Entrevista con el doctor Eduardo Jurado García
El Fundador del Instituto Nacional de Perinatología, Jefe de la Subdivisión de Maestrías y Doctorados



Con el afán de continuar nuestra tarea de dar a conocer a los miembros que conforman el aparato académico y administrativo de la FM, este medio informativo retoma, después del periodo vacacional, esta sección destinada a la comunidad. Así, hoy sabremos algo más de otro personaje universitario.

Oír hablar de profilaxis, educación de la pareja, parto en posición vertical, estimulación temprana, psicoparticipación del padre durante el parto, alimentación inmediata del bebé, son hoy términos cotidianos que hace 30 años no se conocían; pero que, sin embargo, actualmente muchos jóvenes son productos de estas prácticas perinatales que el doctor Eduardo Jurado García, jefe de la Subdivisión de Maestría y Doctorados de la División de Estudios de Posgrado e Investigación, introdujo al ejercicio pediátrico de México.

El personaje del cual hoy nos encargamos se destaca por una grata sencillez que emana de su persona, resultado de los sueños de un joven inquieto y preocupado por la situación de la salud del pueblo mexicano, desde que ingresó, como estudiante, a la carrera de medicina.

Defeño de origen, el doctor Eduardo Jurado García es egresado de la Escuela Médico Militar como mayor médico cirujano y partero, en 1945; maestro en Ciencias Sanitarias de la Escuela de Salud Pública de México en aquel entonces Escuela de Salubridad e Higiene de México; diplomado en Bioquímica en el Instituto Nacional de Nutrición y en Técnicas básicas en radioisótopos e instrumentación nuclear en la Escuela Superior de Física y Matemáticas del IPN; inicia su labor como investigador y docente en el laboratorio de Fisiología que encabezaba don Joaquín Izquierdo, durante cinco años, cuando todavía se encontraba la FM en el Palacio de la Santa Inquisición. Durante 17 años en el Servicio de Prematuros del Hospital Infantil de México (1955-72) desarrolló proyectos de investigación sobre prematuros, que técnicamente conocía, ``pero me interesaba saber el funcionamiento de su organismo para poder ayudar a los problemas que presentan'', expresó.

Para 1964, en un Congreso Internacional, definió a la condición de prematuro como la consecuencia del desajuste socio-económico y cultural de las colectividades, concluyendo que prematuro es el antecedente de toda secuela que gravita sobre el ser humano provocando discapacidad e invalidez, entre otras cosas. Dichas conclusiones lo pondrían manos a la obra para tratar de satisfacer las necesidades del hombre, colocándolas al alcance de todas las clases sociales y en este caso las que evitan la prematurez. La conclusión fue resultado de los estudios realizados en el año de 1970 sobre las consecuencias de prematurez y peso bajo al nacer; los resultados obtenidos mostraron que de los 2 millones y medio de nacimientos anuales, aproximadamente entre 250 a 300 mil niños quedaban con secuelas neurológicas, que van desde la parálisis cerebral hasta el daño cerebral mínimo, que constituyen los niños con ciertas discapacidades que se transforman en problemas de conducta en el hogar y en la escuela, problemas de aprendizaje, de audición, visión y fonación o de retardo mental. Estos resultados traducidos a nivel de población general dan un 10 por ciento, o sea cerca de 10 millones de personas con problemas de este tipo.

A nivel nacional, en aquel tiempo, surgieron ante el problema de la prematurez las instituciones de manejo de prematuros, las maternidades y los institutos; ``pero esto comparado con el flujo de un enorme río, era como querer atajar el problema con pequeñas presas'' aseveró el doctor Jurado y añadió a las anteriores las nuevas técnicas, como las casas cuna o institutos especiales para niños con síndrome de Down, retraso mental y parálisis cerebral, siendo la solución para los que nacieron así; sin embargo, el problema era prevenir que nacieran en esas condiciones y desde entonces se aboque a trabajar en ello.

Como consecuencia aceptó dirigir el Hospital del Niño de la Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez (IMAN) 1972-75, para tener la oportunidad de intervenir en la formación del pediatra ``haciendo hincapié no sólo en el nivel académico y lo último en tecnología, sino con la idea de formar pediatras que tuvieran un desarrollo humanista en el manejo del niño; es decir, de considerarlo como un sujeto, no como un corazón o un aparato digestivo o un hígado en desarrollo sino considerarlo como un ente que vive en un seno familiar, de una familia que forma parte de una comunidad, y así integrar todos estos elementos para saber por qué el niño se enferma y poder evitarlo. Por ello, propusimos la creación de un Instituto Nacional de Perinatología que conjuntara todas estas experiencias de salud pública para un óptimo proceso reproductivo'', comentó el jefe de la Subdivisión de Posgrado.

Las innovaciones:


Perinatología, en ese momento, se definió como la más reciente rama de la medicina que nace por derecho propio, conjuntando aspectos pediátricos, obstétricos y de salud pública sobre la base de la investigación; permitiendo atender mejor el proceso reproductivo con la mira fundamental de trabajar con el enfoque de riesgo, como estrategia de gestión y para detectar qué núcleos poblacionales están en riesgo de tener: prematuros, recién nacidos con peso bajo al nacer o de sufrir de toxemia o hemorragia para atenderlos. El Instituto se crea sin pretender aplicar la tecnología moderna a todas las embarazadas o a todos los recién nacidos, pues considera el doctor Jurado que esto es un gasto inútil, ``hay que gastar los recursos de que se disponen para atender a los que se encuentran en riesgo o tienen el problema, pero no a toda la población'', apuntó el doctor Jurado.

En la creación del Instituto se volcaron todas las ideas que tenía el doctor Jurado, trabajando sobre la base de educar a la pareja para la reproducción. De inicio, se institucionalizó la psicoprofilaxis, creada en Rusia y diseminada en Europa rápidamente como un sistema educativo para la mujer, orientando a controlar el dolor en el trabajo de parto; ``nosotros -dice el doctor Jurado-, lo adoptamos, modificamos y ampliamos a un sistema educativo para la pareja en el proceso de reproducción humano, llegando así a la psicoprofilaxis obstétrica, complementada con campañas de salud: `Señora, si va a tener un hijo no fume; no ingiera bebidas alcohólicas ni siquiera como aperitivo; no consuma medicamentos que no le recete el médico'; porque todas estas son sustancias que interfieren en el proceso de desarrollo del feto, provocando malformaciones, no sólo anatómicas, sino también funcionales; de los órganos, aparatos y sistemas y entre otras cosas condiciona prematurez y peso bajo al nacer''.

Se recurrió al enfoque de riesgo como estrategia de gestión; ``¿qué hacíamos?, estudiábamos a la población y la clasificábamos de acuerdo con sus características como mujer en alto riesgo de embarazarse; es decir, la mujer que llega a la pubertad y que por su educación o por sus hábitos o costumbres tiene alto riesgo de embarazarse''.



El parto en posición vertical: Es la costumbre ancestral de la especie humana para dar a luz en cuclillas, de rodillas o sentadas, indicó el doctor Eduardo Jurado. ``Las razones son sencillas -agregó-, el útero ocupa un volumen que va creciendo frente a la columna vertebral, donde también se encuentran situadas dos grandes venas, la aorta que distribuye la sangre oxigenada a todos los órganos, aparatos y sistemas, y la vena cava inferior, que asciende llevando la sangre al corazón para su oxigenación. Entonces, si el útero se apoya contra la columna dorsal comprime estos vasos, lo que impide el paso adecuado de la sangre; esto se demuestra a partir del cuarto mes de embarazo; cuando la mujer se acuesta boca arriba, el feto comienza a moverse desesperadamente porque demanda oxígeno que no le llega en cantidades adecuadas. Esta falta de oxígeno o hipoxia transitoria durante el trabajo de parto es condicionante de daño neurológico, que puede ser inadvertido cuando nace y no tener consecuencias aparentes, pero sin dañar centros nerviosos importantes''. Ante dichas razones el Instituto diseñó sillas especiales para que la mujer se sentara con toda comodidad y el obstetra tuviera los menores problemas para recibir al niño. ``Los niños que nacieron en la IMAN durante nuestra gestión eran orgullosamente llamados `niño-perinato', porque nacían completamente sanos''.

La participación y presencia del padre durante todo el proceso, fue otro de los logros del Instituto de Perinatología. Se invitó al padre ha reconocer y estimular a su feto durante el embarazo y a participar durante el parto, dando apoyo moral y psicológico a la mujer, lo cual dio excelentes resultados.

La estimulación temprana: Su importancia radica en que durante el proceso de desarrollo embrionario y el primer año de vida, los órganos, aparatos y sistemas, sobre todo los órganos de captación de información funcionan cuando son estimulados; el tacto, el sabor, el olor, la visión y la audición trabajan cuando tienen los estímulos necesarios, los cuales, una vez que llegan al sistema nervioso central hacen que la neurona emita mayor número de dendritas (conforman sinapsis y generan neurotrasmisores), y mientras más estímulos reciba el niño mejor perfeccionará su funcionamiento. En cuanto al feto, comentó que éste es estimulado desde el embarazo por los sonidos del latido cardiaco de la madre, estimulando su vía auditiva e incluso la mielimización; también percibe luces y colores que se transmiten por la pared abdominal que entrenan su sentido visual. El trabajo perinatológico consistió en sistematizar estos elementos.

En los primeros cuatro años el recién nacido restructura su sistema nervioso en forma global y si durante ese tiempo se estimula, se demuestra que la estimulación es temprana; esto se comprueba con los niños que padecen síndrome de Down, pues recuperan muchas funciones si son educados al respecto.

La alimentación inmediata del recién nacido: Posterior a la revisión del pediatra; el niño es entregado inmediatamente al seno materno. Esto permite que el feto reciba el alimento que está diseñado por la naturaleza para la especie humana, con todos sus elementos inmunológicos o inmunogénicos que tiene el calostro y todos los elementos nutritivos que la leche natural trasmite; además, se propuso la obligatoriedad de prolongar por lo menos tres o cuatro meses el amamantamiento del niño; posteriormente, se usará el proceso de ablactación y el destete al final del primer año de vida incorporando al niño a la alimentación familiar. Al respecto el doctor Jurado consideró que este elemento constituye otro aspecto importante de desarrollo en la vida humana, que se ha perdido actualmente. ``El acto de comer, que ahora en las grandes ciudades se ha perdido como la reunión familiar, no sólo es ingerir el alimento sino degustar, conversar, platicar y cambiar impresiones, acto que complementa el desarrollo del infante'', aseveró.

El doctor Eduardo Jurado manifestó que todas estas iniciativas fueron con el propósito de disminuir el número de prematuros y de recién nacidos con bajo peso, al tiempo de recuperar a los niños que nacen con problemas.

Hasta 1982 nuestro personaje dirigió el Instituto de Perinatología, posteriormente se desempeñó en el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para la Salud del Niño del DIF (1982-86), hoy parte del Instituto Nacional de Pediatría, donde trabajó con el doctor Joaquín Cravioto, realizando investigaciones sobre la influencia del alcohol en el desarrollo del sistema nervioso del feto. Trabajos que han valido invitaciones en el extranjero, ya que no es un tema al que la ciencia médica recurra con frecuencia. Los resultados de dichos estudios han expresado que el alcohol ingerido durante el embarazo interfiere con el desarrollo del sistema nervioso central porque causa muerte de neuronas e interfiere con el proceso de sinaptización. El recién nacido de madre alcohólica tiene un 54 por ciento de probabilidad de nacer con el síndrome del feto alcohólico.

Posteriormente, el doctor Leobardo Ruiz, director del DIF, invitó al doctor Jurado a participar y fungir como director del Instituto de Salud Mental para transformarlo en un centro de investigación, y con la idea de determinar cuál era la demanda de atención y servicio que prestaba el Instituto. ``Encontramos que la mayor parte de pacientes era de tipo pediátrico, ya que se atendían desde infantes hasta jóvenes de 18 años; ahí encontramos que la principal causa de atención eran los trastornos de aprendizaje, de conducta, de lenguaje, epilepsia, trastornos mixtos y, por último, una amplia gama de trastornos patológicos de tipo psiquiátrico'', comentó. Del conjunto de problemas, las investigaciones mostraron que un alto porcentaje de éstos procedían desde la etapa perinatal, comprobando y afirmando las bases de las que había partido para la creación del Instituto de Perinatología.

Con este último puesto administrativo, el doctor Eduardo Jurado García, decide jubilarse; sin embargo, sus inquietudes lo llevan a unirse a un grupo privado, al Grupo de Estudios del Nacimiento (Grupo GEN), donde realizó investigaciones sobre cómo influir para educar mejor sin dejar de lado la prematurez, sumando un nuevo concepto: defecto al nacimiento. Ni tardo ni perezoso, dio a la luz su definición que fue avalada por los doctores José Manuel Alvarez Manilla, Ernesto Díaz del Castillo y un grupo de 30 especialistas más que integraban el Grupo GEN:

``Un defecto al nacimiento es toda aquella condición presente al momento de nacer, en forma notoria o latente, que afecta el proceso de adaptación del feto al medio extrauterino, provocando la muerte del niño o lesiones permanentes. Ante tal conclusión, el Grupo GEN decidió que podría ser un gestor entre la población y los servicios de salud. El trabajo comenzó con una serie de conferencias en 22 estados de la República Mexicana, en universidades, hospitales y centros de salud, donde se difundían estos conocimientos de defectos al nacimiento y sus consecuencias en los aspectos genéticos. Dichas acciones llevaron al grupo a crear un centro que ofreciera atención primaria a la salud perinatal y enfocado a nivel de contacto con la gente de bajos recursos económicos, principalmente. Dicho centro se llamó Centro de Investigación Materno-infantil del Grupo de Estudios del Nacimiento (CIMIGEN), que recogió mucho de lo que se dijo en el Instituto de Perinatología -comentó el doctor Juradono para duplicarlo sino como una consecuencia lógica. Con ello se sentaron las bases para estructurar un programa que buscara establecer un módulo de atención materno-infantil que tuviera las características que demanda el programa de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de `Salud para Todos en el Año 2000': atención primaria en el sentido de que tiene todas las bases científicas para hacerse, es aceptada por la población y ésta participa en el programa, baja en costo y eficiente, además, de equitativa''.

-De todas estas experiencias ¿Recuerda alguna anécdota?

``Recuerdo que estudiando en la Escuela Médico Militar un grupo de cadetes del cuarto año discutíamos regresando del cine, rumbo a la escuela, cuál sería el futuro de la medicina en México (en 1943), estábamos Joaquín Cravioto, Jaime Melgar, Bartolomé Pérez Ortiz, Romeo Velázquez Valdivieso, Jorge Velasco Alzaga y un servidor. Veíamos la necesidad de que hubiera mayores especialistas en salud pública, porque el enfoque tenía que hacerse con base en la atención de los problemas de salud de la población; no podíamos formar recursos humanos para atender enfermedades que no teníamos o problemas que no existieran, necesitábamos conocer nuestra problemática para poder resolverla; para ello, demandábamos centros de investigación, que en ese entonces eran escasos; entonces proponíamos la creación de un instituto de investigación en el sur de la República, donde el problema médico era más intenso, y sigue siendo. Proponíamos Oaxaca o Guerrero, donde Valdivieso, oaxaqueño de origen, decía que crearíamos el Instituto de Investigación Médica del Sureste, ¡le tenía hasta nombre!. Andando el tiempo, de los tres que discutíamos, el doctor Joaquín Cravioto, Jorge Velasco Alzaga y un servidor, creamos los institutos del DIF: el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para la Salud del Niño (INCYTAS), que fue idea y creación del doctor Cravioto; el Instituto de Salud Mental que creó y dirigió Jorge Velasco Alzaga, y el Instituto de Perinatología, que estuvo a mi cargo. Creo que hemos sido congruentes con nuestra idea de estudiantes para intervenir de algún modo en la mejoría de la salud mexicana, que es lo que nos interesa'', expresó. Y en la formación del médico ejemplificó con un texto dedicado a los estudiantes de medicina por parte del doctor Ruy Pérez Tamayo, que para su gusto resume los elementos éticos para la formación de un médico: ``El ejercicio de la medicina es cumplir con tu obligación para con la colectividad; investiga y educa, pero atiende a la colectividad''.

A su parecer, 17 años de investigación y otros tantos de administración le han dado una clara visión de lo que la medicina significa y lo que más o menos se esbozaba en su época de estudiante, y lo que la persistencia, en su caso, le dio para tener la oportunidad de servir a la carrera médica y a su país.

-¿Qué le ha dado su nuevo puesto?

-``A partir del 20 de marzo del año en curso un reto, ya que tenía tiempo de no sentirme útil; ahora siento que otra vez entro a la batalla y que hay mucha responsabilidad al manejar e intervenir de alguna manera en la formación de maestros y doctores. Es una tarea muy importante, ya que la necesidad de crear maestros y doctores en ciencias básicas y en ciencias médicas y de la salud, que tengan a su cargo la investigación de frontera, es una gran responsabilidad y una gran necesidad del país'' concluyó.

Cabe señalar que el doctor Eduardo Jurado García fue becario del gobierno francés y de los laboratorios Carnot en el Centro de Investigaciones Neonatales de la Clinicque Baudelocque de la Universidad de París; además, cursó un Fellowship in Neonatal Research, en Boston Lying-in Hospital, en el Children's Hospital de Harvard University.