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ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN
Creemos sin temor a equivocarnos que, la Dermatología,
en este siglo XXI sigue siendo la especialidad clínica por
excelencia en su diario quehacer. En proporción no sucede
de igual manera con el resto de las demás ramas de nuestra
profesión que en general y con frecuencia, requieren de ayudas
diagnósticas de laboratorio y gabinete.
Ahora bien, si de alguna especialidad se tiene
un desconocimiento casi absoluto es precisamente del de las enfermedades
cutáneas y esto se puede explicar si tomamos en cuanta varios
factores que no son por todos conocidos, y que vale la pena poner
a consideración.
La Dermatología cuenta con muy pocas horas
a nivel de la enseñanza de pregrado, esto es más notable
si se toma en cuenta que sin lugar a dudas es la disciplina médica
con mayor número de entidades clínico patológicas,
más de mil; (por supuesto descontando la terrible sinonimia
que ha sido un lastre que hemos arrastrado desde siempre). Este
número sobrepasa con mucho lo que acontece con el resto de
las otras especialidades.
De esas mil y pico de dermatosis, sólo 10
- 15 aproximadamente, constituyen el 90% de la consulta diaria ...
y esas 10 - 15 son ampliamente conocidas aún por personas
ajenas a la medicina, acné, verrugas, melasma, etc. De tal
forma que a primera vista la dermatología parece ser muy
fácil y sin importancia para el médico no dermatólogo;
consecuentemente no interesa, en principio, sino a muy pocos el
especializarse en el conocimiento de las enfermedades de la piel;
por ello podemos decir que para una población cercana a los
100 millones de habitantes, los aproximadamente 750 médicos
certificados como especialistas en dermatología, son muy
pocos.
Ahora bien de esas dermatosis comunes que constituyen
el grueso de la consulta diaria, casi todas tienen un componente
inflamatorio aunque su etiopatogenia y tratamiento sean totalmente
diferentes, (dermatofitosis, dermatitis por contacto o medicamentosas,
carcinomas o precánceres, vitiligo, acné, etc.) y
por consecuencia, en principio, muchas de ellas pueden tener un
beneficio fugaz y engañoso con el empleo de corticoesteroides
tópicos y/o sistémicos; de ahí que, si esto
es conocido por cualquier médico no especialista, la prescripción
de este tipo de fármacos es constante... y la iatrogenia
no se hace esperar. Podemos afirmar que aún los más
prestigiados especialistas no dermatólogos, caen en algún
momento, en la tentación de indicar un corticoesteroide tópico
tratando de "atinarle" y ayudar a su paciente, evitándole
la consulta dermatológica.
En algunos países como E. U. A. se ensayó
por algún tiempo, durante la administración del presidente
Clinton, el que fueran los médicos generales o familiares
los encargados de resolver los problemas dermatológicos más
frecuentes y así la consulta correspondiente al especialista
en enfermedades de la piel disminuiria; de esa manera se ahorraría
una buena cantidad de dinero...¡fracaso absoluto!, pues sucedió
lo de siempre, el médico de primer contacto en su afán
de resolver el problema, además de la "clásica"
prescripción inicial de corticoesteroides tópicos
y/o antimicóticos locales, procedió posteriormente
ante su ignorancia, a indicar un buen número de exámenes
de laboratorio, tratando inútilmente de llegar a un diagnóstico
adecuado del padecimiento dermatológico sin tener en mente
ninguna posibilidad clínica... entonces los gastos de la
administración pública estadounidense en salud, aumentaron
en forma muy significativa.
SITUACIÓN DEL DERMATÓLOGO ANTE
LA MEDICINA MODERAN
En la actualidad el especialista en Dermatología
tiene un perfil muy diferente al del pasado; en primer lugar el
joven candidato a especializarse en la materia deberá haber
cursado cuando menos un año de Medicina Interna (desconocemos
cuál seal la medicina externa), pero en una buena cantidad
de casos, existen aspirantes con dos o incluso tres años
previos de entrenamiento en medicina. Este hecho le confiere a ese
especialista en ciernes, una mayor solidez científica para
ingresar a la especialidad, pues posee una mejor visión del
paciente en su conjunto y, como apuntábamos arriba, lo convierte
en general, en uno de los mejores clínicos, por ello, cada
vez es mayor la participación del dermatólogo como
parte de una medicina integral y multidisciplinaria, en particular
tratándose de medicina institucional.
Además no debemos olvidar que no es raro
el que las lesiones cutáneas puedan se el primer signo de
un padecimiento sistémico, tal sería el caso de las
enfermedades autoinmunes y los síndromes paranoeplásicos,
para mencionar sólo dos ejemplos. Esto, también con
sus excepciones, sólo el dermatólogo lo conoce bien.
Como ya señalábamos párrafos
arriba, el diagnóstico por parte del dermatólogo es,
en general rápido, en base a su experiencia, sin embargo,
con harta frecuencia este abuso en la rapidez ocasiona fallas al
más experimentado especialista. En algunas ocasiones, la
clínica no es suficiente y se requiere de ayudas diagnósticas
específicas y propias de la especialidad, como son la Dermatopatología,
para correlacionar el universo macroscópico o clínico,
con el microscópico; la Dermatología, tomado en cuenta
que por las condiciones geográficas, ecológicas, nutricionales
y político sociales, México tiene todas las micosis,
tanto las superficiales como las profundas; y la Inmunodermatología
que va desde las clásicas pruebas al parche hasta la utilización
de estudios inumodermatológicos de gran sofisticación,
útiles en algunos casos problema.
Sin embargo, en general y afortunadamente, al especialista
en enfermedades de la piel le basta con un espacio adecuadamente
iluminado y sus ojos; de vez en cuando una lupa o cuenta hilos y
esto es todo; ningún otro médico tiene un instrumental
más barato.
Pero cada día la investigación en
el campo dermatológico logra avances, importantes y trascendentes
a partir del desarrollo relativamente reciente de la fisiología
cutánea ocurrido alrededor de los años cincuenta en
el siglo XX.
Es sólo en ese momento que se vio que no
sólo la piel en su totalidad, sino la epidermis, el estrato
más superficial, a la cual se le tenia simplemente como una
cubierta protectora, es un sitio en el que se desarrollan un sinúmeros
de procesos inmunológicos, a cual más de complejos
y de gran significación etiopatogénica.
Esta cédula epidérmica o queratinocito
en su efímera vida, 8-10 días en piel del párpado
hasta 50-60 en palmas o plantas, es capaz en su transcurso desde
la membrana basal hasta la capa córnea, de elaborar numerosísimas
moléculas, enzimas, antígenos, anticuerpos, citocinas,
etc., que sorprenden por su complejidad y explican poco a poco procesos
clínico patológicos hasta ahora insospechados. Todo
esto es ya del conocimiento no nada más de los dermatólogos
hoy en día, sino del médico en general.
Desde hace algunos años la División
de Estudios Superiores de la Facultad de Medicina de la UNAM, aceptó
el que la Dermatología debería ser lógicamente
una especialidad médico quirúrgica; y hacemos énfasis
en lo de lógicamente, pues es el dermatólogo el especialista
que tiene la adecuada visión oncológica, para reconocer
clínicamente los innumerables tumores benignos y malignos
en sus inicios y decidir, o dejar decidir en lo tocante a los primeros,
si el enfermo desea extirparse o no una neoformación no maligna,
sólo por motivos estéticos.
Entonces, podemos concluir que el joven dermatólogo
de nuestros tiempos tiene una formación mucho más
completa de la que teníamos los que nos formamos en las pasadas
décadas. Diríamos que ahora es capaz también
de ver la piel en sentido inverso, o sea, de adentro hacia fuera.
EL DERMATÓLOGO ANTE EL AVANCE TECNOLÓGICO
Los avances tecnológicos en el estudio y
tratamiento de las enfermedades de la piel han sido de gran significación
para beneficio de nuestros enfermos en el siglo XX: Ya mencionaba
líneas arriba que el avance en cuanto a técnicas diagnósticas
a nivel molecular es incesante y seguramente en los años
por venir darán como consecuencia un entendimiento cabal
de muchas dermatosis cuya etiopatogenia permanece desconocida en
la actualidad.
Con respecto a los avances terapéuticos
de los últimos tiempos podemos destacar los de tipo médico,
y en este renglón mencionar la aparición de los corticoesteroides
tópicos y sistémicos que cambiaron el rumbo de la
terapéutica dermatológica a partir de los años
cincuenta del siglo pasado; por más que ahora exista la "corticomanía"
y la "corticofobia", ambas culpables de iatrogenias más
o menos importantes en nuestros pacientes.
Un avance espectacular en la terapéutica
médica han sido los retinoides, tanto los tópicos,
que aparecieron en el mercado desde los años sesenta, como
los sistémicos, a partir de los ochenta; Estos últimos
constituyen un hito en el tratamiento de padecimientos desfigurantes
como el acné nódulo quístico y la psoriasis
en sus formas más severas; pero además su empleo como
preventivos en el proceso de carcinogénesis no sólo
en Dermatología sino en otras ramas de la medicina, nos deparan
seguramente buenas nuevas en el futuro, pues la investigación
de mejores retinoides sigue adelante.
Otro avance lo constituye la fotoquimioterapia
o PUVA (psoralenos + radiaciones (UVA) útiles en diversos
padecimientos como psoriasis, vitiligo, linfomas cutáneos,
etc.
En el terreno quirúrgico o paraquirúrgico
la aparición del rayo Laser en sus diversas modalidades es
seguramente el avance mayor en el tratamiento de neoformaciones,
frecuentemente congénitas, como los hemangiomas o bien en
el de la corrección de nuevos o tatuajes.
Desgraciadamente este último tipo de avances,
en los cuales existe un aparato que puede ser manejado por cualquier
individuo con sólo unas semanas, días o incluso horas
de aprendizaje, ha traído como consecuencia que, su empleo
genera un ingreso monetario mucho mayor y al alcance de cualquier
individuo
profesional médico o no.
Consecuentemente un buen número de dermatólogos,
no sólo en nuestro país, sino también en el
extranjero dedican su tiempo por completo a la explotación
de estos aparatos.
Por si esto fuera poco la aplicación del
Botox (toxina botulínica) y el uso de innumerables substancias
de relleno para corregir defectos mínimos de mujeres y hombres
que desean preservar su juventud, ha dado paso a la invasión
de los cosmetólogos y otros sujetos, que causan estropicios
por doquier.
Los dermatólogos dedicados a esta "superespecialidad"
de la Dermatología, se autonombran "cosmiatras",
para significar con ello que se trata de médicos que conocen
a fondo los secretos de la cosmetología y así hacer
una "diferencia" con los otros individuos dedicados a
estos menesteres. Obvio es que la prácitac de la especialidad
a la que tanto tiempo la dedicaron, se relega a un segundo plano
y además se olvida.
Más deprimente aún para la Dermatología
nacional es el hecho de que cada día con mayor frecuencia
la práctica hospitalaria y por consecuencia la enseñanza
de la especialidad a todos los niveles, se va perdiendo irremediablemente.
No sé si esto mismo acontece con otras ramas de la Medicina,
pero apuntábamos arriba desea de inmediato dedicarse por
completo a la práctica privada, para tener ingresos más
decorosos y con ello nos vemos en serios problemas pues se van perdiendo
prospectos de nuevos maestros; desgraciadamente no contamos con
argumentos suficientes para que cambien sus planes.
Creo que estamos lejos de que nuestras instituciones
de salud y universitarias pudieran tener los recursos necesarios
para poder retener a un número de excelentes especialistas
que se han entrenado con esmero, y que quizá con un adecuado
salario podrían seguir sirviendo a esas instituciones en
bien de los enfermos y en beneficio de nuestro país.
No me resisto a terminar este escrito sin citar
dos párrafos de la conferencia magistral dictada por el Profesor
Klaus Wolf, Jefe del Instituto Dermatológico de Austria en
Viena, titulada "Quio vadis Dermatology: A Scenario for the
future", presentada en la última Reunión de la
American Academy of Dermatology, el pasado mes de Febrero en Nueva
Orleáns y que traducidos dice así "Hace cincuenta
años los dermatólogos eran considerados por los otros
especialistas como los "doctores externos", que tenían
muchos diagnósticos, pocos conocimientos fisiopatológicos
y cuyo armamentarium se reducía a untar horribles pomadas",
el segundo dice "Nunca antes la investigación científica
básica había impactado tanto a la clínica y
terapéutica dermatológicas. La dermatología
clínica es en la actualidad una rama de la Medicina con grandes
avances y ha experimentado un crecimiento de una magnitud sin paralelo.
Pero también nunca antes la Dermatología, precisamente
por muchos de esos desarrollos logrados está poniendo en
peligro su progreso y podría dar lugar a su marginación."
En suma, y para finalizar, que pena, en verdad,
que pena, que cuando parecía que la Dermatología había
dejado de ser la famosa "Cenicienta" para convertirse
en la bella princesa del cuento parece que quiere "regresar
al fogón" ya que ese especialista cada vez más
preparado con tanto cuidado y por largo tiempo está convirtiéndose
inexorablemente en un técnico que cuida la belleza física
y gana mucho dinero.!
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