Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
25 de noviembre 2001


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"Al encuentro con nuestras tradiciones"

Un entierro: Qué nos dicen los huesos y el Cuarto Festival Universitario del Día de Muertos

  • La Facultad de Medicina, origen del Festival de Día de Muertos q
  • Muestra histórica de los enterramientos

En el marco del "Día de Muertos", la Facultad de Medicina, como cada año, presentó dentro de su ciclo "Al encuentro con nuestras tradiciones", la exposición Un entierro: Qué nos dicen los huesos, que mostró los diferentes enterramientos que se han suscitado en la historia y las tradiciones del pueblo mexicano.
Enterramiento colonial

La exposición se llevó a cabo del 29 al 31 de octubre en el vestíbulo del auditorio "Dr. Raoul Fournier Villada", con el apoyo del Laboratorio de Antropología Física del Departamento de Anatomía, mientras que en la zona de Las Islas se montaba el Cuarto Festival Universitario del Día de Muertos, donde participaron cerca de 3 mil estudiantes, incluyendo alumnos de medicina.

Durante la ceremonia de inauguración en la Facultad de Medicina, el licenciado Eduardo Silva, titular del Programa Medios de Difusión, comentó que el proyecto de montar una exposición relacionada con nuestras tradiciones, data de 1996, año en el que se integró el Laboratorio de Antropología Física del Departamento de Anatomía.

La idea original surgió de la licenciada Leonora González-Cueto. Los alumnos del Círculo "Casimiro Liceaga" pidieron apoyo para la realización de un concurso llamado El Cadáver Anónimo -que se realizaba por los años treinta con el doctor Chávez y otras personalidades en la antigua Escuela de Medicina y se pensó retomar-. La Dirección de Apoyos a la Comunidad, en 1997 brindó su ayuda.

De ahí a la fecha no se ha dejado de hacer, pues aún durante el paro, los jóvenes montaron la megaofrenda y vale la pena mencionarlo, porque ha despertado mucho interés.

La muestra comenzó con una imagen de la pirámide circular de Cuiculco, donde recientemente se han encontrado entierros con fechas anteriores a las que se conocían; enseguida se presentó un esqueleto junto a algunas vasijas, cuentas y otros objetos, es decir, un entierro prehispánico, el cual fue explicado por la doctora Martha Pimienta Berlín, profesora y miembro del Laboratorio de Antropología Física, quien comentó que las distintas representaciones de ofrendas encuentran sus antecedentes en tiempos remotos.

"En México, el culto a la muerte ha sido ampliamente practicado por todas las sociedades mesoamericanas; a través del tiempo, estos ritos funerarios han ido integrando distintos elementos culturales que los han enriquecido. Sin embargo, dentro de esas características se encuentran diferentes entierros por regiones y periodos, de tal forma que hay una secuencia clara que subraya esta riqueza.

"Así, vemos que en el periodo preclásico (2500-0 a.C.), en las sociedades agrícolas, se presentaban con mayor frecuencia enterramientos depositados directamente y con ofrendas funerarias que contenían: vasijas de barro, ollas con granos, figurillas, comales y platos; además, en sitios tan tempranos como Cuicuilco se han encontrado formaciones troncocónicas; éstas eran excavaciones hechas en el suelo destinadas a guardar granos y posteriormente fueron utilizadas como lugares para depositar a los muertos. Las posiciones más comunes de los cuerpos fueron la extendida, la de decúbito dorsal y la de decúbito lateral, ya sea del lado derecho o izquierdo.
Representación de la tumba de la Reina Roja, edificio XII, Palenque, Chiapas. (Enterramiento prehispánico)

"En el clásico (0 a 700 d.C.), las culturas mesoamericanas presentaron un desarrollo cualitativo, estamos ya ante sociedades clasistas concentradas en áreas urbanas y rurales, donde existía un buen número de especialistas que realizaban diferentes actividades (ceramistas, lapidarios, tejedores, escultores, etcétera). Las diferencias sociales eran evidentes, y uno de los medios para constatarlo eran las prácticas funerarias. En este periodo los enterramientos se caracterizaban por depositar los cuerpos debajo de las casas, con ofrendas que podían variar en su calidad y cantidad, hasta tumbas suntuosas con objetos que acompañaban al personaje sepultado. Muestra de ello es el caso de la Tumba de la Reina Roja, en el edificio XII, en Palenque, Chiapas".

El doctor Alfonso Gallardo, investigador de la Escuela Nacional de Antropología, explicó la trascendencia del enterramiento de la Reina Roja, de Palenque.

"Durante el posclásico (900 a 1521), se consolidó una organización estatal en distintas zonas y regiones mesoamericanas, lo que llevó a un cambio significativo en el patrón del enterramiento: ofrendar a los monumentos y no sólo a los personajes o sujetos relevantes de esa sociedad, de tal forma que la riqueza se ve diversificada, y así, encontramos impresionantes muestras, como las del Templo Mayor, en donde se hallaron cajas de sillares de tezontle, que en distintos niveles incluían lechos de conchas, caracoles y corales; restos de cocodrilos y pez sierra; caparazones de tortuga; peces y serpientes de diversos tipos; imágenes de Xiuhecutli y de Tláloc; braceros de cerámica; cuchillos de sacrificio; puntas de proyectil; punzones de autosacrificio; restos de codornices; bolas de copal, y fragmentos de sahumador".

La maestra Laura Guecochea, profesora del Departamento de Anatomía, fue la encargada de relatar la importancia de la información que dan los enterramientos coloniales, ya que varios de los elementos que los constituyen persisten hasta nuestros días.

"En la Colonia, el sincretismo de las culturas prehispánica y española se puede ver representado en los enterramientos y las ofrendas dedicadas al difunto. En estas prácticas las diferencias están marcadas desde la disposición del cuerpo, hasta las mortajas y elementos que constituyen su ajuar funerario.

"El chile, el maíz, el frijol, el uso de flores y velas, son elementos que acompañan al sujeto en su tránsito de la vida hacia la muerte; así como agua, tortillas, tela, un canuto de hilo, una vara para asustar a los perros, monedas como pago a las deudas de sus antiguos familiares o difuntos, y como símbolo de las creencias judeocristianas: la cruz."

La época actual estuvo representada por una ofrenda tradicional que, por su parte, la maestra Guadalupe Ponciano aseveró estar dedicada a los "Muertos fumadores".

"Pensamos que era importante que en la Facultad de Medicina se hablara de esta tradición, pero aunada a un tema de salud, y qué mejor que el tabaquismo. Esta ofrenda está dedicada a los 45 mil mexicanos que mueren cada año a consecuencia del consumo de tabaco y explica por qué el tabaquismo se considera la principal causa que se ha de prevenir, no solamente en México sino en el mundo".

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