Micetismo, un problema de salud pública

 

M. en C. Dora Ruiz Sánchez

Laboratorio de Parasitología

Departamento de Microbiología y Parasitología

 

Los hongos venenosos ocupan un lugar preponderante en salud pública, ya que los envenenamientos que provocan sus toxinas presentan altas tasas de morbimortalidad, aun cuando no se tienen en la actualidad datos reales de este problema, debido en gran parte a las dificultades que ofrece su diagnóstico.

Todos los hongos pertenecen al Reino Fungi, con características muy definidas como son: no poseer clorofila, nutrirse por medio de absorción y reproducirse tanto sexual como asexualmente. Su influencia en la vida del hombre ha sido determinante en muchos campos. Así, han sido utilizados en las industrias farmacéutica, agrícola, alimenticia, etcétera, pero también ocasionan daños, ya sea como contaminantes, parásitos o provocándole la muerte al ser ingeridos. Su participación en las actividades mágico-religiosas de los pueblos ha sido importante desde el principio de los tiempos. Aún en nuestros días continúan consumiéndose en forma consuetudinaria hongos que causan diversos estados alucinatorios, tanto por adicción, como por la curiosidad de experimentar sensaciones diferentes.

De todos los envenenamientos por hongos solamente el 20% son mortales, correspondiendo la mayoría a intoxicaciones por toxinas de Amanita phalloides, las que provocan daños irreversibles en el hígado y riñones del individuo que las ha ingerido. En los niños la muerte suele presentarse con mayor rapidez que en los adultos, pero sólo existen reportes del 100% de mortalidad cuando se trata de un micetismo faloidiano.

Los micetismos ofrecen numerosas dificultades para su diagnóstico, ya que éste depende del conocimiento de algunos datos tales como la cantidad de hongo que se ha comido y el tiempo que ha transcurrido desde su ingestión hasta su aparición de los primeros síntomas, entre otros. Estos síntomas iniciales, debido a su inespecificidad, las más de las veces son confundidos con otras patologías gastrointestinales y no es hasta que evolucionan a cuadros severos con daños irreversibles en órganos vitales del paciente, cuando se comienza a sospechar el estar frente a un cuadro de micetismo. Esto, aunado a la ignorancia y hermetismo de muchas comunidades en el mundo, interfiere de manera importante con el conocimiento de las tasas reales de estas entidades.

Es importante tomar en consideración una serie de datos que pueden orientar al diagnóstico oportuno de un micetismo, como son:

• Habitar o frecuentar zonas de bosques tropicales o subtropicales con abundante precipitación pluvial, como son los bosques de pinos, encinos y oyameles.

• Antecedentes de ingestión accidental de hongos venenosos confundidos con especies comestibles.

• Número de personas que presentan síntomas similares y que hayan asistido a convivios comunitarios o familiares.

• Cantidad de hongo ingerida.

• Ingestión de otros alimentos o bebidas alcohólicas que pueden propiciar la aparición del cuadro tóxico.

 

Actualmente existen numerosos recursos auxiliares para confirmar el diagnóstico de un micetismo, como son, entre otros:

 

• Determinación de toxinas del hongo en sangre.

• Cuantificación de transaminasas, transferasas y deshidrogenasa láctica.

• Valoración de los factores de la coagulación.

• Electrocardiograma.

• Ultrasonografía hepática y renal.

 

Utilizando todos los exámenes mencionados y analizando las anomalías que se detecten, existirán mayores posibilidades de efectuar un diagnóstico oportuno y mejorar la atención primaria en las salas de urgencia de los hospitales de todo el mundo.

El tratamiento es muy variado, pues depende de qué micetismo se esté presentando y qué factores rodeen el cuadro clínico.

Sin embargo, se han unificado algunas acciones, todas ellas encaminadas a reducir el daño causado por las toxinas fúngicas. En general, se administran protectores hepáticos, estimulantes de la función cardiovascular, diuréticos, corticosteroides, antibióticos, algunos fármacos que pueden funcionar como antídotos y agentes absorbentes como el carbón activado. Probablemente la mejor medida terapéutica para un micetismo sea la vigilancia estrecha del paciente, con fines de controlar la evolución del cuadro de envenenamiento y evitar así, en la medida de lo posible, un desenlace fatal.

Es conveniente sugerir algunas estrategias para la prevención de los micetismos, ya que son frecuentes y debido a que la mayoría de ellos se adquieren en forma accidental, no existen investigaciones epidemiológicas al respecto en el mundo y además no hay una difusión adecuada de las medidas necesarias para prevenir estas intoxicaciones por hongos.

Entre las estrategias más importantes, podemos mencionar:

1. No se deben ingerir hongos silvestres, a menos que sean recolectados por personas altamente conocedoras de los géneros y especies comestibles. Aún así, se debe tener extrema precaución al ingerir especies desconocidas.

2. No se deben ingerir hongos crudos, pues algunos de ellos aun sin ser venenosos, cuando no han sido sometidos al proceso de cocción, pueden provocar efectos adversos.

3. No se deben tomar en cuenta conceptos o consejas populares acerca del procesamiento de los hongos antes de su ingestión, pues existen prácticas que lejos de ser efectivas para eliminar las toxinas, pueden ser contraproducentes y provocar complicaciones que dificulten aún más el diagnóstico de un micetismo.

4. No es conveniente utilizar tratamientos empíricos, ya que éstos no tienen ningún fundamento científico ni farmacológico y en muchas ocasiones pueden dificultar el manejo adecuado de un micetismo.

Como se puede observar, los micetismos, a pesar de ser un problema muy común y que se ha presentado durante muchos años, es virtualmente desconocido. Es propósito de esta presentación crear la inquietud necesaria para que se amplíe y difunda el estudio de los micetismos dentro y fuera de la comunidad médica.