinato o sufrir la muerte de un hijo de 4 ó 5 años. Otro argumento es que en la técnica de fertilización por transferencia nuclear (sea autóloga o hereróloga, esta última como en el caso de Dolly) el zigote no es un verdadero embrión, porque no se ha formado por la unión de dos gametos, y por lo tanto no puede considerarse como verdaderamente humano. Sin embargo, Lisker está un poco escéptico en relación con sus argumentos, y señala:

"No tengo datos empíricos para apoyar mi sugestión del efecto diferencial de la pérdida de una vida en relación a su nivel de desarrollo, y reconozco que mi argumento de que la técnica de fertilización por transferencia nuclear no resulta en embriones verdaderos puede refutarse señalando que de todos modos su desarrollo potencial es el mismo que el de los óvulos fertilizados en forma natural. Sin embargo, creo que mis argumentos son buenos y merecen discusión más amplia."

Personalmente, pienso que no existe ningún tipo de argumento que pueda convencer a quienes creen que la vida humana se inicia con la concepción, de que el uso de los embriones sobrantes de fertilizaciones in vitro, para investigación científica básica y terapéutica, que podría beneficiar a millones de seres humanos, sea ético desde el punto de vista médico. Respeto esa creencia, aunque no la comparto, por las razones ya señaladas dentro de la ética médica. Pero lo que me parece completamente inaceptable es que se pretenda introducir dentro de la legislación mexicana una prohibición a la investigación científica basada en creencias religiosas de un grupo determinado, por más numeroso que sea, mientras México siga siendo un país plural y exista separación entre la iglesia y el estado.

Regresa