Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
25 de octubre 2003


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Inician las sesiones clínico-patológicas

Proyecto de la Secretaría General de la Facultad

Con objeto de que los alumnos de primer ingreso tengan contacto con las actividades y los ejercicios profesionales que se realizan en el área clínica, la Secretaría General de la Facultad dio inició a una serie de sesiones clínico-patológicas que buscan acercar a los jóvenes galenos a una parte del quehacer diario de los hospitales.
Durante la sesión del pasado 30 de septiembre, realizada en el auditorio “Raoul Fournier”, el doctor Joaquín López Bárcena, secretario general de la FM, comentó que los médicos titulados, además de atender a los enfermos, están inmersos en actividades académicas y de investigación, dialogan entre ellos y discuten aspectos relacionados con algún paciente vivo en proceso de diagnóstico o tratamiento y en el caso de pacientes fallecidos, los pormenores de lo que ocurrió con el manejo para obtener una utilidad de su análisis y aplicarlo en el futuro.
Explicó a los estudiantes de primer año que los casos de los pacientes vivos se llaman sesiones clínicas y abordan el problema del enfermo desde diferentes puntos de vista: de diagnóstico o de tratamiento. Entre varios médicos se revisa la historia clínica y se hacen planteamientos diagnósticos que van de estudios de laboratorio a imágenes, hipótesis y procedimientos de diagnóstico para comprobar dichas hipótesis.
El funcionario de la Facultad aseveró que en dichas discusiones también pueden ser de tratamiento idóneo o para identificar un diagnóstico, por lo que participan médicos de diferentes especialidades.
Ante un auditorio casi lleno, el doctor López Bárcena dijo a los jóvenes que en el caso de los pacientes fallecidos.
“Los estudios post mórtem ofrecen la ventaja de la evidencia del diagnóstico del problema que tuvo el paciente, lo que permite de manera retrospectiva revisar si fue acertado, si el tratamiento fue el adecuado y si hubo algún otro componente que no fuera detectado.”
Consideró que este ejercicio es útil porque es parte de la evidencia de la hipótesis del caso y finalmente el único que tiene la verdad es el médico patólogo, porque es el que revisa todos los tejidos por biopsias, por cortes de cirugía o por estudios post mórtem.
Explicó que la mecánica de estas sesiones comienza con un resumen de la historia clínica del paciente, se incluye lo más relevante del caso. Aquí se describen los síntomas y el padecimiento que motivó la atención del enfermo, el manejo que se le dio desde el punto de vista del diagnóstico y cómo evolucionó hasta que falleció. En ocasiones el resumen incluye diagnósticos, tratamientos y resultados de laboratorio, con frecuencia de imágenes, pero el hecho de que se presente el caso es porque seguramente el paciente tenía algo más que no fue identificado, de ahí que es un reto para el clínico.
Aseveró que estas sesiones ayudan a educar el proceso de razonamiento clínico: ordenar los datos, priorizar, integrar, enunciar posibles síndromes o posibles entidades gnoseológicas, plantear y proponer hipótesis, así como comprobarlas. Esta forma de pensar la debe utilizar el médico al momento de ver a su paciente vivo.
La sesión corrió a cargo de los doctores Antonio González Chávez, jefe de pabellón 108 de Medicina Interna, quien revisó el resumen clínico, explicó los elementos que se tomaron para tal caso y los términos clínicos; Jaime Camacho Aguilar, de medicina interna, quien estuvo a cargo el comentario clínico, y finalmente Jesús Aguirre García, patólogo renombrado y profesor de la FM que, de acuerdo con el resumen clínico, explicó los resultados post mórtem. Todos ellos miembros del Hospital General de México.
Cabe señalar que para llevarse a cabo esta sesión, la Secretaría General envió a cada representante de grupo el resumen clínico, con la idea de que se discutiera con alguno de los maestros antes y los jóvenes asistieran con conclusiones y comentarios.
La historia clínica revisada fue la siguiente:
Antecedentes: Mujer de 33 años de edad, ama de casa, menarca a los 13 años, inicio de vida sexual activa a los 17 años, gesta VIII, partos VII, abortos I. Otros antecedentes no se consideraron relevantes para el padecimiento actual.
Padecimiento: Dolor de epigastrio de 9 meses de evolución con irradiación a la región lumbosacra y a los miembros pélvicos, el dolor disminuía con el reposo y se acompañaba de hipertermia vespertina. Presentaba además leucorrea amarillenta, sangrado transvaginal escaso, constipación, nicturia, polaquiuria, astenia, anorexia y pérdida de peso no cuantificada.
El interrogatorio de los otros aparatos y sistemas no aportó más datos de importancia para el padecimiento actual.
Exploración física: Dolor a la palpación del abdomen en epigastrio y mesogastrio sin signos de irritación peritoneal. En la exploración ginecológica se observó una lesión ulcerovegetante que destruía totalmente el cuello uterino y que invadía casi en su totalidad la pared anterior de la vagina y las paredes posterior y laterales hasta el tercio medio con filtración del tabique vesicovaginal. En el tacto rectal se apreció estrechamiento de la luz e invasión de parámetros. El resto de la exploración física no mostró alteraciones significativas.
Exámenes de laboratorio y gabinete: Biometría hemática: hemoglobina 9.4 g/dl, eritrocitos 3.7 X 106, hematócrito 33%, leucocitos 11,900 con 76% de neutrófilos.
Examen general de orina: Albúmina 1.65g%, abundantes leucocitos, escasos eritrocitos.
Rx, tórax y colon por enema: normales.
Cistoscopia: Se observa invasión de la vejiga y compresión parcial bilateral de los ureteros.
Urografía excretora: Hidronefrosis y ectasia ureteral izquierda, no se observó eliminación del medio de contraste en el lado derecho.
Biopsia cervical: Carcinoma epidermoide.
Evolución: Recibió radioterapia con 2,800R en el campo anterior y posterior de la pelvis. Al concluir las sesiones de radioterapia, el examen ginecológico mostró reducción leve en el tamaño de la lesión cervicovaginal. Un mes después persistía con disuria y nicturia, por lo que se le practicó ureterocolostomía derecha, y durante el procedimiento se observó hidronefrosis derecha, útero aumentado de tamaño e invasión tumoral de vejiga y pared pélvica. La paciente falleció 2 días después de la operación.

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