El Día del Médico, en México, se conmemora el 23 de octubre, desde la década de los
treinta de este siglo. Esto es debido a que en una Convención de Sindicatos de
Médicos Confederados de la República, llevada a cabo en Cuernavaca, Morelos, en
1937, se tomó la decisión de hacer esta celebración en esa fecha; propuesta que fue
secundada por todas las demás organizaciones médicas del país.
Y se instituye, precisamente, el día 23 de octubre, porque ese día, en el año 1833, se
inauguró el Establecimiento de Ciencias Médicas que era uno de los seis colegios de
enseñanza superior en los que estaba dividido la Dirección de Instrucción Pública,
órgano que creó Valentín Gómez Farías para sustituir a la Real y Pontificia Universidad
de México. Sobre este tema ya varios autores han hablado, como el doctor Gerardo
Loyo quien, en el número correspondiente al 30 de octubre de 1991 de esta misma
Gaceta de la Facultad de Medicina, hizo una excelente reseña del origen de esta
celebración.
Antes de esta época la conmemoración del día del médico tenía una connotación
netamente religiosa, ya que se veneraban a los diversos santos considerados patronos
de la medicina, éstos son: Rafael, el arcángel; Lucas, el evangelista y a los gemelos
médicos Cosme y Damián. Por lo cual no había un día oficial para todos los médicos.
El arcángel Rafael es considerado aún como el máximo patrono de los médicos.
Comúnmente se le conoce como San Rafael, cuyo nombre quiere decir "Medicina de
Dios", puesto que tiene sobre los demás ángeles la misión de cuidar de la salud de los
hombres. Además, específicamente, tiene influencia para curar los encordios o
bubones (inflamaciones de los ganglios de las inglés), el morbo gálico (sífilis) y las
úlceras genitales. Su fiesta se celebra el 24 de octubre.
Durante los primeros siglos de la Edad Media el culto a los santos encargados de curar
las enfermedades se hizo muy popular. Así nace la veneración a los hermanos Cosme
y Damián, santos que se ubican entre los años 287 al 330. Se cuenta que fueron
decapitados en Egea, en Arabia, durante el gobierno del emperador Diocleciano, por
haberse negado a ofrecer sacrificios a los dioses y porque habían convertido herejes
al cristianismo.
Según la leyenda, descendían de padres cristianos, habían estudiado Medicina en
Arabia y ejercían la profesión médica por caridad. Durante la persecución de
Diocleciano y Maximino fueron detenidos e instados a abandonar su fe. Al no hacerlo,
primero fueron arrojados al mar, de donde salieron ilesos; luego se les condenó a la
hoguera, sin que les hiciera daño; entonces los asaetearon, pero las saetas se
volvieron contra los que disparaban. Finalmente los decapitaron el 27 de septiembre.
Son patrones de médicos, cirujanos, dentistas, barberos, ortopedistas, peluqueros,
médicos de hernias, farmacéuticos, drogueros, amas de cría, confiteros, buhoneros
y físicos. Se les invoca, además, contra las costras en el cuero cabelludo,
inflamaciones en los ganglios, tiña, roña, males renales o hepáticos, incontinencia de
la orina nocturna en los niños e inflamaciones del vientre. El 27 de septiembre se
conmemora el día de su muerte.
En el año de 1226, el Gremio de cirujanos de París nombró a San Cosme y San
Damián como sus patronos y además celebraba sus reuniones en la Iglesia de San
Cosme; como primera escuela de especialización para cirujanos recibió el nombre de
Colegio de San Cosme, manteniéndose hasta el año de 1713, y de allí surgió la
Academia de Cirugía. En 1572 se fundó, en Solothurn, la Hermandad de San Cosme
y San Damián, que puede ser considerada la primera asociación de médicos.
Lucas el evangelista nació en Antioquía de Siria y fue médico antes de unirse a los
apóstoles de Jesús. Escribió el tercer Evangelio que lleva su nombre y los Hechos de
los Apóstoles, en donde narra cómo con la fe se obtenía la salud (era invocado con
frecuencia por los enfermos). También los médicos acudían a él para que los ayudara
en sus trabajos. Murió en Acaya o Bitinia.
Su invocación se emplea para la destemplanza del hígado. Su fiesta se celebra el 18
de octubre.
En el siglo XIX, después que los médicos adquirieron el antiguo Palacio de la
Inquisición para la Escuela de Medicina (octubre de 1854), Urbano Fonceca, en su
calidad de miembro de la Junta de Gobierno de la Academia Nacional de San Carlos,
propuso que se esculpiera una estatua en mármol de San Lucas Evangelista, para
donarla a la Escuela Nacional de Medicina. Se encargó a Roma el trozo de mármol de
Carrara, con un peso de mil 285 kilos. Manuel Vilar dirigió los trabajos y fue tallada
por su alumno Martín Soriano; en 1859 se terminó la estatua.
El 7 de junio de 1860 se hizo la solemne inauguración de la estatua de San Lucas en
el centro del patio de la Escuela de Medicina, en donde permaneció por mucho tiempo,
hasta que en 1913 se le trasladó al salón de actos y más tarde al vestíbulo del mismo.
En 1950 se cambió al descanso de la monumental escalera principal del edificio, en
donde aún permanece, después de la reconstrucción del Palacio de la Escuela de
Medicina.