El Doctor Alfonso Alvarez Bravo, Modelo
Universitario Para las Nuevas Generaciones de
Médicos
A raíz del reciente fallecimiento del maestro emérito Alfonso
Alvarez Bravo, médico
ejemplar, la Facultad de Medicina realizó el 16 de mayo la
ceremonia de homenaje al
desaparecido y prominente universitario. Así, y aunque en el
programa de dicha
ceremonia, la intervención del doctor Alejandro Cravioto estaba
programada para el final,
la Gaceta consideró, por la importancia que tienen sus palabras
para la comunidad de
la Facultad y de la UNAM, referirlas en primer término.
Así, el titular de la FM dijo: ``El ser universitario es algo
cuya esencia va más allá de
cualquier definición, es una forma de sentir y de percibir el
mundo, es tanto una actitud
ante la vida como una manera de vivir, es un todo que redunda en
una dimensión que
rebasa las estrecheces de lo particular; que hace de la persona
que le encarga, un
ejemplo; que le reviste del brillo del saber, de la amplitud de
miras, de la modestia en
que radica la grandeza que se suma a sus propias dotes, para
investirle de una
autoridad moral inconmensurable. Pero también ser universitario
implica una
pertenencia, una responsabilidad y un compromiso, la
identificación con el alma mater,
la responsabilidad de mantenerla indemne y de prestigiarla, de
trabajar día a día por sus
elevados ideales; el compromiso formal de recrearla
cotidianamente, aprendiendo y
enseñando, investigando y descubriendo, divulgando los saberes
adquiridos.
``Alfonso Alvarez Bravo fue durante su vida un universitario a
carta cabal, fue uno de
esos grandes universitarios que enorgullecen a nuestra Facultad
de Medicina. Desde su
juventud se fue forjando como tal, en la fragua candente y a
fuego lento. El destino le
permitió vivir todavía como prepatoriano el gran movimiento
estudiantil del 29, que a
través de mil peripecias, de huelgas y baños colectivos por obra
y gracia del cuerpo de
bomberos, condujo a la autonomía universitaria; vivir la
conquista de la autonomía marcó
indeleblemente a Alvarez Bravo y a tantos otros estudiantes de
aquel entonces. Cuando
dos años más tarde traspuso la puerta de la antigua Escuela de
Medicina, Alvarez Bravo
ya era un habitante avezado del barrio universitario, conocedor
de calles y torterías, de
cines y almacenes, de escuelas y gimnasios, de bibliotecas y
vecindades; en ese
ámbito, como en muchos otros, no dejo de pasar por los breves
cursos de la policlínica,
con sus rifas de pollitos y sus chascarrillos; ahí se encontró
con la alegría y el ansia de
vivir del estudiante universitario, que confirmaba la suya
propia; asimismo se vio ante las
grandes figuras de la medicina mexicana, ante profesores de la
talla de Fernando
Ocaranza, entonces director de la Escuela; de don Rosendo Amor,
ginecólogo y cirujano
diestro, también ex director de la Escuela; de don Tomás Perrín,
con su monóculo y su
levita y ante el aura de ser amigo de Cajal, que alternaba con la
nueva generación de
Ignacio Chávez, Gustavo Baz, Abraham Ayala González, Aquilino
Villanueva, entre otros.
También encontró ante la lucha por establecer, junto con ellos,
la modernidad en la
medicina mexicana'', concluyó el doctor Alejandro Cravioto.
Por su parte, el doctor Efraín Vázquez Benítez, amigo de mucho
años del doctor Alfonso
Alvarez Bravo, resaltó los perfiles que pergeñaban la
personalidad del ahora fallecido
profesor emérito. Ante los familiares del doctor Alvarez Bravo,
autoridades universitarias
y comunidad de la Facultad de Medicina, el amigo dijo:
``Universitario de primera línea,
médico ejemplar, ginecólogo de proyección mundial y forjador de
una escuela de
Ginecología y Obstetricia, portavoz del sentir de diversas
agrupaciones, se inscribió en
1931 como alumno de la Escuela Nacional de Medicina de la UNAM,
recibió distinciones
y elogios de sus maestros por su rendimiento escolar y por su
capacidad de liderazgo,
que siempre se manifestó y que se fue reafirmando al crear, en su
alrededor, una
atmósfera de alta estima y consideración por sus propios
compañeros.
``En su época de estudios en el Centro Vías y su internado en el
Hospital General hizo
amistades que duraron para toda la vida; el afecto con que
trataba a Alberto Ranzom,
a Mario Núñez Bazo, a Francisco Dueñas, a Fernando Rodríguez, a
José Pedro Arzac,
a Pedro Ramos, a Tomás Ortega, a Horacio Salce, a Guillermo
Montaño, y muchos
amigos más.
``Pendiente continuamente de los avances de la tecnología y de
las ventajas que ésta
podría añadir a su profesión y su vida, fue un apasionado de la
computación y llegó a
tener importante facilidad en su uso; siempre dispuesto a emplear
la última máquina y
el último programa; y, al igual que en otras áreas, su entusiasmo
por la computación era
contagioso; era parte de su personalidad, estar siempre al
pendiente de lo moderno.
``La evolución de su vida profesional y su inquietud creativa lo
llevaron a fundar y a
impulsar el progreso de muchas agrupaciones profesionales, donde
no le faltaron
rivalidades y discordancias que casi siempre resolvió a su favor;
pero humano al fin,
tuvo algunas actitudes y acciones que le fueron censuradas en su
tiempo y están
juzgadas por la historia. Valga señalar que alternando con altas
autoridades, nunca
buscó el poder; y, si en el aspecto médico lo llegó a tener, lo
usó en beneficio de las
agrupaciones a las que perteneció, con estricto apego a sus muy
profundas
convicciones, siempre sostenidas en forma abierta y honesta; por
tal motivo, le fueron
otorgados múltiples y honoríficos cargos.
``Como compañero de viaje, guardaba las elementales distancias,
era excelente
conversador y agudo observador, pero al mismo tiempo que
externaba sus propios
puntos de vista, aceptaba ideas o comentarios que le llamaban la
atención. Resultaba
grato e ilustrativo compartir con él paisajes, museos, ciudades,
parques o centros de
diversión, o abordar liberalmente temas de historia, política,
religiones y cultura en
general, pues en todos ellos se podía encontrar su espíritu
abierto y su mentalidad
fresca, que hacían atractiva su compañía ya que fácilmente dejaba
a un lado la
personalidad de maestro para hacer un extraordinario camarada,
con el que se lograba
un increíble acercamiento muy personal''.
Autoridades universitarias, profesores, amigos y familiares del profesor emérito, estuvieron presentes en la ceremonia de homenaje al doctor Alfonso Alvarez Bravo
Más adelante, el doctor Carlos Fernández del Castillo, también
compañero y amigo del
doctor Alfonso Alvarez Bravo, habló sobre la calidad profesional
de este profesor
emérito; al hacerlo, dijo: ``Está claro, habría dicho el joven
estudiante Alfonso: como
profesionista vislumbró una responsabilidad apasionante, tendría
que saber qué deben
comer los enfermos que lleguen a mi cuidado, niños o adultos,
indispuestos o delicados
y aun graves, en ocasiones no podré describirles una alimentación
acostumbrada, en
ocasiones los tendré que alimentar a través de sus venas o tal
vez por una sonda que
les atraviese por su nariz y llegue hasta el estómago; qué ratos
y qué privilegios se me
esperan; les tendré que decir que dejen de hacer lo que tal vez
más les complace, para
que pueda yo curarlos; ya quisiera ser médico, me faltan pocos
años, ya no puedo jurar
por Apolo ni por Asquepio, pero juro ante el Dios de mi religión
que seré un buen
médico; cada vez siento que me enamoro más de la medicina,
estudiaré más y más y
estimaré mucho a mis maestros y siempre cuidaré de ellos, no los
olvidaré''.
Al continuar, Carlos Fernández del Castillo resaltó que: ``desde
el inicio de su práctica
profesional, el maestro Alvarez Bravo se propuso ser un buen
profesionista. Nacido en
México, había hecho su carrera en México, habiendo establecido
sólidos lazos de
amistad con sus maestros, todos ellos brillantes, todos ellos
famosos, todos ellos con
éxito probado, y todos ellos en ese doble ejercicio profesional,
el institucional asistencial
por las mañanas y el ejercicio privado de la medicina por las
tardes; doble jornada de
trabajo con matices diferentes, realizada por una misma persona;
así ha sido, así es y
así seguirá siendo el ejercicio profesional del médico en México
y en otros países.
``Alvarez Bravo nació con personalidad de líder y por ello fue
explicable el éxito que
tuvo como profesionista. El hilo conductor de su vida fue el de
servir, ser un servidor en
cualquier actividad profesional; las recompensas llegarían por
añadidura. La felicidad la
encontró en servir, en ser útil en su profesión, en esa doble
jornada de trabajo
profesional.
``Por ser líder, pronto en él brotó la posición de ser autoridad
en sus materias: el
médico de hospital y el médico privado; la autoridad está unida
principalmente a la
convicción de una misión importante de servir a los demás; la
meta trazada
reflexivamente anima, persuade, arrastra, convence, con esa
actitud se desempeñó
Alvarez Bravo como profesionista. Unido libremente y para siempre
con la medicina,
sería la tarea servirla de manera integral. Fue un profesionista
que se entregó para unirse
en esencia con los cuatro pilares que sostienen la medicina, que
se expresa para
engrandecer el bien común de sus profesantes y sus recipindarios:
las actividades
asistenciales, docentes, investigación científica y la labor
académica. Se comprometió
a engrandecer la medicina mexicana y eso le exigió una entrega
para encarnarse a esos
cuatro pilares como profesionista; sus alumnos y amigos lo vimos
desempeñarse como
un profesionista convencido, como un ser humano con cualidades y
defectos'',
concluyó.
Para finalizar, el doctor Carlos Mac Gregor, también colega y
amigo del doctor Alfonso
Alvarez Bravo, mencionó que el profesor emérito reconoció
tempranamente la necesidad
de entrar en contacto con otros medios y ámbitos fuera del país.
Así, señaló que el
doctor Alvarez Bravo, muy joven aún y con la especialidad en
ginecología, presentó en
un congreso internacional un trabajo sobre cirugía reconstructiva
en Trompas de
Falopio, trabajo que le mereció reconocimiento internacional;
asimismo, el doctor Mac
Gregor citó que el homenajeado prontamente se significó como gran
catedrático tanto
en América, como en el extranjero, principalmente en Europa,
ámbitos en donde dio
cursos exitosos para posgraduados. Por ello, logró traer a México
el primer Congreso
Internacional sobre Ginecología y Obstetricia, lo que se
consideró en su momento un
logro significativo, ya que en esos años, 1950 aproximadamente,
el desarrollo médico
y de la especialidad aún no se incorporaba al concierto
científico avanzado, como
sucedía en los países más adelantados y con mayores recursos
económicos. El
expositor destacó que el doctor Alvarez Bravo, a partir de la
finalización del mencionado
congreso, ocupó la presidencia del Comité Ejecutivo de la
Secretaría Permanente de la
Federación Latinoamericana de Ginecología y Obstetricia, cuya
sede permaneció por
cuatro años en México.
Por otra parte, el doctor Carlos Mac Gregor recordó que también
por esos años nació
la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, con
sede en Ginebra, Suiza,
donde el doctor Alvarez Bravo logró que México figurara como
noveno país en
importancia en esta especialidad, la cual alcanzó a presidir en
1967 para beneficio de
Latinoamérica.
Más adelante y para concluir, el doctor Carlos Mac Gregor hizo un
recuento de los
cargos y cátedras ocupadas por el doctor Alfonso Alvarez Bravo,
quien con su ausencia
deja un hueco difícil de llenar por parte de las nuevas
generaciones.