Regresa
En 1998 se notificó un total de 87,910 casos
de cáncer en la República Mexicana, el 64.8 % fueron
mujeres y 35.2 % hombres. La mortalidad por tumores malignos se
ha incrementado persistentemente. En 1950 el número de defunciones
fue de 8,655 y la tasa por 100,000 habitantes 32.4. En 1980 la tasa
subió a 41.8 con 28,106 defunciones., y en 1998 las defunciones
notificadas llegaron a 52,681 y la tasa llegó a 54.7. Según
esta información en nuestro país el cáncer
es un problema de salud pública.
Afortunadamente los avances en el conocimiento
de la biología del cáncer y de su tratamiento médico,
han aumentado el promedio de vida de los enfermos; ahora el cáncer
deja de considerarse enfermedad letal y se transforma en enfermedad
crónica; sin embargo, si es mayor el número de enfermos
que se curan, también crece el número de enfermos
con remisión del tumor durante varios años, que viven
con el constante temor de la recurrencia y con la necesidad de tratamiento
de los síntomas físicos y psicosociales. Un informe
de la American Cancer Societi refiere que en 1992 en EEUU había
más de ocho millones de sobrevivientes después del
tratamiento del cancer, de ellos, más de 4 millones han sobrevivido
de 4 a 5 años.
En este trabajo se trata de hacer una revisión
de los actuales criterios de los cuidados paliativos y de las disciplinas
éticas en la atención de los enfermos con cáncer
avanzado.
El costo creciente del tratamiento de pacientes
con enfermedades crónicas motivó que los sistemas
de salud del mundo desarrollaran distintas estrategias para el cuidado
de los mismos. En ellas se destacan las de cuidados paliativos,
que según una definición de la Organización
Mundial de la Salud es “la asistencia, integral, individualizada
y continuada de la persona enferma en situación avanzada
y terminal, teniendo en el enfermo y su familia la unidad a tratar,
desde un punto de vista activo, vivo y rehabilitador con fines de
mejorar la calidad de vida”.
El modelo de hospital de cuidados paliativos se
inició en Inglaterra en 1967, con la apertura del St. Chistopher’s
Hospice. Muchos de los principios que hoy rigen los tratamientos
paliativos en varios hospitales se basan en este modelo . Actualmente
en los hospitales oncológicos hay grupos interdisciplinarios
integrados por oncólogo médico, cirujano, radioterapeuta,
psiquiatra, clínica del dolor, trabajadoras sociales y enfermeras
preparadas en cuidados pliativos. La función de estos equipos
es establecer estrategias para que, con perspectiva ética
y de calidad de vida; se proporcione la asistencia integral, no
sólo sintomática, al enfermo y a su familia. En algunos
países se han creado centros que atienden a estos pacientes,
con personal sanitario familiarizado con los enfermos de cáncer
avanzado, en el manejo de fármacos específicos, de
drogas de acceso restringido y con el conocimiento de los diferentes
tratamientos que estos enfermos requieren.
El compromiso de estos equipos interdisciplinarios
es técnico y ético:
-Control de los síntomas
-Apoyo emocional y comunicación con el enfermo
-Apoyo a la familia, énfasis especial en la atención
en su domicilio
-Servicio de consulta y cuidados en consultorios
-Asistencia de trabajo social durante el periodo de duelo
-Tratamiento en el hogar
Desde hace varios años se tiene el concepto
del tratamiento paliativo; inicialmente se definía como el
tratamiento que pretende aliviar o mitigar los síntomas físicos
sin afectar al tumor. El concepto de paliación no incluía
la atención de las alteraciones psico-sociales del enfermo
y de su familia; tampoco era un tema relevante el concepto de calidad
de vida; un ejemplo es la práctica frecuente, en los años
cincuenta, de la lobotomía prefrontal transorbitaria para
suprimir el dolor. Los tratamientos paliativos se indicaban cuando
el enfermo estaba fuera de tratamiento efectivo y con frecuencia
en su fase terminal.
El concepto ha cambiado, ya no se habla de tratamiento
paliativo, sino de “cuidados paliativos” o “medicina
paliativa” que pretende evitar, aliviar o reducir los síntomas
físicos causados por el cáncer, y por los tratamientos
antineoplásicos; al mismo tiempo que se proporciona apoyo
psicosocial al enfermo y a la familia, El control de los síntomas
disminuye la angustia del paciente y mejora la calidad de vida.
El informe del Grupo de Trabajo de la American Society of Clinical
Oncology (ASCO) sobre Tratamiento del Cáncer al Final de
la Vida, reconoce claramente la responsabilidad de los médicos
en el cuidado físico y psíquico de los pacientes a
lo largo de todas las fases de la evolución de la enfermedad.
Han demostrado que al disminuir los síntomas psiquiátricos
tales como ansiedad y depresión, mejora la capacidad del
enfermo para afrontar sus problemas, y diminuye síntomas
como dolor, náuseas y vómito . Las principales recomendaciones
del Instituto de Medicina de la ASCO, para mejorar la medicina paliativa
en los centros oncológicos son:
1.- Asistencia de apoyo fiable y capaz
2.- Uso eficaz del conocimiento para prevenir y aliviar el dolor
y otros síntomas.
3.- Cambiar la educación médica para garantizar actitudes,
conocimiento y capacidades relevantes.
4.- Reconocimiento de los cuidados paliativos como un área
definida de pericia, educación e investigación.
5.- Promover la investigación para aumentar la base de conocimientos
6.- Estimular la educación pública
TRATAMIENTO DE SÍNTOMAS FÍSICOS FRECUENTES
El tratamiento del cáncer puede ser eficaz con curación
y prolongación de la vida; pero siempre existen problemas
físicos, psicosociales o espirituales que deben ser atendidos
para mantener la función y optimizar la calidad de vida.
El oncólogo médico, en general, se ha centrado durante
mucho tiempo en los resultados de la quimioterapia antineoplásica
y, con mucha frecuencia se ha olvidado de una parte muy importante
de la asistencia integral del enfermo con cáncer: el tratamiento
de soporte que incluye la atención de los síntomas
físicos y los trastornos psico- sociales y familiares.
DOLOR
El dolor crónico del cáncer tiene
diferentes etiologías: presión de los nervios por
el tumor, metástasis viscerales, principalmente del hígado.
La causa más frecuente son las metástasis óseas;
éste es el dolor más persistente, intenso e incapacitante,
principalmente si afecta a la columna vertebral. Los recursos actuales
para el tratamiento del dolor, aplicados adecuadamente en la clínica
de algología pueden aliviar el dolor en la mayoría
de los pacientes; Pero mucho más importantes, sobre todo
en los ancianos, son los sufrimientos morales: el temor a la soledad,
al abandono y a las miserias de todo tipo, que el enfermo anciano
lúcido percibe o espera en estas situaciones: el miedo a
la muerte y a la separación. También aquí la
actitud ética del médico tiene gran importancia. Los
temores son tanto menores cuanto mejor sea la relación interpersonal;
la confianza del paciente en su médico y en las capacidades
de éste para superar los males y temores que adivina, mejora
la calidad de vida del paciente y su capacidad de trabajar productivamente,
disfrutar de sus periodos de descanso y tener una función
normal en la familia y en la sociedad. La participación de
la clínica de psicología es muy importante en el alivio
del dolor y en el apoyo de los trastornos psico-sociales, estimulando
la participación de la familia en el tratamiento del dolor,
mediante comprensión, vigilancia de la evolución del
dolor y del tratamiento médico. El tratamiento del dolor
oncológico debe basarse en el conocimiento de los principios
fisiopatológicos del dolor neoplásico correctamente
valorados por el servicio de algología, en donde se define
el programa de tratamiento y su vigilancia periódica.
FATIGA
La fatiga es el síntoma más comúnmente
asociado con el cáncer y su tratamiento; prevalece en 60
a 90 porciento, según el criterio diagnóstico. La
fatiga se considera el síntoma más duradero, debilitante
y con mayor impacto en la calidad de vida del enfermo. Se distingue
clínicamente por sensaciones subjetivas y físicas,
como pérdida de energía, disminución de las
capacidades de concentración, afectiva y de expresión.
La definen como “una rara, subjetiva y persistente sensación
de cansancio relacionada con cáncer o con terapia antineoplásica,
que interfiere con las actividades normales del enfermo”.
Con frecuencia la fatiga es uno de los síntomas
iniciales del cáncer, y se incrementa durante el curso del
tratamiento y del progreso de la enfermedad. Además, la fatiga
puede persistir por meses o años después de concluido
el tratamiento del cáncer; el 17% de los sobrevivientes tratados
por cáncer, continúan con fatiga por más de
un año. En los pacientes con cáncer avanzado, la fatiga
puede coexistir con síntomas de depresión, dolor,
anorexia, insomnio, ansiedad, náusea y disnea, síntomas
que agravan la fatiga.
La etiología de la fatiga es incierta, porque
coinciden múltiples factores, principalmente cáncer,
síndromes para-neoplásicos, tratamiento antineoplásico
como quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia o cirugía.
Por ejemplo, en el paciente que recibe quimioterapia, con frecuencia
la fatiga alcanza un máximo durante los días de saturación
del fármaco y disminuye hasta el siguiente ciclo de tratamiento.
Sin embargo, se desconocen los mecanismos concretos que precipitan
o sostienen el síndrome. Se ha publicado que el factor etiológico
más importante para padecer fatiga patológica, es
el incremento de citokinas producidas por la necrosis tumoral, que
contribuyen a la fatiga, anemia, caquexia, anorexia, fiebre, infección
y depresión.
Es necesaria la caracterización detallada
del cansancio para conocer los probables factores etiológicos,
y definir la estrategia terapéutica. La historia clínica
del paciente debe contener todo el espectro de síntomas y
signos, e intentar caracterizar los rasgos asociados a cada componente
de la fatiga, información que es de gran utilidad para clasificar
la gravedad del problema y los posibles factores etiológicos.
Muchos de los tratamientos farmacológicos para la fatiga
asociada con enfermedades médicas no se han valorado rigurosamente
en ensayos controlados; sin embargo, existen pruebas para apoyar
el uso de varios fármacos.
El tratamiento puede ser específico, dirigido
a la supresión de procesos patológicos coexistentes
como: dolor, normalizar el sueño, corregir la anemia, tratar
las anormalidades por disfunción endócrina o metabólica,
tratamiento de las infecciones, vigilar la hidratación, manejar
las alteraciones del carácter. O bien puede indicarse tratamiento
sintomático farmacológico: corticoides, agentes progestacionales,
psicoestimulantes; y no farmacológicos: sugerir programas
educativos y ejercicio.
ALIMENTACIÓN E HIDRATACIÓN ARTIFICIAL Y
PATOLOGÍAS ASOCIADAS
La decisión de proporcionar alimentación o de hidratar
a un paciente terminal, a veces inconsciente, para mantener la vida,
es otro de los problemas que se le pueden plantear al médico.
Desde luego que es lícito recurrir a ellos siempre que exista
una esperanza razonable de recuperación o mientras se dispone
de información clínica suficiente acerca del pronóstico
inmediato. De lo contrario, si la situación terminal no es
reversible, la decisión puede depender de factores como el
nivel de conciencia del paciente, la posibilidad de pueda expresar
su voluntad, el grado de sufrimiento asociado o las posibilidades
de mantenimiento de la vía de alimentación. En este
contexto también existen grados; no es lo mismo mantener
una simple vía venosa que un programa detallado de alimentación
enteral o parenteral. En general, podría aceptarse que, siempre
que sea posible, debe intentarse mantener medidas mínimas
de soporte. También es conveniente evitar los efectos secundarios
de algunos fármacos analgésicos, como el estreñimiento,
o la disnea que originan en algunos tipos de cáncer
El frecuente uso de laxantes en los pacientes que
toman opioides es un tema controvertido. Los opioides son fármacos
excelentes en el tratamiento del dolor, pero con frecuencia producen
estreñimiento. En un estudio se ha analizado el uso de laxantes
en 498 pacientes terminales hospitalizados por cáncer. Los
que tomaron opiáceos a dosis altas, requerían laxantes
en un 87 % ; el 74 % en los pacientes que tomaron dosis moderadas
o bajas de opiáceos. De los pacientes que no los tomaban
el 64 % necesitaron laxantes. El análisis concluye que los
opiáceos son responsables en 25 % de los estreñimientos
observados en los pacientes terminales con cáncer, y la dosis
de laxante requerida está en relación con la dosis
del opioide.
ASPECTOS PSICOSOCIALES Y ESPIRITUALES
DE LOS PACIENTES Y DE LA FAMILIA
Las consecuencias psicosociles del diagnóstico
de cáncer puede incluir temor de recurrencia o muerte, estrés
familiar, aislamiento social, depresión, alteración
de la imagen corporal y problemas económicos; la concurrencia
de estos problemas y su cronicidad pueden conducir al enfermo a
estados severos de angustia. Condiciones que, definitivamente, influyen
en la evolución de la enfermedad y en su respuesta al tratamiento.
La asistencia eficaz del enfermo exige que con
igual interés se atiendan los síntomas físicos,
psicosociales y espirituales. El mejor método para ayudar
al enfermo es la comunicación, veraz, amigable, oportuna
y directa por el médico que hizo el diagnóstico. Comunicar
malas noticias y responder a las preguntas hechas por el enfermo
o su familia, exige educación, compasión, empatía
y habilidad. Dar malas noticias es una tarea difícil, pero
inevitable para el médico. Antes de comunicar directamente
la noticia, es importante valorar las características sociales,
culturales y emocionales del enfermo y de su familia, para decidir
el contenido y la forma de la información. A veces parece
imposible conseguir un equilibrio entre la honestidad y el mantenimiento
de la esperanza; es posible conservar en al enfermo la esperanza
si se le informa directa y verazmente de las opciones reales para
el tratamiento y el pronóstico, que siempre existen.
Desde la primera relación del médico
con el enfermo, es muy importante que el médico vea en el
enfermo a la persona, no a la enfermedad, para conocer su situación
emocional, social y cultural, y así proporcionar una asistencia
física, psíquica y espiritual adecuadas. Los factores
de estrés sufridos con frecuencia por los pacientes sometidos
a tratamiento del cáncer pueden ser tan problemáticos
para el paciente como el declive físico. Con frecuencia los
pacientes tienden a ocultar sus luchas, la depresión y la
ansiedad. Investigaciones recientes han demostrado que muchos individuos
temen sobrecargar a sus familias emocional, física y financieramente
durante los últimos días. Los retos psicosociales
que con mayor frecuencia enfrentan los enfermos con cáncer
son:
-Pérdida de la capacidad de participar en
el trabajo
-Pérdida de la capacidad en todas las actividades sociales
de las que antes disfrutaba
-Sentimiento de culpa sobre el impacto del diagnóstico sobre
las personas por las que el paciente se preocupa.
-Disminución del sentimiento de autoestima y autovaloración
La posibilidad de que un enfermo con cáncer
avanzado reciba o no atención religiosa de acuerdo con sus
propias creencias y deseos también depende, muchas veces,
de una decisión médica, previa revisión de
la historia clínica inicial, para informarse de sus preferencias
religiosas, si las tiene; sobre todo si las condiciones físicas
del enfermo anuncian las posibilidades de muerte. Es difícil
valorar en qué medida la religión ayuda a superar
buena parte de los problemas que acompañan al trance de morir.
La creencia en un más allá, es alguna forma de pervivencia
o de resurrección, es algo que puede ayudar de forma muy
importante a superar estos momentos.
DECISIONES AL FINAL DE LA VIDA
El carácter moral de la medicina se basa en tres valores
fundamentales de la relación humana: 1) beneficio para el
paciente; 2) Autodeterminación del paciente; 3) Integridad
ética del profesional médico y paramédico.
El beneficio del enfermo es el compromiso inherente
de la profesión médica; el rasgo definitorio de la
responsabilidad ética del médico. Asistir al paciente
de manera que de manera que los beneficios superen las cargas o
las lesiones; los beneficios se conocen sólo en relación
con los objetivos que el enfermo y el médico buscan conseguir.
Los valores esenciales del ser humano son la vida
y la autonomía; en el contexto médico, el respeto
del médico por la autodeterminación del paciente consiste
en su participación activa en las decisiones sobre su propia
asistencia. Esto conlleva la comunicación franca del diagnóstico
y el pronóstico, los riesgos y beneficios relativos de los
alternativas del tratamiento; al mismo tiempo, la explicación
de los procesos de la asistencia
DÓNDE MORIR
Antes la gente moría en sus hogares. El
gran desarrollo de la medicina hospitalaria y la tecnificación
son los factores que han cambiado la antigua tradición. El
enfermo terminal tiene el derecho de renunciar a las “ventajas
tecnológicas”. La muerte en el propio domicilio, se
asocia generalmente a un menor riesgo de agresión médica
y también a una mayor posibilidad de despedirse de este mundo
en el mismo entorno en el que se ha vivido.
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