Banco de Tejidos del Hospital Juárez El Banco de Tejidos de Donadores Fallecidos del Hospital Juárez, fundado por el doctor Agustín Chardí Córdova, fue el primero en México, comentó el doctor Chardí durante su presentación en el Curso "Temas Selectos en Trasplantes de Organos y Tejidos", donde habló de los antecedentes, logros y desarrollo de dicho banco. Mencionó que los estudios del doctor Inclán, de La Habana -en 1942- sobre la conservación de los injertos óseos autógenos en refrigeración, mostraban su conservación y empleo en pacientes, que por su condición física especial, no podían resistir en la misma sesión quirúrgica la toma de injerto y su aplicación. Como antecedentes, dijo que se encuentran los estudios de Hush y Garber en 1947, sobre la conservación de injertos homólogos provenientes de donadores vivos (resección de codo, reamputaciones, etcétera) y su preservación en refrigeración, así como el trabajo de los doctores Oliver y Reynolds sobre salvaguardar injertos óseos en merthiolate, y los estudios de Polettini en 1942, sobre la conservación de estos injertos óseos en alcohol.
Dijo que en el año de 1947, en el Hospital Infantil de la ciudad de México, el doctor Alejandro Velasco Zimbrón, con la colaboración de los médicos externos de su servicio: Luis Sierra Rojas y Agustín Chardí Córdova, inició en México el uso de injerto homólogo proveniente de donador fallecido. Lo anterior constituyó un avance positivo en la cirugía ortopédica, ya que brindó la oportunidad de utilizar un fragmento óseo en diferentes operaciones. "La oportunidad de contar con un Banco de Huesos proveniente de donador fallecido, facilita la realización de intervenciones quirúrgicas en niños con padecimientos tumorales, infecciosos, congénitos, etcétera, que requieren de suficiente aporte óseo, disminuyendo con ello el tiempo de la cirugía con las ventajas que conlleva." El Banco de Tejidos del Hospital Juárez se fundó el 20 de noviembre de 1950 por el doctor Agustín Chardí; el director del hospital era el doctor José Aguilar Alvarez, y constaba de las siguientes secciones: la de Vasos, a cargo de los doctores Bernardo Castro Villagrana, Salvador López Antuñano e Ignacio García Alcántara; la de Huesos, dirigida por Miguel Aguilar Casas y Adolfo Mejía Arias; la de Ojos, encabezada por Raúl y Sergio A. Chavira, y Jorge Escalante Padilla; la de Piel, tutoreada por Roberto Prado Pérez; la de Cartílagos, Alfonso Dueñas; la de Anatomopatología, Alfonso Reyes Mota. Asimismo, contaba con un Laboratorio Técnico y de Bacteriología, a cargo del doctor Mario Crepo Cortina, y una enfermera: María del Refugio Miranda. Cabe mencionar que cuando se organizó el Banco de Tejidos no había una legislación que reglamentara la utilización de los órganos y tejidos, por lo que Julio Sánchez Vargas, magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y colaborador del Boletín Informativo del Banco, comenzó a trabajar en el asunto. Durante el periodo presidencial del licenciado Gustavo Díaz Ordaz se hicieron las primeras leyes para reglamentar la toma de tejidos de donadores fallecidos y así, el laboratorio Productos Liofilizados, S. A., comenzó a proporcionar huesos y tejidos liofilizados para el Banco, lo que propició la investigación y asesoramiento de tesis en el Laboratorio Técnico y de Bacteriología. Mencionó que en la Sección de Huesos se elaboró un instructivo para el uso de huesos homólogos congelados para intervenciones operatorias. Además, dentro de la labor de esta sección se suministraba la cantidad de hueso que se requería previa solicitud; el cirujano proporcionaba al Banco el informe sobre la evolución postoperatoria de su paciente. Los estudios radiológicos pre y postoperatorios eran archivados en la oficina del Banco y quedaban a disposición de los cirujanos. Con objeto de seguir la evolución radiológica de los pacientes, se tomaba una radiografía preoperatoria. Era indispensable continuar con las observaciones de los pacientes y se pedía entrega de la evolución de los datos clínicos. Desde que comenzó a trabajar el Banco de Huesos y Tejidos, se creó un boletín mensual informativo y bibliográfico que publicaba artículos científicos, legistas y otros relacionados con la labor, operación y donación de huesos y tejidos. En octubre de 1957 -pocos años después de su creación- se publicaron los lugares donde se habían enviado injertos de hueso: Torreón, Coahuila; Tepic, Nayarit; Ciudad Madero, Tamaulipas; San Francisco El Oro, Chihuahua; la capital de este estado; Mexicali, Baja California; la capital de Oaxaca; Acapulco, Guerrero; Jalapa y Córdova, Veracruz; la capital poblana y Metepec, Puebla; Guadalajara, Jalisco, y Cuernavaca, Morelos, así como Estados Unidos, Cuba y Guatemala. Igualmente, aseveró que por invitación de la Academia Nacional de Medicina (ANM) y el director del Hospital Juárez, el doctor Carlos Aguirre, cuando sólo contaba con seis años de existencia el Banco de Tejidos, se presentó en la Jornada Médica de la ANM que se realizó en Ciudad Universitaria, en febrero de 1956. La conferencia se llevó a cabo dentro del curso "Temas Selectos en Trasplantes de Organos y Tejidos" que organizó el doctor Agustín Chardí en el auditorio "Ramón de la Fuente" del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, durante el primer día de trabajo como un antecedente de la labor de México en el área de trasplantes. |