Gaceta
Facultad de Medicina UNAM
10 de noviembre 2000


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Profesores eméritos: Doctor Enrique Piña Garza

Toda una vida dedicada a la docencia

El doctor Enrique Piña Garza ha sido jefe del Departamento de Bioquímica por más de 15 años en más de cinco ocasiones, desde que
Doctor Enrique Piña Garza

se fundó. Médico cirujano egresado de la Facultad de Medicina, en donde ha sido académico por más de 40 años, doctor en Bioquímica por la Facultad de Química de la UNAM, con posgrados en varias universidades extranjeras. Investigador del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III, profesor investigador de tiempo completo en la Universidad Nacional desde 1961 a la fecha, con excepción del periodo 1984-1985, durante el cual se desempeñó como director general de Investigación en Salud de la secretaría del ramo. Durante sus primeros años de ejercicio profesional realizó una estancia de dos años en la Universidad Rockefeller, en Nueva York (1964-1965), donde trabajó en el laboratorio del doctor Eil Tatum, uno de los primeros receptores del Premio Nobel de Medicina, por sus trabajos que combinaron elementos de bioquímica y genética; ha realizado otras estancias en Chile, en las universidades de San Diego y de California, Estados Unidos, y en el Hospital de Baviera, en Alemania. Es autor de más de 70 artículos, publicados en revistas nacionales, y más de 40 en revistas internacionales; así como de tres libros de texto, y editor de dos más. Ha sido citado internacionalmente más de 300 ocasiones, y su trabajo ha merecido el apoyo de la Dirección de Asuntos del Personal Académico de la UNAM, el Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt) y los institutos nacionales de salud de Estados Unidos (National Institutes of Health). Cabe señalar que el doctor Piña pertenece a ocho sociedades científicas, entre las que destacan la Sigma XI Society, la American Society of Biological Chemist, la American Society for Biochemistry and Molecular Biology, la Academia Nacional de Medicina y la Academia de la Investigación Científica.

Anteriormente, se ha desempeñado como secretario académico de la Coordinación del Sistema de Universidad Abierta de la UNAM; en la Facultad de Medicina, además de jefe de departamento, fue secretario general durante los dos últimos años de la gestión del doctor Juan Ramón de la Fuente y el primer año y medio con el doctor Alejandro Cravioto. En la rectoría del doctor Barnés, ocupó la Dirección General de Estudios de Posgrado, y recientemente, se integró a su trabajo de investigación.
Al frente el doctor Eil Tatum, uno de los primeros estadunidenses en recibir el Premio Nobel, acompañado por un grupo de colaboradores, entre ellos el médico mexicano

Enrique Piña Garza, el mayor de una familia con diez hijos, nació el 21 de octubre de 1936; contrajo nupcias con la doctora Martha Zentella Mayer, también profesora del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina. A continuación narra algunos datos biográficos, experiencias profesionales y opiniones sobre la Universidad.

"Ahora no sé por qué estudié medicina; soy el mayor de diez hijos, mis abuelos y mi padre fueron licenciados en derecho y mi único hijo varón es abogado; ellos dicen que yo deshice la tradición familiar, pero volvería a estudiar medicina, de eso estoy seguro; no me metería en los líos del derecho en lo absoluto.

"Nací en la ciudad de México, en la colonia de los Doctores. Mi padre decía que las familias grandes eran las más bonitas, era otro estilo de vida. Hoy una familia de tres es antisocial. Era una ciudad muy tranquila, donde uno se subía sin riesgo a los camiones .

"Desde que estudié medicina, llevé el curso de bioquímica. Comencé la carrera en la Escuela Médico Militar, donde estuve dos años. Me gustaba mucho la vida de Napoleón, quería imitarlo y hacer algo que se relacionara con él y la medicina, y eso era la Médico Militar; además hubo otra razón: las serias limitaciones económicas en casa, mi mamá nunca trabajó excepto en el hogar, tenía mucho trabajo con diez hijos, y en la Médico Militar no gastaban en mí; ahí daban comida, casa y los uniformes, pero me reprobaron en bioquí-mica y me corrieron.

"Proveniente de un ciclo no acreditado, me costó mucho trabajo ingresar a la UNAM; de hecho, a una secretaria que estaba en la ventanilla le caí bien y me facilitó todo para que ingresara. Entonces, cuando llegué aquí, estaba marginado porque mi generación ya se había ido a las prácticas clínicas, pero comencé a tomar la bioquímica desde primer año, me gustó mucho, pues le vi otro enfoque, no sé qué pasó. Creo que sabía bioquímica, pero no le había encontrado el gusto a la misma; rápidamente me acerqué al titular del curso, el doctor José Laguna, quien me aceptó en su laboratorio. Para fines prácticos funcionaba como su ayudante, lo cual era un poco pretencioso, pues realmente era el compañero de todos los demás. Estudiaba bien la clase, ya que me gustaba mucho saber responder a lo que preguntara; además, me aprendía bien las fórmulas, que a mi maestro no le gustaban porque consideraba que no eran importantes y ... tenía razón; me sentía a gusto y toda la carrera seguí estudiando medicina, pero cuantas veces podía me escapaba a bioquímica. Participé en congresos, presenté trabajos como estudiante en Monterrey y mi servicio social lo realicé en investigación, lo cual era raro en aquella época, pero el doctor Laguna lo solicitó al director y antes de recibirme comencé el doctorado; algo así como se usa ahora, pero en aquella época no; de hecho, el día que me recibí de médico tuve mi primer examen de química, en el cual no me fue muy bien.
Momentos en que el doctor Piña Garza realiza su examen para obtener el grado de doctorado. Se puede observar, de izquierda a derecha, a los doctores Guillermo Massieu, Guillermo Soberón, José Laguna, el químico Manuel Madrazo, Félix Córdoba y Jesús Guzmán

"Las clases del doctorado de bioquí-mica las tomábamos en la Torre de Ciencias en el Instituto de Química; nos trataban como un grupo de médicos, pero más que eso como un problema. En aquella época los doctorados estaban desorganizados y tardé ocho años para conseguirlo; para los criterios actuales sería un mal alumno, pero en realidad sólo me ganó un compañero de generación pues uno de los sinodales, a quien ahora estimo mucho, me regresó la tesis y tuve que reescribirla casi toda, en una época donde no había computadoras ni copiadoras, y reescribir una tesis de 80 o cien páginas era horrible; si no es por ese detalle, hubiera sido el primero; también me atrasé porque pasé dos años en Nueva York trabajando con el doctor Tatum (uno de los primeros estadunidenses que recibió el Premio Nobel por postular una teoría, ahora clásica, del gen, de una enzima que hace sufrir una evolución, pero que fue la piedra angular para el desarrollo conjunto de la bioquímica y la genética). Como parte de la preparación del doctorado en Bioquímica, hice ahí los estudios y aprendí otras cosas, no sólo el idioma y otra manera de pensar, sino mucho más; ya estaba casado y tanto mi esposa como yo, recordamos con gusto esa época, no teníamos hijos, el primero fue una 'mujercita' que la encargamos en Nueva York pero nació en México. El doctor Tatum me ofreció trabajo allá, pero preferí regresar a México.

"Otra cosa interesante de aquella época: sólo había dos sitios para estudiar bioquímica: uno era la FM de la UNAM y el otro la Escuela de Ciencias Biológicas del Politécnico, cuyos buenos egresados venían a dar clases a la Facultad. Hay una foto muy característica de los primeros bioquímicos, los 15 fundadores de la Sociedad Mexicana de Bioquímica, y ellos, a excepción de uno, tenían algo que ver con la FM: todos daban clase. Escribí un artículo donde hago notar que el inicio de la bioquímica en realidad ocurrió en la FM y alrededor de ella. Poco después Soberón y su grupo fundaron el Instituto que ahora es de Investigaciones Biomédicas, pero en aquella época se llamaba distinto, el mismo Soberón daba clases en la FM. En ese tiempo, en que nadie quería estudiar bioquímica, yo comencé a dar clases como titular un semestre antes de recibirme, porque no había profesores, de manera que tengo muchos años dando clase, ya que comencé muy temprano.

"El primer nombramiento lo obtuve en 1957 y entré a la UNAM en 1955, de modo que estaba cursando el tercer año cuando tuve mi primer nombramiento como profesor, desde entonces toda mi vida profesional la he vivido en la FM y hasta los periodos en los que he tenido que salir del país he estado ligado a ella.

Departamento de Bioquímica
Aspectos en los que el equipo de colaboradores del doctor Enrique Piña Garza pone en práctica sus conocimientos en uno de los proyectos de investigación que ha tenido a su cargo

"Comencé a trabajar con el doctor Laguna en un laboratorio -donde se hacía la vacuna Salk para la poliomielitis- que se llamaba División de Investigación Biológica y era una sección descentralizada de la Secretaría de Salud.

"El primer día que llegamos a firmar Laguna, Armando Gómez Puyou y yo, nos presentaron el Departamento de Bioquímica: ¡era un piso vacío! Una semana después llegó todo el equipo que estaba en la vieja Escuela de Medicina, lo acomodaron en un cuarto junto con los reactivos, y en otra habitación amontonaron una serie de artefactos que hizo una pirámide de tres metros de altura; ese fue el departamento que yo conocí.

"A Laguna se le ocurrió que diéramos las primeras prácticas de bioquí-mica, pero como no había mesas, entonces fuimos los tres al mercado de San Angel a comprar cajas de jabón. En aquella época, éste se traía en cajas de madera grandes; con ellas hicimos las primeras mesas para prácticas; al final del año se comenzaron a hacer las mesas de trabajo para los alumnos y después las de investigación, donde acomodamos los equipos y reactivos, que no eran muchos; todo estaba vacío cuando llegamos, pero poco a poco fue creciendo; el siguiente año se solicitaron recursos y con ellos pudimos comprar el equipo mínimo indispensable para hacer investigación. El cambio debió ser por ahí de marzo de 1957; en aquel entonces los cursos comenzaban en abril, después de Semana Santa y terminaban antes del Día de Muertos; ahora se preocupan por semestres largos.

Las publicaciones del Departamento de Bioquímica

"Las primeras publicaciones salieron en 1961 con la idea de acceder al club de revistas internacionales; quien publicaba en revistas internacionales era el Departamento de Fisiología, los demás estaban a la espera. Con el estímulo de las publicaciones y el dinero para el equipo, Laguna supo crear un ambiente muy agradable. Por un lado consiguió una docena de personas ya formadas: Jesús Guzmán, Félix Córdoba, Carlos Garza, Carlos del Río, el propio Laguna y un conjunto de jóvenes: Luis Antonio Peña, Armando Gómez Puyou, Marietta Tuena, Victoria Chagoya y Sergio Estrada, creo que esos éramos la primera camada contemporánea de la que Mario Massieu tenía en el Instituto de Biología de la UNAM, donde estaban Tapia, Ermilia Pasantes y también contemporánea a la que Soberón tenía en Biomédicas donde estaba Jaime Mora, Martuscelli, Cañedo; grupos donde había una competencia muy fuerte, pero con un gran espíritu de colaboración porque no era fácil conseguir reactivos y equipo, pero había confianza y el espíritu suficiente de colaboración para compartir el material, aunque también había la competencia por ver qué grupo hacía mejor trabajo de investigación. En particular, en el Departamento de Bioquímica, tuvimos épocas muy buenas a finales de los cincuentas y casi todos los sesentas, con Laguna como jefe del departamento y su grupo de personas ya formadas y jóvenes muy animosos; en ese sentido, Laguna fue muy hábil, porque después de esa primera generación vino una segunda con gente que ha tenido proyección nacional e internacional. Tanto Laguna como Soberón y 'Chucho' Guzmán eran muy hábiles para seleccionar candidatos que funcionaran en la bioquímica y se preocupaban por atraer alumnos muy jovencitos; era la política sistemática de ellos, de convencer a los jóvenes de que la bioquímica valía la pena vivirla intensamente.
El doctor Enrique Piña acompañado de su esposa, Martha Zentella

"En esa época teníamos una participación en revistas internacionales similar a la de los institutos de biomedicina de la Universidad, en la Facultad indudablemente era el departamento que tenía mayor producción científica y las clases muy consolidadas, era un departamento muy serio, fuerte, organizado, estrecho y coherente, funcionábamos como un equipo.

"A finales de 1970, Laguna fue director de la FM; Guzmán secretario de Ciencias Básicas y Córdoba jefe de la División de Investigación de la FM; de ésta el primer jefe fue el doctor Laguna, quien desde entonces tuvo la idea de crear un edificio de investigación como el que está por inaugurarse, él fue el de la idea desde antes de ser director. Por su parte, Ondarza se fue al Conacyt y Del Río a Ciencias Químicas y alguien tuvo que hacerse cargo de la jefatura del departamento y Laguna pensó que yo era el indicado".

Jefe de departamento

¿Cuánto tiempo estuvo como jefe de departamento?

"Como Santana: muchas veces. No me acuerdo muy bien pero he estado como 15 años en distintas épocas, porque en 1972 y 1973 hubo grandes problemas en la Universidad y muchos investigadores del departamento pensábamos que era mejor emigrar del área y, con Soberón como rector, salirse de las escuelas y facultades e irse a los institutos. Peña, Chagoya y yo nos fuimos al Instituto de Biología -ahora de Fisiología- y veníamos a dar clases; en el Departamento de Bioquímica se quedaron Jesús Guzmán, Juan Díaz Zagoya, Federico Martínez y otros, pero a mí no me gustó el ambiente del instituto, y dos o tres años después regresé a la Facultad. Mi regreso coincidió con la muerte del jefe de departamento, que en aquella época era Jorge Soria y el doctor Octavio Rivero Serrano, titular de la Facultad en ese momento, me nombró jefe. Lo encontré vacío en comparación con lo que había sido, fue una época totalmente diferente y además con una competencia por los recursos jóvenes, pues todos se iban a los institutos y nadie quería estar en la Facultad; por otra parte, no sé por qué la FM tenía otros criterios más rígidos y estrictos para recibir a los profesores que los que se pedían en los institutos, y también por eso no querían venir, yo traté de convencer a mis alumnos, como Adolfo García Sáinz, Jaime Mas, Esteban Celis y Armando Amador que no se fueran a los institutos, pero no tuve éxito. Regresé a un departamento muy distinto y en una época más complicada, ahora sí les gustaba la bioquímica y había una competencia muy fuerte en la Universidad.

"Después me fui de sabático a Alemania y renuncié a mi cargo; terminó el periodo del doctor Rivero y entró Cano Valle; cuando regresé me pidió que volviera a ser jefe del departamento, pero no me entendía con él y renuncié -en el primer periodo de éste-. En el segundo periodo, estuve en el Sistema de Universidad Abierta y venía a impartir mi clase; finalmente, regresé como profesor al departamento y cuando llegó el doctor Juan Ramón de la Fuente me volvió a nombrar jefe; por eso digo que estoy como Santana. Había revoluciones y emigraba, pero después volvía a regresar.

"Cuando llegó De la Fuente, el primer nombramiento fue el mío, después me nombró jefe de investigación y después secretario general; cuando llegó el doctor Cravioto tuvo de jefe a Jaime Mas y como no se entendieron, nuevamente me ofrecieron el cargo; le respondí que sólo sería interino y que nunca más sería jefe de departamento, porque ya parecía choteo.

"Durante este periodo, sólo firmaba papeles para que aquello funcionara; el doctor Cravioto dicía que yo era el jefe, pero sólo le ayudé en lo mínimo. Ahora es algo muy distinto, pero sigue siendo un gran departamento, pues vemos la producción de publicaciones en revistas internacionales y aunque somos un grupo relativamente pequeño, tenemos un impacto importante.

Director de posgrado

"Estuve casi dos años con el doctor De la Fuente, y uno y medio con el doctor Cravioto como secretario general; posteriormente me invitó el doctor Barnés a ser director general de Estudios de Posgrado, en una situación muy complicada, por muchas razones, dentro de la Universidad. En primer lugar, había un cambio importante en la Legislación Universitaria dando una concepción muy distinta al posgrado, a la tradicional dentro de la propia Universidad. Las divisiones de posgrado dependían de cada facultad y cada una tenía un sinnúmero de programas, además de los institutos y las escuelas profesionales. Cuando llegué a la Dirección de Posgrado había 300 programas en la Universidad en medio de un gran desorden porque eran muchos para una sola asignatura; por ejemplo, Derecho tenía cuando menos tres programas.

"En la época de Sarukhán, se decidió revisar los posgrados y la idea fue hacer grandes programas que no dependieran de las facultades ni de los institutos sino al revés, que el programa conjuntara todos los de la misma área y que en él participaran las escuelas, las facultades, los centros, los institutos e incluso otras dependencias ajenas a la Universidad, como el Politécnico, el Archivo General de la Nación o instituciones extranjeras. Por ejemplo, hay un programa de la Facultad de Medicina Veterinaria con la Secretaría de Agricultura, Ganaderia y Desarrollo Rural (SAGAR), donde los laboratorios los pone la Secretaría y los investigadores la Facultad; entonces, el concepto de posgrado cambió radicalmente. Cuando llegué, ya se había hecho el cambio en el Consejo Universitario y habían comenzado los primeros grandes programas, los dos primeros que existieron fueron el de Biomédicas y el de Bioquímica. En Biomédicas participan la Facultad de Medicina y cuatro o cinco institutos; actualmente creció y participan además Veterinaria y Odontología.
El destacado bioquímico acompañado de familiares y amigos

"Hoy los programas se rigen por un coordinador nombrado por el rector, con representantes de varias dependencias universitarias y entidades académicas, y las facultades, los centros o los institutos pueden colaborar en diferentes programas o sólo en uno. Sin embargo, el cambio no se ha querido o no ha podido apreciar en toda su dimensión. Cuando llegué a la Dirección de Posgrado encontré una situación muy complicada, porque los directores no querían soltar sus programas y la adecuación representaba un análisis muy serio y profundo; hubo quienes lo maquillaron, y ahora todavía persiste el problema, hay varias escuelas que no han querido soltar sus programas y otras que sí lo han hecho. Considero que hay un poco de confusión acerca de cuál es la situación real, creo que el nuevo esquema representa muchas ventajas, pero el cambio ha creado cierto temor y eso ha provocado que el proyecto no acabe de consolidarse.

"Durante el tiempo que estuve como titular de la Dirección de Posgrado creo que avanzó la Universidad, a pesar de que no está bien comprendido lo que tiene que hacer cada uno de sus integrantes dentro del programa. Hoy quienes llevan la batuta son los coordinadores y representantes de cada escuela o facultad y me parece excelente, son los grupos académicos alrededor de cada uno de sus consejos; en éstos participa el coordinador, los representantes de directores, de profesores y de alumnos y ellos son los que deciden toda la parte académica. El soporte administrativo no está bien definido y eso no lo podía dar mi dirección porque no tenía presupuesto para ello; el reglamento actual dice que lo proporcionan las escuelas y facultades y a ellas no les alcanza el personal para apoyar estas nuevas entidades administrativas, motivo por el cual el proyecto sigue cojo. Yo estaba desesperación porque no tenía recursos para ayudarles. Puede decirse que el programa avanzó desde el punto de vista académico, pero no en su base administrativa; estoy seguro que en un corto tiempo el cambio va a funcionar bien. Lo mejor del programa es la gran libertad académica con que cuenta y, al final tendremos sólo menos de 40 programas de posgrado; por ejemplo en el programa de Derecho ahora participa la Facultad de Derecho, el Instituto de Investigaciones Jurídicas y las escuelas profesionales que tienen la carrera. De manera que me tocó una época bonita, porque hubo varias innovaciones en el programa, pero difícil porque tuvimos que abrir brecha.

"Considero que un aspecto que no ha evolucionado y que evolucionará favorablemente será la administración escolar. Esta se sigue llevando con el sistema antiguo, cuando se utilice el sistema de cómputo para la realización de los trámites va a ser todo más rápido. Ahora cuesta más trabajo titularse de posgrado que de licenciatura y son menos alumnos; la administración no evolucionó al parejo de la academia, quienes se comprometieron avanzaron realmente, quienes no, tendrán que hacerlo en el futuro.

"Bueno, ¿por qué no seguí ahí? el doctor De la Fuente consideró que ya no estaba bien en posgrado, que había otra persona que podría hacerlo mejor. Por eso regresé a mi laboratorio hace unos meses.

Su experiencia docente y de investigación

"Mientras fui estudiante realicé toda la parte clínica necesaria para que me dieran el título, excepto mi servicio social; en mi época no había internado, algunos lo podían hacer pero no era requisito para toda la generación; mi servicio social lo realicé en investigación y pasé bien mi examen profesional; después de eso nunca puse consultorio ni realicé práctica clínica. Sin embargo, durante dos años asistí al Hospital General y era el jefe de un pequeño laboratorio con el doctor Fernando Martínez Cortés y asistía a las sesiones clínicas; yo no auscultaba a los enfermos ni hacía historias clínicas, pero daba una opinión orientada a la bioquímica y realizaba trabajos de investigación. Más recientemente, hará unos ocho o diez años, me volvieron a invitar a ese laboratorio y no quise ir, pero sí mi esposa, quien es también médico y se dedica a la bioquímica; he estado cerca de la práctica clínica, pero me he dedicado más a la investigación y aún más a la docencia. Yo tenía el nombramiento de investigador cuando me nombraron emérito, pero por escrito solicité al doctor Cravioto que no me nombraran investigador emérito. Creo que he trabajado más como profesor que como investigador y que eso influyó en la decisión de Laguna para dejarme de jefe de departamento en 1970, porque como investigador había mejores que yo, ya que me dedicaba más a la docencia, y en ese sentido me dieron el Premio Universidad Nacional de Docencia en Ciencias Naturales".

Como editor, comentó: "Laguna, abocado más a la docencia que a la investigación, escribió el primer libro de texto de bioquímica en español, en 1962, lo que fue una innovación, pues lo que existía eran libros en inglés; para la tercera edición de este libro, Laguna era director y yo jefe de departamento, por lo que me invitó a realizarla; la cuarta también la hice yo; la quinta se va a llamar 'Bioquímica de Laguna', soy el editor principal e invité a alumnos de él para realizarla." Como profesor aseveró: "Todos los años he tenido grupo y he participado en la docencia del posgrado desde que me gradué en 1970, y en 1971 ya daba clase."

Respecto a la situación universitaria, el doctor Enrique Piña dijo: "Después de tantos años de compromiso con la Universidad, uno siempre piensa en ella y quisiera que el futuro fuera mejor. Veo que estamos viviendo una situación complicada y creo que hemos perdido el rumbo, refiriéndome al conflicto del año pasado que a mi dirección le afectó duro, pero a pesar de todo, siempre pude entrar y despaché en mi oficina hasta cuando entró la Policía Federal.

"El conflicto se desencadenó por un problema económico y todavía ahora vienen los enredos económicos de las universidades; creo que el problema actual no es económico, siempre hemos sobrevivido; el problema de las universidades es preparar individuos y formarlos y esto se puede hacer con escaso dinero; la UNAM ha entrado en una situación complicada: pagar o no pagar cuotas. En todas las universidades públicas se paga y, en cambio, hablar de pago de cuotas en la UNAM se ha convertido en un pecado. Creo que una situación justa: quien pueda pagar, que pague, estoy en esa posición y me van a tachar de neoliberal, pero si queremos a la Universidad deberíamos de pagar cuotas razonables, porque si se pide al gobierno, éste lo tiene que sacar de otra parte y al final quienes pagan más son quienes menos tienen; si el gobierno federal cometió errores, no es motivo para que en la UNAM no se pague. Claro, hay que reconocer que también hay cosas delicadas en la UNAM; muchos de los profesores no cumplen con su trabajo. Cuando dicen que la mitad del personal académico de la UNAM pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, yo me preguntó por qué no se dice que todo el personal de tiempo completo pertenece a él; si funcionaran conforme a las exigencias de la Universidad, todos los profesores de tiempo completo deberían pertenecer."