Regresa
Los cambios surgidos
en los últimos treinta años en el ejercicio de la
medicina han hecho necesario replantear aspectos éticos de
su ejercicio. Los nuevos conocimientos, el uso de recursos tecnológicos
cada vez mas complejos, pero sobre todo las nuevas formas de sostener
económicamente el acto médico han modificado una acción
que antes era solo un contrato implícito entre un médico
y el enfermo (1, 2 ).
Las implicaciones de los nuevos conocimientos y del uso actual de
la tecnología médica se describen en capítulos
aparte en este libro. En este capítulo nos ocuparemos de
dos fenómenos recientes: la aparición de terceros
pagadores, diversas formas de contrato de seguro de compañías
que se comprometen a atender las enfermedades que surjan en el asegurado
y la incursión de grandes capitales de industriales que ofrecen
instalaciones en nosocomios privados.
En el caso del pago de los servicios médicos por terceros
existe una muy extensa bibliografía que tiene esta nueva
forma de organizar la atención médica proveniente
de los Estados Unidos de Norteamérica, pues es en ese país
donde las diversas formas de pago por terceros han tenido crecimiento
en la segunda mitad del siglo XX ( 3,4,5 ).
Comenzó en ese país con la Blue Cross surgida en la
década de los cuarentas, en que por presión de los
médicos protegía solo los gastos de hospitalización,
se sumó pronto la Blue Shield que sí cubría
al paciente el pago de los honorarios médicos. Solo que en
un principio estos eran cercanos a los cobrados habitualmente por
el médico. La aparición en la década de los
sesenta del Medicare y el Medicaid fue una forma de aseguramiento
para gastos médicos, en el primer caso para ancianos e inválidos
y en el segundo para los pobres y sus familiares, eran, son de hecho,
esquemas de protección que conservan un sentido social, aunque
el aumento de los costos haga necesario, que estos esquemas de protección
deban ser completados, cuando puede el enfermo, con alguna sobre
prima pagada a alguna forma de compañías de seguros
como las HMO, por el derecho habiente. Estos esquemas han cubierto
un porcentaje variable de la población en Norteamérica
( 6,7 ).
La
que no esta cubierta por alguno de estos esquemas de asistencia
social, ha disfrutado del pago por un seguro de atención
médica privada subsidiado por la empresa en que el sujeto
labora. Antes, la empresa absorbía mayoritariamente el gasto;
ahora, en los esquemas de las HMOs una proporción del pago
cada vez mayor debe ser enfrentado por el empleado, principalmente
si desea tener un seguro de amplia cobertura.. Hay sin embargo otro
grupo, que no tiene acceso a ninguno de estos esquemas y esta forma
de organización de la medicina, la mas cara del mundo, que
invierte alrededor del 15% del PIB, deja sin servicio médico
asegurado a mas del 20% de la población en Norteamérica
( 8 ).
La aparición de las recientes formas de seguro médico
privado tiene como antecedente inmediato un fenómeno: el
aumento brutal de los honorarios principalmente de médicos
jóvenes, el encarecimiento de los servicios ambulatorios
por la espiral de aumento del costo de los medicamentos, y el terrible
encarecimiento de la hospitalización. Estos fenómenos
dieron origen a las compañías de seguros ofreciendo
seguros de gastos médicos. La inicial motivación fue
el contener los costos ( 9 ).
Hay
muy diversas formas de organización de estos grupos. En conjunto
han desarrollado lo que en alguna forma se conoce como medicina
administrada. En diversas formas, se constituyen empresas, que atiendan
el pago de los servicios médicos, con grupos de médicos
contratados para ello, o contratando con grupos externos, en muy
diversas formas.
La
meta fundamental es contener los costos, aunque en su promoción
se anuncien como procuradoras de calidad ( 10 ).
En nuestro medio hay algunos antecedentes de esta forma de administración
de la medicina. Los servicios que proporcionaba una empresa conocida
como Servicio Médico Social que tenía como asiento
la Clínica Londres y los servicios de atención médica
que el sistema bancario organizó aceptando la posibilidad
de subrogar que ofreció desde sus principios el IMSS. Estos
servicios no han estado exentos de la crítica que debe hacerse
a esta forma de administrar la medicina y que a continuación
señalaré, aunque debo decir que comparados con las
actuales administradoras de salud su interés lucrativo o
de contención de costos a través de limitar acciones
del médico son mucho mas moderadas que las actuales ofertas
de seguro médico que diversas compañías ofrecen.
Esta forma de ofrecer atención médica tiene diversos
aspectos que son contrarios a la ética del ejercicio médico.
La selección de los médicos propios o extraños
generalmente es por la aceptación de los tabuladores. No
es la calidad de los médicos, sino la formación de
un staff formado por quienes necesitan del trabajo. En
un país como México con desempleo médico producto
de una falta de política de Estado en la formación
de médicos habrá muchos candidatos a contratarse por
muy bajos honorarios ( 11 ). El impedir al paciente la selección
del médico que le atienda vulnera el principio ético
de autonomía. Propicia la desconfianza del enfermo y es un
germen de lo que después se traduce en demanda a los médicos
(12,13).
Algunas compañías limitan al médico el actuar
libremente en lo relativo a petición de estudios de laboratorio,
interconsultas a especialistas e internamientos. Vulneran estas
decisiones el principio ético de solo beneficencia en el
trato con el enfermo (14 ).
Aun peor. En algunos casos ofrecen premios en efectivo a los médicos
que actúen como “ahorradores” limitando estudios
e internamientos. Hay artículos de juristas destacados en
Norteamérica que señalan la incompatibilidad ética
de que el médico actúa el mismo tiempo como fiduciario
del enfermo y fiduciario de la compañía de seguros
que le contrata ( 15,16 ).
En los seguros, de diverso tipo, las compañías que
los ofrecen, privilegian el ingreso de jóvenes y sanos. Encarecen
los de sujetos viejos y dan de baja a los enfermos con padecimientos
graves y crónicos. Se vulnera así el principio de
justicia y equidad.
La idea inicial de esta medicina administrada fue contener costos.
Independientemente del análisis ético de la forma
de hacerlo, además esto no se ha logrado. Por el contrario
la gran burocracia administrativa cuesta mucho y lo que sucede es
que el dinero que debería emplearse en medicina se queda
en manos de los administradores y gerentes de esta forma de organizar
la atención médica ( 17, 18 ).
¿Hay en la contención de costos de la medicina administrada,
un cuidado de preservar la calidad de la atención médica?
No, si se conocen las cifras de mortalidad supuestas en los análisis
de la Academia de Ciencias en Norteamérica( 19 ), en que
se insiste en que la mortalidad por errores médicos mas que
a los propios médicos debe achacarse al sistema en el cual
laboran y se conoce el aumento constante de las demandas a los médicos
por parte de la población de ese país, lo cual revela
un descontento de la medicina que tienen, no obstante ser esta una
de las mas costosas del mundo.
Al fenómeno inicial, real, de la preocupación por
contener los costos, se han sumado hábilmente intereses financieros,
de grupos que han visto la oportunidad de convertir en un negocio
redituable la medicina: la industria de la medicina en manos de
inversionistas, industriales, productores de equipos e insumos,
agencias de publicidad y otros.
En los diversos esquemas hay un común denominador: la explotación
del trabajo del médico en beneficio de los grupos financieros
que han organizado la industria de la medicina ( 20 ).
En el caso de los terceros proveedores su existencia se explica
fácilmente. La medicina moderna requiere grandes inversiones
en instalaciones, equipos de diagnóstico y recursos tecnológicos
de complejas formas de tratamiento. Los médicos por sí
solos no hubieran podido realizar estas inversiones. El Estado es
quien debió haberlo hecho para ofrecer una medicina moderna
y de calidad para todos los habitantes, de existir un política
de Estado para la salud que no existe, como tampoco la hay para
la educación y por eso han proliferado los hospitales privados
y las escuelas privadas. Como en el caso de la educación,
en la salud el Estado ha renunciado a su obligación de proveer
los recursos modernos para todos los habitantes. El resultado es
que grandes inversionistas han suplantado al Estado en la administración
de la salud y así como han proliferado “universidades”
privadas en el caso de la educación, han propiciado en el
terreno de la atención a la salud que esta se haya convertido
en un negocio redituable (21).
¿Que consecuencias ha tenido este fenómeno para los
enfermos?
El enfermo ha sido beneficiado en parte de las grandes y magníficas
instalaciones, a condición de tener con que pagarlas o tener
en su caso para pagar un costoso seguro de gastos médicos
lo suficientemente amplio, que cubra gastos, que en algunas atenciones
equivalen al valor de la casa que habita, cosa que no sucedía
en la medicina de penas hace cincuenta años.
Los inversionistas, que ha creado grandes centros hospitalarios,
hacen lo necesario, antes que nada, por que la inversión
sea redituable antes que la salud física y financiera del
enfermo; el médico de antes, sin el concurso de estos terceros
cuidaba de la salud y del bolsillo del enfermo. Ahora lo importante
es que la inversión sea redituable, aunque para ello tenga
que cobrarse por algunos insumos varias veces su valor real. ¿Es
ético cobrar por un medicamento administrado en el hospital
varias veces su valor real?
El error que quizá mas ha incidido en el encarecimiento de
la medicina, es la sobre administración de los servicios
médicos. En el caso de los servicios públicos es la
causante de los grandes problemas financieros del IMSS y del ISSSTE,
que en mucho han servido a la salud de los mexicanos y estén
en peligro de quiebra. A nivel de los hospitales privados encarece
los costos que paga el enfermo y le da un ámbito de “negocio”
al hospital, donde la principal preocupación del director,
así tenga un título de médico aunque nunca
haya ejercido como tal, es que los médicos que laboran en
él tengan “productividad” entendida esta por
su capacidad de internar enfermos, pedir exámenes de laboratorio
y gabinete, es decir producir en beneficio de la inversión.
Independientemente de que el médico sea capaz o no, de que
su ejercer sea ético o no (22).
El daño no es solo económico; la esencia del acto
médico, que es una relación bipolar de confianza entre
médico y enfermo, se ve invadida por una serie de elementos
ajenos a la esencia del acto médico, sin mística,
sin preparación para un acto eminentemente humano como es
el acto médico.
Hay
un aspecto ético difícil de salvar, que debe conocerse.
Cuando un enfermo agota sus recursos económicos ya sea porque
sus propios recursos no alcanzan o la cobertura del seguro se agota,
el paciente es invitado por la administración del hospital
a abandonarlo (23).Esa baja en las condiciones en que se encuentre
es contraria a los principios éticos de beneficencia y no
maleficencia, aunque los administradores no lo acepten. Es uno de
los claros casos en como en las consideraciones éticas en
el ejercicio de la medicina actual no son solo de la responsabilidad
del médico, sino de los varios actores que actualmente intervienen
en la atención médica de los enfermos.
Un asunto ético mas sutil, pero no menos importante es la
organización del centro privado no como un moderno hospital
con servicios y responsabilidades bien definidas. El que un paciente
que llega a atenderse a él, no tenga la seguridad absoluta
de que el nosocomio le brinda la mejor atención disponible,
con médicos certificados en el área de que se trate
puede ocasionar una atención distinta a la que el enfermo
supone va a obtener. De nada sirve que haya médicos que han
certificado sus capacidades en el Consejo correspondiente si atienden
enfermos distintos a lo que esta certificación avala (23)
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